2016/07/07

Moisés Naím: "Un marciano que viera el debate de Chile, pensaría que es un país a punto de estallar, y no es así"

El analista internacional dice que en cualquier país que se proponga subir impuestos o una reforma laboral o educacional, se generará una crispación. "Yo no estoy seguro de que la solución sea echar pie atrás", dice.Paula NamurPAULA NAMUR |


El ex ministro venezolano y hoy columnista, Moisés Naím, está sorprendido por el ánimo en Chile. Porque, pese a que los cambios no se han implementado de la forma correcta, alguien que mire desde fuera pensaría que Chile vive un caos, cuando él asegura que no es así. El columnista es una voz escuchada con atención en todo el mundo. Su libro “El fin del Poder” (2013) le valió ser reconocido en 2014 como un líder del pensamiento global por el Gottlieb Duttweiler Institute (Suiza), e incluso el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, nombró a ese libro como uno de sus 23 recomendados. 
Este año volvió a estrenar un libro: “Repensar el Mundo”, que compila una serie de 111 de sus columnas semanales en el diario El País, que van desde la ideología hasta los drones, y a través de las cuales, según explica, siempre busca cuatro objetivos: sorprender, conectar, repensar e informar. “Una de las sorpresas que me llevé al leer la compilación es que muchas de las cosas que yo anticipaba ocurrieron. Por ejemplo, fui el primero en alertar sobre la fragilidad de Brasil, o sobre el petróleo, fui de los primeros en hablar de una revolución profunda del petróleo. Y cuando todos hablaban de China como la potencia del siglo XXI, empecé a alertar de sus problemas”.
Hoy está analizando las invitaciones que tiene para visitar Chile este año. “Siempre ir a Chile es algo a lo que le doy prioridad”, destaca al teléfono desde su oficina en Washington DC, durante un break entre un viaje y la escritura de su columna dominical.
¿Qué le preocupa de Chile?
- Sigo a Chile con bastante atención. Nunca con la granularidad y el detalle que tiene estar viviendo ahí todos los días, que da una perspectiva única, la mía es más distante, pero Chile es uno de los países que miro con atención.
¿Qué cosas le sorprendieron de la primera mitad del año en Chile?
- Me preocupa mucho la crispación que hay en el país, me preocupa mucho esta convergencia perfecta de la crisis económica con la crisis política, me preocupa mucho el ambiente. Lo he dicho antes: hay un ambiente de catastrofismo que no creo que se justifique. El país tiene problemas, y los conocemos, pero no es el fin del mundo. De hecho, comparado con el resto del vecindario está mucho mejor, tiene una institucionalidad más fuerte que en otros lados, así que yo no soy tan pesimista como muchos otros. Un marciano que viera el debate de Chile, pensaría que es un país a punto de estallar, y no es así. Por supuesto que es diferente a la situación de altos precios del cobre, cuando la Presidenta Michelle Bachelet pasaba por una luna de miel política con la gente, y no estaban exacerbadas las apetencias electorales de diferentes candidatos. Y las reformas de la Presidenta Bachelet inevitablemente han crispado el ambiente. 
¿Pero qué está en el fondo de esta situación? ¿Hay una cosa más cultural, como que nos cuesta ver el vaso medio lleno?
- Eso lo he oído de amigos chilenos, pero yo no me atrevo a hacer juicios culturales, porque es muy peligroso. Creo más en incentivos, en decisiones de la gente. Lo que está pasando es que la economía estaba bien y ahora va peor. Hay cambios políticos e institucionales, y en cualquier país del mundo en que se proponga una reforma educativa habrá un debate serio, duro y profundo. En cualquier país que proponga subir impuestos también es imposible que no se genere eso. Lo mismo con los intentos de cambiar las condiciones laborales. En cualquier país del mundo una sola de estas reformas genera una crispación y pugnacidad política. Imagínate en un país donde están todos estos cambios a la vez y además hay una situación económica empeorada y la Presidenta está muy debilitada por problemas políticos que conocemos.
¿Por qué la Presidenta pese a todo insiste?
- Eso hay que preguntárselo a ella. Yo no estoy seguro de que la solución sea echar pie atrás en las reformas.
¿Por qué?
- Porque algunas de estas reformas, o todas, son necesarias. Unas fueron muy mal diseñadas y peor implementadas. También hay dificultades con la reforma de educación. Creo que muchas de ellas tenían defectos de diseño y de ejecución política. Creo que en Chile nadie duda y de hecho la Presidenta fue elegida para llevar a cabo las reformas. Ella en su campaña electoral nunca escondió y de hecho, la base de su propuesta era la reforma fiscal, y la gente votó a favor. Era una reforma laboral, y la gente votó a favor de eso. Era hacer una reforma educativa, y también. Hubo un consenso nacional en su momento de que era sano que el país tuviera estos cambios. Luego los llevaron a cabo con errores, los diseñaron defectuosamente, manejaron mal el proceso político de la creación de alianzas necesarias para aprobar leyes tan complejas y tan controvertidas como estas y ahora se ha dado todo el ambiente, pero la Presidenta ganó elecciones con base en estas propuestas.
Recientemente se ha visto un vuelco de la región a la derecha, con PPK, Macri, Temer, entre otros. ¿Qué tan sostenible es ese vuelco?
- No estoy seguro de que la mejor manera de caracterizarlo sea de un vuelco a la derecha. En América Latina es imposible tener un gobierno netamente de derecha. Chile bajo el gobierno de Sebastián Piñera fue un buen ejemplo de esto. Había cosas que hacía Piñera que eran imposibles de calificar como de derecha, y al mismo tiempo hay iniciativas de la Presidenta Bachelet que son imposibles de calificar como de izquierda. Lo mismo vale para gobiernos como el de Lula, que eran claramente de derecha y cosas que está haciendo Macri que son claramente de izquierda. Entonces la palabra derecha o izquierda en América Latina y creo que en el mundo ya no nos ayuda a entender qué cosas esperar de los distintos gobiernos.
