El ejecutivo dejó la empresa láctea en la que estuvo 26 años, una experiencia de la que sólo resalta logros; hoy, señala, está decidido a ser director profesional. ¿De qué tipo de empresas? De cualquiera, resalta, porque todas las empresas tienen procesos idénticos.
Camila Miranda K.
“Que quería reinventarme, que quería otros objetivos, no, todo eso es un cliché, porque te puedes reinventar objetivos toda la vida, ése no es tema. Yo me fui de Soprole no porque tuviera problemas, al contrario, lo pasaba muy bien ahí. Me fui por una inquietud personal, y tenía mi plan de salida súper claro con un año de anticipación”. De esta manera, y a un año de su salida de Soprole, donde estuvo 26 años, Francisco Gana explica porqué decidió dejar la empresa de la que fue gerente general por 14 años, gerente comercial por diez, a la que llegó apenas dejó la universidad y a la que hasta hoy siente como propia, tanto que a su casa aún no entra ningún otro producto que no sea de la marca. “¡Si hasta el Nescafé ha costado que entre a esta casa!”, grafica.
Una salida que aunque él califique como el corolario de una discusión interna que tenía desde hace mucho tiempo con él mismo y que sólo compartía con su señora, fue polémica. Se dio justo en medio de una disputa marcaria con Danone, a los pocos meses de haber recibido una oferta de alianza por parte de Nestlé y en medio de históricas tensiones con la Fundación Aninat, institución que tiene el 43% de Soprole y que hasta el año pasado tenía serias diferencias con el controlador, la neocelandesa Fonterra.
Consciente del ruido que generó su salida, Francisco Gana revisa los acontecimientos que rodearon su renuncia, y aborda su nueva vida como director de D&S, asesor de la filial del Hogar de Cristo, Rostros Nuevos, y del Arzobispado a través del colegio Notre Dame.
-Usted renunció justo cuando terminó la disputa con Danone, que tuvo como resultado la renuncia de Soprole a ciertas marcas. ¿Cuánto influyó en su salida?
-Pasó algo súper simple. En el año 85 Loncoleche compró las máquinas y todo lo de Danone en Chile y entre eso venían las marcas. Llegado el momento entra Danone a Chile y en contra de lo establecido legalmente, pide la anulación de las marcas y no se las dieron. Pero al final el directorio, por distintas razones, decidió regalar la marca. Yo hubiera seguido peleando hasta el último día, porque estaba seguro que la pelea era justa y la íbamos a ganar, pero el patrimonio es de los accionistas y ellos lo manejan. Me da lata, pero no hay nada más profundo que eso, eran visiones distintas.
-¿Y que le parecía una alianza con Nestlé, considerando que Soprole tiene una participación de mercado muy superior?
-El valor de Soprole es muchas veces el de Nestlé, pero si hay alguien dispuesto a pagarte eso, deja de molestarte un poco. La alianza con Nestlé para mí no era razón para salir. Además, nunca estuve involucrado en la alianza, nunca llegamos a tener una reunión, todo era más mediático que real.
-¿Cuánto pesó la reestructuración que hubo en Soprole justo antes de su salida?
-Esa reestructuración la hice yo, el directorio estaba feliz. Fue algo pensado, madurado y creo que fue bueno.
-¿Qué gatilló su decisión?
-Influyó un tema mío. Uno pasa por momentos buenos y malos, pero esos momentos pudieron haber pasado 50 veces y esta inquietud la hubiera tenido en cualquier pega. No hubo grandes dramas, fue súper tranquilo y ordenado, tanto que no hubo necesidad de traer a nadie de afuera. Los neocelandeses se dieron cuenta de que tenían talento adentro y me pone muy contento que fuera así.
-¿Qué sensación le queda de su trayectoria en Soprole?
-Tengo una sensación de logro tremenda, porque hubo una gran generación de valor. Para los neocelandeses el retorno de Soprole debe ser en promedio de un 25% anual en los últimos 20 años. Eso es lo que le ha rentado la inversión considerando el valor de la empresa hoy. Soprole aparece como la segunda más importante después de Coca Cola y hoy la gran diferenciación de una empresa con otra es la marca. Me siento súper realizado con la gestión de Soprole, hicimos cosas muy interesantes, todos.
-¿Su silencio por un año, obedece a cláusulas de su salida?
-La única cláusula que tenía era que no podía trabajar en la competencia por un año y se cumplió hace un mes y medio.
“Me he preparado para ser director profesional”
-¿Por qué se planteó ser director profesional?
-Yo sabía que podía aprovechar en otras compañías mi experiencia. Ser director profesional es un tema importante hoy en Chile, que está crecientemente tomando relevancia. Me he preparado mucho para eso. Tuve directorios complejos y simples. Siendo director y ejecutivo enfrenté temas legales, fusiones, dos o tres negociaciones colectivas anuales. Y a pesar de todas las cosas que pasamos con los sindicatos, siempre hubo un respeto tremendo.
