Siempre sale a colación si el emprendedor nace o se hace. Debate aparte, lo cierto es que hay algunas características y predisposiciones innatas que allanan el camino a las personas que quieren poner en marcha una empresa.
En su obra “El libro negro del emprendedor”, Fernando Trías de Bes, asegura que “es una forma de enfrentarse al mundo y de entender la vida. El emprendedor es la persona que disfruta con la incertidumbre y la inseguridad de qué pasará mañana”.
Para develar cuáles son los rasgos y los comportamientos propios de un espíritu emprendedor, Profiles International, en colaboración con AJE Madrid, Aseme-Omega y Emprendedores Jung, analizaron los componentes de la cadena de ADN de emprendedores españoles, lo que podría ayudar a entender si se cuenta o no con esta predisposición.
1 Intereses para emprender
A veces, la fuerza del espíritu emprendedor es tal que tarde o temprano, acaban embarcándose en la aventura de crear un negocio. Sin embargo, la motivación interna puede desglosarse en tres orientaciones: personas creativas, a las que les entusiasma la oportunidad de utilizar su talento para generar productos e ideas innovadoras; las mentes puramente emprendedoras, que se sienten atraídas por un mundo dinámico, competitivo y de gestión de sus proyectos, y los profesionales en los que pesa más la orientación financiera y administrativa.
2 Desempeño
Un elemento clave de su ADN es el modo de actuar, es decir, su desempeño. Entre las capacidades, el estudio resalta el razonamiento verbal. Según este informe, los emprendedores se comunican de manera eficaz y se sienten a gusto explicando los aspectos más complejos de su proyecto y la forma en la que lo llevan a cabo. También son profesionales muy receptivos, que asimilan de forma rápida la información del entorno. Saben que se mueven en un ecosistema muy competitivo y que la agilidad para procesar información es clave para permanecer en el mercado.
3 Rasgos de comportamiento
La mayoría de quienes han creado una empresa coinciden en que, durante los primeros años, se convierten en personas-orquesta, que atienden varias tareas a la vez. Sin embargo, esta vorágine no los paraliza y, ante ella, muestran un nivel de energía muy elevado, con una actitud positiva y proactiva. La presión no impide que actúen de manera oportuna y tomen decisiones rápidas, incluso cuando no tienen toda la información. En esos casos, echan mano de la intuición. También se sienten a gusto asumiendo roles de liderazgo, posición que comparten si es necesario. Les gusta trabajar en equipo y favorecen la creación de un ambiente donde se comparten ideas e iniciativas. No obstante, funcionan mejor sin supervisión directa, porque eso les permite tener el control de sus actividades. Por tanto, desempeñan mejor sus funciones cuando tienen plena libertad para decidir.
4 Elegir el momento
Tener una idea clara de lo que se quiere ayuda a la hora de iniciar una actividad empresarial, pero también es esencial saber cuál es el momento adecuado para llevarla a cabo. Una de las moléculas del ADN emprendedor es precisamente la que le dice que ha llegado la hora de ponerla en práctica. No suelen dejarse llevar por las circunstancias. Saben que si se precipitan, la presión será demasiado fuerte y eso puede repercutir en que tomen decisiones erróneas que conduzcan a fallos.
5 Realista
Los profesionales con verdadero espíritu emprendedor saben controlar el exceso de optimismo y de confianza. Son realistas, tienen los pies en la tierra y saben que los imprevistos llegan. Por eso, poseen una gran capacidad de adaptación. Están dispuestos a desaprender y asimilar formas diferentes de hacer las cosas con el único objetivo de que la empresa siga atendiendo las necesidades del público. También son cautos y no se dejan llevar por los primeros buenos resultados que pueden conducir a la improvisación y a morir de éxito.
6 Fracaso = volver a empezar
En España aún se penaliza mucho el fracaso, pero las nuevas generaciones de empresarios ya no le tienen tanto miedo. Lo ven como algo inseparable de la vida empresarial, en la que es muy difícil que todo salga bien a la primera, y afrontan el error como una parte más del proceso. Además, son conscientes de que si quieren que su negocio tenga un valor añadido, deben alejarse de las inercias del mercado y atreverse a hacer cosas nuevas. Por tanto, asumen los fracasos como lo que son: una experiencia de la que se tiene que aprender.
7 Cultivar el gen creativo
Emprender es un concepto que va más allá de la creación de una empresa. En necesario impulsar otros aspectos que han estado descuidados, por ejemplo, cultivar la inquietud emprendedora desde la infancia; favoreciendo la observación, el networking y la experimentación.
Otro aspecto, es hacer cosas con gente que no piensa ni actúa como tú. Las empresas más innovadoras están guiadas por directivos que, entre otras cosas, plantean preguntas provocativas para impulsar la creatividad; piden la participación de los empleados; favorecen la experimentación, y ponen en práctica nuevos proyectos que, si fracasan, no dejen una huella negativa en los profesionales que las realizaron.
También es necesaria una sociedad más abierta, en la que se valore o permita diferentes puntos de vista para que realmente surjan nuevas iniciativas. Llegar a este punto es posible, pero es una tarea ardua que debe comenzar de forma individual y extenderse a todos los niveles y estratos empresariales y sociales.
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