2016/05/02

El otro Matte

Hasta ahora no había estado en la primera línea, pero tras el caso colusión, Jorge Larraín –el hijo menor de Patricia Matte– ocupará un sillón en el directorio de CMPC. Convencido de que la Papelera tiene que pasar a ser una empresa más sustentable, el ingeniero comercial y ex asesor de Luciano Cruz-Coke en el Consejo Nacional de la Cultura, se meterá de cabeza en el área forestal, mientras que su hermano Bernardo, seguirá en la eléctrica.
Por: Carla Sánchez
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Llevaba poco más de un mes como director del área Tissue, en 2014, cuando Jorge Larraín Matte se enteró del escándalo: la empresa fundada hace 95 años por su abuelo estaba siendo investigado por acciones contrarias a la libre competencia en Perú. De inmediato, tuvo que poner el pie en el acelerador. El directorio llamó a sesión extraordinaria y se acordó realizar una investigación global, la cual derivó en que las malas prácticas no eran hechos aislados: por más de una década, CMPC y SCA se habían coludido para pactar precios de mercado del confort y las servilletas en Chile. Acuerdos que se pactaron en cuarteles de bomberos y con mensajes en partes de matrimonio. Un “cartel 3.0”, según lo caratuló el fiscal nacional económico, Felipe Irarrázaval.
Reservado y de bajo perfil, el menor de los cuatro hijos de Patricia Matte y Jorge Gabriel Larraín “casi se murió cuando se enteró”, dice un cercano.
“Le dio una vergüenza enorme. Es una persona muy ética y tuvo muchas diferencias de opinión con los más viejos del grupo. Estaba desilusionado de que ocurriera algo tan grave en una empresa cuyos dueños, a su juicio, siempre habían tenido una preocupación por el buen funcionamiento del mercado”, agrega.
Hasta ahora, Jorge Larraín Matte (40 años) no había estado en la primera línea de la Papelera. Pero desde el día en que se prendieron las alarmas en CMPC por el llamado “Confortgate”, el ingeniero comercial de la UC tomó un rol más protagónico: además de ser director de Tissue y de la rama forestal –y a futuro de la rama de celulosa– hoy es uno de los nuevos directores de la matriz de CMPC, en reemplazo de su padre, Jorge Gabriel Larraín. Junto a su primo, Jorge Matte Capdevila –que sucederá a su padre Eliodoro– son los únicos miembros de la tercera generación que compartirán la mesa del renovado directorio que sesionará, por primera vez, el 29 de abril.
Un grupo bien diverso que incluye a Ramiro Mendoza, Pablo Turner y Rafael Fernández, personas que jamás se han relacionado con el grupo Matte –salvo Vivianne Blanlot, que fue directora de Colbún representando a las AFP– y cuyas elecciones fueron empujadas por el propio Larraín Matte, comentan fuentes internas.
El nuevo directorio, cuentan cercanos al grupo, “tiene el objetivo de generar un equilibrio de visiones entre los accionistas controladores y los nuevos miembros, de probada independencia, para hacer los cambios necesarios en una empresa del tamaño de CMPC. Generar las condiciones para que sea una empresa sustentable en el momento actual”. Cambios que grafican como “para pasar del fax al WhatsApp”.

