2010/05/15

Crisis financiera europea: Familia que debe unida, permanece unida

Por: Óscar Landerretche M.*

Una familia que decide "deber unida", pero que no regula las finanzas de sus integrantes es simplemente un desastre potencial. Una familia que "debe unida" tiene que regular los gastos de las partes, preocuparse de la generación de ingresos de todos, y de los comportamientos financieros de cada uno.

Hamilton
Cuando EE.UU. terminó de independizarse entró en un debate político interno entre los partidarios de un gobierno central fuerte -Alexander Hamilton y John Adams- y los partidarios de una asociación libre de los trece estados -Thomas Jefferson y James Madison-.

Hamilton fue el primer secretario del Tesoro (ministro de Hacienda) gringo cuando la capital era Nueva York y la sede del gobierno residía en Federal Hall, que queda justo donde comienza Wall Street. Su gran propuesta fue la creación de una deuda nacional del gobierno central. Su idea era que el gobierno asumiera (no comprara) las deudas que los trece estados tenían como resultado de su larga y costosa guerra de independencia y las pagara con impuestos nacionales. Los virginianos Jefferson y Madison se oponían. Primero, porque Virginia era el estado más adelantado en el pago de sus deudas; pero segundo (y crucialmente) porque entendían que en el momento en que hubiera miles de acreedores del gobierno central, habría entonces miles de partidarios de su supervivencia y atribuciones tributarias.

Finalmente, se creó la deuda nacional y el poder del gobierno central fue consolidado. A cambio, Hamilton aceptó la propuesta de Jefferson de trasladar la capital desde Nueva York a un pantanoso meandro del río Potomac, que es donde se encuentra hoy Washington y el gigantesco monumento a Jefferson, quien creyó que sacando la capital de ese antro del comercio y las finanzas podría proteger al gobierno de las influencias de los banqueros y mantener más suelta la unión americana. ¡Pobre iluso!

Asumiendo una deuda, Hamilton creó una nación.

Roosevelt
Theodore Roosevelt es uno de nuestros presidentes gringos favoritos, por la facha de vaquero, por ser un pionero del ambientalismo y un adalid de las políticas antimonopolio. Desafortunadamente, al mismo tiempo fue un enemigo acérrimo del sindicalismo y un imperialista de aquellos. Nadie es perfecto.

Lo que nos interesa hoy de Teddy fue lo que se conoce como la "Enmienda Roosevelt" a la "Doctrina Monroe". La Doctrina fue la política establecida por el presidente Monroe en 1823: toda iniciativa colonial europea en América sería considerada una agresión contra EE.UU. Ésta sirvió de apoyo a los procesos de independencia, pero luego se convirtió en la base doctrinaria del imperialismo local.

El cuento es que Teddy siempre tuvo una clara política de dominio del Caribe, expresada en su compromiso con la expulsión de España de Cuba y Puerto Rico, con el proyecto del Canal de Panamá y su separación de Colombia. En 1902, Venezuela tuvo la mala idea de renegar de ciertas deudas que mantenía con Gran Bretaña y Alemania, lo que detonó un bloqueo naval de esas dos potencias con bombardeo de puertos incluido. Roosevelt protestó y se logró un acomodo, consistente en una garantía sobre un compromiso de un proceso de pago renegociado. Entonces, Teddy formuló su famosa enmienda: los países bajo la protección de la Doctrina Monroe tenían que comportarse bien en términos financieros. De otro modo, EE.UU. se reservaba el derecho a intervenirlos para evitar la necesidad de futuras incursiones europeas. De modo indirecto, EE.UU. asumía responsabilidad global sobre las deudas del resto de América.

Asumiendo una deuda, Roosevelt establecía un imperio.

