El Gobierno de Cameron ha vuelto a recurrir a las amenazas económicas para tratar de decantar el referéndum a su favor tras la crecida de Leave. Esta vez anuncia que en caso de Brexit tendría que aprobar un «presupuesto de urgencia», con dolor fiscal para los contribuyentes, debido a que salir de Europa mermaría 30.000 millones de euros a las arcas públicas.
-¿Cuáles son los argumentos estelares de las campañas In y Out?
-La campaña del In, que capitanea Cameron, recurre a argumentos económicos, que los brexiters apodan «el Proyecto Miedo». El Gobierno ha explicado que cada hogar británico perdería 4.500 euros y que subirían las hipotecas y la cesta de la compra y la economía se contraería. Este miércoles fue un paso más y anunció que el Brexit obligaría a aprobar un presupuesto de emergencia, con subidas de impuestos y recortes en servicios sociales.
Out replica que fuera de Europa el país podrá dedicar dinero que ahora destina al presupuesto de Bruselas a más gasto social interno. Incluso cuantifica que la desconexión con la UE permitiría gastar cien millones a la semana más en el NSH, el servicio nacional de salud. Remain recuerda que romper con un mercado de 500 millones de personas es un varapalo enorme para el comercio. Leave viene a decir que el mundo es muy grande y que se podrán establecer acuerdos nuevos con el 80% del mundo que no es la UE. La cruda realidad sin embargo es que el Reino Unido vende más a la pequeña Irlanda que a la inmensa china.
-¿Por qué dice Osborne que el Brexit provocaría pérdidas a las arcas públicas de 38.000 millones de euros?
-El ministro basa su posible ajuste en cálculos del Instituto de Estudios Fiscales (IFS), el organismo independiente de análisis, que asegura que las arcas públicas recibiría un golpe de 30.000 millones de libras con el Brexit (38.000 millones de euros). Para compensarlo, Osborne anunció que se recaudarían 15.000 millones de libras más mediante subidas de impuestos y se ahorrarían 15.000 en recortes.
-¿Cómo es el «presupuesto de emergencia» del ministro Osborne?
-De inmediato subiría los impuestos, un 2% el de las rentas básicas, un 3% el de las altas y un 5% el de las herencias y los que gravan el alcohol y los carburantes. Además, se produciría un recorte de 2.500 millones de euros en el dinero destinado a pensiones y una reducción del 2% en los presupuestos de sanidad, colegios y defensa. También habría recortes del 5% en orden público, transporte y los fondos que manejan las autoridades locales.
-¿Aceptan los laboristas y la bancada tory esas medidas?
-Aunque Osborne presentó su presupuesto de emergencia mano a mano con un ex ministro de Economía laborista, Alistair Darling, que también apoya a Remain, Jeremy Corbyn desautorizó a Darling solo unas horas después y aseguró que su partido jamás apoyará nuevas medidas de austeridad. Una vez más se vislumbraba una de las flaquezas de la campaña de la permanencia: los laboristas no se aclaran. Y menos todavía los conservadores, en plena guerra civil por la cuestión europea. Ayer, 65 diputados brexiters respondieron a Osborne diciéndole que tendría que dejar su cargo si aprueba las medidas que anunció, pues sería traicionar el programa del Partido Conservador.
-¿A qué campo da la razón el mundo económico?
-Los apoyos a Remain son abrumadores. Las principales empresas del país e incluso firmas extranjeras están por la permanencia. También la banca, la City, la patronal británica CBI, el Banco de Inglaterra, las trade unions, el FMI, la OCDE y Obama. Económicamente, Leave solo ha recibido el apoyo de tres empresarios donantes del Partido Conservador, que han anunciado que dejan de apoyarlo en tanto Cameron permanezca como líder, pues dicen que estar enojados con lo que llaman «su campaña del miedo» y su apocalipsis.
-¿Qué dicen las empresas?
