Pablo Longueira
El título de mi primera columna, publicada por Diario Financiero el lunes 9 de junio, fue “El valor de los acuerdos: construir sin destruir”. En ella resaltaba la capacidad y el liderazgo de la clase política, cuando llega a grandes acuerdos. Solo así progresan los países.
El título de mi primera columna, publicada por Diario Financiero el lunes 9 de junio, fue “El valor de los acuerdos: construir sin destruir”. En ella resaltaba la capacidad y el liderazgo de la clase política, cuando llega a grandes acuerdos. Solo así progresan los países.
Creo que el acuerdo sobre la Reforma Tributaria se inscribirá en la historia como uno de los más importantes después de nuestro retorno a la democracia. No solo por su importancia para el desarrollo económico y la construcción de una sociedad más justa, sino que porque no había ningún clima, más bien todo lo contrario, para alcanzarlo. Era más fácil y más cómodo que cada uno siguiera en sus trincheras, mientras el proyecto original de RT impactaba negativamente las expectativas, las confianzas y las certezas jurídicas, y la economía del país se frenaba, afectando uno de los principales objetivos que dicen buscar precisamente los que impulsan la RT, que es recaudar más recursos para invertirlos en mejorar la calidad de la educación.
Todas las energías iban en la dirección contraria. En la Nueva Mayoría les sobraba tribuna a los que señalan que no necesitan los acuerdos con la Derecha: tenemos los votos, pasemos la aplanadora, decían. De igual forma en la Derecha a los que quieren oponerse a todo.
Estamos en una sociedad donde hoy se hace más difícil el liderazgo político. Se requiere más coraje para alcanzar acuerdos pensando en el bien del país. La creciente influencia de las redes sociales, y de éstas en los medios de comunicación masivos, confunden a algunos que creen que las minorías vociferantes son la mayoría. Los extremos se hacen más visibles y parecen ser la expresión de una sociedad civil que en realidad es mayoritariamente silenciosa.
Valoro el trabajo del ministro de Hacienda y de los cinco senadores de la Comisión de Hacienda para alcanzar este acuerdo. Con él, no solo prestigiaron la política, sino que en particular, el rol que cumple el Senado, que jamás hubiese aceptado una tramitación como la que se hizo en la Comisión de Hacienda de la Cámara. Algunos de los que cuestionan lo logrado en el Senado, debieran primero hacerse una autocrítica de la forma en que se discutió en su primer trámite. No fueron pocos los que sintieron un trato vejatorio con los 15 minutos que tuvieron para exponer sus puntos de vista en dicha instancia.
Qué duda cabe a estas alturas. La sociedad civil en sus múltiples expresiones valoró este acuerdo. Los parlamentarios de la Nueva Mayoría pueden decir legítimamente que conservaron lo comprometido en su programa de Gobierno y flexibilizaron sus posiciones en aquellas materias que no lo eran. Y los de oposición -que como todos sabemos están en contra de la RT y no tienen los votos para influir en el Congreso- concurrieron con el más genuino sentido de hacer una contribución a mejorar un proyecto que consideraban que dañaba las bases del camino que ha llevado a Chile a estar a las puertas del desarrollo, y lograron perfeccionar sustancialmente el Proyecto de Ley.
Creo además que la concurrencia de la UDI y RN al acuerdo los fortaleció como alternativa opositora. Pueden enfrentar la discusión de cómo se gastarán los cuantiosos recursos en la Reforma Educacional con una legitimidad muy distinta frente a la Sociedad Civil que la que hubiesen tenido oponiéndose, habiendo sido invitados a concurrir a un acuerdo por el ministro de Hacienda en el Senado.
Tanto o más valioso que todo lo anterior fue ese silencioso despertar de nuestra clase media, expresado en este caso por las pymes y emprendedores de menor tamaño, que en esta cadena de valor de nuestro aparato productivo, de un país exportador y abierto al mundo global, sintieron que esta Reforma Tributaria los afectaba directamente. Familias que lo que tienen es fruto de su esfuerzo personal y familiar. Por primera vez reacciona esa clase media emergente, que ha surgido fruto del modelo de libertad por el que ha transitado Chile. Estoy seguro que su máxima expresión la veremos al defender la libertad de educación en la Reforma Educacional que se está discutiendo.
Por todo lo anterior, es que comparto las expresiones del ministro de Hacienda, Alberto Arenas, que este es un acuerdo histórico.
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