En Colombia, a los peces gordos del mundo empresarial
se les conoce como cacaos. Y en un país tan diverso, son varios los que
entran en esa lista. Aquí mostramos el quién es quién entre los grandes
hombres de negocios del país cafetero. Aquellos que se preparan para
hacer frente a la competencia chilena o bien les están abriendo las
puertas a los empresarios locales que apuestan fichas en esa economía.
Por Antonieta de la Fuente
Colombia está hot. Inversionistas de todo el mundo, y por supuesto de Chile, tienen sus ojos puestos en un país que crece al 5% y cuyo potencial de desarrollo es aún insospechado. Ya son 120 las empresas nacionales instaladas en Colombia y, al ritmo actual, la lista promete seguir aumentando en los próximos años.
Al chileno se le hace fácil desembarcar en Colombia. Quienes lo han hecho dicen que no es difícil entenderse con ellos y que los códigos del mundo de los negocios son similares a los de Chile. “Los colombianos son muy receptivos a la inversión extranjera. Pasaron muchos años malos por la guerrilla, nadie se fijaba en Colombia y, de alguna manera, por eso ahora son abiertos a tener socios”, comenta un ejecutivo que conoce de cerca los códigos del empresariado colombiano.
Pero para llegar e instalarse hay que conocer los códigos del mundo empresarial colombiano. Tarea nada fácil considerando la diversidad que presenta ese país.
A diferencia de los chilenos, la elite empresarial de Colombia es amplia y heterogénea. “Los tres principales grupos provienen de diferentes ciudades, lo que equivale a decir que vinieran de países distintos. Es muy diferente un empresario que se formó en Barranquilla –como Julio Mario Santo Domingo– una zona costeña en pleno caribe, que uno que armó su imperio en la zona industrial de Medellín –como el paisa Carlos Ardila Lülle– o en las alturas de Bogotá, como Carlos Sarmiento Angulo”, dice un chileno que vivió varios años en Colombia.
Por años, la guerrilla hacía imposible para esta elite moverse libremente por su país, por lo que muchos optaron por manejar sus negocios desde el extranjero y enviar a sus hijos a realizar pregrados en universidades de Estados Unidos y Europa. Por eso, a diferencia de los chilenos, son más abiertos al resto del mundo, hablan varios idiomas y no tienen una estructura tan marcada por la Iglesia, según comenta un ejecutivo chileno que conoce bien la idiosincrasia colombiana. “Son más globales que los chilenos, porque se acostumbraron a estudiar y trabajar fuera de Colombia”, dice.
En Bogotá es común que los grandes empresarios viajen los fines de semana a sus fincas, donde están las “tierras calientes”, debido a que la capital colombiana, con sus 2.600 kilómetros de altura, es fría.
Son fanáticos del golf. Sólo en los alrededores de Bogotá hay más de 20 canchas de golf y si de negocios se trata, los centros de reunión son el Club El Nogal, donde los cachacos, como se les dice a los habitantes de Bogotá, se juntan a almorzar, jugar tenis y comer. Otro concurrido club para estos fines en la capital colombiana es el club Gun.
¿Quién es quién?
Grupo Sarmiento Angulo
Luis Carlos Sarmiento es uno de los empresarios más influyentes de Colombia. Así lo identificó un reciente estudio realizado por la revista Dinero y la firma Invamer Gallup, que lo ubicó en el primer lugar en el ranking de los 100 hombres y mujeres más poderosos e influyentes de ese país.
Según los cálculos, su fortuna asciende a los 12.400 millones de dólares, lo que lo ubica en el lugar 64 entre los millonarios de Forbes. Por eso, su sitial como el hombre más rico de Colombia no está en cuestión.
A diferencia de los chilenos, los empresarios colombianos son más abiertos al mundo y hablan varios idiomas.
A través del Grupo Aval, es dueño de los bancos Bogotá, AV Vills, Occidente, Popular y del fondo de pensiones Porvenir, instituciones que ha decidido no fusionar, porque prefiere que compitan entre sí.
