Aunque no entregan cifras, las empresas de la Región Metropolitana están sufriendo importantes mermas productivas como consecuencia de los seis episodios de preemergencia ambiental que este año ha decretado la Comisión Regional del Medioambiente, para tratar de reducir los altos niveles de contaminación en esta zona.
“Las industrias están obligadas a parar, generando con ello costos adicionales y un motivo más para explicar la bajas tasas de crecimiento que estamos observando actualmente”, dijo el secretario general de la Sofofa, Andrés Concha.
Son 847 las fuentes fijas de emisiones de material particulado, las que deben parar en caso de preemergencia, según determina la Secretaría Regional Ministerial de Salud, mientras que en un escenario de emergencia, este número sube a 2.535.
De este total, una parte importante corresponde a calderas industriales y de calefacción; hornos y otras maquinarias, que son vitales para los procesos productivos de empresas de diversos sectores, aunque según estimaciones privadas, los sectores más afectados con esta medida son el alimenticio, fundiciones, metalmecánicos, químicas y las relacionadas con cristales y vidrios, ya que son intensivos en el uso de calor y vapor. Para esto usan mayoritariamente diésel, como sustituto del gas natural argentino. A ello se suman otras actividades que generan emisiones y también los equipos de respaldo eléctrico, que muchas firmas instalaron para suplementar consumo energético. A fines de junio la seremi de Salud agregará nuevas fuentes fijas, tal como sucede cada dos meses.
“Tenemos datos del impacto que supone parar a causa de la preemergencia. La industria es el único sector que cumple las metas del plan de descontaminación, mientras que - por distintos motivos-, el resto de los sectores no cumple y contribuye con el exceso de emisiones que conducen a la preemergencia, aunque al final son las industrias las que tienen que parar, pese a que cumplieron”, señaló Concha.
Además de los problemas de ventilación de la cuenca santiaguina, que elevan los niveles de polución del aire, Concha dijo que el transporte público es el gran responsable de que en cuatro de las seis ocasiones, en esta zona se hayan constatado niveles de preemergencia.
“El sistema no reconoce a quienes realmente cumplen y tampoco sanciona a quienes no lo hacen, como son las fuentes móviles y, en particular, el transporte público, ya que el gobierno está enfrentando los problemas de operación del Trasantiago sin aplicar restricción a esos buses”, argumentó.
En la Seremi de Transportes reconocieron que para responder a la menor disponibilidad de vehículos particulares –a causa de la restricción, es necesario contar con toda la locomoción colectiva, por lo que efectivamente los buses del Transantiago no tienen restricción, aunque sí están afectos a retiro de circulación si en los controles que efectúa la repartición, alguna máquina excede los niveles de emisión permitidos.
Mejoras al sistema predictivo
El presidente de la Federación de Asociaciones Industriales Comunales (Feasin), Héctor Castillo, dijo que este sector no puede seguir bajo el modelo predictivo de la Conama, ya que impide planificar operaciones, lo que en muchos casos implica desaprovechar recursos y mano de obra. A su juicio, esto no sucedería si se estableciera un sistema de “escalas” ambientales con luces de otros colores “antes de llegar a la roja”, explicó.
“Cuando te avisan a las doce de la noche por orden de la Intendencia, no existe ninguna posibilidad de prever, ni planificar para el día siguiente y al final el personal debe ser destinado a labores menores. Por ello, la pérdida económica en mano de obra es muy grande y para qué hablar de aquellos procesos que son continuos (...) hay otros sectores puntuales que también sufren porque las restricciones les impiden cumplir con compromisos de entrega de su producción”, argumentó.
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