2014/04/08

Retraso en reformas de aeropuertos para Mundial aumenta temores en Brasil

dilma futbol
Las claves
  • La situación de los aeropuertos es especialmente sensible, pues son las inversiones más duraderas en el marco del torneo. Otros proyectos de transporte fueron cancelados o retrasados, reforzando críticas de que el Mundial dejará muy poco o nada como herencia para los brasileños.
  • Y Brasil enfrenta además el desafío de recibir a los más de 600.000 visitantes llegarán para el Mundial a mediados de junio, uno de los más rápidos flujos de turistas jamás vistos en el país.
  • Si esos aeropuertos no están listos a tiempo y Brasil no es capaz de ofrecer los servicios de primer nivel que justificaron las privatizaciones, el tema podría transformarse en un problema político cuando Rousseff busque la reelección en octubre.
A menos de 10 semanas para el inicio del Mundial, el retraso en las reformas en los nuevos aeropuertos en la mayoría de las 12 sedes aumenta el temor a congestionamiento y confusión durante el torneo que atraerá a más de 600.000 turistas a Brasil.

Algunas ciudades comenzaron incluso a preparar alternativas como instalar terminales provisorias en carpas para recibir a los hinchas en Fortaleza y Cuiabá, que juntas albergarán 10 partidos, entre ellos algunos de cuartos de final.

“Otros aeropuertos aún no han dicho nada, pero probablemente tendrán que idear planes de contingencia”, dijo Carlos Ozores, el principal consultor de aviación de ICF International, que ha asesorado a aerolíneas brasileñas y operadores de aeropuertos.

La situación de los aeropuertos es especialmente sensible, pues son las inversiones más duraderas en el marco del torneo. Otros proyectos de transporte fueron cancelados o retrasados, reforzando críticas de que el Mundial dejará muy poco o nada como herencia para los brasileños.

Las soluciones de último minuto son además una receta para el caos en la compleja industria de la aviación, según analistas del sector. Las consecuencias de aperturas precipitadas de otras terminales desde Londres hasta Denver demoraron varios meses en ser subsanadas.

Y Brasil enfrenta además el desafío de recibir a los más de 600.000 visitantes llegarán para el Mundial a mediados de junio, uno de los más rápidos flujos de turistas jamás vistos en el país.

El caos sería especialmente vergonzoso para la presidenta Dilma Rousseff, que hizo una arriesgada apuesta política al privatizar un puñado de aeropuertos con la esperanza de que estuvieran listos para el Mundial. La movida rompió la tradición del izquierdista Partido de los Trabajadores de mantener activos como los aeropuertos en manos del Estado.

Si esos aeropuertos no están listos a tiempo y Brasil no es capaz de ofrecer los servicios de primer nivel que justificaron las privatizaciones, el tema podría transformarse en un problema político cuando Rousseff busque la reelección en octubre.

Las privatizaciones de los aeropuertos son seguidas de cerca, pues representan el primer paso en un plan de atraer más de 100.000 millones de dólares en inversiones privadas para proyectos de infraestructura pública.

Recientes visitas a los aeropuertos internacionales en Sao Paulo y Brasilia reforzaron las dudas de que las expansiones a cargo del sector privado vayan a estar totalmente operativas para el Mundial.

El ruido de martillos neumáticos resuena en los pasillos del aeropuerto de Brasilia, donde los pasajeros que suben por una escalera mecánica pueden ver un agujero de casi dos metros de diámetro en el piso, detrás de un área tapada con paneles.

Un nuevo terminal debería abrir en cuestión de semanas y el operador privado prometió otro para mayo, aunque las autoridades municipales han intentado moderar las expectativas.

Brasil necesita urgentemente nuevas terminales, pues desde el 2010 tres de cada cuatro aeropuertos trabaja más allá de su capacidad original debido a que el tráfico aéreo se ha más que duplicado en una década, segúnInfraero.

Sin embargo, la carrera por terminar la construcción a tiempo para el Mundial crea el potencial de problemas en un sistema con escaso margen de error.
La Fuerza Aérea Brasileña complicó todavía más las cosas al decretar zonas de exclusión aérea sobre los estadios durante los partidos por razones de seguridad, alterando algunos vuelos en varias ciudades por hasta cinco horas.

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