-Pasaron casi nueve meses antes de ingresar a D&S. ¿Qué hubiera pasado si no ingresaba a directorios?¿Tenía un plan B?
-He tenido hartas ofertas, no pocas interesantes. Pero me puse este camino y tienes que tener una paciencia tremenda. Los directores son muy pocos y muy demandados... pero el plan B tendría que darse después de mucho tiempo sin ser director profesional, si no resulta en los primeros cuatro años.
-¿Está de acuerdo con la propuesta de incorporar en todas las empresas un director independiente?
-Yo lo que haría es que todas las empresas del Estado se rijan como se rigen las sociedades anónimas. Me encantaría ayudar a la Presidenta con el tema, sería una señal espectacular del gobierno.
-¿Y cómo mejorar las sociedades anónimas?
-Hay que ir mejorando paso a paso. Lo que está legislado esta súper bien. Es como con los impuestos, es súper estricto y ya está construido.
-¿Qué le parece que muchos directores sean electos por sus influencias con el gobierno?
-Creo que el director profesional tiene un papel muy importante en el futuro de las empresas. Ahora, no reniego de las visiones del mundo de las influencias, es gente valiosa, y encuentro que es un valor que se le agrega al directorio. Otra cosa es decir que los directorios deben ser equilibrados, hay que tener de todo.
-¿En qué tipo de empresas cree que podría ser un aporte?
-Es que yo lo veo de forma distinta. Todas las empresas son idénticas. D&S o un banco tienen procesos idénticos. Por lo tanto, me siento capacitado para estar en un banco o donde sea. Y creo que la gente que viene de otras áreas le agrega más valor a la compañía, porque qué valor tiene hacer lo mismo que los otros directores.
Al otro lado del mesón
-¿Cómo ha sido su experiencia en D&S, al otro lado del mesón?
-Me he sentido aportando harto y bien recibido por ellos.
El hecho de haber estado al otro lado del mesón es bueno. Conozco los dos lados y en el directorio poco a poco han ido recibiendo mi visión.
-¿Y ha notado un cambio en la relación de D&S con los proveedores?
-Noté ese cambio ya estando en Soprole y se puede hacer un símil, que es casi un calco de lo que pasó con los productores de leche. En Soprole nuestra relación con los productores fue un drama, era a nivel de odio, y me acuerdo que hubo un cambio en un segundo. Estando en la Comisión de Distorsiones -Parmalat, Nestlé, Watts y Soprole-, se nos dio la palabra y yo dije que la comunicación había sido tan primitiva por parte de ellos y nuestra, que de ahora en adelante íbamos a cambiar la forma de conversar. Y diría que el cambio que hubo después con los productores fue espectacular. Lo que pasó en D&S fue igual. En la misma circunstancia, ante fiscalizadores, ellos decidieron dar vuelta la relación a pesar de los intereses distintos.
“Las empresas pagan lo que pueden”
Actualmente, Francisco Gana está trabajando en la fundación Rostros Nuevos -que ayuda a personas de bajos recursos con enfermedades y problemas mentales- y pertenece al directorio del colegio Notre Dame, donde está trabajando en un plan de gestión que luego el arzobispado pretende replicar en todos sus colegios.
También, señala, ha tenido tiempo para su familia, para leer o hacer deporte, aunque tiene sus jornadas absolutamente ocupadas. “Yo no sabía lo que era llevar el auto a arreglar o a lavar, nunca había entrado a un banco. No sabía lo que era tomarme un café, debo haber jugado golf tres veces en mi vida en horario de oficina y para hacerlo pedía vacaciones”, resume.
-¿Es compatible dar educación con el lucro?
-Terminar con el lucro es la mejor forma de terminar con el esfuerzo emprendedor de la personas. Hay que tener claro que todas las fundaciones de educación no tienen el lucro como fin, sino como medio para ganar plata y hacer más colegios. Si una persona es eficiente, da buena educación y se mantiene en el tiempo, hace algo beneficioso y lucra, puede ser algo ético, aunque mejor no ocupo esa palabra...
-¿Qué le parece la discusión en torno al llamado salario ético?
-Las empresas pagan lo que realmente se puede pagar. Creo firmemente en que hay que hacer trabajar a todos los chilenos y fijar un sueldo mínimo reduce el empleo. Ahora, creo que el 95% que da empleo los da éticamente y paga lo que puede pagar, y hay un 5% que son malos empleadores. Creo que Goic está hablando de ese 5% que crea odio y ansiedad en las personas.
-¿En este sentido, cómo evalúa en conflicto con los contratistas?
-No es bueno que existan trabajadores contratistas que hacen la misma pega que uno de planta y ganan menos. Eso genera odio y echa a perder el clima laboral. Con el sindicato de Soprole llegamos a un acuerdo: ciertos cargos podían ser tercerizados, pero otros no, porque no podía ser que un trabajador tercerizado estuviera en el mismo puesto que uno de planta.
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