Motorista y aficionado a los riesgos, Thor Björgólfsson, el millonario número uno de Islandia y dueño de la recién estrenada compañía de telecomunicaciones WOM, ha saboreado la gloria y el fracaso. Aquí un poco de su excéntrica historia.
Por: Lourdes Gómez B.
Cuando Thor Björgólfsson visitó Chile en julio pasado para lanzar WOM en el mercado local, poco se sabía de este empresario islandés. Y quienes lo vieron subiendo arriba de una de las mesas de las recién inauguradas oficinas de la empresa de telecomunicaciones para dar un improvisado discurso, jamás imaginaron que se trataba nada menos que de la mayor fortuna de Islandia y del multimillonario número 1.415 del ranking Forbes.
Y eso que Björgólfsson no pasa desapercibido. Rubio, alto, delgado y siempre impecablemente vestido, este empresario es toda una celebridad en el mundo de las inversiones nórdicas. A través de su fondo, Novator Partners LLP, maneja activos repartidos en diferentes industrias como energía, farmacéutica, telecomunicaciones, entre otras, concentradas principalmente en Europa y Estados Unidos. Ahora, acaba de poner su primer pie en Latinoamérica, específicamente en Chile, luego de que en enero pasado firmara la compra del 92% de los activos de la alicaída Nextel.
Hoy, WOM es la compañía número uno de portabilidad: es la empresa que más adeptos ganó durante su primer mes de operación, con un total neto de más de 22 mil nuevos clientes, es decir, un crecimiento del 179%.
Aunque su agresiva propuesta también ha despertado algunas críticas. Su osada campaña de publicidad transformó a la marca en blanco de quienes cuestionan un lenguaje sexista. Y los principales actores del mercado también lanzaron sus dardos y acusaron a WOM de competencia desleal. Eso no ha ocurrido sólo en Chile. Los gobiernos de Bolivia y Venezuela no se hicieron esperar para protestar por sus campañas donde ironiza con sus mandatarios.
Pero Thor Björgólfsson está acostumbrado a navegar en aguas turbulentas. Adicto a los negocios –se autodefine como un deal junkie– sufrió en carne propia los costos de su adicción: luego de alcanzar en 2007 y a los 40 años el lugar 249 de los más millonarios a nivel mundial, con casi 4 mil millones de dólares en sus arcas, su imperio se vino abajo tras la crisis bancaria de 2008. Fue catalogado como el hombre más odiado de Islandia, y sindicado como el responsable del desplome de la industria financiera de la isla. Hasta que reconstruyó su imperio.
Björgólfsson construyó su patrimonio sobre las cenizas del alicaído imperio de la Rusia soviética comunista. Apostó por la cerveza Bravo que después vendió en 330 millones de dólares a Heineken.
Desembarco en Chile
La primera vez que Estanislao Peña, ex CEO de Nextel, conoció a Thor Björgólfsson fue en 2014, cuando el islandés se interesó en comprar la operación de la empresa de telecomunicaciones en Argentina. La apuesta de Thor no llegó a puerto en esa oportunidad.
Por eso, cuando Nextel Chile ya estaba al borde del abismo y no había nadie dispuesto a rescatarla, Peña se acordó de Björgólfsson. Lo contactó él mismo y bastaron sólo algunas reuniones para que el islandés decidiera apostar por Chile.
Thor no partía de cero en el mercado de las comunicaciones. Ya había incursionado en esta industria en República Checa, cuando compró el 65% de la compañía de telecomunicaciones de Bulgaria (Bulgaria Telecom Group, BTG) para, posteriormente, venderla en 855 millones de libras esterlinas.
También, a inicios del 2000 el empresario puso fichas en la industria de las comunicaciones de Polonia, a través de una participación en la entonces pequeña compañía PLay. Tras más de una década en su poder, esta empresa tiene una participación de mercado superior al 25% y una cartera de 13 millones de clientes. ¿La fórmula? Una apuesta comercial y de publicidad disruptiva. En Chile, Novator espera repetir la fórmula. De hecho, para conocer de primera mano a qué se enfrentan algunos de los tradicionales actores del mercado chileno, ya han viajado a Polonia a estudiar el modelo de negocio para anticiparse a lo que WOM podría hacer en Chile.
“Hemos estado mirando a Chile desde hace más de 12 meses, por lo tanto, estamos muy familiarizados con el país. Sin embargo, estoy seguro de que ahora que tenemos una operación en marcha y funcionando, tendremos mucho más conocimiento de cómo es el país y cómo los consumidores chilenos reaccionan a las nuevas ideas”, comenta a Capital Björgólfsson desde Londres, país en el que reside actualmente y desde donde opera su fondo de inversiones Novator.
Cuando visita Santiago suele hacerlo por un período corto. Dos o tres días bastan para ver cómo marcha todo. Le gusta mantener el control. Y aunque no puede viajar muy seguido ni por tan largo tiempo, ha visitado la Viña Casas del Bosque y disfrutado de los vinos chilenos.
Sus socios, el ingeniero de origen turco Sedar Cetin, el escosés Bruce McInroy y el abogado de origen islandés Birgir Már Ragnarsson, son los encargados de viajar al menos una vez al mes hasta Chile para reportar las novedades.
Hoy, con una inversión de 100 millones de dólares, WOM espera crecer en Chile. Y rápido. Llamado así por sus siglas en inglés Word of Mouth, debido a que esperan alcanzar su éxito a partir de a la recomendación de boca en boca, la compañía trabaja en el desarrollo de la tecnología 4G en la banda de 60Mhz que poseía Nextel y no descarta pelear algo del espectro de 700 Mhz.
