2014/08/23

Código de familia

Hay pocas familias que tienen un sello tan marcado: los cuatro hijos hombres del clan Eyzaguirre Baeza –son seis hermanos en total– siguieron los pasos de su padre, el abogado José María Eyzaguirre García de la Huerta. Y no sólo eso. Además, trabajan juntos en Claro & Cia., estudio en el cual incluso les ha tocado estar en trincheras opuestas: por estos días, José María Eyzaguirre Baeza asesora a Corpbanca, mientras que Cristóbal es el abogado de Itaú para lograr la fusión de ambos bancos. Aquí cuentan cuáles son sus principales diferencias y cómo es “cargar” con el apellido Eyzaguirre en el mundo legal.
Por Antonieta de la Fuente y María José López
Fotos: Verónica Ortíz
Eyzaguirres
En el clan Eyzaguirre hay tres leyes no escritas que se cumplen con el mismo rigor: todos los hombres de la familia son abogados; todos son deportistas y todos, sagradamente, se reúnen a almorzar los sábados en la casa del patriarca, José María Eyzaguirre García de la Huerta, en San Damián. Es ahí, dicen, donde rindieron su primera “prueba” oral y encabezaron su primer alegato. “Somos buenos para discutir y como siempre en la casa se han tratado temas de contingencia, las conversaciones suelen ser acaloradas. Todos queremos defender nuestro punto de vista, desde niños que es así, porque nuestro padre nos inculcó esa faceta”, explica José María Eyzaguirre Baeza.
El ejercicio dio buenos resultados. Más de un integrante de la familia ha sido premiado como “el abogado del año” y, a pesar de que rehúyen de la prensa, se han hecho conocidos por dirigir grandes y complejas transacciones: la fusión de LAN con TAM, la del Banco de Chile con Citibank, Walmart con D&S, la aún no aprobada de Corpbanca e Itaú y la representación de Anglo American en su disputa con Codelco, hace dos años. Este último, tal vez, uno de los casos más polémicos que les ha tocado enfrentar, confiesan.
Hoy, el padre y sus cuatro hijos trabajan codo a codo junto a sus demás socios en el estudio Claro & Cia., pero desde vitrinas diferentes. Mientras José María padre se especializa en arbitrajes y grandes litigios, a su hijo homónimo, se le reconoce en temas corporativos y financieros; Sebastián trabaja en adquisiciones y organización de empresas y es desde hace varios años el socio administrador del estudio. Cristóbal, por su parte, tiene experiencia en bancos y se especializa en litigios de legislación económica y libre competencia, y Nicolás, el menor, lidera el área medioambiental, minera y de recursos naturales de Claro & Cia.
Por estos días, la agenda de los Eyzaguirre está copada. Desde enero Itaú y Corpbanca están en plena negociación y los abogados, por lado y lado, son socios de Claro & Cia., algo poco común en esta industria: Cristóbal es el asesor del banco brasilero, mientras que José María (hijo) lo es del brazo financiero de Álvaro Saieh. “Una cosa así siempre requiere del consentimiento de ambos clientes, lo que nos enorgullece porque, habiendo alternativa en el mercado, demuestra mucha confianza en nosotros”, dice José María Eyzaguirre Baeza.
“En la casa de mi papá y en la de mi abuelo se respiraban y se vivían las leyes mañana, tarde y noche. Por eso, nadie se planteó ser otra cosa. Era obvio… No se me habría ocurrido estudiar una cosa distinta”, dice José María Eyzaguirre Baeza.
La tarea no ha sido fácil: hay accionistas minoritarios de Corpbanca que ponen en duda los beneficios de la fusión. Con todo, si el acuerdo se concreta, Itaú-Corpbanca entrará en los “top five” de Chile; será uno de los bancos más grandes de América Latina, con  45 mil millones de dólares en activos, y los hermanos Eyzaguirre, junto a sus socios de Claro & Cia., habrán tenido un rol clave en la fusión.
Mientras esas negociaciones avanzan, el patriarca, y sus hijos, hicieron una pausa en su apretada rutina para hablar por primera vez en extenso de la profesión que hoy todos comparten. Ésta es su historia.
-¿Por qué todos decidieron estudiar Leyes? ¿Para seguir la tradición familiar o netamente vocación?
