A tres horas y media de Santiago en avión, encontramos
vestigios de civilizaciones antiguas tan relevantes como la de Egipto.
No es el famosísimo Machu Picchu, pero busca atraer una cantidad similar
de visitantes, potenciando una creciente ruta de turismo arqueológico.
En Perú, todavía, hay pasado por descubrir. Por Patricio Ojeda / Fotos
Verónica Ortíz
Una tonelada entre oro, plata y otros metales preciosos. Ese fue el tesoro histórico que arqueólogos peruanos encabezados por Walter Alva comenzaron a desenterrar en 1987. Ese año, por primera vez, se consiguió un registro amplio -y casi intacto- de la civilización pre incaica, una parte clave de la historia antigua de lo que hoy conocemos como Perú.
La tumba del Señor de Sipán -como fue bautizada- fue la primera que se encontró en perfecta condiciones y casi libre de saqueos de los tristemente célebres huaqueros (campesinos o lugareños) que deterioraron a lo largo de los años lugares sagrados (huacas) de la cultura antigua del país vecino.
Los restos de este gobernador fueron un hallazgo de lujo, puesto que los ornamentos con que fue enterrado -emblemas y vestimentas de oro, plata y cobre dorado- dieron cuenta de la cantidad de riqueza y poder que caracterizó el mandato del Señor de Sipán, que se estima fue amo y señor de un vasto territorio en el siglo III D.C.
El descubrimiento generó un antes y un después en la arqueología peruana. Y permitió conocer más sobre los rituales de entierro. Por ejemplo, en la bóveda en que fue encontrado el gobernador también estaban enterrados varios acompañantes, entre mujeres jóvenes, jefes militares, un portaestandarte, un niño y algunos animales. Todos, estratégicamente ubicados para resguardar una tradición que los arqueólogos han traducido como la decisión de no partir en solitario a una nueva era, como era interpretada la muerte.
La Huaca Rajada, en Chiclayo (765 kilómetros al norte de Lima), fue el escenario de este hallazgo y hay quienes plantean que los vestigios tienen una importancia similar al de otras civilizaciones del mundo y que incluso pueden ser comparables con la egipcia. Es más, los guías que hacen los recorridos por estos lugares no tienen empacho en afirmar, dado el nivel de avance que logró esta civilización, que el Señor de Sipán tiene un valor arqueológico similar a Tutankamón, el faraón que reinó Egipto a mediados del 1.300 A.C.
Pero así como el Señor de Sipán marcó un punto de inflexión en la investigación de la historia antigua de Perú, también una mujer dejó huella. Antes del descubrimiento de la Señora de Cao en la Huaca El Brujo, ubicada en Trujillo (560 kilómetros al norte de Lima), se creía que las antiguas civilizaciones habían sido gobernadas siempre por hombres, pero el lujo de los adornos y la vestimenta con que fue encontrada confirmaron la importancia de su cargo.
Según estudios, gobernó el norte del país vecino en el siglo IV y con el apoyo financiero de la Fundación Wiese, el arqueólogo Régulo Franco logró desentrañar varios misterios de esta mujer. La investigación determinó que la Señora de Cao, de aproximadamente 1,45 mts de altura, cuya edad iba entre los 20 y los 25 años, murió por complicaciones luego de un parto.
En uno de los aspectos más increíbles del hallazgo, la protección y el cuidado que le brindaron sus súbditos al momento del entierro, permitió que más de 1.700 años después, sus restos óseos evidenciaran mínimos rasgos de putrefacción y que su cuerpo muestre diversos tatuajes con formas de animales e insectos, que quedaron impregnados principalmente en sus brazos. Sus narigueras, diademas y collares -todos de gran lujo- sirvieron para dar más espectacularidad al descubrimiento.
Estos son sólo dos de los impresionantes atractivos que Perú -conocido globalmente por Machu Picchu, una de las siete nuevas maravillas naturales del mundo- quiere mostrar al mundo. El mensaje es claro: para conocer civilizaciones antiguas, con niveles de desarrollo sorprendentes, no es necesario viajar miles de kilómetros, sino que, en el caso de Chile, basta con volar poco más de tres horas para comenzar a adentrarse en esta época que está en pleno descubrimiento. Y que el vecino país, a través de su agencia de promoción en el mundo, PromPerú, está empeñado en masificar.
Cinco tesoros
1. Museo de Rafael Larco
Contiene una extensa colección de los tesoros del antiguo Perú. Vasijas, figuras de animales y arte erótico desarrollado en cerámica, además de una fina colección de oro y plata son parte de su catálogo.Sorprende el nivel de avance del trabajo en tela, piedra y la ya mencionada cerámica que da la impresión de haber sido confeccionada hace pocos días, cuando realmente se está en presencia de formas desarrolladas incluso hace tres mil años.
Las más de 45 mil piezas que conforman este museo de Lima se transforman en una parada obligada para la ruta de visitas arqueológicas que está desarrollando Perú, un tipo de turismo que en Sudamérica no ha tenido gran avance, pero que de la mano de visitantes europeos, estadounidenses y asiáticos, está tomando forma.
