¿Cuánta deuda es demasiada? Nadie sabe. Pero los gobiernos de las economías de altos ingresos y altamente endeudadas (como Estados Unidos y Gran Bretaña) creen saber la respuesta: más que ahora. Ellos quieren incluso que fluya más crédito hacia sus aproblemados sectores privados. ¿Es esa una ambición alcanzable y, de ser así, cómo podría alcanzarse?
Comencemos por algunos hechos. La proporción entre deuda pública y privada y el PIB en Estados Unidos alcanzó 358% el tercer trimestre de 2008, la mayor en la historia de ese país. Casi toda la deuda es privada. Esta alcanzó un máximo de 294% del PIB en 2007. Lo mismo pasó en Gran Bretaña, en una escala más impresionante aún.
Particularmente notable es la composición de la deuda. A comienzos de la década de 1930, la mayor parte de la deuda privada la tenían las compañías no financieras. Ahora, el incremento en la deuda fue en los sectores financiero y los hogares.
En las últimas tres décadas, la deuda del sector financiero estadounidense creció seis veces más rápido que el PIB nominal. Los consecuentes incrementos en su escala y el apalancamiento explican por qué, en el peak, el sector financiero supuestamente generó 40% de las ganancias de las empresas de Estados Unidos. Algo nocivo estaba ocurriendo: en vez de ser un sirviente, el sector financiero se había convertido en el amo de la economía.
La deuda de los hogares también creció rápidamente: de 66% del PIB de Estados Unidos en 1997 a 100% en 2007. ¿Qué puede presagiar este aumento en el endeudamiento? La respuesta podría ser: nada. Después de todo, en el mundo la deuda se reduce a cero. En principio, la capacidad de transferir el poder de compra de prestamistas a deudores es altamente deseable. Aún así, la gente puede cometer grandes errores. El sector financiero es especialmente propenso a tales traspiés.
Tal como Carmen Reinhart de la Universidad de Maryland y Kenneth Rogoff de Harvard comentan: “Las crisis bancarias sistémicas típicamente son precedidas por burbujas de precios de activos, grandes influjos de capital y auges crediticios, en países ricos y pobres por igual”. Una vez que esa burbuja de activos estalla, es difícil encontrar prestamistas y deudores que tengan o interés o buen nivel de crédito. En cambio, los sobreendeudados comienzan a pagar sus deudas, como ahora. Los ahorros deseados pueden aumentar, no así los realizados: los ingresos podrían colapsar. Esto es lo que John M. Keynes llamaba la “paradoja del ahorro”. El resultado sería una depresión causada por el colapso de los balances y no por los intentos por controlar la elevada inflación
.Entonces, ¿qué se puede hacer? Algunos recomiendan una “liquidación”. Una cadena de quiebras podría eliminar una elevada deuda. Pero, con gran parte de la economía en quiebra y el sector financiero implosionando, podría haber una depresión. Elegir esa opción es de locos.
La idea de una quiebra masiva ordenada es menos desagradable. Las propuestas de un canje de deuda por acciones en bancos fallidos caen dentro de esta categoría. El costo recaería sobre los accionistas y los acreedores, no sobre los contribuyentes, por lo tanto, sustenta el principio de responsabilidad privada.
Un acercamiento opuesto es mantener los actuales niveles de deuda, recortando su costo para los deudores y buscar la salida creciendo por muchos años. Eso buscan las políticas monetarias actuales. Pero no generaría mucho endeudamiento o gasto fresco adicional, no evitaría que los endeudados busquen bajar sus niveles de deuda ni devolverían la salud al sector financiero.
Otro acercamiento es reemplazar la deuda privada con deuda pública. Esa es la recapitalización de los bancos. Socializar la deuda incrementa la opción de salir de esto creciendo. Finalmente está la inflación. Si los bancos centrales y los gobiernos son agresivos, pueden generar inflación, lo cual reduciría la deuda.
¿Cuál es el mejor acercamiento?
A nivel general, debería ser salir de la resaca de la deuda creciendo, con la socialización como un elemento esencial. Una recaída en la inflación sería un gran fracaso de la política. También se necesita un plan para lidiar con la situación de muchos hogares y con el sector financiero.
El sector financiero como un todo, no puede desendeudarse vendiendo activos. La administración Obama también debe lanzar pronto una recapitalización de la banca estadounidense, pero no comprando “activos tóxicos” a precios sobre mercado.
Sería preferible un canje de deuda por acciones. Si eso es políticamente imposible, la recapitalización es inevitable. Pero no osen llamarla nacionalización.Lo que sea que se haga, será difícil generar suficiente endeudamiento neto de parte de hogares y empresas no financieras en los países con ingresos altos con alta deuda interna.
Los países con superávit de cuenta corriente piden desde hace tiempo un fin al derroche de los clientes de los que dependen. Deberían haber sido más cuidadosos con lo que deseaban: ahora lo tienen. ¡Disfrútenlo!.
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