Sergio Marchionne, CEO de Fiat y Chrysler tuvo que atravesar piquetes para entrar este mes a la sede de la compañía en Turín y participar de la histórica reunión de accionistas en la que propuso fragmentar al gigante de 111 años de antigüedad y cambiar la forma en que opera.
Los sindicatos se oponen a la gran jugada de Marchionne: en un último esfuerzo por solucionar los problemas de la base manufacturera italiana el CEO prometió invertir 20.000 millones de euros
(US$ 27.000 millones) para duplicar su producción de vehículos en el país para el año 2014, a cambio de que los trabajadores italianos —que están entre los más protegidos del mundo— acepten contratos flexibles. Si no, Marchionne dijo que sacará de Italia al mayor empleador privado del país.
El enfrentamiento de Marchionne con los sindicatos es un telón de fondo apropiado para los ejecutivos de la industria que se reúnen esta semana en el salón del automóvil de París. La confrontación ejemplifica los desafíos que enfrentan las automotrices en un momento en que el grueso de la demanda se traslada inexorablemente a Asia y Latinoamérica, lejos de sus centros manufactureros en Europa y América del Norte. La unidad automotriz de Fiat deriva la mayor parte de su ganancia de Brasil, donde es líder de mercado, pero pierde dinero en Europa.
También se debate como devolver la competitividad a la industria europea mientras compañías y gobiernos tratan de recuperarse del peor bajón económico en seis décadas.
En Fiat, la confrontación ya causó conflictos políticos, la intervención papal y sabotajes en las fábricas. El últimatum de Marchionne -acepten el trato o Fiat se va- ha llevado a los italianos a preguntarse si este puede ser un "momento Thatcher", equivalente a la victoria de la ex primera ministra británica sobre los mineros del carbón en 1985.
Hasta ahora tres de los sindicatos de Fiat han aceptado nuevos contratos y prácticas laborales más flexibles, pero Fiom, el mayor gremio metalúrgico de Italia, con 360.000 miembros, se resiste.
"No podemos convertirnos todos en polacos en términos de salarios. Marchionne puede estar enamorado del modelo americano con un sindicato único, pero Italia no es lo mismo", dijo Susanna Camusso, quien en noviembre se convertirá en titular de CGIL, la mayor federación sindical de Italia.
El CEO, por su parte, dijo en una carta dirigida a sus empleados: "nosotros no elegimos las normas de competencia internacional, ni podemos cambiarlas aunque no nos gusten. Lo que podemos elegir es si estamos dentro o fuera del juego".
Durante la desaceleración mundial, Marchionne ha sido el CEO de la industria que más habló del problema crónico de capacidad excesiva que tiene el sector, y el más oportunista en aprovechar las oportunidades que creó la crisis, como cuando Fiat adquirió 20% de Chrysler, con opción a quedarse con 51%, cuando ésta salía de la protección de la Ley de Quiebras de EE.UU. La crisis financiera "no causó los problemas que enfrentamos: los desenmascaró y nos quitó cualquier pretensión de negarlos", dijo Marchionne en enero, en Detroit.
El año pasado el CEO de Fiat anunció el cierre de una planta en Sicilia , lo que le valió críticas de Benedicto XVI. Muchos piensan que su prioridad será crear valor y convertir a Fiat-Chrysler en un grupo global. Ya dio el primer paso: separar la unidad automotriz de Fiat del resto de la compañía, lo que permitirá a la familia Agnelli, fundadora y principal accionista, aislar los riesgos que se perciben en el sector automotriz e incrementar el valor del resto.
DiarioFinanciero.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario