Es la tendencia de moda hoy por hoy en el mundo empresarial: la responsabilidad social. La fundación PROhumana -que lleva 10 años trabajando en el tema y es una de las más respetadas por el mercado- salió a la calle para preguntarles a los chilenos, en primer lugar, si conocían el concepto y luego les pidió que evaluaran a diversos actores de la sociedad. Las empresas no salieron bien paradas. En este informe, le entregamos en exclusiva los resultados del sondeo referidos al desempeño de las compañías nacionales y un artículo central de Soledad Teixidó, la presidenta ejecutiva de PROhumana, que aporta las conclusiones de la encuesta.
RS significa algo... ¿pero qué?
No deja de sorprender que frente a la pregunta de si reconocen haber escuchado hablar de Responsabilidad Social (RS), el 56 % de los encuestados no sabe lo que es. No cabe duda entonces de que éste es un concepto que recién comienza a penetrar en la sociedad chilena.
Sin embargo, es crucial dar cuenta de que el conocimiento que se tiene de este concepto no representa su complejidad en términos de generar una sociedad más equitativa y empoderada. Resulta urgente entonces generar diversas acciones -ya sean campañas de formación, entrega de informes, diálogos multisectoriales, entre otras- que permitan entregarles conocimientos y herramientas a las personas para que puedan distinguir lo que es RS de lo que no lo es, permitiéndoles manejar opiniones y preferencias de consumo en relación a las empresas, organizaciones de la sociedad civil, organismos del Estado y medios de comunicación.
Las primeras luces de un consumidor informado
Aun cuando en forma espontánea los ciudadanos no posean una complejidad conceptual respecto de la RS, cuando se comienza a desarrollar un diálogo con ellos -entregándoles mayores antecedentes, como la definición del concepto- y se pregunta específicamente por la acción de diversos actores, tienden a ser más claros en sus respuestas, lo que da cuenta de una opinión mejor sustentada, la que opera a la hora de hacer un juicio.
Es destacable identificar la existencia de un discurso elaborado en este aspecto lo que da cuenta que frente a la empresa, nos encontramos con ciudadanos que en alguna medida han reflexionado al respecto y que esta forma de hacer empresa les genera ya alguna opinión.
Por cierto, esto contradice en alguna medida las tendencias que señalan que las personas están desinformadas y no tienen opinión respecto de lo que hace la empresa, mostrándolos como consumidores pasivos.
Es más: es posible aventurarse a decir que tal vez se están visualizando las primeras luces de un empoderamiento ciudadano que nos llevará más temprano que tarde a un consumidor informado y responsable en sus decisiones, como ha sido la experiencia en países más avanzados.
Las empresas no aprueban el examen
Resulta preocupante, por decir lo menos, la opinión de los ciudadanos cuando se les pide que evalúen la RS de las empresas: apenas un 4.4 en una escala de 1.0 a 7.0.
Cuando se indaga sobre las razones de esta valoración, se observan principalmente opiniones negativas. Por otro lado, esta visión se correlaciona con otros estudios realizados por PROhumana donde se observa que existe una visión negativa con respecto a la RSE.
Por cierto consideramos que esta percepción en ocasiones está bien fundada -por ejemplo, la mala evaluación que obtiene la empresa Arauco, como una de las menos responsables a nivel nacional-. Sin embargo, también se hace necesario que exista una mayor difusión y espacio de debate respecto de las buenas prácticas en RSE de las compañías nacionales, para así obtener una mejor valoración del comportamiento empresarial, lo que propicie el emprendimiento de la RSE tanto en la gran empresa como en las pymes.
Es posible distinguir múltiples razones para este malestar frente a las compañías, pero es clave relevar que como ciudadanos nos encontramos expuestos constantemente a noticias y comentarios negativos respecto de la empresa, los que contribuyen a construir esta imagen. A esto se suma la experiencia personal. Hablando en términos de información éste es un reto para los medios de comunicación, los cuales por cierto también fueron evaluados en esta encuesta nacional.
Al respecto es clave señalar que las grandes problemáticas en términos de experiencia y demandas, como el sueldo ético por ejemplo, se instalan mayoritariamente en la discusión en torno a la gran empresa. Sin embargo, la realidad de buena parte de los chilenos se vive en la pyme principalmente, lo que lleva a vivir una experiencia disociada de lo medular del debate.
Se identifica a la gran empresa como la "culpable" de diversas desigualdades sociales y a la pyme como "el motor del crecimiento", sin embargo las problemáticas laborales, por ejemplo, se focalizan en gran medida en estas últimas y en las políticas que tienen algunas grandes empresas con su encadenamiento productivo. Para ser precisos un ejemplo claro: la política de pago a los proveedores sobre los 60 días, que hace casi inviable construir un escenario adecuado para el desarrollo de una RSE orgánica y viable.
Es por esto fundamental destacar que la RSE no es un accionar particular de cada empresa: es una forma de hacer empresa de cada uno, pero con los otros públicos de interés que interactúan con el negocio de uno.
En conclusión, la RSE nos convoca a todos a una gran alianza ciudadana donde los comportamientos en pos de construir sociedades con desarrollo humano sustentable sean el eje articulador de este escenario.
Se acabó la fiesta
Cuando ya entramos a evaluaciones específicas sobre las empresas, el terreno se pone mas árido: la tendencia tiende a ser más bien a la baja, lo que nos lleva a considerar que hoy la RSE requiere de mayor atención por parte de los líderes empresariales.
Es sorprendente leer que el 12% de los encuestados no reconoce a ninguna empresa como responsable. Entonces la pregunta es qué estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo.
Pareciera un poco arriesgado, pero no por eso menos valiente, concluir que a la RSE todavía le queda un largo camino por recorrer. Más aún si deseamos estar en sintonía con las tendencias globales: ser un mercado emergente es un gran desafío, que obliga a altos estándares de cómo hacer negocios, pero también de cómo se informa a la ciudadanía sobre esto.
Se nos acabó la fiesta de ser un país destacado en la liga de los en vías de desarrollo. Ser parte de los grandes requiere madurez y eso implica ser ciudadanos-consumidores informados y con opiniones bien fundamentadas. Desde mi experiencia y punto de vista, hoy por hoy ésta es la única forma de construir un país con equidad social y económica.
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