General Motors finalmente ha reconocido lo que para muchos ya es una realidad inevitable. La mayor automotriz estadounidense se está preparando a toda velocidad para una quiebra, señalaron ayer fuentes cercanas a la compañía.
Aunque el nuevo director ejecutivo Fritz Henderson aún insiste en que él prefiere realizar una reestructuración fuera de los tribunales de quiebra, se está trabajando en paralelo con ambos escenarios.
Y en el caso de una bancarrota, el plan consiste en escindir las unidades más rentables en una nueva compañía y relegar los activos más problemáticos en una empresa aparte.Este recurso está contemplado bajo el artículo 363 de la ley de quiebras de Estados Unidos.
La probabilidad de la quiebra aumentó luego de que la administración del presidente Barack Obama rechazara el 30 de marzo la propuesta original de la compañía que contemplaba recortar su deuda en 46% y eliminar a 47.000 empleos este año.
Y a eso se suma la reticencia de los acreedores de GM y los sindicatos de trabajadores a hacer concesiones. “El mejor desenlace sería una solución fuera de la quiebra, pero eso va a ser muy difícil”, opinó el presidente de Automotive Consulting Group, Dennis Virag.
De cualquier modo, dijo Virag, “la quiebra de una firma como General Motors no es sencilla y probablemente se va a poner feo”.
Riesgos del planAcogerrse a la ley de quiebras podría ayudar a la automotriz a reestructurar su deuda y a forzar cambios en los contratos con distribuidores, proveedores y sindicatos.
Pero no está libre de riesgos.
Si los fabricantes de partes para autos no pueden cobrar lo que General Motors les adeuda, la crisis podría extenderse a toda la industria, advierte Patrick Carothers, socio de la consultora Thorp, Reed & Armstrong.
General Motors perdería además el control sobre su propia reestructuración porque la formación de la nueva compañía quedaría en manos de un juez de quiebras, y al margen de sus asesores y ejecutivos.
Mercado escépticoLuego de que se conociera el probable giro en la estrategia de la compañía, el precio de sus acciones cayó otro 3,1% en la bolsa de Nueva York, acumulando un retroceso de 31% este año. Al cierre de las transacciones, sin embargo, la caída llegaba a 11,9%.
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