2009/11/25

Chile y la crisis: a ponerle el freno de mano al dólar


La caída del dólar en Chile, ubicándose por debajo de los 500 pesos, viene a demostrar que la economía es un juego que mezcla las matemáticas con la psicología.“La barrera de los 500”, trastorna a los economistas y empresarios, que ven peligrar sus pretensiones privadas con la depreciación de la moneda norteamericana. Y ya se exige, desde los privados (el sector exportador más que nada) y de algunos parlamentarios del Gobierno, que el Estado intervenga para evitar que la divisa siga bajando.


La depreciación del dólar (junto con la consiguiente apreciación del peso chileno) puede tener puntos positivos. Primero que todo, como consecuencia del descenso, la moneda nacional aumenta su valor real en relación con el precio de los bienes y servicios. En otras palabras, se puede comprar más, con menos. Y esto conlleva a provocar una inflación negativa de la economía. Para el sector importador también es ventajoso, porque traer bienes y servicios desde el extranjero resulta más barato.


Sin embargo, una constante baja en la moneda norteamericana a largo plazo puede resultar muy negativa, ya que, principalmente, provoca el estancamiento de la economía nacional, tendiente a la exportación. El sector exportador empieza a vender más barato, por lo que a veces los ingresos obtenidos no se condicen con el gasto que genera crear o extraer el bien. Esto afecta en gran medida a las pymes nacionales, ya que al poseer economías pequeñas, los cambios del valor real del dólar les afectan de forma significativa.


Esto, sin tomar en cuenta que las empresas que se dedican a la producción de bienes sustitutos de importaciones no podrían competir con bienes importados. Esto generaría un aumento del desempleo. Y si éste último aumenta, hay menos población con liquidez suficiente para consumir, paralizando eventualmente la economía.


Es por eso que una de las medidas para frenar la caída del dólar, es que el Estado intervenga en él. La principal medida que suele adoptar el Banco Central es el de comprar dólares locales para generar una escasez artificial de billetes verdes, y hacer que esta divisa aumente su precio. Ahora, ¿con qué se compran esos dólares? Se puede crear más papel moneda nacional para costear los dólares comprados. Sin embargo, esto provocaría el efecto contrario de lo que está ocurriendo hoy: se podría disparar la inflación por la cantidad de pesos circulando, y éste se depreciaría demasiado, perdiendo su valor.


Otro método es comprarle a los inversionistas dólares a través de bonos o documentos, tipo pagaré, en los que el Estado se compromete en devolver ese dinero en cuotas semestrales, con un interés generoso. En estos dos casos, los dólares comprados suelen terminar depositados en el extranjero, para ver si es que pueden ganar interés con la tasas internacionales.


De todas formas, cabe la duda de que si efectivamente la intervención estatal es una medida eficiente para detener esta crisis del precio real del dólar. Tomando en cuenta, sobre todo, que es una medida que ataca en toda su raíz, a la idea del libre mercado o neo-liberalismo. Se supone que, bajo este modelo, el mercado se regula a sí mismo, optimizándose y manteniéndose eficiente en la medida de que el Estado no intervenga en su accionar.


El problema con este modelo, es que se lleva a cabo a través de un ciclo interminable de crisis y buenos pasares bastante radicalizados. Y en este último tiempo, los periodos entre una crisis y otra han ido disminuyendo.


Entre la crisis asiática y la subprime pasaron no más de cuatro o cinco años. Y en un tipo de economía que esta basada en la especulación, esto es importante. La tendencia en el mundo es de intervenir los mercados locales para estabilizarlos, y Chile debería adoptar esa misma posición, ya que el elemento principal de una buena economía es la estabilidad de la misma, que permita llevar a cabo un mercado óptimo.


Y por otro lado, Chile es un país que se ha caracterizado por ser “capitalista en la bonanza y socialista en las crisis”. Esto, en el sentido de que en los buenos momentos (como cuando el dólar está alto), ninguna gran empresa se detiene a pedir intervención estatal para frenar la subida del dólar y ayudar al sector importador, o más aún, al sector consumidor cuando los precios reales de los bienes y servicios comienzan a subir y el sueldo mínimo de las personas se hace poco. Sobretodo si es que esto va acompañado del aumento del valor del cobre. En otras palabras, cuando hay buenos tiempos, los beneficiados son los grandes empresarios. Cuando hay crisis, todos somos afectados.


A lo mejor intervenir la economía no va a ser la mejor solución para muchas personas que se verán algo más apretados a la hora de tener liquidez, o porque se distorsionaría las reglas naturales del mercado neo-liberal, y esto podría juega en contra si es que no se piensa bien; pero ayudará a mantener en funcionamiento un mercado del dólar que pareciera comenzar a tener sus días contados. Aunque eso ya es hacer economía-ficción.


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