Su influencia no es sólo local: tiene presencia en diez países de la región a través de BAC Credomatic, uno de los principales holdings financieros de América Central. Además, a través de Corficolombiana, un conglomerado que reúne a 60 empresas de diferentes rubros, se ha transformado en uno de los principales concesionarios de carreteras del país, un rubro que promete prosperar mucho en los próximos años, dado el atraso que muestra Colombia en temas de infraestructura versus otros países de la región, como Chile.
Sus intereses alcanzan también el sector agrícola, con una reciente incursión en el negocio de la palma y el caucho en la zona de Orinoquía y tiene además presencia en el sector turístico y energía. Además, recientemente entró en el negocio de las comunicaciones, algo que ya habían hecho los demás grandes grupos, tras la compra del influyente diario El Tiempo.
Riguroso, aplicado, muy bueno con los números, quienes lo conocen dicen que pese a que se toma su tiempo a la hora de analizar un negocio, no teme tomar decisiones ambiciosas. Trabajólico, nunca deja nada al azar y se mete hasta en los detalles más ínfimos, aunque también se da sus gustos. Y para eso, claro, tiene su propia isla en las Bahamas donde disfruta de su principal hobbie: las cuatrimotos.
Grupo Ardila Lülle
Pese a que ya tiene 82 años y que hace varios años está en silla de ruedas tras un accidente, Carlos Ardila Lülle, el patriarca detrás del imperio del mismo nombre, sigue metido en el día a día de sus negocios. Participa de las juntas directivas de sus firmas y es un protagonista indiscutido del devenir industrial de Colombia.
Con una fortuna que se calcula en 6.000 millones de dólares, Ardila Lülle no figura mucho entre los grandes empresarios latinoamericanos, puesto que sus empresas no transan en bolsa, lo que hace difícil cuantificar su fortuna. De hecho, pese a ser uno de los hombres más ricos de Colombia, no aparece en el ranking de Forbes.
Nació en Bucaramanga, Santander, pero fue en Medellín donde comenzó a amasar su fortuna, en la industria de las bebidas gaseosas. De hecho, se hizo famoso por ser el primero en desarrollar una bebida de manzana con gas.
Incursionó en la industria cervecera, lo que le valió la enemistad con el grupo Santo Domingo, dueños de Bavaria, y lo llevó a enfrentarse en una guerra de precios en la que Ardila perdió no poco dinero.
Su buque insignia es Postobón, empresa que compró a fines de los 60 y a través de la cual se transformó en el rey de las bebidas. Su influencia en el consumo de los colombianos es tal, que hay quienes dicen que es gracias a su imperio que Coca-Cola se ha mantenido a raya en Colombia, a diferencia de otros países de la región.
La elite empresarial de Colombia es amplia y heterogénea. Los tres principales grupos provienen de diferentes ciudades, lo que equivale a decir que vinieran de países distintos.
Su portafolio incluye además inversiones en embalaje de vidrio y metal, en automotoras, en el sector financiero, textil y en las comunicaciones, donde posee un imperio de medios que incluye revistas, radios y varios canales de televisión, entre ellos RCN, una de las cadenas más importantes de Colombia, donde la cara visible es el hijo mayor del magnate, Carlos Julio Ardila, a quien se ve como seguro sucesor.
Grupo Santo Domingo
De los grandes grupos, es lejos el más global. Julio Mario Santo Domingo, el patriarca, quien murió el año pasado, partió a Nueva York a vivir hace varios años con su familia. Por eso es que hoy el clan maneja sus inversiones a través de su family office Quadrant Capital Advisors, desde la gran manzana. “Son ricos globales, tienen inversiones en todos lados y es una familia muy sofisticada”, comenta un colombiano que conoce su estilo.
Hoy es Alejandro Santo Domingo quien tiene las riendas del grupo. Su hermano Andrés es músico y el mayor, Julio Mario, murió de cáncer hace algunos años. Su hija, Tatiana, es la famosa novia de Andrea Casiraghi, el hijo de Carolina de Mónaco.