El Museo de Larco es sólo la primera parada, porque para ver in situ de dónde se recuperaron estas piezas milenarias, es necesario recorrer el envolvente norte de ese país.
2. Museo de Tumbas Reales
A una hora y 20 minutos en un vuelo directo de Lima, está la ciudad de Chiclayo, zona que guarda varios secretos. En Lambayeque se ubica el Museo de Tumbas Reales, donde se exhiben todos los tesoros del Señor de Sipán. Una riqueza que parece no acabar y que entrega luces respecto a la cantidad de recursos que manejaba el gobernador de esas fértiles tierras.Pero además de esas exhibiciones, hay réplicas de tamaño real de los principales cargos de poder de la civilización Mochica, como los sacerdotes, los guerreros y el mismísimo Señor de Sipán, con todos sus ornamentos. La cantidad de oro recuperada en estos hallazgos también ha sido fuente de problemas legales. De hecho, con la inauguración del museo también se generaron los primeros convenios internacionales para la lucha contra el tráfico de bienes culturales en ese país y se lograron importantes repatriaciones, sobre todo desde Estados Unidos.
3. Huaca Ventarrón y su mural milenario
Cuatro mil años tiene la pintura mural más antigua de América y está ubicada al interior de un centro ceremonial dentro de la Huaca Ventarrón. Una sorprendente combinación de colores, líneas oblicuas y una representación de venados atrapados dentro de una red se puede distinguir de este trabajo, que al día de hoy sigue siendo investigado por el equipo del arqueólogo Ignacio Alva, hijo de Walter Alva, descubridor del Señor de Sipán. “El mural fue pintado directamente sobre una pared enlucida en barro, utilizando pigmentos minerales fijados con alguna resina vegetal”, explica Alva.La interpretación que se ha dado al dibujo es que el ritual colectivo de la caza serviría para reivindicar la importancia de las redes en la articulación de la economía, del orden social, mientras que los venados representarían la abundancia natural a los ciclos de renovación del tiempo.
La Huaca Ventarrón es una estructura arquitectónica de barro con forma rectangular, en la que los expertos han podido identificar tres grandes templos superpuestos uno encima del otro, como si cada gobernador mandara a enterrar lo que había construido su predecesor y montaba sobre esa estructura su propio templo. Es decir, esconden tesoros arquitectónicos y templos en sus pisos inferiores, los que están siendo cuidadosamente tratados por equipos especializados, con la idea de mostrarlos al mundo.
4. Huaca de Cao Viejo
Es la Huaca mejor conservada y destaca por un hermoso entorno con extensos parajes verdes. Se ubica a sólo metros del mar, lo que ayuda a entender que los recursos naturales a los que tenía acceso ese poblado eran amplios. Eso se refleja claramente en los restos de la Señora de Cao, gobernante de esa cultura y que fueron encontrados en este templo.Pero los hallazgos arqueológicos de este complejo no sólo responden a hechos ocurridos en el año 400 D.C. sino que destaca por un legado de varios miles de años representado por varias pinturas murales y figuras icónicas, por lo que expertos deducen que el recinto sirvió de albergue a varias etapas de distintas culturas pre incaicas.
Clave para la conservación de esta huaca resulta el apoyo financiero de la Fundación Wiese, que pertenece a la familia del mismo apellido y que tiene negocios en varios rubros de la economía peruana.
5. Chan Chan, ciudadela de barrio
El adobe es el elemento clave de Chan Chan, la segunda ciudadela de barro más grande del mundo. Ubicada al norte de Trujillo, destaca por las enormes paredes que la rodean y que encierran construcciones con características de laberinto de la cultura Chimú, que vivió en ese lugar aproximadamente en el año 1.300 D.C.En el interior hay enormes zonas (del tamaño de una cancha de fútbol) en que probablemente se realizaron ritos y actividades deportivas, pero esta ciudadela también albergó edificios ceremoniales y administrativos.
Con el paso de los años, su estructura de barro sufrió los embates de la naturaleza, que fue acompañado por un deterioro masivo en la época del virreinato del Perú debido a la idea de que muchos de sus lugares ocultaban grandes tesoros. Esa acción del hombre generó cerca de 50 puntos críticos en la ciudadela, por lo que son varios los tratamientos de restauración que se han hecho y se siguen haciendo en ese sitio.
Hoy Chan Chan goza del estatus de haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986 y fueincluida en la lista del patrimonio de la humanidad en peligro.
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Cómo llegar al norte peruano
Varias alternativas pone a disposición Cocha para recorrer esta maravilla arquitectónica de larga data. Por US$ 533 ($ 258.505) por persona se puede recorrer el tour denominado “Extensión Tesoros del Norte” para conocer vestigios de un antiguo imperio que promete transportar al pasado de grandes gobernantes como el Señor de Sipán y la Señora de Cao.Otra opción es comprar el programa de Cocha que recorre Trujillo y Chiclayo en 6 días y 5 noches por US$ 591 ($ 286.635) y que tiene como destino la costa norte de Perú donde se desarrollaron avanzadas culturas pre incas, como la moche y la chimu.
www.capital.cl
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