2015/09/07

Creer es poder

Ésta es la historia de cómo cuatro jóvenes, ex profesores de Enseña Chile, lograron cautivar a empresarios ligados con las finanzas y la bolsa, como Tim Purcell y Raimundo Valenzuela, para que invirtieran en el Colegio Cree, un establecimiento en Cerro Navia que no tendrá nada que envidiarle a The Grange School, pero gratis, sin lucro, sin copago y sin selección.
Por: María José López
Fotos: Verónica Ortíz
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La idea se destapó junto a una cerveza durante una calurosa tarde de enero. Era el verano de 2013 cuando, en la sobremesa de un matrimonio, Raimundo Valenzuela escuchó lo que hace un rato venían pensando cuatro jóvenes, todos ex profesores de Enseña Chile. El fuerte volumen de la música no fue impedimento para que esa noche uno de ellos, el filósofo de la Universidad Católica, Max Ortúzar (30), despertara la atención del empresario. “Me contó que querían hacer un colegio de excelencia y que estaban buscando financistas. Lo invité a tomar una cerveza con los otros socios para que me contaran de qué se trataba el proyecto”, recuerda Valenzuela, mientras camina por los cimientos de lo que será el futuro Colegio Cree en Cerro Navia. El empresario cruza la multicancha y reparte cascos para empezar el recorrido por el recinto escolar, antes de retomar su historia.
Cuenta que a la semana siguiente del matrimonio se concretó la reunión con los jóvenes. Además de Ortúzar, llegaron a la casa del fundador de RR Wine Juan Paulo Sánchez, Tomás Rivadeneira y Facundo Díaz. Todos ingenieros civiles de la Universidad Católica, todos de 30 años y todos decididos a dedicar sus vidas a mejorar la educación en Chile. Ese día le confesaron que su iniciativa aún estaba en pañales, pero que querían crear un colegio de alto impacto en Chile sin selección, sin lucro, económicamente sustentable y dirigido por ellos mismos.
“Quedé muy impresionado con estos jóvenes que, teniendo muchas alternativas laborales, en las mejores empresas del país, optaron por mejorar la educación en Chile. Lo encontré notable y por eso acepté ayudar. De inmediato, y junto a Francisco Silva, presidente del Security, quien también conocía este proyecto, contactamos a otros empresarios”, cuenta Valenzuela.
Pero su rol no quedó sólo en eso. Se involucró en la iniciativa y fijaron una conversación semanal para afinar detalles del proyecto.

El interés de Guillermo Luksic

Primera tarea: definir lugar, capacidad y financiamiento. Analizaron las comunas de Puente Alto, Lo Espejo y Cerro Navia, y después de varios estudios optaron por esta última, donde el Serviu (Servicio de Vivienda y Urbanismo) les cede el terreno de 7.500 m2 en comodato. “Cerro Navia está inserto en un contexto vulnerable, tiene buen acceso y está en zona de expansión residencial”, indica Juan Paulo Sánchez. En paralelo, se pusieron de cabeza a calcular los números. El costo total del colegio será de unos 7 millones de dólares, pero se requiere la mitad de esa cifra para la primera etapa que contempla 18 salas de clase y 250 alumnos.
Guillermo Luksic también conoció Cree de cerca. Los jóvenes le enviaron una carta directamente a él contando los detalles de la obra, y al poco tiempo, los citó a su oficina. Según cuentan de la corporación, el proyecto entusiasmó de tal manera al entonces presidente de CCU, que estuvo dispuesto a financiarlo por completo. Las conversaciones avanzaron rápido: el equipo a cargo del emprendimiento se juntó en el edificio de Quiñenco varias veces con los asesores que veían este tipo de donaciones del empresario, hasta que, lamentablemente, en marzo de 2013, Luksic Craig murió.
“Fue un tremendo golpe para todos. Pero debíamos movernos rápido y empezar nuevamente a buscar el financiamiento”, recuerda Raimundo Valenzuela. Al poco tiempo engancharon a nuevos empresarios: Tim Purcell, socio fundador de Linzor Capital, y su señora, Teresa Edenholm; Manuel Casanueva, ex superintendente de Educación; Víctor Pucci Labatut y Fernando Franke, ambos directores de empresas, Mercedes Hurtado y Jorge Claro, fundador del Canal del Fútbol. En total han recolectado 5 millones de dólares, y, según explican, falta que se “matriculen” dos nuevos donantes, los que serán parte del equipo fundador.
“Estoy involucrado en Enseña Chile desde sus inicios, y cuando los jóvenes me contaron su plan, los apoyamos de inmediato. En Chile hay una tremenda necesidad de colegios de excelencia que están orientados hacia el segmento más vulnerable de la población. Y Cree tiene ese objetivo. En concreto, va a beneficiar a la comunidad de Cerro Navia, pero el objetivo del directorio y de los fundadores es más ambicioso que ése. Quisiéramos que éste sea el próximo Instituto Nacional y creemos que es factible. Soñamos con algún día tener una cadena de colegios en distintos lugares de alta vulnerabilidad”, indica Tim Purcell.
Junto a ellos están también Tomás Recart, Mercedes Rivadeneira, Magdalena Silva y Facundo Díaz. Juntos constituyen el directorio de CREE, el que se junta cada dos meses en un container que hace de sala de reuniones en Mapocho Sur 8240, donde se emplazará este recinto que abrirá sus puertas en marzo de 2016.