Con sólo 35 años, Alejandro está dando que hablar en la elite empresarial colombiana. No sólo por su estilo de vida glamoroso –es considerado el soltero más codiciado de Nueva York, ciudad en la que vive y ha sido novio de varias modelos como Julie Henderson–, sino porque en un año ha dado varias sorpresas en el mundo de los negocios. La revista Dinero lo ubicó como el sexto hombre más poderoso en los negocios de Colombia y es el segundo multimillonario más joven del planeta.
El origen del Grupo Santo Domingo se formó de la mano de la cerveza. Oriundos de Barranquilla, se transformaron en los controladores de Bavaria, la cervecera más grande de Colombia, que en 2005 fusionaron con la sudafricana SAB Miller, operación tras la cual la familia pasó a tener el 15,1% de la segunda multinacional cervecera más grande del mundo. Fue en esos años, también, que la familia empezó a vender parte importante de sus activos en Valórem, un conglomerado que llegó a tener casi 100 empresas en su mejor minuto, entre ellas la aerolínea Avianca. Eso explica por qué la presencia de este clan en el mundo de los negocios de Colombia se vio bastante reducida. Hasta ahora…
Con la llegada de Alejandro al mando de los negocios, los Santo Domingo están comenzando a marcar pauta nuevamente. Volvieron al negocio del petróleo con la compra de Latco Drilling, ingresaron al rubro hotelero e inmobiliario con Terrarum y completaron su imperio de las comunicaciones que incluye Caracol TV y el diario El Espectador, con el ingreso a la radio. Es en esta nueva arremetida en Colombia que se enmarca también su alianza con Corpbanca.
Grupo Empresarial Antioqueño
Entender la estructura del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) no es fácil. Su caso es único en el mundo, sobre todo porque es, sin duda, el grupo empresarial más grande de Colombia con 125 empresas en su portafolio.
En la década del 80, un grupo de 35 familias, la mayoría de Medellín, realizaron un intercambio de acciones de sus propiedades, con el fin de que nadie supiera a ciencia cierta quién era el controlador y así protegerse de las tomas de control hostiles de los grandes grupos que se formaban por esos años.
La fórmula fue tan exitosa, que incluso hoy es imposible saber quiénes están detrás de las empresas que forman el conglomerado. “Delegan sus funciones en ex ejecutivos y es posible que incluso en el directorio de Bancolombia, uno de sus principales activos, no esté ningún miembro de las familias, porque la suma de cada uno no alcanza”, comenta un ejecutivo chileno que conoce a este grupo.
Aunque su cartera de negocios está muy diversificada, son tres las áreas más importantes. A través de Grupo de Inversiones Suramericana, más conocido como Grupo Sura, el año pasado compraron las operaciones de ING Group en México, Perú, Uruguay y Colombia, inversión que incluyó la toma de control de AFP Capital en Chile, país en el que quieren seguir creciendo. La semana pasada confirmaron su interés por entrar en el mercado de las corredoras de bolsas en Chile, para lo cual anunciaron la compra de la acción de la Bolsa de Comercio en manos de Molina y Swett. Quien comanda los destinos del Grupo Sura es David Bojanini, considerada la persona con más poder dentro de GEA.
Otro de los sectores donde GEA participa con fuerza es en la industria cementera. A través de Cementos Argos, liderado por José Alberto Vélez venden 5.800 millones de dólares al año y han extendido sus redes a Estados Unidos.
Y el tercer gran bastión es Nutresa, comandado por Carlos Enrique Piedrahita, una de las multinacionales de alimentos más grandes de Latinoamérica.
Grupo Corona
La familia Echavarría, los dueños de grupo Corona en Colombia, es uno de los clanes más tradicionales y ya lleva varias generaciones a su haber. “Son algo así como los Matte en Chile, pero en dos generaciones más”, advierte un chileno que ha tenido la oportunidad de conocerlos.
Por lo mismo, su estructura organizacional es completamente profesional y hoy, los miembros del clan sólo participan de los negocios a través de un Consejo de Familia, donde se agrupan las diferentes ramas y donde se toman las decisiones generales. Hoy casi ninguno de los miembros del clan vive en Colombia, pese a que mantienen varias fincas, casas y yates en ese país para sus esporádicas visitas.