-José María Eyzaguirre Baeza (JMEB): No es casualidad. En la casa de mi papá y en la de mi abuelo se respiraban y se vivían las leyes mañana, tarde y noche. Por eso, nadie se planteó ser otra cosa. Era obvio. A pesar de que, en mi caso, era mejor para las matemáticas que para leer. Pero no se me habría ocurrido estudiar una cosa distinta.
-Cristóbal Eyzaguirre Baeza (CEB): No recuerdo haber considerado otra carrera diferente a Derecho. Como en la casa se hablaba tanto de temas relacionados a la profesión y el papá vibraba intensamente con cada uno de sus casos, sólo quedaban dos alternativas posibles: o me aburría o me apasionaba con esta carrera. Y ya antes de entrar a estudiarla, la verdad es que me apasionaba. Gocé intensamente la universidad y hoy me encanta ejercer la profesión.
-Sebastián Eyzaguirre Baeza (SEB): Yo tal vez era el más distinto, porque tenía una pila de alternativas e inquietudes de otros intereses. Por un tiempo pensé en Agronomía, Arquitectura, así como en la Administración de Empresas. Siempre me gustó la ingeniería de la empresa y eso me llevó a ser hoy el socio administrador del Estudio.
-Nicolás Eyzaguirre Baeza (NEB): Para mí tampoco fue obvio y tuve grandes dudas. Me encantaban las matemáticas, me gustaba el campo… Pero tarde o temprano, el derecho iba a aparecer. Me acuerdo que cuando estaba en segundo medio, mientras almorzábamos en la casa de la abuela Sara, la madre de mi papá, me preguntaron qué iba a hacer en el futuro. Dije entonces que me gustaba el campo… De inmediato el papá replicó que en la familia los agrónomos “sufrían de hambre”… Entonces, dije que quería ser ingeniero comercial. Pero el papá respondió: “Todos terminan siendo ejecutivos de cuentas bancarias”… Entonces, como ves, ¡no quedaban muchas opciones! Había que ser abogado...
-No, piensa, ¡no es para tanto!, digámoslo- reprocha el patriarca José María Eyzaguirre García de la Huerta (JMEGH), sentado a la cabecera de la mesa en la que se da esta conversación. Se nota que la figura del padre es fuerte. Cuando él habla, los hijos inmediatamente guardan silencio y hasta él mismo, medio en broma y medio en serio, reconoce que puede ser dominante, pero que está muy orgulloso de que sus hijos hayan seguido sus pasos. Y ahora también sus nietos. Tres de las exponentes de la nueva generación Eyzaguirre estudian Derecho y José María Eyzaguirre Fernández, el mayor, acaba de integrarse a Claro & Cia., luego de estudiar una maestría en Derecho en Harvard.
JMEB: Con él, la relación paterna fue distinta. “Yo nunca le hablé ni sugerí a Pepo, mi hijo mayor, que estudiara Derecho. Él lo decidió y salió premiado como el mejor alumno del curso… Es decir, hay algo en el ADN, claramente”, dice José María Eyzaguirre Baeza.
Prueba de ello es que en el caso del patriarca, nunca se cuestionó su vocación. “A mí nunca se me ocurrió ser otra cosa. Mi papá tuvo la carrera judicial completa: fue ministro de la Corte de Apelaciones, presidente de la Corte Suprema, y en la mesa, durante los almuerzos y comidas, se conversaba sólo de derecho. Entonces, todo lo que uno ha oído en la vida se refiere mucho a las leyes y eso tiene un peso. Y de verdad, no es que yo haya obligado a mis hijos. Ellos lo pueden decir. José María, por su parte, como gesto de rebeldía, decidió entrar a la Universidad de Chile, mientras yo siempre fui un hombre de la Universidad Católica. Eso demuestra que ellos elegían qué hacer y dónde.
-JMEB: Tal vez quise ser un poco rebelde, pero también mi intención fue remar con medios propios. Uno carga con el nombre, con la tradición… Entonces, quería tener alguna independencia. Tengo un nombre con una historia, con un papá que era súper conocido, que era profesor de la UC, un abuelo que en ese momento era miembro activo del Poder Judicial… Mi intención fue demostrar que era capaz de hacer la pega más allá de cómo me llamaba. Para mí, lo mejor era destacarme en un lugar donde nadie pueda decirme: “Ahhh, es hijo de o nieto de…”