El año en EE.UU.

En 2001, Raimundo Valenzuela tuvo el primer acercamiento. Ese año, el empresario se instaló en Darien, Connecticut, por un año junto a su mujer y sus cuatro hijos, quienes asistieron al colegio público del sector. “Me impresionó ver cómo niños de 11 años maniobraban el teclado igual de rápido que una secretaria de primer nivel. Eso les va a servir para la vida. Lo mismo con los de 14 años, que manejaban Excel tal como los ingenieros de la UC. ¿Qué quiero decir con eso? Que los profesores allá dan herramientas relevantes y bastante mejor que muchas cosas que hoy se siguen aprendiendo aquí. Allá las matemáticas las enseñaban con juegos. Los niños entraban a un laberinto y si decía, por ejemplo, ‘+ 4’, debían saltar a un lado, y así ir sumando… Nunca más se les olvidó multiplicar. Eso aquí no se hace”, comenta. Esa experiencia lo marcó. Y prometió que en algún minuto de su vida invertiría en educación. Por sus ojos desfilaron varias opciones, pero ninguna lo convencía demasiado. Hasta que los muchachos de CREE tocaron su puerta. “En ellos vi un proyecto con sentido, con mística, con proyección”, confiesa mientras recorre una de las salas de clase con su puerta pintada de azul.
La génesis del proyecto son cuatro jóvenes, todos de la Universidad Católica, todos de 30 años y todos decididos a dedicar sus vidas a mejorar la educación en Chile.

La experiencia

Tras salir de la universidad, Maximiliano Ortúzar, Juan Paulo Sánchez, Tomás Rivadeneira y Facundo Díaz decidieron dar un vuelco a sus carreras y se inscribieron como profesores de Enseña Chile (ECh), iniciativa que capacita a profesionales para hacer clases en colegios vulnerables del país. Durante dos años impartieron ramos como lenguaje y matemáticas en colegios de Colina, Cunco (Región de La Araucanía) y en el Liceo Juan Mackenna de Puente Alto.
El contacto con esos alumnos marcó sus vidas y selló su futuro. Tomás Rivadeneira lo explica: “Terminaba el día y uno pensaba ‘qué manera de haber potencial desperdiciado en Chile’. Fui testigo de la enorme brecha de aprendizaje que existe con los colegios privados a los que, por ejemplo, asistían en esa época mis sobrinos”. Como buen ingeniero, lo grafica con números: según él, un 20% del curso era una “bala” para aprender y con un poco de motivación lo lograba eficazmente; un 50% necesitaba esforzarse más, pero lo conseguía; mientras que un 30% necesitaba un apoyo más personal, tras el cual, aprendían. “Esta brecha no tiene ninguna explicación más que la incapacidad nuestra como país de no aprovechar el potencial que tienen esos alumnos. Qué impotencia ver que cabros con los mismos talentos, pero que viven a 10 km de distancia, logran desempeños tan distintos y que repercuten para siempre”, indica.
Max Ortúzar complementa: “Mi gran logro profesional fue leer La continuidad de los parques, de Julio Cortázar, con alumnos de primero medio. El cuento tiene como protagonistas a una persona sentada en un sillón verde leyendo un libro que relata la historia de un asesinato que se va a materializar. Cuando terminamos la última frase de la historia, se produjo la misma emoción que provoca gritar ‘gol de Chile’. ‘¡Ohhh él mismo que lee es el asesinado!’, exclamaban todos”. Y agrega emocionado: “También leímos a Borges y otros grandes escritores. Se despertó en ellos un placer y un gusto que no habían descubierto. Uno puede ayudar a que un alumno abra sus ojos, y ver cómo eso ocurre, no tiene precio”.
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Lección en la India

