2010/03/24

Cuando la virtud alemana se vuelve un vicio

Alemania dice "nein". Esa es la conclusión más importante que se puede sacar del debate sobre la política monetaria en la eurozona. Lo que el gobierno alemán dice es que la eurozona debería convertirse en una Alemanía más grande. Pero esta política tendría implicaciones profundamente negativas para la economía mundial.

La carta esta semana al FT de Ulrich Wilhelm, secretario de estado y vocero del gobierno y el artículo la semana pasada de mi amigo Otmar Issing, ex miembro del directorio del Banco Central Europeo, son significativos no sólo por lo que dicen, sino por lo que no dicen.

El punto que plantean es que Alemania no correrá el riesgo de socavar su competitividad. El punto que no admiten es que la economía mundial se enfrenta a un duro ajuste, al cual la eurozona y Alemania deben contribuir.

En el primer punto, Issing es bastante claro: "Tras años de divergencia entre costos laborales unitarios y pérdidas en la competitividad de varios países, gana terreno la idea de que la economía con el mayor excedente, Alemania, debería ayudar elevando los sueldos por el bien de los países deficitarios y la comunidad en su conjunto". Por el contrario, insiste, los sueldos incluso en Alemania son demasiado elevados, dado el alto desempleo.

Me cuesta estar en desacuerdo. Muchos países entraron a la unión monetaria sin reconocer las implicaciones para los mercados laborales. Más que las reformas que la membresía exige, disfrutaron de una fiesta única. La fiesta terminó. Con los costos laborales unitarios de Alemania estancados y el euro aún fuerte, los costos laborales en los países europeos periféricos deben caer notablemente. Estos países no tienen altermativa, dentro de la unión monetaria a la que eligieron unirse.

Respecto del segundo de los dos puntos, sin embargo, Wilhelm ofrece un párrafo perturbador: "La clave para corregir los desequilibrios en la eurozona y restaurar la estabilidad fiscal depende de elevar la competividad de Europa como un todo. Mientras más países con déficit de cuenta corriente puedan acrecentar su competitividad, más fácil les resultará disminuir sus déficit públicos y de comercio exterior. Una política menos orientada a la estabilidad en Alemania dañaría a la eurozona en su conjunto".

Me es imposible estar de acuerdo. Lo que resulta fascinante en estos comentarios es que no hay mención de la demanda. Wilhelm invita a todos a unirse a un mundo de políticas predatorias de suma cero en el que cada país trata de quitarle participación de mercado al resto. En un momento de debilidad global, ésta es una recomendación derrotista para la eurozona y para el mundo.

Más precisamente, lo que Alemania quiere ver es un recorte importante en los déficit fiscales en la eurozona. Con el déficit fiscal contrayéndose y el producto debilitándose, la salida de cada país sería a través de la caída relativa en los costos laborales unitarios y mayores exportaciones netas. De tener éxito, esto desplazaría la debilidad económica de cada país a otros países de la eurozona o, más probablemente, al mundo, a través de un mayor superávit comercial neto en la eurozona.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el déficit general de gobierno en la eurozona estará cerca del 7% del producto interno bruto este año. Asuma que esto se reduce rápidamente a 3%, mientras los excedentes financieros del sector privado siguen cerca de 7% del PIB, como está ahora proyectado implícitamente. Entonces la cuenta corriente de la eurozona tendría que mejorar en casi 4% del PIB. Eso sería unos US$ 600.000 millones, no muy lejos del 1% del PIB mundial.

¿Dónde piensa Alemania que podrían ocurrir las compensaciones en mayores déficit externos? Esta política ciertamente haría impracticable el desafío del ajuste post crisis para los países deficitarios, incluyendo a Estados Unidos e Inglaterra. ¿Sobreviviría una economía mundial abierta?

Tal vez soy demasiado pesimista respecto de las implicaciones para la demanda del ajuste fiscal previsto. Tal vez en algunos países mejorar la credibilidad de la posición fiscal estimularía el gasto privado. Pero, sobre todo, la eurozona probablemente experimentaría una renovada debilidad de la demanda en casa o exportaría tal debilidad al exterior.

¿Podría una política monetaria agresiva hacer la diferencia? El Banco Central Europeo ha tenido exito en sostener un crecimiento rápido del dinero estrecho durante la crisis, de hecho más que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra. Pero la expansión del dinero amplio ha colapsado. Más aún, la agresiva política monetaria no ha podido detener la abrupta caída en el PIB nominal, que se contrajo 2% en el año al cuarto trimestre de 2009 dentro de la eurozona.

Desafortunadamente, la política monetaria parece empujar un resorte. Ha hecho rentables los bancos y enriquecido a los banqueros, con beneficios modestos para la economía real. Es improbable que eso cambie pronto.

Una solución alternativa podría ser ayudar al mundo a absorber grandes excedentes de exportación de la eurozona, EE.UU., Japón y el Reino Unido. Cierto, ninguna salida sostenible del predicamento actual puede verse sin mayores flujos de capital netos a los países emergentes. También parece evidente que esto es hacia donde deberían terminar los excedentes de ahorro del mundo. Pero se necesitará tiempo y muchas reformas para que esto ocurra.

Permítame dejar claro lo que estoy diciendo y lo que no sobre el rol de Alemania en la eurozona y de la eurozona en el mundo.

No estoy diciendo que Alemania esté en falta por hacer productos manufacturados de primer nivel. Es un logro admirable. Tampoco estoy diciendo que Alemania deba hacer sus trabajadores no competitivos o aceptar una inflación mucho más alta.

Estoy diciendo que los excedentes de Alemania fueron posibles por los déficit de otros países y la estabilidad alemana por la inestabilidad de otros países. Estoy diciendo que parte de las exportaciones netas de Alemania eran ilusorias, pagadas con exceso de deuda, con frecuencia financiada por los alemanes. Estoy diciendo que para que la periferia europea mejore sus cuentas externas, Alemania debe compensar parte de esto o el déficit de cuenta corriente de la eurozona debe pasar al superávit, con impacto adverso en la frágil economía mundial.

En breve, la política económica es más que competitividad. Cuando el mundo trata de salir de una recesión profunda, la demanda también importa. Como la cuarta mayor economía del mundo y corazón de la eurozona, Alemania tiene un rol en el rebalanceo de la demanda global. Puedo apreciar que este es un desafío difícil. Pero hay que afrontarlo.

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