-¿Qué significó para ustedes tener un padre como José María Eyzaguirre?
-JMEB: ¡Terrible! Tenía dos días menos que el resto para estudiar, porque primero tenía que rendir la prueba en la casa y después en la universidad.
-JMEGH: ¡No seas exagerado! Pero, si mi hijo me decía que tenía examen de civil, claro que lo interrogaba de arriba a abajo, si era profesor del ramo en la Universidad Católica. Esto lo hacía con los cuatro. Eso sí, jamás fui a verlos durante los exámenes de grado ni orales, porque todas las comisiones me conocían, entonces, era como ejercer influencia.
-JMEB: Pero, efectivamente, era un tema. No es que mi papá sea la perfección encarnada ni la responsabilidad en sí misma… Pero cuando tienes a tu papá y a tu abuelo dándote el ejemplo, uno también tiene que hacer lo que esté a su alcance para darles orgullo.
-José María, ¿le pesa llamarse igual a su padre, abuelo, bisabuelo y tatarabuelo?
-JMEB: Estas cosas tienen un lado positivo y un lado negativo. Lo positivo es que parte de la pega ya viene hecha hace un buen rato y creo que el ADN sí se transmite y uno tiene que responder a esa confianza que viene de generación en generación. La otra cara, claro, es la de la responsabilidad enorme de responder al nombre y a la tradición. Estar a la altura… Y eso obliga a dar lo mejor de uno con el orgullo de llevar el nombre y aportar a esa historia familiar. Es quizás por eso que no dudé nunca en ponerle el mismo nombre a mi hijo José María.
-¿Era obvio que todos terminarían trabajando en Claro & Cia.? Hay otras familias de abogados donde los hermanos forman distintos estudios y no trabajan juntos. Está el caso de los Hermosilla, Carey, Jana, por ejemplo.
-JMEB: Teníamos una buena posibilidad para hacer carrera aquí. Y Claro & Cia., por su parte, tenía una aspiración legítima de que quienes eran buenos alumnos trabajaran con ellos. Todos los Eyzaguirre Baeza partimos trabajando en juicios en el Estudio. Todos tenemos ese común denominador.
-JMEGH: Claro & Cia. es una oportunidad para cualquier persona. Tiene un prestigio nacional e internacional. Les permite a muchachos jóvenes, como eran mis hijos cuando entraron, realizar cosas que no tienen posibilidad de hacer en otro estudio. Nos llegan casos de otro nivel, por el hecho de ser quienes somos. No es que me esté echando demasiadas flores, pero a Claro & Cia. le llegan cosas más bien grandes, de determinada calidad. Sería muy raro que venga un señor a cobrar un cheque acá. Salvo que sea un cheque muy especial (se ríe). Eso te permite hacer una buena carrera.
-¿Cómo partió su carrera? ¿También tuvo el apoyo de su padre?
-JMEGH: Yo trabajé de procurador. Iba a la universidad en la mañana, y trabajaba en los tribunales en las tardes. Para poder “batírmelas” y poder casarme, trabajé con dos abogados, Jorge Astaburuaga y Sergio Miranda. Pelamos el ajo, andábamos en micro…, y de las que contaminaban. Es algo bueno, me lo celebro. Hasta que con Patricio Prieto formamos nuestro propio Estudio, Eyzaguirre & Prieto. Después, Ricardo Claro, de quien yo era muy amigo, me dijo que Claro & Cia. se estaba quedando sin la línea media. Los viejos Claro, que eran una eminencia, estaban más viejos, y sus hijos no trabajaban en esto. Así entré de socio.

