Señor Director:
Por enésima vez leí una columna en que el autor se preguntaba el por qué la reforma educacional partió donde partió, y no se inició mejorando la educación pública, y creo tener la respuesta.
Primero. La educación pública necesita dinero, y los alumnos lo son. Al impedir el principal motor privado –lucro-, se obligará a los estudiantes a volver al sector público -del cual salieron corriendo como locos- traspasando ingentes recursos del sector particular a éste, en virtud del consecuente cierre de escuelas privadas.
Primero. La educación pública necesita dinero, y los alumnos lo son. Al impedir el principal motor privado –lucro-, se obligará a los estudiantes a volver al sector público -del cual salieron corriendo como locos- traspasando ingentes recursos del sector particular a éste, en virtud del consecuente cierre de escuelas privadas.
Segundo. En una ilustrativa intervención en el congreso la diputada Maya Fernández, dejó en claro que ellos no ven la reforma solamente como algo académico –calidad-, sino que también tiene carácter valórico. Desde su punto de vista el Estado no solamente está para enseñar materias como matemáticas y física, sino que DD.HH., igualdad, solidaridad, inclusión, etc. Esas asignaturas, que mayormente se enseñan en casa y bajo los valores familiares, ahora quieren que el Estado las imparta también.
Esto que implica algún grado ingeniería social y adoctrinamiento, para la izquierda es muy importante para revertir años de nefasta influencia neoliberal en la opinión pública. La última encuesta CEP demuestra que el chileno sigue pensando que la responsabilidad de su futuro recae en sus manos y que el Estado sigue siendo secundario, marcando una clara disociación con el ideario socialista, lo cual podría superarse con una adecuada formación. Simplemente no les gusta que los chilenos hayan sucumbido ante el consumo. De hecho el diputado Andrade quiere terminar con varios feriados porque le incomoda que los trabajadores vayan al mall a endeudarse.
Es por eso que también quieren establecer una educación pública de estructura centralizada, la cual es mucho más fácil de controlar y supervigilar. Intervenir currículos educacionales de centenares de municipios e instituciones privadas podría resultarles demasiado complejo.
Cristián Gabler
Abogado
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