Kohl
Es imposible subestimar la importancia histórica de la reunificación alemana. El establecimiento de un país unido y claramente delimitado daba fin a alrededor de 250 años de líos resultantes de la disolución del Sagrado Imperio Romano Germánico. La penitencia de Alemania de cuatro décadas dividida, dominada y ocupada, generó la voluntad en esa nación de vivir unida y en paz. Sin embargo no era evidente que ello fuera posible. Después de todo, no era la primera vez que se intentaba. Por eso es que Alemania Federal estuvo dispuesta a asumir tantos costos en la reunificación. Si no funcionaba, era como ponerle la lápida al proyecto nacional alemán.

Así que cuando se produjo el tratado de reunificación, la RFA estuvo dispuesta a que las monedas de las dos repúblicas valieran igual, a pesar de que una no tenía casi valor de mercado y la otra era la divisa más prestigiosa del mundo. El resultado, en términos financieros, fue un colosal traslado de riqueza desde los ciudadanos federales a los democráticos. La RDA entregó su soberanía fiscal a la RFA, pero, a cambio, ésta asumió el compromiso de subsidiar en forma muy agresiva las industrias y el sistema de protección social de la RDA. En definitiva, Helmut Kohl, el canciller que presidió este proceso, hizo que el gobierno federal asumiera una enorme deuda, cuyas consecuencias probablemente le costaron a Alemania su liderazgo económico de Occidente. Sin embargo, no creo que se arrepientan: con eso compraron un futuro unificado.

Asumiendo una deuda, Kohl obtenía Alemania.

Obama
Cuando ocurrió la crisis financiera subprime surgieron dos posturas dentro de EE.UU.: los partidarios de dejar que quebraran los que tenían que quebrar y de dejar al mercado asignar los castigos y premios asociados a la crisis; y, por otro lado, quienes dudaban de la sabiduría de este enfoque y temían las consecuencias sistémicas de una quiebra masiva.

Primero Bush, y luego con mayor convicción Obama llegaron a la conclusión de que una visión mecánica de la crisis era peligrosa. Muchos de los que invertían en EE.UU., en sus bancos y empresas, en su deuda pública y en sus bienes inmobiliarios, no lo hacían como resultado de un análisis detallado de cada clase de activos, de los prospectos sectoriales o la sustentabilidad de las cuentas fiscales. Invertían en el país como un todo y si la fe en el país se quebrantaba, sacarían sus ahorros de todas las clases de activos, ignorando calidades, generando una corrida en la que terminarían pagando justos por pecadores. Luego, el mundo se terminaría dando cuenta de que los activos gringos no eran "una clase de activos" y, por ende, muchos potenciales negocios perderían el beneficio de la duda de los mercados internacionales y terminarían enfrentando costos financieros más elevados.

Al cubrir las especulaciones irresponsables de algunos intermediarios financieros se endeudó en forma gigantesca al fisco y, además, al "socializar" las pérdidas se puso gran presión sobre el dólar, ya que, en el fondo, a los mercados se les decía: "Somos todos una clase de activos; si quieren devaluar algo, devalúennos a todos". La decisión fue compartir una deuda para mantener unida una clase de activos y preservar, de ese modo, el liderazgo gringo del mercado de capitales global.

Asumiendo una deuda, Obama preservó su señoreaje financiero.

Merkel
Existe una voluntad política de que el proyecto europeo funcione. Pero, por otro lado, hay un debate dentro de Europa sobre cuáles deben ser las fronteras de ese proyecto. ¿Tiene sentido que incluya a los países eslavos? ¿A Turquía? ¿A Rusia? ¿Al norte de África? Están quienes objetan la expansión desmesurada del proyecto europeo sobre bases culturales, otros sobre bases político-estratégicas y otros sobre bases económicas. ¿Deben ser parte del proyecto países en vías de desarrollo, con institucionalidades deficientes? ¿Deben serlo países con historiales macroeconómicos cuestionables?