Fue un viaje a la India lo que terminó por convencerlos. En 2011, y mientras trabajaban en Enseña Chile, tuvieron la posibilidad de participar en un seminario internacional que se hizo con otros profesores del mundo. El encuentro fue en el colegio privado Riverside School en la ciudad Ahmendabad. “Nos recibieron los alumnos de 2° y 3° básico hablando en inglés fluido, perfecto. Nos hicieron un tour por el lugar y mientras paseábamos por cada sala de clase, pudimos ver cómo ponían en práctica todo lo que habían aprendido”, cuenta Max Ortúzar.
Como ejemplo, el filósofo agrega que por esos años las cifras de suicidios en el distrito iban en alza, y que como reacción a ello los niños habían hecho, de motu proprio, un programa de autoestima que vendían ellos mismos afuera del establecimiento. También, cuenta, para paliar los altos índices de basura acumulada en el sector, los menores prepararon trípticos para incentivar el reciclaje en el vecindario. “Por primera vez veíamos un colegio fuera de serie, todos los niños aprendían, todas las clases eran 100% interactivas y dinámicas. Ésa fue nuestra primera aproximación a un colegio de excelencia”, indica Ortúzar.
Por esos días su “colega”, Juan Paulo Sánchez, viajaba a Estados Unidos para conocer in situ el modelo KIPP (Knowledge is Power Program o Programa donde el Conocimiento es Poder), las escuelas charter o particular subvencionadas más exitosas de ese país. Se trata de una red educacional que hace 20 años fundaron dos ex profesores de Teach for America, símil de Enseña Chile. “Su éxito se explica porque los directores eran ellos mismos y lograron armar un equipo de profesores al cual acompañaban en la sala de clases”, cuenta Rivadeneira. Hoy están presentes en 180 colegios en las zonas más pobres y donde a ningún alumno se le cobra por asistir a clases. Tampoco se les toma una prueba de admisión. La metodología tiene tres ejes: instrucción de excelencia; 49% del foco en formación académica y 51% en el carácter; y, desarrollo profesional de los profesores.
Ya todos de vuelta en Chile concluyeron: “Se puede hacer un colegio de primer nivel sin importar el contexto. Hagámoslo”.
Cada sala tendrá un profesor, un asistente, un psicopedagogo y un apoderado para apoyar actividades específicas. Fijaron como sello de Cree una serie de conductas: no llamar la atención, no castigar negativamente, incentivar autonomía y autocontrol, el humor, optimismo y la gratitud.