Hoy, WOM es la compañía número uno de portabilidad: es la empresa que más adeptos ganó durante su primer mes de operación, con un total neto de más de 22 mil nuevos clientes, es decir un crecimiento del 179%.
Conocedores de la industria creen que lo que WOM intenta es desatar una guerra de precios y aumentar la competencia en el mercado chileno, especialmente en el segmento entre los 18 y los 30 años. El encargado de esta tarea es Chris Bannister, brazo derecho de Thor en la industria de las telecomunicaciones y quien forjó el éxito de PLay en Polonia.
Apogeo
En su reciente autobiografía, Billions to Bust and Back: How I made, lost and rebuilt a fortune, and what I learned on the way (Cómo hice, perdí y reconstruí una fortuna y lo que aprendí en el camino) lanzado a fines de 2014, Björgólfsson relata su experiencia empresarial, entre la que describe el surgimiento de su fortuna. Ahí no tiene problema en reconocer cómo, gracias al apoyo de la banca y su esfuerzo, logró construir su patrimonio sobre las cenizas del alicaído imperio de la Rusia soviética comunista. Clave en este surgimiento fue su apuesta por el mercado de la cerveza a través de la compañía Bravo que después vendió en 330 millones de dólares a Heineken.
Esto le permitió regresar a Islandia e incursionar en el mundo farmacéutico y bancario, que serían clave en su apogeo y posterior caída. En 2007 alcanzó la cima, ya en 2002 habia comprado el banco islandés Landsbanki, el tercero más grande de la isla en un cuestionado proceso de privatización, y en 2006 adquirió el laboratorio farmacéutico Actavis, especialista en genéricos y productos biológicos. La apuesta por la industria de la salud le permitió ganar una importante participación de mercado en el este y norte de Europa.
Ésta fue la época de oro para Björgólfsson y la disfrutó en grande. En su autobiografía cuenta cómo en 2007, para la celebración de sus 40 años, arrendó un Boeing 767 e invitó a 120 amigos a celebrar su cumpleaños. El lugar fue una sorpresa para los invitados que debían entregarse a un fin de semana sin cuestionarlo. Jamaica fue su destino y Jamiroquai, 50 Cent y el hijo de Bob Marley, Ziggy, fueron los encargados de animar la velada. La fiesta estuvo precedida por un video donde se destacaron sus habilidades y que terminaba con un saludo de Sean Connery, personalizado como James Bond.
Pero ésos eran los días de gloria. Björgólfsson reconoce que ahora son otros tiempos y que el aprendizaje obtenido ha sido clave. “He fallado en numerosas ocasiones. Cuando eres un empresario aventurero, estás obligado a fallar de vez en cuando. Sólo tienes que quitarte el polvo y seguir adelante. En mi libro, publicado el año pasado, traté de resumirlo todo. Lo que he hecho bien y dónde he fallado. He aprendido lecciones muy valiosas de los fracasos y los logros, y me convertí un poco más sabio. Ya no estoy tratando de estar en todas partes, haciendo todo a la vez como solía hacerlo. Atesoro tomar tiempo para reflexionar sobre las cosas y pasar tiempo con mi familia, mi mayor logro en la vida”, confiesa a Capital.
En 2007 para la celebración de sus 40 años, Björgólfsson arrendó un Boeing 767 e invitó a 120 amigos celebrar su cumpleaños. El lugar era una sorpresa para los invitados. Jamaica fue su destino y Jamiroquai, 50 Cent y el hijo de Bob Marley, Ziggy, los encargados de animar la velada.
Pese a lo que podría pensarse Thor, Björgólfsson no es un personaje inalcanzable. Cuando viene a Chile, prefiere alojar en el hotel The Singular del barrio Lastarria y transportarse en metro para asistir a sus reuniones. Es también un hombre franco, que mira a los ojos y que siempre tiene una sonrisa para su interlocutor.
Lecciones
Uno de los capítulos más importantes para Thor Björgólfsson fue lo vivido en 2008. En el apogeo de su fortuna, sus principales empresas, Actavis y Landsbank, fueron las protagonistas de la debacle. Para tomar el control de la compañía farmacéutica y lanzar una OPA por 5,3 mil millones de euros en 2006, el empresario se había endeudado en 4 mil millones de euros. La suma había aumentado a cerca de 10 mil millones de dólares en 2008, lo que lo convertía en el deudor más grande en el sistema bancario de Islandia.
Thor recuerda en su libro que estaba de vacaciones en St. Tropez, Francia, cuando se enteró del derrumbe. Inmediatamente, siete bancos e inversionistas pusieron sus ojos en él quien, finalmente, tuvo que garantizar casi mil millones de dólares de su propio patrimonio ante sus acreedores.
Tras esa crisis, Björgólfsson mantiene 1% de Actavis, empresa que finalmente fue vendida por cinco mil millones de dólares.
Tras esa crisis, Björgólfsson mantiene 1% de Actavis, empresa que finalmente fue vendida por cinco mil millones de dólares.
Hoy, el empresario reconoce que error fue no calcular bien los riesgos pero aprendió la lección. “He aprendido a ser flexible. Soy un optimista, que siempre está buscando la próxima oportunidad interesante en los negocios, aunque en un ritmo más lento del que solía tener. He comenzado una nueva aventura en Chile y ya estoy mirando hacia adelante cada paso en el camino”, dice. •••
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