Enfrentado a su hora decisiva, se prevé que en el escenario central EEUU lograría un acuerdo, no tendría default y comprometería un recorte de gasto que aleje la posibilidad de un futuro colpaso fiscal. No obstante, en el intertanto seguiría primando la volatilidad.
por Mauricio Rodríguez
www.latercera.cl
Fracaso de los programas destinados a ayudar a la economía real en vez de Wall Street"; "continua distorsión de los mercados"; "daño a la credibilidad del gobierno"...
Pasaron cuatro años de gasto fiscal al alza entre 2007 y 2010 en EEUU y esa es la opinión del Panel Fiscalizador del Congreso y de la autoridad que rige el programa TARP de rescate al sistema financiero, sobre la real utilidad del enorme esfuerzo fiscal con que el gobierno intentó frenar la crisis.
En ese período, el gasto fiscal pasó de 17% a 24% del PIB, una diferencia ascendente a US$ 1,3 billón.
Pero no hay plazo que no se cumpla y cuenta que no se pague, y para la Casa Blanca ese momento es ahora.
La dureza de sus negociaciones con el Congreso para ampliar el límite de su endeudamiento es señal de que finalmente demócratas (oficialistas) y republicanos coinciden en que el mayor gasto no sólo no impulsó la recuperación, sino que los egresos son insostenibles.
El PIB americano del segundo trimestre creció un pobre 1,3%, mientras el consenso esperaba un 1,8%.
La tendencia es que "la economía no consigue encauzarse y generar suficientes fuentes de trabajo", dice Carlos Vegh, académico de la Universidad de Maryland.
Para John Taylor, de la Univerisdad de Stanford (y creador de la Regla de Taylor) el problema es la crisis fiscal que atraviesa el país, con una deuda pública que casi llega al 100% del PIB y un déficit de 10,2% del PIB en 2010.
"Una estrategia eraria creíble robustecería la reactivación, removiendo la amenaza de una nueva crisis fiscal, mayores impuestos, inflación más elevada y tasas de interés más altas, todo lo cual es consecuencia del alto déficit y la creciente deuda, que obstaculizan la inversión privada y la creación de empleos", dijo el mes pasado a un panel parlamentario.
Desde el viernes en la noche los diputados y senadores americanos han negociado y votado planes que permitan al Fisco no interrumpir el servicio de su deuda y el financiamiento de sus programas.
El viernes, tras el cierre de las bolsas, los líderes republicanos se alineraron alrededor de un plan que permitiría un alza rápida del límite de deuda de US$ 900.000 millones a cambio de US$ 917.000 millones en recortes de gasto, el cual sin embargo no fue aprobado en el Senado. La opción competidora pertenece al líder demócrata en el Senado Harry Reid y cuyo plan avala el Presidente Barack Obama. (ver recuadro).
El problema se suscitó en mayo pasado cuando la emisión de deuda del Fisco tocó su límite de US$ 14,29 billones. El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, entonces proyectó que hacia el martes 2 de agosto el gobierno no tendría liquidez suficiente para cumplir sus obligaciones.
"En agosto, el gobierno necesita gastar US$ 320.000 millones, pero estimamos que recaudará impuestos por US$ 175.000 millones, con un faltante de US$ 145.000 millones", calcula Ian Shepherdson, de High Frequency Economics.
Si el martes no existe un acuerdo que permita al Fisco emitir deuda y conseguir liquidez, parte de esos pagos pueden diferirse.
Pero la verdadera fecha clave es el 15 de agosto, cuando hay un pago de US$ 25.000 millones en cupones de bonos y US$ 27.000 millones en Treasury notes(con vencimientos de uno a 10 años).
"En el evento de que no se pagaran, más de US$ 1 billón (un 10% de la deuda del Tesoro en el mercado) estaría efectivamente impaga y su calificación de riesgo sería rebajada a B+", desde AAA, dice un comentario de Fitch, una de las tres principales clasificadoras que evalúan rebajar la clasificación de Estados Unidos.
Pero "es casi inimaginable que no se haya llegado a un acuerdo sobre el límite de deuda para entonces", opina Shepherdson.
Los políticos a cargo de las negociaciones saben que el costo de permitir un defaultes muy alto. Esa es la lógica de que el escenario base de la mayoría de los análisis sea el de un acuerdo en torno a la deuda y el descarte de un default.
"Es muy poco probable la opción de default, ya que posiblemente se priorice el pago de los bonos antes que otros gastos", agrega Samuel Levy, de XTB Chile.
De llegarse a un acuerdo, creen los analistas, el dólar recuperaría las pérdidas sufridas en días recientes, al menos temporalmente.
Pese a eso, "los commodities podrían verse impulsados al igual que las bolsas", añade Levy, "y el índice bursátil S&P500 podría llegar a fin de año a unos 1.430 puntos", es decir rentaría alrededor de un 10% en lo que resta del año, desde los 1.298 puntos de cierre el viernes.
Una señal de que finalmente los inversionistas están esperando un entorno estable es una encuesta realizada por Barclays Capital entre administradores de fondos.
Esta reveló que 70% de ellos espera que los flujos de capital sigan entrando a los mercados emergentes (un 40% cree que el ritmo continuará fuerte y, un 30%, que su aceleración será menor), y sólo 20% estima que esos flujos se revertirán.
El escenario de un acuerdo, incluso si éste no se consigue en la presente semana y demora todavía algo más, se considera favorable con la estabilidad económica de EEUU a mediano plazo, dado que implicaría una mejora de la dinámica de deuda que traía hasta ahora y la implementación de una mayor disciplina fiscal. Ello, a su vez, son buenas noticias para el mundo.
Tampoco se estima que el paquete de recortes de gasto genere demasiada austeridad y pueda descarrilar la recuperación económica, pues la reducción propuesta más drástica para el primer año, la demócrata, es de US$ 70.000 millones.
"No es mucho", opina Shepherdson, para quien un acuerdo podría incluso sorprender con un impulso al crecimiento, pues redundaría en mejores condiciones de crédito y, por ende, mayores niveles de actividad.
Poniéndose en el muy poco probable evento de un default y casi a modo de ejercicio, se prevé que inicialmente éste sería restringido, es decir, que al menos en lo inmediato no implicaría el cese de pago de otras obligaciones.
Pero de todos modos se rompería "una cadena de pagos", opina Shepherdson. Uno de los afectados sería China, cree el economista, cuyo banco central posee US$ 1,16 billón en bonos del Tesoro, convirtiéndolo en el principal acreedor de EEUU.
Asimismo, "los bancos alrededor del mundo se verían afectados si el país se ve obligado a dejar de gastar o dejar de endeudarse", estima.
"El dólar caería fuertemente, ya que ante una crisis de confianza perdería su status de refugio y la gente dejaría de comprarlos", cree Levy.
La Economist Intelligence Unit incluso otorga una probabilidad de entre 11% y 20% de que el dólar sufra una depreciación importante en medio de gran volatilidad respecto de las principales monedas de países desarrollados, aunque prevé que esa chance es igual a la del desmembramiento de la eurozona.
El banco JP Morgan considera que aun un default técnico (retraso en un pago, pero sin que el mercado considere insolvente al emisor) provocaría una caída de la demanda externa de bonos del Tesoro de 20%, lo cual deprimiría su precio, elevando su tasa de interés en medio punto porcentual.
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