2009/02/09

Caída en los precios: de la alta inflación a los peligros de una deflación

Se acabó la inflación. Esa es la percepción que hoy parece ganar terreno entre los agentes del mercado luego de las tres últimas caídas exhibidas por el Indice de Precios al Consumidor (IPC).

Pero esa sensación no es sinónimo de alivio. Más bien, se trata de un problema distinto, que da cuenta de cómo el país se fue de un extremo en este tema. Si en noviembre el IPC en doce meses estuvo a punto de alcanzar los dos dígitos (9,9%), las actuales proyecciones apuntan a que en octubre podría situarse bajo 1%, con riesgos de pasar a un dato anualizado negativo. Es decir, de frentón un cuadro de deflación, que tampoco resulta conveniente.

Es que si bien el Banco Central argumenta que su meta es de 3%, porque una tasa mayor “difícilmente sería considerada como reflejo de estabilidad de precios”; una menor, también tiene costos para el país.

Posiblemente, el más delicado en períodos de crisis económica como el actual, es que niveles de inflación muy bajos o negativos podrían acentuar la pérdida de Producto y empleo. En un ambiente de deflación, las personas frenan su consumo a la espera de que los precios sigan cayendo.

Además, la indexación a la inflación pasada que presenta la economía chilena, en la práctica genera cierta rigidez a la hora de que los diversos contratos reflejen el descenso en los precios. O sea, en el corto plazo los salarios y los valores de distintos bienes no se ajustarían a la velocidad y en la medida necesaria a un escenario de desaceleración o recesión.

Esto es justamente lo que podría comenzar a pasar en la segunda mitad de este año.

Economistas del mercado advierten que la rápida caída que se espera para la inflación, se topará con salarios nominales que están subiendo a tasas cercanas a 8%. Esto redundará en que durante algunos meses -como septiembre y octubre- los salarios en términos reales (descontada la inflación) crezcan sobre 5%. Esto, justo en momentos en que el desempleo estaría tocando techo con cifras sobre 10%.

Otro problema de una inflación baja o negativa es que la política monetaria pierde margen de maniobra, por cuanto se acota el nivel mínimo al cual puede caer la tasa de interés con la cual el Banco Central regula el costo del dinero en la economía y que representa un elemento fundamental en las decisiones de inversión.

Si ante la alta inflación la autoridad puede llevar la tasa hasta los niveles que estime conveniente, en un cuadro inverso sólo puede reducirla hasta 0%.

Y si en ese momento el IPC en doce meses muestra una caída, por ejemplo de 1%, la tasa de interés real en la práctica aumenta. Y como el costo del dinero sigue en terreno positivo se genera un eventual desincentivo para endeudarse y, por esa vía, se limita la contribución al dinamismo de la economía. Un ejemplo de esto fue lo vivido en los años '90 en Japón.

Una complicación adicional se dará en las empresas que tengan más activos que pasivos indexados a la UF, las que habrían aumentado durante 2008 como una forma de protegerse de la inflación. Estas podrían sufrir pérdidas en sus balances al cambiar el escenario.

Por lo demás, la volatilidad inflacionaria afecta las expectativas de los agentes. Una baja de casi nueve puntos en el IPC en sólo un año no se veía desde fines de 1991, cuando pasó de 27,3% a 18,7%.



¿Qué hacer?

En este escenario, todos los ojos están apuntando al instituto emisor.

Los futuros de UF ya anticipan que entre septiembre y noviembre se registrará una inflación anualizada menor a 1%, lo que no se veía desde mediados de 2004.

Asimismo, agregan analistas, la curva de la tasa nominal a dos años está por debajo de la Tasa de Política Monetaria (TPM), lo que da cuenta de que “el Banco Central va nuevamente detrás”.

Esto, ya que los agentes recuerdan que a mediados del año pasado las críticas al instituto emisor eran similares, cuando las tasas nominales comenzaron a aumentar fuertemente por las alzas en la inflación y la autoridad monetaria tuvo retrasos -según se decía en el momento- en subir el tipo rector.

Por esto, para gran parte del mercado hay razón suficiente para que este jueves el instituto emisor tome una actitud agresiva y aplique un drástico recorte en la TPM, el que podría ser superior a los 100 puntos base que corrigió el mes pasado.

El problema es que de todas formas la medida ya puede ser tardía. Hay coincidencia entre los técnicos acerca de que la política monetaria actúa con rezago, por lo que las correcciones que haga esta semana el Central tendrán un impacto recién en la última parte del año.


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