El método

Los cuatro jóvenes tenían una cosa clara: si querían dar un paso grande, había que perfeccionarse. En 2012, y cuando ya estaban decididos a emprender con su iniciativa, viajaron a Estados Unidos a conocer de primera mano el método educativo que replicarían en Chile.
Los primeros en partir fueron Maximiliano Ortúzar y Juan Paulo Sánchez. El primero tomó un curso de subdirector y estuvo cuatro meses aprendiendo en colegios de Chicago, Houston, San Francisco y Nueva York, mientras que el segundo, se perfeccionó como director de establecimiento educacional, y durante ocho meses recorrió esas mismas ciudades, además de Los Ángeles y Boston. Dos años después fue el turno de Rivadeneira, quien se quedó cuatro meses en Nueva York.
A la vuelta firmaron una alianza que les permitirá mantener contacto con los cerebros de KIPP. Entre otras cosas, esto implica contar con el apoyo de Lizzette Suxo, docente y formadora de directores estadounidense que hace un mes se instaló aquí y que está participando activamente en la creación del Colegio Cree. Además, podrán mandar a sus profesionales a perfeccionarse allá.
El equipo ejecutivo compuesto por Sánchez, Ortúzar y Rivadeneira, fue complementado con la publicista y profesora de arte Bernardita Amenábar y Victoria Carrasco, trabajadora social y Master in Social Work por la Universidad de Boston. Con este equipo, pretenden implementar el proyecto educativo que contempla un fuerte involucramiento de la comunidad, con talleres de apoyo para padres y un estricto régimen de visitas a las casas de los niños. Además, una jornada escolar completa –de 8:00 am a 4:30 pm– desde prekínder. Por lo mismo, se preocuparon de que las clases sean alegres, coloridas, con salida directa a jardines para poder intervenir y con un espacio significativamente más grande que las normales. Su idea es dividir en grupos a los alumnos y hacer rotación por estaciones que inculquen distintos aprendizajes.
Cada sala tendrá un profesor y un asistente, además del apoyo esporádico de un psicopedagogo y un apoderado para actividades específicas. Fijaron como sello de Cree una serie de valores como la autonomía y autocontrol, el humor, optimismo y la gratitud, entre otros.
Además, explica Rivadeneira, el colegio será sustentable económicamente: “Cuando tengamos entre 700 y 800 alumnos, se financiará sólo con la subvención del Estado. Por ahora levantamos donaciones para pagar la infraestructura y el déficit operacional hasta llegar al punto de equilibrio, que debiera alcanzarse en 5 años más”.
La semana del 28 de septiembre se realizará la tómbola para matricular a sus primeros 250 alumnos y en enero pondrán en marcha un intensivo instituto de verano, que durará un mes y en el que pretenden instruir a los profesores y planificar el primer año escolar. Por ahora, habrá tres niveles de prekínder y tres de kínder de 27 niños cada uno; dos primeros básicos con 38 estudiantes por sala y un segundo básico, con 36 alumnos. La idea es crecer con un curso por año y que el colegio completo esté listo en 5 años más, cuando tenga capacidad para 1.100 niños distribuidos en 36 salas. Sánchez será el director del establecimiento, Ortúzar el subdirector académico y Rivadeneira el subdirector administrativo.
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En este proceso de preparación, el directorio también ha tenido un rol activo. “Estamos súper camiseteados. La idea es aportar financieramente, pero también cooperar desde el directorio a los fundadores. En esta etapa estamos apoyando en el desarrollo del currículum y en el reclutamiento de profesores”, indica Purcell. Valenzuela remata: “El nivel de eficiencia de las escuelas de primer nivel que ellos conocieron en profundidad será traspasado a niños que claramente no tienen esa posibilidad a su alcance”.
Tim Purcell y Raimundo Valenzuela lograron convocatoria para financiar este proyecto. Hoy los acompañan Francisco Silva, Teresa Edenholm; Manuel Casanueva, Víctor Pucci, Mercedes Hurtado, Jorge Claro y Fernando Franke.

