Como hace tiempo no se veía, el presidente Barack Obama ha socializado con los republicanos para resolver la situación financiera del país.
Por Constanza Morales H.
La semana pasada fue poco habitual en Washington DC. Luego del fracaso de las negociaciones para evitar los recortes automáticos por US$ 85 mil millones que entraron a regir el viernes 1 de marzo, tanto el Congreso como el gobierno mostraron un sorpresivo giro.
Tras meses de estancamiento en las negociaciones, los republicanos hicieron a un lado su postura de esperar ofertas de los demócratas y tomaron la iniciativa. El miércoles, la Cámara de Representantes (controlada por la oposición) aprobó una legislación para evitar otra contienda y una posible paralización del gobierno. Con 267 votos a favor y 151 en contra, autorizó el financiamiento para los programas del gobierno hasta que acabe el actual año fiscal, el 30 de septiembre. Se espera que el Senado (dominado por los demócratas) autorice un plan similar esta semana.
La iniciativa republicana fue inesperada, ya que llegó tres semanas antes de que se cumpla la fecha límite para seguir costeando a las agencias federales. Las recientes peleas fiscales han estado marcadas por los dramas de último minuto. Además, hasta el mes pasado los republicanos habían amenazado con usar este proyecto para conseguir más recortes. En vez de eso, la ley aceptó los US$ 85 mil millones en rebajas que se pusieron en marcha hace nueve días y al mismo tiempo proporcionó flexibilidad adicional en el gasto para el sector de defensa.
Un Obama más “sociable”
La renovada disposición de la oposición no ha sido lo único novedoso en Washington. El presidente Obama también mostró una nueva cara la semana pasada.
Tras haber ganado la reelección en noviembre de 2012, el mandatario dedicó gran parte de su energía y su tiempo a viajar por el país y montar eventos televisados en la Casa Blanca, con gente común y corriente como telón de fondo, para promover sus puntos de vista sobre diversos temas, particularmente durante sus batallas presupuestarias con la oposición.
Aunque esta estrategia ha funcionado en el pasado, especialmente durante las discusiones del abismo fiscal en diciembre, la misma táctica no produjo el resultado deseado a fines de febrero en la confrontación sobre los recortes.
Por esto mismo, el jefe de Estado optó por otra maniobra. De la nada, Obama —a quien no le gusta codearse— comenzó a asistir a cenas con los republicanos, a llamarlos por teléfono y a almorzar, como lo hizo el jueves, con Paul Ryan, el presidente del Comité de Presupuesto de la Cámara de Representantes, cuyas políticas fiscales son detestadas por los demócratas.
Para esta semana está programado que el presidente visite el Capitolio para hablar con ambos partidos.
Asistentes de la Casa Blanca citados por Reuters afirman que el acercamiento ocurrió porque el mandatario sintió que había un quiebre en la atmósfera de crisis que envolvió a la capital en las semanas previas a la entrada en vigencia del secuestro, como se conocen las reducciones del gasto.
Los defensores de Obama aseguran que su movida para socializar con congresistas que no sean los líderes de los republicanos —John Boehner, vocero de la Cámara de Representantes, y Mitch McConnell, líder de la minoría conservadora del Senado— señala un intento por saltarse a dos hombres que él considera poco dispuestos a tomar en cuenta un acuerdo mutuo razonable.
La gran batalla
Si bien las últimas disputas sobre la situación fiscal del país —el abismo fiscal, el secuestro y el financiamiento del gobierno— son importantes, ninguna de ellas se compara con el conflicto que está al centro de la crisis presupuestaria: cómo controlar la deuda de US$ 16,7 billones (millones de millones).
Mientras Obama quiere reducir la brecha fiscal con recortes en el gasto y con alzas en los impuestos, los republicanos no quieren ceder nuevamente en el tema tributario luego de haberlo hecho en las negociaciones sobre el abismo fiscal.
A pesar de las comidas, las llamadas y el voto sobre el financiamiento federal, pocos esperan que estas diferencias sean resueltas pronto.
En todo caso, los asesores de Obama esperan que sin la presión de una fecha límite inminente —el techo de la deuda debe elevarse antes del 19 de mayo— el mandatario y los republicanos tengan conversaciones constructivas sobre un proyecto amplio de reducción de déficit.
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