Hoy más del 90% del mercado está concentrado en las tres grandes cadenas de farmacias: Ahumada, Cruz Verde y Salcobrand.
A fines de año los chilenos podrían incluir en su lista del supermercado productos como Cotibin, Aspirina u otros medicamentos que no requieren de receta médica.
La iniciativa planteada por el Ministerio de Salud (Minsal) en conjunto con el de Economía busca abrir el mercado farmacéutico, concentrado en más de un 90% en las tres principales cadenas de farmacias: Ahumada, Cruz Verde y Salcobrand. La iniciativa permitirá vender medicamentos que no requieren de receta médica en los supermercados. Para ello sus envases deberán contar con las indicaciones de consumo y la información que prevenga sobre eventuales riesgos.
Pero esto no es nuevo. Desde abril del 2009 se encuentra en la Cámara de Diputados un proyecto de ley similar. Además, durante la administración del ex ministro de Salud, Alvaro Erazo, se intentó sacar estos productos desde los mesones de las farmacias a góndolas en las mismas para que los clientes puedan elegir libremente, mediante una modificación al código sanitario. Esta fue rechazada por la Contraloría.
En Chile, los medicamentos de venta libre constituyen cerca de un 15% del mercado, esto significa que se consumen alrededor de 33 millones de unidades al año. El consumo total de remedios en el país es de unos 222 millones de unidades anuales, según la Asociación Industrial de Laboratorios Farmacéuticos (Asilfa). En términos económicos esto significa US$200 millones por concepto de venta directa. En total, las ventas del sector privado farmacéutico generan al año US$1.042 millones.
El atractivo del negocio ha motivado a los supermercados a también querer participar. “Desde hace muchos años en la industria de supermercados hemos abogado por una ampliación de la venta de estos productos, lo que incrementaría la competencia”, señaló el año pasado el presidente de D&S, Felipe Ibáñez. Cabe destacar que la multinacional Wal-Mart, controladora de D&S, cuenta con la experiencia de venta de fármacos en las góndolas de sus locales en otros países.
IMPACTO
El director ejecutivo de la Cámara de Medicamentos de Venta Directa (Cameved), Jorge Vélis, indicó que en Italia y los países escandinavos, la liberación de la venta de estos productos, realizada hace dos años, bajó un 18% los precios. “Sin embargo no se puede hacer una proyección para Chile sobre esta base, porque en esos países hace tiempo se permite la venta de estos medicamentos en las góndolas de las farmacias, mientras acá no”, destacó.
El gerente general de empresas Andrómaco, Andrés Rudolphy, no ve un impacto negativo para la población, ni riesgos de que aumente la automedicación como advirtió el Colegio de Químicos Farmacéuticos en una declaración pública. Por el contrario, un aumento en las vías de acceso para los consumidores permitiría mejor servicio y una eventual disminución en los precios en torno a un 10%, señaló. “Es bueno que el paciente pueda acceder a estos productos libremente y dejar el mesón para una oferta más técnica de productos que requieren de prescripción y de una interacción con el profesional de la salud”.
Por su parte, la vicepresidenta ejecutiva de Asilfa, María Angélica Sánchez, indicó que la competitividad ya está bastante desarrollada. “Contamos con los precios promedio de medicamentos más bajos de la región y estamos dentro de los cinco más bajos del mundo”.
El experto en legislación farmacéutica de la Universidad Andrés Bello, Jaime Junyett, señaló que la apertura debe ir acompañado del proceso de control que actualmente ejercen el ISP y las Seremis, para que los nuevos actores cumplan la normativa vigente.
JAIME MAÑALICH, MINISTRO DE SALUD
Es Esencial Disminuir Dramáticamente el Gasto de Bolsillo en Medicamentos
—¿Qué efectos tendrá en el mercado la autorización de venta de medicamentos en los supermercados?
—Según las experiencias internacionales donde se liberalizó la venta de los medicamentos que no requieren receta, y la de los genéricos, en términos generales se redujo 15% el precio final de las medicinas para los usuarios. El principal objetivo de esta medida es que se traduzca en un beneficio sobre todo para los adultos mayores que tienen una alta dependencia de remedios. Para lograrlo estamos elaborando un decreto del Ministerio de Salud que permite la figura de los almacenes farmacéuticos para generar la venta en recintos que no sean las farmacias, y por otra parte el Ministerio de Economía enviará un proyecto de ley que busca elevar la competencia en este mercado.
—¿Algunos parlamentarios señalan que se corre el riesgo de aumentar los índices de automedicación y casos de intoxicación?
—No es raro que haya personas preocupadas, porque ese riesgo ya existe y hay que minimizarlo, porque el nivel de automedicación en Chile ya es gigantesco. No se puede argüir que esta medida, por sí sola va a empeorar un problema que ya es sumamente grave. Además, detrás de esto siempre hay un tema de conflictos de interés. Si es que se trata de argumentos que van en orden a entregar beneficios a los pacientes, bienvenidos, y sentémonos a conversar. Pero si de lo que se trata es de usar argumentos que no son transparentes para defender una industria, ese no es el tema. Lo esencial es que logremos que el gasto de bolsillo en medicamentos –que es uno de los más altos en el mundo– disminuya dramáticamente.
—¿Cuáles son las experiencias internacionales en este tema?
—Hemos estudiado los casos en Europa, Estados Unidos, Brasil y Argentina. En Argentina existe una ley hace por lo menos seis años que permite este manejo de los fármacos. Ello significa que si uno lleva su receta a Argentina, el mismo medicamento, del mismo tipo, incluso de la misma marca, vale allá un 15% o 20% menos.
—¿La autorización será acompañada de alguna medida para que el Instituto de Salud Pública (ISP) eleve el número de bioequivalencias de medicamentos?
—Efectivamente, tenemos que montar –mediante licitación a laboratorios de universidades, por ejemplo– estudios de bioequivalencia que demuestren que un producto A es igual a uno B cuando se trate de un genérico. Y en segundo lugar, fortalecer al ISP para que no solamente se produzca una autorización para el ingreso de medicamentos, sino que además existan inspectores del ISP que puedan aparecer –cosa que hoy no ocurre por falta de recursos– en una farmacia o una góndola y tomen una muestra de un medicamento y la mandan a analizar para asegurar la estabilidad del producto, es decir, que lo que se autorizó inicialmente siga siendo igualmente válido en el tiempo. En octubre vamos a mandar una ley nacional de fármacos, donde estos aspectos son centrales.
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