A nadie dejó ajeno la partida del destacado economista Álvaro Bardón, quien dejó de existir ayer a los 68 años a causa de un cáncer gástrico. Quien fuera el cuarto presidente del Banco Central durante el gobierno de Augusto Pinochet, siempre se caracterizó por ser, según sus cercanos, un liberal a ultranza y un defensor, “contra viento y marea”, de sus ideas.
Desde su posición como director del Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Finis Terrea, de la cual fue fundador, dio a conocer constantemente su parecer acerca de temas coyunturales como la crisis económica y el Transantiago.
Sus inicios
Este economista, de familia española, estudió ciencias económicas en la Universidad de Chile, de donde también se tituló de ingeniero comercial en 1965.
Bardón recibió en su juventud una beca entregada por la AID y el Banco Central de Chile para estudiar en la Universidad de Chicago, Estados Unidos. Y, fue aquí, donde inició los estudios que lo formaron como uno de los más emblemáticos integrantes de la conocida generación de los “chicago boys”.
Además, de su “auténtica vocación por el servicio público”, comentan sus ex colaboradores, Bardón nunca dejó de lado su gran pasión: la docencia. Hizo clases en diversas facultades de la Universidad Católica, en la escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile, casa de estudio de la que se convirtió al poco tiempo en profesor titular.
Sus inicios políticos se dieron en la Democracia Cristiana (DC), partido que abandonó en 1973, tras el golpe militar. Posteriormente, se hizo cercano a la derecha, pese a que tuvo más de un desencuentro con importantes personeros de este sector como, por ejemplo, con Sergio Onofre Jarpa.
Es que, agregan, Bardón era un hombre que siempre estuvo abierto al diálogo, que no se casaba con ninguna idea y que priorizaba el consenso por sobre todas las cosas.
Camino al Central
Con tan sólo 25 años ingresó al Banco Central como economista y jefe de la sección monetaria. Diez años después asumió su primer gran desafió en el instituto emisor al ser nombrado vicepresidente. Posteriormente, dos años más tarde, logró la consolidación de su carrera cuando llegó a la presidencia del organismo, convirtiéndose en el presidente más joven de la historia, antes de Miguel Kast. Bardón estuvo al frente del Central hasta 1981, año en que fue reemplazado por su amigo Sergio de la Cuadra.
Paralelamente, a su carrera en el Banco Central, Bardón desarrolló otros proyectos. Creó en 1974, junto a su colega y amigo Andrés Passicot, la consultora Gemines, para asesorar a bancos y empresas, en donde se desempeñó como gerente general.
En 1982, cuando la crisis bancaria en Chile estaba en su apogeo, el entonces ministro de Hacienda, Rolf Lüders, le pidió al presidente Pinochet que nombre a Álvaro Bardón como subsecretario de Economía, para que lo ayudara a paliar la crisis. Bardón abandona Teatinos 120 un año más tarde, tras la destitución de Lüders, con la intención de concretar sus proyectos personales pendientes hasta ese momento.
En 1988, junto a Pablo Baraona y Roberto Guerrero crean la Universidad Finis Terrae. Casa de estudio que, según cuentan miembros de la institución, seguía fielmente lo parámetros de sus fundadores en cuanto a la excelencia académica. Ese mismo año, Bardón vuelve a la primera línea noticiosa al aceptar la presidencia del BancoEstado, pero en 1989 no escondió sus deseos de privatizar la institución estatal, lo que llevó a que tuviera una serie de enfrentamientos con el entonces Almirante Merino y el General Rodolfo Stange. Finalmente, la idea no prosperó y se retiró al sector privado en 1990.
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