2012/08/27

Correa, ¿defensor de libre expresión?

Mientras Correa se erige en baluarte mundial de la libertad de expresión al dispensar asilo a Assange en su país, los medios de comunicación se ven coartados y Garzón argumenta sobre leyes locales.
Sin embargo, no habría graves consecuencias diplomáticas ya que Londres busca oportunidades comerciales.
El ejemplo más claro de la incoherencia del mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, es lo ocurrido con el del diario El Universo, cuya editora fue multada con 32 millones de euros y tres directivos y un editorialista fueron condenados a prisión por publicar un artículo considerado difamatorio contra el presidente. Sólo la presión popular consiguió que finalmente fueran indultados en febrero.

"Hay una suerte de doble moral. Por un lado se defiende la libertad de expresión del señor Assange, algo que yo apoyo totalmente, igual que apoyo el asilo político que se le ha dado, pero por otro se persigue la libertad de expresión dentro del país", consideró César Pérez, subdirector de El Universo.

"El gobierno de Ecuador está utilizando políticamente este caso para lavar su imagen, afectada internacionalmente por el caso de este rotativo”, opinó Pérez. Sin embargo, Correa continúa poniendo freno a la libertad de expresión y ha iniciado otro proceso contra dicho diario que podría finalizar con su clausura. "El Código de la Democracia prohíbe a los medios dar información de cualquier candidatura en época de elecciones -- En febrero de 2013 se llevarán a cabo comicios presidenciales en la nación sudamericana. Y no dice cuál es la sanción para quien incumpla", afirma el subdirector de El Universo.

Actualmente en Ecuador quedan dos televisiones con algo de independencia, aunque los periódicos son los que gozan de mayor libertad. La radio, sin embargo, sufrió un duro golpe con el cierre de 30 emisoras que habían sido críticas con las autoridades.

Pese a la censura gubernamental, en la prensa ecuatoriana se refieren a esta incongruencia en el caso Assange. En El Universo, el columnista Simón Pacheco, se hizo eco de una versión extraoficial: la entrada de Assange en la Embajada ecuatoriana se preparó hace varios meses y el gobierno destinó recursos para adecuar la legación al nuevo inquilino. Añade que “el gobierno pretende emerger como portaestandarte de la libertad de expresión, pero como eso no cuela, dado lo que ocurre casa adentro, ahora sólo queda acudir a la soberanía, que puede dar buenos réditos electorales”.

Otro columnista se preguntó qué le habría pasado a Assange si hubiera destapado correos secretos del gobierno ecuatoriano. “En un país sonde se persigue a periodistas y no hay independencia judicial, con suerte se habría asilado en una embajada”, señala. Por su parte, El Comercio apuntó que Correa busca “lavar su imagen”, mientras que El Telégrafo, propiedad del gobierno, arremetió contra los críticos, a los que en su editorial llama “neocolonialistas” y “neoconservadores”.

Pero no sólo el Ejecutivo de Correa hizo gala de un discurso contradictorio. El ex juez Baltasar Garzón, abogado de Julian Assange, está basando la estrategia de defensa en el carácter inviolable de la frontera, precisamente él que adquirió fama mundial por sus procedimientos contra los generales Videla y Pinochet basando su actuación en una suerte de derecho de intervención judicial y en la convicción de que por encima de las leyes locales hay una configuración ética del Estado de Derecho que los estados no pueden violar, enfatizó en el diario español El Mundo la columnista Arcadi Espada.

“A los antirrelativistas del mundo unidos nos pareció muy bien que un juez reconociera que las únicas fronteras que cuentan son las morales y esperábamos, encandilados, ¡y sin relativismos!, que después de Videla, Pinochet y la momia de Franco llegaran Castro, Ahmedineyad y Kim Jong Il. Quizá no le dio tiempo. Graves problemas de su carrera judicial en España reclamaron toda su atención. Hasta que el juez acabó y dio paso al abogado. Es llamativo que su primer caso haya sido la defensa de Julian Assange y que esa defensa esté basada en la frontera y en la ley local”, señala.

En ebullición asunto económico

Un ‘impasse’ entre Quito y Londres se produjo en septiembre del 2010, cuando Ecuador resolvió denunciar unilateralmente el Tratado Bilateral de Inversiones, que buscaba el fomento y la protección recíproca de las inversiones de capital en el país, suscrito con Inglaterra.