-John Lewis, los grandes almacenes más populares del país, ya han advertido que sus precios subirán si hay Brexit y recomiendan quedarse. La dirección y los sindicatos del gigante telefónico BT, que tienen 80.000 empleados, han dirigido una carta a la plantilla abogando por la permanencia. JP. Morgan, el banco estadounidense, ha dicho que recortaría hasta 4.000 empleos. La japonesa Hitachi explicó que preveía contratar a 703 empleados británicos más, pero que esos puestos quedarán en el alero si gana Leave. Hitachi ha recordado que eligió el Reino Unido como sede europea como plataforma para Europa, y que no tiene sentido seguir en el país si corta su cordón umbilical con el continente. HSBC, el mayor banco británico, también ha explicitado su apoyo a Remain.
Hoy se espera que el regulador bancario, el Banco de Inglaterra, vuelva a alertar sobre los riesgos de la ruptura. Leave ya ha protestado, con duras críticas a la autoridad bancaria, a la que acusan de incumplir el periodo de neutralidad que fija la ley de convocatoria de la consulta. Cameron ha respondido a esas voces de su propio partido a través de Twitter, y los ha acusado en esta mañana de jueves de desprestigiar al Banco de Inglaterra con sus críticas.
-¿Escuchará el público británico las advertencias de calamidades económicas?
-Napoleón decía que «los ingleses son una nación de tenderos». Los caló bastante bien. A diferencia de la política española, los datos contables están siempre presentes en el debate público, se mira mucho el dinero y el político que no repara en ello recibe duras críticas (el anterior líder laborista, Ed Miliband, fue objeto de pitorreo mediático por olvidarse de hablar del déficit público en su discurso en la convención de su partido). En el referéndum escocés las amenazas económicas desnivelaron, se da por descontado que decantaron la balanza a favor de la permanencia.
El problema ahora es que el discurso de fervor patriotero de Leave resulta más emotivo que el de apocalipsis económico de Remain, llega más sentimentalmente apelar a la grandeza de Gran Bretaña y a la necesidad de «recuperar el control», como pregona Boris Johnson. Las razones económicas de Leave son llamativamente flojas, e incluso les bailan los datos muchas veces, pero enarbolan otras banderas, sobre todo el rechazo al inmigrante. Les funciona, porque en un mundo lleno de dudas y amenazas, parte del público cree que es posible volver a resguardarse en el «espléndido aislamiento» insular.
-¿Pero quién va a ganar?
-A estas alturas, si ha leído usted hasta aquí, se estará diciendo: «Bueno, déjese de rollo y dígame quien va a ganar». Eso no lo saben ni Cameron ni Boris Johnson ni Juncker. Pero si me piden un pálpito subjetivo y personal, creo (y quiero) que Remain. En el Reino Unido el peso del establishment es enorme, y todo el poder empresarial y el primer ministro están por quedarse. Cierto que Cameron tiene un talón de Aquiles en la prensa, pues los diarios de su cuerda, los conservadores, son mayormente eurófobos, y «The Sun» el de más tirada del país, ha pedido la salida con un enfático editorial en portada. Por el contrario, «Financial Times», la biblia económica, ha publicado un editorial pidiendo seguir en la UE
Los jóvenes son europeístas, también Londres , el pulmón del país, y los empleados cualificados. El Partido Laborista pide –aunque con una campaña errática y paupérrima- el voto para Stay, y se espera que logre parar a los numerosos trabajadores tentados de votar Leave por el problema de la inmigración. Escocia es europeísta. Irlanda del Norte estará más bien por la salida. El Brexit cala en la Inglaterra rural, o semi rural, bonita y que vive bien, y arrasa entre los ingleses de alta burguesía y aristócratas con cierta morriña de las glorias imperiales.
En las apuestas, un gran indicador del pulso de la opinión pública británica, tal vez el mejor, el In sigue bastante por delante, aunque el Out ha remontado. En las principales casas de juego, Remain está 4/7 y Leave 11/8.
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