El primer Saab 9-3 Aero Sedan salió de fábrica mediodía ante la presencia del principal accionista del consorcio chino-sueco, Kai Johan Jiang, y la ministra de Industria sueca, Annie Lööf.
El fabricante de vehículos sueco Saab Automobile, propiedad del consorcio National Electric Vehicle Sweden (NEVS), reanudó hoy su producción en la fábrica de Trollhättan (Suecia) más de dos años después de su cierre y tras superar un proceso de quiebra.
El primer Saab 9-3 Aero Sedan salió de la línea de producción este mediodía ante la presencia del principal accionista del consorcio chino-sueco, Kai Johan Jiang, y la ministra de Industria sueca, Annie Lööf.
Las ventas estarán centralizadas inicialmente en China, "con un número pequeño de vehículos que serán vendidos directamente por NEVS a clientes suecos a través de la web", señaló la compañía.
La nueva variante de este modelo, con motor eléctrico, empezará a producirse en 2014, y las autoridades del municipio chino de Qingdao, accionista de NEVS, ya han encargado doscientos vehículos.
"Sabía que iba a ser un viaje difícil reanudar la producción. Pero que hubiera tantos problemas, no lo esperaba", dijo Jiang. NEVS compró en septiembre del año pasado Saab Automobile tras cerrar un acuerdo preliminar con sus administradores judiciales tres meses antes. El acuerdo -que incluye las filiales Saab Automobile Powertrain y Saab Automobile Tools- comprende los derechos de propiedad intelectual del modelo Saab 9-3 y de la plataforma Phoenix, la fábrica de Trollhättan (Suecia) y todas sus instalaciones. Pero no abarca los derechos de propiedad intelectual del modelo Saab 9-5 ni la filial de repuestos Saab Automobile Parts.
NEVS fue creado expresamente para pujar por el fabricante sueco, en quiebra desde diciembre de 2011 y que atravesaba por graves problemas económicos desde principios de 2009, cuando Saab Automobile, entonces propiedad de General Motors, suspendió pagos y permaneció seis meses bajo administración judicial.
A pesar de un préstamo de 400 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones avalado por el Gobierno sueco y de otras inyecciones de capital, la situación fue empeorando progresivamente. La aparición a principios de 2010 de la firma holandesa Spyker Cars, que luego pasaría a llamarse Swedish Automobile (SWAN), evitó que General Motors la desmantelara, como tenía previsto.
Pero SWAN no fue capaz de reflotar la prestigiosa firma sueca de autos y se vio obligada a suspender pagos de nuevo. Una operación de venta por 100 millones de euros a los inversores chinos Youngman y Pang Da se vio frenada por la negativa de General Motors, aún dueña de los derechos de propiedad intelectual de varios modelos, a autorizar el acuerdo, ya que podría perjudicar sus propios intereses en el mercado chino.
SWAN presentó en diciembre de 2011 la solicitud de quiebra de Saab Automobile ante el tribunal de Vänersborg (Suecia) por la imposibilidad de asegurar su viabilidad económica, y comenzó así un nuevo proceso de administración judicial.
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