Roles

-¿Cómo distribuyen los roles hoy?
-JMEGH: Tomé el camino de ser abogado litigante, ir a los tribunales, algo que la gente evita. En general, los abogados más jóvenes le hacen el quite porque es un poco más tenso.
-JMEB: Pasan dos cosas. Una, es que en general, la gente no quiere dar exámenes orales permanentes. Y por otro lado, como es imposible predecir qué pasará en los tribunales, es muy frustrante pasar por ahí. El mundo de las leyes tiene una estructura lógica de pensamiento, que a uno le lleva a concluir con sentido común, qué debiera pasar. Pero eso no siempre es así. Y ante esa imposibilidad de predecir en los tribunales, uno le hace un poco el quite.
-JMEGH: Yo opté por seguir la línea litigante. Me gusta y me entretengo. Hay gente que le gusta tirarse por los puentes 3 mil metros para abajo… Bueno, yo no me tiro, pero me gusta la adrenalina que genera el pleito. Han pasado más de 50 años y todavía, mientras me paseo por los pasillos de la Corte Suprema y escucho el sonido de las palmas (que quiere decir que es el turno de entrar al alegato), se me aprieta el estómago. Ésa es una de las cosas que a la gente no le gusta. Pero como soy dominante, tenía la tesis –ya no la tengo– de que para ser un buen abogado, tienes que pasar por un litigio… Entonces, todos mis hijos pasaron por esa experiencia. Todos fueron procuradores y hemos litigado juntos. A José María todavía le gusta, siempre que tiene la oportunidad litiga, a Sebastián y a Nicolás también les gusta, pero el más litigante es Cristóbal…
-SEB: Cada uno quiso hacerse de su espacio y correr con colores propios, independiente de que estuviéramos en la misma oficina. Por lo mismo, cada uno buscó un área donde desenvolverse de manera individual. Y es así como aunque seamos varios los Eyzaguirre, en general, cada uno trabaja de manera independiente con su grupo de abogados, con su área.
-NEB: Si bien en mis inicios trabajé en juicios, y luego de estudiar y trabajar en EE.UU. volví al área de fusiones y adquisiciones de Claro, al cabo de algunos años me di cuenta de que los recursos naturales me acercaban al mundo real, donde lo que haces se ve y se toca, y eso tiene mucha importancia para mí. Coincide, además, con un período en el cual los recursos naturales tomaban mucha importancia en Chile, y dentro de Claro era necesario desarrollar el área.
“Vemos lo que el cliente quiere. Si lo que necesita es un choque, vamos al choque. Pero si está dispuesto a llegar a un arreglo, negociamos. Pero lo hacemos desde la fuerza, tal como lo está haciendo la Presidenta Bachelet”, explica Eyzaguirre García de la Huerta.

Sello Eyzaguirre

-¿Cómo definen el sello Eyzaguirre?
-JMEGH: Falta una persona en esta entrevista. Aunque, probablemente, no le hubieran sacado palabra (ríe). Porque mi mujer es mi antítesis. Mientras yo me lo hablo todo, ella es tímida, cauta, no le gusta mucho la vida social, como a Sebastián. Pero ejerce una influencia decisiva en la familia entera. Ella sabe perfectamente cuáles son los problemas de cada uno. Es muy, muy dedicada y eso ha sido determinante en la educación de nuestros hijos y nietos.
-JMEB: Es muy sencilla, muy llana y ése es un sello que llevan sus hijos. Lo curioso es que cuando ella dejó la carrera de Derecho, a los tres meses de haber ingresado, dijo que era algo ajeno a ella. Pero terminó casada con un abogado y con cuatro hijos abogados.
-SEB: No le hacemos el quite a nada, no le tenemos miedo a nada. Hemos lidiado con empresas muy grandes, nos ha tocado enfrentar al Gobierno; a mi papá, José María y a Cristóbal les tocó lidiar con Codelco cuando fuimos los abogados de Anglo y hay algunos que por razones de conveniencia prefieren evitar ese tipo de casos. Nosotros no. Nosotros los tomamos, vamos adelante, somos bastante frontales y nos han reconocido un esfuerzo por hacer bien las cosas. Y si eso implica pasar días y noches trabajando, lo hacemos.

-¿Se autodefinen como abogados conciliadores que intentan los acuerdos para evitar juicios, o que van al choque?
-JMEGH: Vemos lo que el cliente quiere. Si lo que necesita es un choque, vamos al choque. Pero si está dispuesto a llegar a un arreglo, negociamos. Pero lo hacemos desde la fuerza, tal como lo está haciendo la Presidenta Bachelet (ríe).
-JMEB: Tratamos de ser buenos abogados y representar los intereses de un cliente. Estamos dispuestos a exponernos personalmente si consideramos que es una defensa justa. Muchas veces tendemos la mano a causas que son justas, pero de personas que no están en condiciones de hacer frente a sus costos. Sean las que sean, vengan de donde vengan.
-JMEGH: Y también cuando más que recursos, les falta un buen consejo. Me ha tocado intervenir en problemas familiares que probablemente no son de gente que muera de hambre, pero sí que necesita ayuda.
-SEB: Trabajamos mucho ad honorem, incluso para instituciones como la Iglesia.