Las finanzas

Al egresar de Ingeniería Comercial en la Universidad Católica, Jorge Matte decidió trabajar independiente de su familia. Sus primeros pasos los dio junto a David Gallagher, el año 2000, en Asset Chile. Como analista de inversiones le tocó participar en la asesoría a Codelco en la venta de la mina Disputada de Las Condes y también en la emisión de bonos de minera La Escondida.
“Era muy bueno para negociar, de esas personas activas que toman la iniciativa. Tiene una profundidad y amplitud de mente que lo convierten en alguien bien preparado para una empresa como CMPC”, comenta su ex jefe, David Gallagher.
Casi tres años trabajó en el banco de inversiones hasta que decidió probar en las empresas familiares. El lugar escogido fue el área finanzas de la matriz CMPC, donde le tocó trabajar bajo las órdenes de Hernán Rodríguez, actual gerente general de la compañía. Una época de mucho crecimiento y adquisiciones. En ese período, por ejemplo, se concretó la inversión para la segunda fase de la planta de celulosa Santa Fe, la más grande en Chile. Fue un tiempo corto que le permitió hacerse una idea de cómo operaban las distintas filiales de CMPC. En esa época, aún no estaban definidos el protocolo de sucesión familiar ni tampoco las restricciones para ser ejecutivo. Algo que recién empezó a operar en 2011, cuando Eliodoro Matte dejó la presidencia de las cinco filiales del grupo, lo cual fue interpretado como “la salida de los late sixty y la entrada de los late forty”.

La música

Inquieto y con intereses muy diversos. Así definen a Jorge Larraín quienes lo conocen. Fue al Tabancura, pero su grupo de amigos proviene de otros colegios, como el Saint George o el San Ignacio. Vive en Providencia y desde chico ha sido un fanático de la música. Un melómano que lleva más de 20 años coleccionando discos y que está suscrito a todas las revista especializadas inglesas. Es tal su afición, que mientras estudiaba en la universidad fue productor de conciertos. “Armó con otros amigos una pequeña productora que no tenía ni nombre. Trajeron grupos de música electrónica como Flanger o Mouse on Mars. Armaban conciertos no muy masivos en el teatro Novedades”, comenta un amigo.
Larraín Matte participa en el directorio de Música para Todos, una fundación que apoya a jóvenes talentosos de sectores vulnerables para “cambiarle la cara a Chile a través de la música”. Es la versión chilena de “Live Music Now”.
La música es algo a lo que le dedica mucho tiempo. El gusto por los conciertos es algo que comparte con su tío y padrino, Bernardo Matte, quien dirige el brazo financiero de la familia y con quien ha compartido en varios recitales.
Íntimo amigo de Hugo Chávez –quien solía tener la disquería Background en Providencia–, armaron un pequeño sello que se llamaba Ánima, y que hoy “está vegetando”. Actualmente, Larraín Matte participa en el directorio de Música para Todos, una fundación que apoya a jóvenes talentosos de sectores vulnerables para “cambiarle la cara a Chile a través de la música”. Es la versión chilena de “Live Music Now”, la fundación inglesa que lleva música a hospitales y a colegios especiales.
Recién casado con la artista Francisca Aninat –hija del ex ministro de Hacienda Eduardo Aninat, con quien hoy tiene dos hijos– emigró a Londres en 2005. Siguiendo los pasos de su madre, Patricia Matte, estudió un máster en Sociología y Estudios Culturales en la London School of Economics. Tres años estuvo en la capital inglesa, período en el que aprovechó de “consumir” mucho arte.
De vuelta en Chile, quiso trabajar en el sector público. Específicamente en el área cultural. Intentó ingresar a la Dibam, porque estaba obsesionado con el Museo de Bellos Artes, “ese edificio verde que estaba medio estancado y que tenía tanto potencial”, repetía a sus amigos. No tenía problemas en trabajar con el gobierno de Bachelet –de hecho, en las últimas elecciones, salvo la que ganó Piñera, ha votado por la Concertación– pero, según comentaba en su círculo, “pensaba que no iban a querer trabajar con alguien de su perfil, con la carga de ser un Matte”.
La oportunidad vino en el gobierno de Piñera. Luciano Cruz-Coke, entonces ministro de Cultura, le ofreció ser su asesor en el Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA), donde fue coordinador de políticas públicas y estuvo a cargo de la modernización de algunas instituciones. “Por su formación, era un muy buen elemento, ya que los recursos en cultura siempre son pocos. Es un gallo muy criterioso, responsable y trabajaba con mucha autonomía”, dice Cruz-Coke.
Además, manejaba las relaciones con los espacios culturales y, entre otras cosas, le tocó la puesta en marcha del GAM. Tuvo que enfrentar momentos difíciles, como la polémica por el financiamiento de Matucana 100, al cual se le redujo el presupuesto. “Le tocaron pegas ingratas. En el gobierno había una sensación permanente de que no rentaba políticamente hacerse cargo de la cultura porque era un área que estaba monopolizada por la izquierda”, comenta un ex funcionario.
“No siempre estuvimos de acuerdo y me tocó discutir con él algunos temas vinculados a la reforma a la ley de donaciones culturales, pero es una persona que respeta la opinión de los demás. Jorge entiende que la cultura es importante para el país y espero que esa sensibilidad pueda llevarla a los directorios”, agrega la ex ministra de Cultura, Claudia Barattini, quien en esa época era directora de Asuntos Internacionales de la Fundación Teatro a Mil.