La expresión más concreta del proyecto europeo actual es el euro. Una moneda de curso forzoso no es más que un mecanismo para "deber en conjunto", una declaración de que un grupo de agentes decide juntar sus activos en una clase y atar su suerte. Por eso es que el viejo profesor Mundell cuando hablaba de las "áreas monetarias óptimas" establecía como una condición la existencia de "mecanismos para compartir el riesgo", que no son otra cosa que una política fiscal compartida. Es un prerrequisito, entonces, tener una voluntad fiscal compartida que, finalmente, es una decisión política. Implícitamente Mundell nos dice para "deber juntos" tiene que existir la voluntad de "estar juntos".

En el caso de la reunificación alemana, la RDA cedió su soberanía fiscal a la RFA y con eso hizo viable la unificación monetaria. Eso es exactamente lo que no ha ocurrido en Europa. Los países han mantenido su soberanía fiscal, lo que les permite a los fiscos gastar "socializando" riesgo, pero además han preservado su soberanía regulatoria lo que implica que pueden permitir a sus ciudadanos hacer exactamente lo mismo (es el caso de Portugal).

"Los ciudadanos alemanes y franceses han descubierto que tienen una deuda que no sabían que tenían. Se han preguntado si es necesario "deber en conjunto" con los griegos para hacer viable el proyecto europeo. Está bien, Grecia es parte de la historia europea, pero… ¿son todavía parte de la familia?".Los ciudadanos alemanes y franceses han descubierto que tienen una deuda que no sabían que tenían. Se han preguntado si es necesario "deber en conjunto" con los griegos para hacer viable el proyecto europeo. Está bien, Grecia es parte de la historia europea, es la tierra de Temístocles, Pericles y Sócrates… es decir, claramente tienen lazos sanguíneos con Europa pero… ¿son todavía parte de la familia? ¿Les conviene convertir el problema de Grecia en un problema del euro, tal como Obama convirtió el problema de Wall Street en un problema del dólar? Ésa es la pregunta que atormenta a Ángela Merkel y a Europa. Al final lo van a hacer, por supuesto.

Asumiendo una deuda, Merkel preservará a Europa.

¿Aceptáis regularos, hasta que la muerte os separe?
En gran medida lo que define a una comunidad en la era moderna es su disposición a "deber en conjunto".

Una familia debe en conjunto. Incluso aquellos hogares que optan por la separación de bienes saben que, finalmente, el espacio común de los hijos genera obligaciones comunes. Y la voluntad de permanecer como familia, en gran medida se ve probada cuando sorpresivamente aparecen obligaciones nuevas (un embarazo o un accidente). Entonces se demuestra si es que hay voluntad de unidad.

Ahora bien, una familia que decide "deber unida", pero que no regula las finanzas de sus integrantes es simplemente un desastre potencial. Una familia que "debe unida" tiene que regular los gastos de las partes, preocuparse de la generación de ingresos de todos, y de los comportamientos financieros de cada uno.

Finalmente, lo que estamos observando en Estados Unidos y Europa es una prueba de la voluntad de "deber en conjunto" de estos países y mercados, la voluntad de ser una "clase de activos". Da un poco lo mismo si es que los "regulados" son gobiernos, bancos, municipios, hogares o compañías. En algunos casos, la regulación se llama "financiera", en otros "pacto fiscal", y en otros "ley de estabilidad". Lo esencial es que si se debe en conjunto, se necesitan mecanismos para que la autonomía de las partes no perjudique al colectivo.

Estamos en un momento en que EE.UU. y la UE (una vez calmados los mercados a punta de paquetes de salvataje) tendrán que discutir esas regulaciones financieras y fiscales. Con la dificultad de que al mismo tiempo tendrán que encontrar formas de restringir su gasto para enfrentar las deudas asumidas. Lo deberán hacer si es que quieren preservar la unidad de sus mercados y proyectos nacionales. Después de todo, en la era moderna: familia que debe unida, permanece unida.

* Universidad de Chile.

www.quepasa.cl



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