2009/10/19

Metas y paradigmas

Es usual en estos días conocer diversas metas a lograr para el Bicentenario, dentro de las cuales podríamos agregar una nueva relacionada con bancarización y penetración de medios de pago no tradicionales. Esta meta generaría importantes beneficios para las familias chilenas en aspectos como seguridad, menores costos de transacción y un aumento de su ingreso disponible por la vía de menores gastos asociados a pagos y/o créditos, aumentando, además, la productividad de la economía en general, al reducir los traslados necesarios para entregar o recibir dinero, simplificar y aumentar el número de transacciones y su costo asociado y permitir que las personas dispongan de mayor tiempo para sus labores productivas.

Para lograr lo anterior se debe tener en cuenta el tamaño de la “clase media” (la que podemos asimilar al segmento socioeconómico C3-D, que representa al 60% de la población aproximadamente) y su nivel de bancarización, el que alcanza al 50% de todos los hogares para los créditos de consumo y tarjetas (considerando bancos y no bancos), a 15% en el caso de las cuentas corrientes y a 35% para el caso de las cuentas vista, valores que aumentan sustancialmente para el quartil más alto de la población (ABC1C2) y, por el otro lado, disminuyen para menores niveles socioeconómicos. Así, el cumplimiento de la meta mencionada al comienzo dependerá de lo que ocurra en materia de medios de pago y crédito en los segmentos C3–D, en donde hoy existen iniciativas comerciales exitosas pero, tal vez, insuficientes.

Al hablar de bancarización nos referimos a todos los actores, que emiten y operan medios de pago y crédito, puesto que todos ellos ofrecen servicios y satisfacen necesidades que pertenecen a esta categoría. Importante reconocer que cada uno de ellos tiene un foco comercial, un modelo de atención y servicios particular (eficaz para las características de su mercado) y un rol insustituible que cumplir en el logro de la meta planteada: en efecto, los bancos tienen su principal base de clientes en los segmentos ABC1 y C2, las tarjetas comerciales en los segmentos C2-C3 y C3-D, las cajas de compensación en los segmentos C3-D, al igual que las cooperativas de ahorro (con algún énfasis en regiones), en tanto las compañías de seguros han iniciado su entrega de créditos a pensionados de rentas vitalicias.

Los países desarrollados muestran mejores indicadores en cuentas y créditos, pero con otros niveles de ingresos, hábitos y educación, imposibles en el corto plazo para nuestro país. Ello nos lleva, necesariamente, a buscar otros caminos complementarios a los tradicionales para lograr nuestra meta, en donde serán claves las economías de escala, el compartir las redes existentes, analizar la regulación actual para facilitar la participación de nuevos actores, no sólo la banca y otros emisores no bancarios actuales, sino también otros como el pequeño comercio (¿giros y depósitos en efectivo?), la telefonía celular (¿cuentas y acceso remoto, transferencias?) y comercio emisor de tarjetas (¿cuentas?). ¿Se le ocurre algún otro?.



Socio gerente general

Gemines Management Consulting

www.df.cl

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