2016/08/01

La debilidad de la oposición favorece la acumulación de poder de Daniel Ortega

daniel ortega

La corrupción y el principio del fin

El análisis
Carlos F. Chamorro
(Prodavinci).-“En las elecciones del seis de noviembre, sin competencia y sin transparencia, no estará en juego el poder del FSLN, pero si la legitimidad futura del régimen de Ortega. Su único contendiente por ahora, mientras surgen los nuevos liderazgos que pueden enarbolar una bandera de cambio, es que no hay por qué ni por quién votar”.
(Infolatam, por Rogelio Núñez)-. Daniel Ortega ha logrado desde 2007 ir acumulando poder gracias a un conjunto de circunstancias: una favorable coyuntura económica, una fuerte alianza con emergentes y tradicionales sectores empresariales, o el apoyo de Venezuela primero y de los intereses de China ahora. Además, el sandinismo se ha visto favorecido por la extrema debilidad de la oposición al orteguismo.

Daniel Ortega ha gobernado Nicaragua en dos periodos: en los años 80 como líder de la Revolución Sandinista que acabó con la dinastía de los Somoza. Y tras 17 años en la oposición, regresó en 2007 al poder.
En los años 80, Ortega legitimó su gobierno apelando a la mística revolucionaria y al antiimperialismo (estrecha alianza con la URSS y sobre todo con la Cuba de Fidel Castro).
Perdido el poder en 1990 y caído el Muro de Berlín, jugó de forma pragmática en los 90 y durante 16 años hasta colocarse como el referente de la política nicaragüense la cual se hacía contra Ortega (gobierno de Violeta Barrios) o con Ortega (pacto entre Arnoldo Alemán y el propio Ortega).

Su regreso al poder en 2007 ha mostrado al Ortega más pragmático capaz de mantener sus mensaje antiimperialistas, su alianza con la Venezuela chavista y a la vez convertirse en el gobernante preferido por los empresarios del país.

La “dictadura institucional”
Los poderes de Daniel Ortega son abrumadores. Ostenta el poder ejecutivo y controla la Asamblea Legislativa de Nicaragua a través del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que cuenta con mayoría absoluta. El FSLN reunió en 2011 el 60,93 por ciento de los sufragios para diputados nacionales y el 60,75 para diputados departamentales.
Gracias a esto, el FSLN, con 62 diputados, ha tenido suficientes votos para aprobar leyes ordinarias pues solo se requiere de mayoría simple, es decir la mitad más uno de los diputados nacionales (47).
 MANAGUA (NICARAGUA) 10/06/16.- EFE/Mario López
Los poderes de Daniel Ortega son abrumadores.
El sandinismo además controla el poder judicial. Lo hizo primero dede 2000 pactando el reparto de cargos con el Partido Liberal de Arnoldo Alemán y desde los últimos años sin necesidad de tales acuerdos como evienció el polémico fallo de la Corte Suprema en 2010, por el cual el presidente Daniel Ortega pudo presentarse a la reelección, pese a que la Constitución prohibía las reelecciones consecutivas.
Asimismo, controla el Consejo Supremo Electoral como recuerda Carlos Salinas Maldonado en el diario Confidencial: “los magistrados de facto del CSE, que se mantienen en sus cargos por el decreto 3-2010 emitido por Ortega (y que de hecho fue la primera tuerca del engranaje que garantizó la fraudulenta reelección), declararon vencedor al caudillo del Frente Sandinista con el 62.4% de los votos…Eso es lo que afirmaron Roberto Rivas y sus colegas, sin explicar exactamente cómo fue que Ortega obtuvo tan arrasadora victoria, que le garantiza además el control parlamentario”.
Toda esta acumulación de poder es lo que el líder opositor, Edmundo Jarquín calificó como “una “dictadura institucional” caracterizada por “un cierre progresivo de los espacios democráticos, y uso de la represión, la coerción y el chantaje cuando fuese necesario. Pero ahora la forma por excelencia de la represión no es la fuerza militar, sino el uso arbitrario y abusivo de las instituciones y de las leyes, para castigar y perseguir, aunque sin descartar, por si fuese necesario, el uso de la violencia, como lo hemos visto en Nicaragua en calles, plazas y otros lugares”.

Su “populismo responsable” sostenido en el apoyo económico de la Venezuela de Hugo Chávez le ha permitido además tener el respaldo de los empresarios (gracias a sus politicas ortodoxas) y de los sectores populares (gracias a sus políticas sociales financiadas con el respaldo externo venezolano).
Es lo que señalaba Richard Feinberg en Foreign Affairs cuando aseguraba que “to finance these social subsidies, Ortega raised taxes by a modest amount. More significantly, he relied on the oil-based largesse of Venezuela’s President Hugo Chavez. In 2010 alone, Venezuela provided Nicaragua with $511 million in oil discounts and direct aid — accounting for a whopping 7.6 percent of Nicaraguan GDP. In return, Ortega mimicked Chavez’s anti-American posturing and joined Chavez’s regional Bolivarian Alliance of the Americas”.
Feinberg, que califica al régimen de Ortega como “autoritarismo suave”, añade que “Ortega has managed to benefit from both IMF macroeconomic orthodoxy and Venezuelan subsidies – a clever balancing act. Indeed, leaders in Nicaragua’s private sector favor the Chavez connection, as it eases their own tax burdens and provides ready markets for commodity exports. Nevertheless, this strategy might soon become more difficult. If Venezuela reduces its aid next year, as anticipated, Ortega will be forced to cut subsidies and raise taxes again”.

Oposición débil y dividida
El control de Ortega se ha basado también en que enfrente ha tenido una oposición dividida, enfrentada y, por lo tanto, extremadamente débil.
Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo, un poder compartido
Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo, un poder compartido
El sandinismo regresó al poder en 2007 porque en las elecciones de 2006 el voto antisandinista se fracturó en tres: Ortega sumó más del 38% de los votos frente a Eduardo Montealegre que logró el 29% y José Rizo el 26%.
Con la complicidad de parte de la derecha liberal, la que responde a Arnoldo Alemán, Ortega ha consolidado su dominio y su control político y en especial el institucional.
Como asegura el profesor de la Universidad de Salamanca, Salvador Martí se trata de “un “modelo” político (que tiene sus fundamentos en el “Pacto” que alcanzaron el expresidente Arnoldo Alemán y Daniel Ortega en el año 2000) en el que los mecanismos institucionales de rendición de cuentas (accountability) vertical y horizontal han ido erosionándose progresivamente, consolidando un tipo de democracia que se ha convenido en calificar -desde la academia- como “delegativa”.

Este “modelo” político, continúa Martí, “neutraliza la capacidad de los ciudadanos, los actores políticos y las instituciones para ejercer su función de “contrapeso” al Poder Ejecutivo ha ido estableciéndose progresivamente y en la actualidad supone un control prácticamente incontestado del actual Presidente de la República”.

Este modelo ha jugado a su favor y explica que en 2011 Ortega consiguiera la reelección con el 62% de los votos, el doble que su rival, el liberal Fabio Gadea.

Ahora con la oposición nockeada, Ortega no solo parece aspirar a la reelección en 2016 sino que podría estar poniendo los pilares de un régimen familiar con su esposa Rosario Murillo como heredera.

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