Las empresas de este clan se manejan de manera completamente profesional, con ejecutivos de confianza. Pero aun así, a la hora de relacionarse con sus socios, la familia sí juega un rol importante.
Así ocurre con Falabella. Los Echavarría tienen el 51% de Sodimac Colombia y el 35% del resto de las empresas de la retailer en ese país, por lo que es común que se reúnan con cierta regularidad con los dueños de la compañía chilena y algunos de sus ejecutivos, siempre en un trato más informal. Ambas familias (Solari Falabella y Echavarría) comparten un pasado común ligado al comercio, pero en el caso de los segundos, se diversificaron al rubro de la cerámica y se transformaron en los principales proveedores de materiales para la construcción de su país. Hoy son uno de los principales actores en la industria de cerámicas y porcelana de Latinoamérica.
Grupo Carvajal
Alfredo Carvajal Sinisterra es el hombre de negocios más influyente de Cali. Como ex presidente del Grupo Carvajal, conglomerado que comenzó en la industria gráfica y que hoy es una multinacional que participa en el rubro editorial de educación, en empaques, en la producción de pulpa y papel y en soluciones tecnológicas, representa a la quinta generación de una de las familias más ilustres de esa zona de Colombia. Carvajal S.A. es considerada la primera multinacional colombiana y sus operaciones hoy ya llegan a casi 20 países.
Creado en 1904, el grupo Carvajal ya lleva varias generaciones en el cuerpo. Hasta hace sólo unos meses, el alto más cargo del grupo había permanecido siempre en manos de un miembro de la familia. Pero Alfredo Carvajal Sinisterra, decidió romper con esa tradición y derivó el mando de la empresa a Ricardo Obregón.
Grupo Bolívar
A través de Davivienda, la familia Cortés, del Grupo Bolívar, es el tercer actor más grande de Colombia en el sector bancario. Su imperio incluye además seguros y construcción y sus ingresos alcanzan los 6.000 millones de dólares al año.
El año pasado, José Alejandro Cortés, conocido como José Alejo, patriarca del grupo, cedió el control a su hijo Miguel. Economista de Stanford y MBA de Harvard, Miguel conoce bien el grupo, en el que trabaja desde hace 15 años. De hecho, fue quien lideró la colocación en bolsa de Davivienda y quien deberá llevar a cabo el desafío de seguir internacionalizando el banco al resto de Latinoamérica.
Otros magnates
Entre las demás fortunas de Colombia también destaca el Grupo Colpatria. Fundado por Carlos Pacheco Devia, llegó a ser el cuarto banco más grande de Colombia, pero en 2007 la familia decidió vender la operación a GE Capital.A principios de 2011, los Pacheco, liderados ahora por Eduardo Pacheco, hijo de Carlos, volvieron a la carga y recompraron el banco, para luego traspasar su control a Scotiabank en enero pasado. La familia siguió haciendo negocios con los canadienses y así es como en agosto anunciaron la venta a Scotiabank de un 51% de la administradora de pensiones Colfondos, en la que compartían sociedad con los chilenos de Linzor Capital, Tim Purcell y Carlos Ingham, con quienes eran socios desde 2009.
Otro de los destacados en el mundo de los negocios en Colombia es Germán Efromovich. Nacido en Chile, criado en Bolivia y Brasil y nacionalizado colombiano, el mayor accionista de Avianca se ubicó en el quinto lugar en el ranking de los más poderosos en los negocios de la revista Dinero.
De menor perfil, pero con un patrimonio considerable, la familia Escarpeta es otra de las grandes fortunas de Colombia. Fueron socios minoritarios de los Santo Domingo en Bavaria y actualmente poseen una participación menor en Cementos Argos y Nutresa, de GEA. Sus negocios los manejan a través de su family office, Amalfi.
Otra familia ilustre son los Eder, dueños de Manuelita. Liderados por Harold Eder, la compañía es hoy un poderoso grupo que participa en el mercado de la azúcar refinada, el biodiesel, camarones, frutas y hortalizas, con operaciones en Brasil, Perú y Chile, además de Colombia. •••
www.capital.cl
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