El rollo de CMPC

Del CNCA, Larraín Matte salió “fundido”. Tanto que tomó un tiempo para rearmarse. Empezó a dictar clases de “economía de las artes” en la Facultad de Economía en la UC, curso que dirige su amigo Juan José Price. Además, comenzó a apoyar a su hermano Bernardo –con quien tiene una gran afinidad– en algunos temas relacionados al grupo. Pero las circunstancias lo obligaron a “entrar de lleno a la contingencia”.
“Bernardo podría haber sido un espléndido director en CMPC, pero ha optado por especializarse en el sector eléctrico y portuario. La idea es que, en los próximos años, Jorge se concentre en el sector forestal”, cuentan en la empresa.
“Él tiene mucho interés en los temas sociales y eso será relevante para la empresa que tiene desafíos gigantes en esa materia, por ejemplo, en la convivencia con el pueblo mapuche”, admite una fuente al interior de la Papelera.
Su opinión del caso colusión, dicen, ha sido bien en línea con lo que piensa el grupo. Apoya el trinomio que ha planteado su tío Eliodoro: colaborar con la justicia, pedir disculpas públicas y compensar a los usuarios. Empatiza con que a la gente le cuesta entender que la colusión “haya sido articulada por un grupo de ejecutivos que traicionaron al grupo”, como señaló el propio Eliodoro Matte, sin el conocimiento previo de los controladores. “En el actual entorno, Jorge entiende el escepticismo. Siente que hay una sensación de que CMPC es una empresa chiquitita, con unos dueños que se relacionan con sus ejecutivos como si fuera un almacén, lo que no es así: aquí trabajan 16 mil personas y en este crecimiento acelerado se pudieron generar estas malas prácticas”, admite un cercano.
No tenía problemas en trabajar con el gobierno de Bachelet –de hecho, en las últimas elecciones, salvo la que ganó Piñera, ha votado por la Concertación- pero, según comentaba en su círculo, “pensaba que no iban a querer trabajar con alguien de su perfil, con la carga de ser un Matte”.
“Jorge tiene carácter fuerte. No es tan expresivo, pero puede ser determinante en lo que él cree que es correcto. Estar en el directorio de CMPC es un desafío para él, sabe que la empresa necesita un cambio fuerte”, comenta su amigo Pedro Felipe Montes.
Larraín Matte sabe que al pasar a ser un personaje más público, estará bajo escrutinio, al igual que todos los nuevos directores de la Papelera. Pero no le importa. “Él asume que su figura puede despertar un poco de escepticismo, pero le parece sano, sobre todo en un país tan endogámico”, suele decir a sus cercanos.
El nuevo director de CMPC es partidario de las reformas que está impulsando el gobierno de Bachelet, pero no de la manera en que se han implementado. “Tiene sus dudas respecto a la gratuidad en la educación superior, pero está a favor de implementarla en la básica”, plantea un conocido, quien agrega que “se suele ver al grupo Matte como una cuestión monolítica, como tres familias que se juntan a almorzar los domingos y dicen ‘esta semana, nuestra postura sobre la reforma laboral va a ser equis’. Eso no pasa. Ellos tienen opiniones distintas”. •••

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