-¿Qué fracasos son los que más les han dolido?
-JMEGH: La gente que dice que ha ganado todos sus pleitos es porque, probablemente, no ha tenido juicios importantes.
-Mencionen algunos fracasos…
-JMEGH: No se me viene ninguno a la cabeza.
-¿Han rechazado representar a algún cliente?
-JMEB: Sí …, por afinidad, por temas valóricos.
-¿Qué casos les ha tocado trabajar juntos?
-JMEGH: Muchos. Incluso de veredas opuestas. Si las dos partes están de acuerdo, podríamos actuar. Se hace una muralla china y se separan equipos, y hemos sacado adelante casos como ésos. Por ejemplo, José María y su equipo trabajan hoy para Corpbanca, al mismo tiempo que Cristóbal y el suyo lo hacen para Itaú, con el acuerdo previo, por supuesto, de ambos clientes. Eso es algo que pasa muy poco o nunca, de hecho creo que no hay otro caso parecido de esta magnitud ni en Claro ni que conozcamos en la competencia.
-CEB: Incluso a mí, cuando trabajé en Citigroup, me tocó en algunas ocasiones tener como contraparte a Claro & Cia. Fueron algunos de los casos más entretenidos que he tenido. Entonces, encabezamos posiciones contrapuestas en operaciones de inversión o de financiamiento.
-¿Cómo lidian cuando hay discusiones?
-JMEGH: Nunca he tenido problemas en trabajar con hijos y discutir con ellos. Y cuando no estamos de acuerdo, nos decimos las cosas con franqueza. A veces cuesta, pero se da con frecuencia.
-JMEB: Eso sí, evitamos que esto llegue a la casa. En general, salimos de Claro y tratamos de cortar el tema. No llevamos a la familia los problemas de la oficina.
-SEB: Hay mucho trabajo en equipo, pero también cada uno es súper respetuoso del espacio privado y familiar. Esperamos el día viernes, ahí cortamos y el lunes seguimos.
“En educación hay visiones opuestas en la familia, pero en temas de aborto, matrimonio homosexual, somos todos de una línea”, aclara Nicolás Eyzaguirre Baeza.

Arriba del guindo

-Los Eyzaguirre son conocidos en el mundo de los abogados, han tenido importantes casos en sus manos y una carrera exitosa. ¿Cómo controlan los egos? Cuando se trabaja en familia, puede ser más difícil.
-JMEB: Hay que nivelar el anhelo de perfección, de excelencia, con la sencillez. Es un esfuerzo que no es menor. Podemos tener un rol de defensa sagaz y dura, pero somos gente muy cercana, nos preocupa mucho el entorno en que nos movemos, tratar de conjugar el rigor con el que defendemos los intereses del cliente, manteniendo el respeto con nuestros colegas abogados.
-JMEGH: En esta carrera es fácil que uno se suba arriba del guindo. Y, en eso, el rol de la señora (su mujer, Carmen Baeza), de poner los pies en la tierra, es clave. Es fácil decir, “pucha que soy buen abogado, soy fantástico”. Y ahí la señora me pone en terreno rápidamente. Y eso a uno le hace bien.
-Hay mucho ego en el ambiente…
-JMEGH: Ufff, mucho. Es peligroso.
-JMEB: Es fácil engolosinarse, es muy humano, quizás. Y uno lidia con esto todos los días. El entusiasmo con que uno defiende algo, puede llevarte a hacer oídos sordos y si, más encima, con algo tal vez de suerte, vences en el conflicto, corres el peligro de que, por un rato, al menos, te consuma el orgullo y se convierta en vanidad, olvidando que si la gloria es de alguien, es del cliente, y que si viene por el lado legal, es entonces de todo un equipo.
-JMEGH: Pero entre nosotros nos bajamos del guindo.
-¿Compiten entre ustedes? Algunos tienen más casos, otros más conocidos…
-JMEB: Todos entienden que la prioridad no está en uno, ni en mirarse el ombligo. Eso hace que compitamos poco entre nosotros. Entendemos también que estamos aquí liderando hoy un carro que lleva un rumbo determinado y que nosotros somos instrumentos para llevarlo en esa dirección y a destino. Somos transitorios, pasajeros, y en la medida que uno reconoce así la vida, entiende su rol como el de un eslabón más de una cadena larga de tradición e historia. Claro & Cia. partió hace ya 134 años…, y sigue con vida y va a seguir así.
-¿Nunca le han pensado cambiar el nombre a Eyzaguirre y Cía.?
-JMEGH: Me lo preguntan todas las semanas. Pero Claro tiene su nombre y prestigio, así es que la respuesta es “no”.
-JMEB: Es una talla recurrente, pero una talla al fin y al cabo. Por número tenemos presencia importante, pero por estructura, sabemos que así como hoy están los Eyzaguirre, mañana puede ser otro. Nunca hemos considerado que el Estudio es nuestro, ni podríamos desconocer el rol fundamental de todos quienes forman parte de él.
-¿Les han ofrecido cargos públicos?
-JMEB: En este Gobierno no, pero en el pasado sí desechamos ofertas.
-SEB: Antes de pelear con Codelco (ríe).
-Fuera de broma, la defensa de Anglo, ¿ha sido de los casos más duros? Fueron muy criticados…
-JMEB: Tener como contraparte al Presidente, al Gobierno y a un país entero fue complicado. Nos persiguieron personalmente, nos citaron de todos los organismos públicos, porque cuando quieren complicarte la vida, lo hacen… Pero hicimos la pega que teníamos que hacer, no se nos corrió la mano un centímetro, a pesar de las presiones. Hemos tenido varios juicios en la vida, pero éste ha sido de los casos más complejos, no hay duda de eso. Casi no hubo abogado del Estudio que no aportara en el asunto.
-CEB: Es el caso más complejo que me ha tocado. La presión del Ejecutivo, sumado a una opinión pública muy contraria a nuestra posición en los inicios, nos forzó a intentar ser más creativos y agresivos en la estrategia. Incluso en este juicio nos tocó alegar en conjunto con el papá en contra del recurso de protección de Codelco en la Corte de Apelaciones.
-¿Ganaron muchos enemigos después de ese caso? ¿Cómo separan aguas con otros pares con los que muchas veces se enfrentan en duros términos durante juicios?
-CEB: Cuando uno litiga, debe saber distinguir muy bien entre la discusión que genera el caso, en donde puede haber pasión, y la situación ajena al mismo, la que no puede verse afectada por la primera. A pesar de que existen distinguidos colegas a los que les es más difícil hacer esta distinción, uno debe esforzarse por hacerla siempre.