Espero que PPK ciertamente tenga políticas que pueden ser calificadas no de derecha. Tiene que gobernar con un parlamento donde él tiene minoría (18 diputados de 130). Recordemos que él llegó al poder gracias al apoyo de Verónika Mendoza (izquierda), entonces llamar a Pedro Pablo Kuczynski de derecha es prematuro. Él va a tener que hacer un esfuerzo. Lo más importante es no dejarse llevar por derecha o izquierda, porque en estos días esos son conceptos que confunden más que aclaran la situación.
Pero, ¿hablando de gobiernos que son más amigables para los mercados versus otros que no lo son?
- Es que todo es relativo. Lo que sí puedo anticipar es que muchos de estos gobiernos -si son responsables- tendrán que tomar decisiones de ajuste que van a ser impopulares y que, para compensarlas, van a tener que tomar decisiones que estos mismos empresarios que aplauden, van a calificar de populistas. Y eso va a ser verdad en Chile, en Argentina, en Brasil, etc. Se está viendo en todas partes. 
¿Qué tipo de medidas, por ejemplo?
- Una muy pequeña, pero muy reveladora es lo que hizo Macri con los dueños de taxi, les dio todo tipo de reivindicaciones. Esa es una clase que tiene influencia política porque tiene un efecto multiplicador en sus opiniones muy alto. Es un pequeño ejemplo, pero es muy revelador.
A propósito de la dificultad que podría tener PPK teniendo minoría en el Congreso, en la región la mayoría de los gobiernos enfrenta a un congreso opositor. ¿Qué dificultades representarán?
- Eso lo que quiere decir es que son gobiernos normales en el mundo. En mi libro “El fin del poder”, describo esta circunstancia: para el momento en que fue publicado, de los 34 países de la OCDE, 30 eran así. Lo normal en el mundo del siglo XXI es que un gobierno enfrente un poder legislativo dominado por la oposición.
Naím: "El mundo ha quedado sorprendido por la implosión de Venezuela"
- A nivel regional, al ex ministro de Comercio e Industria y ex director del banco central de Venezuela, no le sorprende la crisis por la que pasa su país. Hace poco menos de un año pronosticó la situación que hoy enfrenta el gobierno de Nicolás Maduro con la oposición, a través de una de las columnas que decidió incluir en su libro “Repensar el Mundo”.
¿Cuáles son los principales hechos que le sorprendieron en la región en la primera mitad del año?
- Para mí no fue sorpresa porque yo lo pronostiqué. Desgraciadamente acerté en describir la tragedia, la situación trágica en la que vive Venezuela, con saqueos, niños muriéndose, uno de los indicadores de mortalidad infantil más altos del mundo. Antes de las elecciones legislativas de diciembre del año pasado, anticipé que estas permitirían lavar la imagen de Nicolás Maduro, mostrándose como un gobierno democrático que permite que haya elecciones y que la oposición controle la Asamblea, pero en esa columna pronostiqué que tras hacer eso, el gobierno iba a quitarle a la Asamblea Legislativa el poder e iba a restringir aún más a la población. Eso para mí no fue una sorpresa, pero el mundo ha quedado sorprendido por la implosión de Venezuela, porque cuando uno piensa en un estado fallido uno piensa en pequeño estado en África, pero no piensa en el país que tiene la mayor reserva de petróleo del mundo, casi 1 millón de km2 y todas las apariencias externas de un país moderno. Va en contra de lo que estamos acostumbrados a pensar respecto de un país fallido, pero Venezuela tiene todas las características de serlo.
En el primer semestre también está la salida de Dilma y el escándalo de Lava Jato y Brasil como un todo. 
¿A dónde va Venezuela con el gobierno obstruyendo todos los intentos de la población de hacer un referendo revocatorio? ¿Qué pasará finalmente con eso?
- Nadie lo sabe. Está creciendo la presión internacional. Finalmente en la OEA hay un secretario general que actúa en función del mandato y la misión de la organización. Esto no existió por muchos años. Y una de las sorpresas del primer semestre de este año fue la revitalización de la figura del secretario general de la OEA, no la OEA en sí, porque la OEA sigue siendo una organización paralizada y fragmentada. Pero sí hay un secretario de la OEA que decidió ser líder y no secretario. 
¿Dónde tiene que estar centrada la atención en la segunda mitad del año en la región?
- Esperamos una resolución sobre el impeachment a Dilma Rousseff y también si el Presidente Michel Temer sigue gobernando, si habrá elecciones y qué pasa con la economía de Brasil. Hay una gran preocupación, porque Brasil está pasando por la peor crisis financiera, una recesión muy importante y vamos a ver cómo evoluciona la crisis. 
¿Cuál es su apuesta?
- Brasil tiene un equipo ministerial de primer nivel. En este momento el gobierno Temer tiene la gente que podría hacer las cosas, pero no sabemos si tendrá el poder o las autorizaciones para hacerlo.
Tal como ocurrió con la salida (por ahora temporal) de la Presidenta Rousseff, ¿Espera la caída de otros líderes regionales, como por ejemplo, en Venezuela?
- No hay duda que Venezuela está implosionando, que la crisis es mucho más crítica que la de ningún otro país de América Latina, y sí, veremos malas noticias, desgraciadamente.
¿La oposición venezolana está trabajando en algunos planes para una eventual salida de Maduro?
- En la oposición hay varios grupos trabajando en diferentes escenarios y en organismos internacionales también.
¿Usted es parte de alguno?
- Tengo muchos amigos en todas partes.

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