Esto molestó a los ingleses, quienes consideraron que esta decisión generaba un clima de inseguridad jurídica, que “ahuyenta las inversiones”.

Hace dos años, la entonces embajadora de Reino Unido en Quito, Linda Cross, manifestó: “no puedo imaginar que algún inversionista pueda tomar la decisión de invertir en Ecuador sin un convenio para la protección de sus inversiones, lo que ellas necesitan es estabilidad política y jurídica”.

Esto, a pesar de que Ecuador no es uno de los mayores socios comerciales de Inglaterra. Según cifras del Banco Central del Ecuador, en el primer semestre de este año, Ecuador exportó 70,7 millones de dólares. Esto representa menos del 1% del mercado. Y para Inglaterra la cifra bordea el 0,2% de sus exportaciones totales.

Otro ‘impasse’ entre los dos estados surgió este año, cuando Ecuador apoyó a Argentina en su reclamo internacional por la soberanía de las Islas Malvinas. Y ahora, el caso Assange nuevamente irrumpe en la escena bilateral.

A pesar de ello, la reducida cooperación bilateral se ha mantenido hasta hoy. Desde 1839, Ecuador y Reino Unido han suscrito 85 convenios de cooperación en distintas materias. De ellos, 34 están vigentes aún.

En marzo del 2010, Reino Unido firmó un acuerdo con la Empresa de Ferrocarriles Ecuatorianos (EFE) para la rehabilitación de locomotoras y el diseño de tres museos ferroviarios. En este proyecto, Reino Unido tenía previsto 250 millones de dólares.

En enero de ese año, también se firmó un acuerdo para eliminar la revisión y exploración por rayos X de las valijas diplomáticas de las delegaciones de los dos países.

Desde el 2010, los acuerdos entre Inglaterra y el gobierno central ecuatoriano se han suspendido. La cooperación se ha centrado en proyectos específicos promovidos por algunas organizaciones no gubernamentales, universidades y gobiernos locales.

Así, ha destinado sus recursos económicos y humanos de cooperación a cuatro áreas: medioambiente, patrimonio, derechos humanos y educación.

Ecuador tampoco ha resultado muy atractivo para el turismo inglés y viceversa. Según cifras de la entidad estatal Proecuador, el 2011 fue el año que más turistas ingleses llegaron a Ecuador (22, 871 personas). En años anteriores esta cifra era mínima y bordeaba apenas los 1, 000 ciudadanos.

Para los ecuatorianos Inglaterra tampoco es su destino preferido. El año previo, 2 ,320 ecuatorianos viajaron a Reino Unido.

Problema diplomático

El caso Julian Assange es uno principalmente de tintes diplomáticos. América Latina condenó la amenaza hecha por Gran Bretaña para que se levante la protección diplomática otorgada por la embajada de Ecuador al fundador de WikiLeaks, pero es poco probable que el daño a la reputación de Londres sea permanente, siendo Brasil el siguiente punto clave en el camino.

Gran Bretaña busca oportunidades comerciales en América Latina mientras Europa se enfrenta a crisis de deuda y ha proclamado su intención de "tener un pensamiento nuevo acerca de América Latina y de las oportunidades que presenta".

Pero este año, Londres ha sido acusado dos veces de arrogancia colonialista por estados latinoamericanos, los que han recibido un fuerte apoyo de sus aliados en la región. Argentina condenó el reclamo de Gran Bretaña sobre las islas Falkland -islas Malvinas para los argentinos- y ahora los estados de América Latina se han alineado en respaldo a Ecuador, que acusa de "colonial" a Londres por esperar que Quito "se arrodille" ante el país europeo.

Difícilmente Gran Bretaña podría haber elegido un tema más sensible para desafiar al Estado sudamericano. La práctica de refugiarse en una embajada extranjera es de larga data dentro de la región y la inviolabilidad diplomática es un tabú de grandes proporciones.

"Creo que tanto el tema Falklands/Malvinas como el tema Assange han afectado la imagen de Gran Bretaña en América Latina", opinó Francisco Panizza, jefe de investigación de Asuntos Internacionales en la London School of Economics.