El tambaleo

El plan de los financistas y fundadores era tener el colegio andando en marzo de 2015. Pero a principios de 2014, en plena discusión de la reforma educacional, el directorio decidió poner pausa al proyecto.
Desde su oficina en Linzor Capital, Tim Purcell (TP) explica: “La incertidumbre que generaron las primeras ideas de la reforma nos obligaron a posponer la decisión de llevar adelante el colegio. En las primeras versiones del proyecto no quedaba claro si iba a haber autorización para nuevos colegios particulares subvencionados. Entonces decidimos posponerlo temporalmente, porque no queríamos invertir sumas importantes en un colegio que podía llegar a transformarse en un elefante blanco que no tuviera permiso para operar.
Raimundo Valenzuela (RV) complementa: “La mayoría de los que estamos en el directorio, que somos financistas, son gente que nunca había tenido acercamiento con la educación. Se estaban involucrando recursos importantes y no estaba claro si la nueva reforma educacional iba a permitir colegios nuevos. Cuando eso se dilucidó, decidimos seguir adelante”.
-¿Cuál es su visión de la reforma educacional? ¿Están de acuerdo que se eliminen el lucro, el copago y la selección?
-TP: Comparto que hay mucho que mejorar en educación, pero no estoy de acuerdo con la reforma educacional como está planteada. Pero a nosotros nos beneficia porque para colegios de excelencia que no van a seleccionar, que son gratis y sin fines de lucro, hay una mayor subvención. El problema es que hay muy pocos colegios que son como el nuestro, que son de excelencia y financiados por un grupo de personas particulares. Si todos los niños de este país pudieran estudiar en colegios como Cree, sería gran cosa, pero eso no es así. Pienso que la reforma como se planteó, con estos ejes iniciales que son el no lucro, la no selección y el no financiamiento compartido, no está lidiando con el problema de fondo que es la calidad de la educación. Es una lástima que el Gobierno esté dedicando recursos que no van a la esencia del problema.
-RV: No tengo el conocimiento para entrar a opinar en la reforma educacional. Pero dada mi experiencia, pienso que se debió haber partido por la calidad y no por la parte monetaria. Creo que este Gobierno se confundió en los objetivos. Todos tenemos claro que la educación en Chile es mala y todos queremos que mejore. Pero aquí ha habido confusión, se ha politizado la discusión, se ha enredado y no se ha llevado de la mejor manera para lograr lo que yo creo que sería el óptimo: la calidad.
-La reforma no los perjudica, pero son críticos frente a ella…
-TP: Sí, son dos cosas distintas. Para Cree no es malo, pero hay muchos otros sostenedores con colegios de buena calidad que pueden tener otras visiones a las nuestras, pero que también son legítimas. Lamentablemente, muchos de ellos, que son muy buenos, podrían decidir salir del sistema porque no están de acuerdo en cómo se está llevando a cabo esta reforma.
-¿Por qué la educación en Chile no ha logrado dar el salto? ¿En qué hemos fallado?
-RV: Yo creo que el problema no pasa por un asunto de recursos ni de infraestructura, sino que por un tema de enfoque educacional, de programas y profesores. Pienso que en Chile nunca nadie ha querido cambiar las cosas de raíz. No puede ser que sigamos con los mismos programas de hace 30 años. Todas las reformas han ido orientadas a las platas y yo creo que la educación en Chile no pasa por ahí.
-Además de Cree, ¿cuál es su vínculo con la educación?
-TP: Mi señora y yo somos parte del grupo de privilegiados que ha tenido acceso a educación de calidad, hemos ido a los mejores colegios, las mejores universidades del mundo, estudié en The Grange y después en Estados Unidos. Hemos tenido una ventaja y me encantaría que otras personas pudieran tener esa oportunidad, y de ahí nace nuestro interés por ayudar y por estar involucrados en proyectos tan importantes como éste.
-RV: Al igual que Tim, tuve la suerte de tener una educación de excelencia y de alguna manera, quiero devolver la mano a la sociedad.
-Y usted, Tim, a través de Linzor Capital, también está en la educación universitaria.
-TP: Sí, estamos en la Universidad Santo Tomás. Pero son dos temas separados.
-¿Críticos a la gratuidad en la educación superior?
-TP: Yo creo que en un país como Chile, donde hay recursos limitados, es bueno que los que pueden pagar por su educación, que paguen. Por eso la gratuidad universal no me hace mucho sentido. Ahora, ¿cómo implementamos la gratuidad? Tiene que ser en los segmentos más vulnerables y a mí por lo menos, no me queda claro si la reforma en cómo se está planeando va a darle acceso a los más necesitados.
-¿Cómo evalúa al ex ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, y a su sucesora, Adriana Delpiano?
-TP: Creo que es un tremendo desafío y es muy difícil el trabajo que tuvo que desempeñar el ministro. Y aún es muy temprano para evaluar a la actual ministra. •••

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