Entre el cura Berríos y Juan Pablo II

-¿Discuten de estos asuntos más valóricos durante los almuerzos familiares de los sábados? O, en general, ¿todos piensan igual?
-JMEGH: Se discute, y se opina con mucha fuerza, intervienen desde luego mis dos hijas, que si bien no son abogadas, defienden sus conceptos de igual a igual, también las nueras, claro y, por supuesto, los yernos, que son ingenieros, los nietos... Se tocan temas de contingencia siempre, de modo que son almuerzos muy conversados y a veces acalorados.
-JMEB: Hay distintas corrientes políticas en la misma familia. Somos buenos para alegar, para pelear y hay discusiones que son bravas, y algunas con colas que duran más largo.
-SEB: En el tema moral somos todos muy parecidos, de una línea. Más similares y orientados al área conservadora.
-NEB: Por ejemplo, en educación hay visiones opuestas en la familia, pero en temas de aborto, matrimonio homosexual, somos todos de una línea.
-JMEB: No tenemos estigma ni etiqueta. Y tenemos opinión siempre. Pero nos movemos dentro de una cancha que tiene límites. Estamos inspirados en una perspectiva cristiana, tal vez algunos son muy hinchas del padre Felipe Berríos, pero todos, sin duda, admiran el legado del Papa Juan Pablo II. Las nuevas generaciones somos más abiertas en temas de diversidad de género, de divorcio…
-JMEGH: Estas instancias de discusión son buenas, porque ahí los más jóvenes aprenden a discutir, a ser buenos abogados, a defender sus intereses con argumentos.
-JMEB: En política somos más dispares, algunos de los sobrinos votaron por Bachelet, otros no votamos, tenemos amigos de izquierda, de derecha. En mi caso, mis mejores amigos están tanto en la Nueva Mayoría como en la Alianza. Quizás porque somos más de amigos que de política.
-JMEGH: Yo y Cristóbal militamos en RN.
Son casi las ocho de la tarde de un martes de julio. Ya no queda mucha gente en el estudio, se despiden, apagan las luces y el tema de la conversa muta: los términos cliente, litigios y acuerdo quedan a un lado, y los esquíes, bastones y el refugio en la nieve, cuando no las bicicletas, pasan a ser el centro de las preocupaciones de este clan. •••

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