"Es un daño a la reputación, si se quiere, pero por el momento está contenido y no creo que los países de América Latina -excepto en la muy improbable situación que Gran Bretaña invada la embajada ecuatoriana- intenten exacerbar las tensiones", agregó.

Assange se está resistiendo a ser extraditado a Suecia, donde se le requiere para ser interrogado por acusaciones de violación. El ex pirata informático alega que teme que Estocolmo lo envíe a Estados Unidos, que está molesto por la filtración de miles de documentos militares y diplomáticos de Washington sobre las guerras en Irak y Afganistán. Por su parte, Washington asegura que no tiene interés en el tema.

Pero Gran Bretaña afirma que está legalmente obligada a extraditar a Assange. La semana pasada amenazó con levantar la protección diplomática a la embajada de Ecuador para deportarlo a Estocolmo por violar el arresto domiciliario que se le impuso en 2010.

Hubo indignación en Quito y a Assange se le otorgó el asilo.

El domingo, los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) respaldaron el derecho de Ecuador de brindarle asilo a Assange. Pero aunque algunos estados latinoamericanos pudieran sumarse a las acusaciones que hace Quito sobre el colonialismo de Gran Bretaña -en particular los líderes de izquierda Hugo Chávez, de Venezuela, y el presidente de Bolivia, Evo Morales-, otros en la región tienen una mirada más matizada.

Para algunos fue la amenaza de Gran Bretaña de ingresar a la embajada ecuatoriana lo objetable, y nada más. Para otros, tomar parte en un espectáculo de solidaridad latinoamericana podría ser más importante que las dudas sobre el comportamiento de Gran Bretaña.

"Hay veces en las que hay que apoyar a los vecinos, aun si uno quizás tiene algunas dudas sobre el tema, sabiendo que la próxima vez ellos lo apoyarán a uno", dijo Victor Bulmer-Thomas, del centro de estudios de asuntos internacionales Chatham House, en Londres.

"Hasta ahora, no hay nada aquí en el caso Assange que haya hecho algún daño grave a la posición de Gran Bretaña en la región. Nadie va a cancelar contratos petroleros o algo más sólo por esto", agregó.

Parte de la ira podría ser alimentada por el deseo de pinchar en el ojo a Estados Unidos. Muchos estados de América Latina consideran a su vecino del norte como autoritario y explotador.

Brasil

Los ministros de Relaciones Exteriores de todo el continente americano tienen previsto reunirse en un encuentro de la Organización de Estados Americanos (OEA) mañana viernes 24 de agosto en Washington para tratar el impasse por Assange.

Brasil, el peso pesado de la región, será clave para ver si hay una escalada en el conflicto. Hasta ahora, todo indica que el país prefiere que la disputa se disipe lo antes posible.

"Vamos a permanecer quietos en esto", dijo un funcionario de alto rango del gobierno brasileño que habló con la prensa bajo condición de anonimato.

Brasil sólo elevaría la tensión diplomática si Gran Bretaña irrumpe dentro de la embajada de Ecuador, agregó.

"Nuestro interés en el tema de la soberanía es obvio", manifestó el funcionario y destacó el hecho de que la embajada brasileña en la capital de Bolivia, La Paz, le ha dado refugio a un político de la oposición boliviana desde junio.

Brasil, una potencia global emergente que será anfitriona de la Copa Mundial de Futbol 2014 y de los Juegos Olímpicos del 2016, está presionando para convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas -medida que apoya Gran Bretaña- y que tiene prósperos lazos de comercio con Occidente.

Mientras, la Fiscalía sueca rechazó desplazarse hasta Reino Unido, para interrogar a Julian Assange, quien asilado en la embajada ecuatoriana en Londres niega acusaciones de Estocolmo por presuntos delitos sexuales.

De acuerdo con las autoridades suecas, una eventual extradición a Estados Unidos estaría sometida a estrictas condiciones, entre ellas el compromiso de Washington de que el detenido nunca sería ejecutado.

De momento, Suecia exige la entrega del editor de 41 años, sin que haya una sentencia judicial de por medio, ya que ni siquiera se le han formulado cargos.

Estocolmo insiste en que Assange debe presentarse en la nación nórdica para ofrecer su versión de los hechos ante la acusación de Sofía Wilen y Anna Ardin por supuestos delitos sexuales. Claro que las dudas por esas denuncias persisten.
Por Verónica Valenzuela González

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