2007/11/29

El empresario 2007


Al igual que el año pasado, Horst Paulmann fue elegido el mejor empresario del país. Los 80 encuestados votaron, cada uno, por tres hombres de negocios (el primero obtenía 3 votos; el segundo, 2; y el tercero, 1). El dueño de Cencosud alcanzó 122 sufragios, seguido de Álvaro Saieh con 38, Guillermo Luksic con 37, Juan Cúneo con 35 y Andrónico Luksic con 22. Qué Pasa entrevistó en Alemania al menor del clan, Rüdiger Paulmann, quien relata detalles desconocidos de la infancia y juventud del empresario. Como cuando en 1948 tuvieron que escapar a pie de su ciudad natal, Kassel, y cruzar caminando los Alpes hasta Italia. "De lo que fue nuestra casa no queda nada, todo fue destruido en la guerra", recuerda.

Por Carmen Diez Becker
Foto Maglio Pérez

Cuando Paulmann no era famoso

Parece un cuento de supervivencia, pero la historia es absolutamente real. Y la recuerda perfecto Rüdiger, uno de los hermanos menores del empresario Horst Paulmann. Cuenta que en 1948, su madre Hilde Kemna estaba convencida de que ya la familia no tenía mucho más que hacer en Kassel, ciudad ubicada en el centro de Alemania y que -además de destruida- estaba ocupada por los militares desde el fin de la Segunda Guerra Mundiall. Temía, incluso, que los rusos pudieran invadir el país. La única solución era partir. Lo cual, en todo caso, no era una tarea fácil: estaba absolutamente prohibido cruzar la frontera. Por eso, reunió a sus siete hijos -el mayor de 17 años; el menor, de 5- y decidió hacer con ellos el viaje a pie a través de los Alpes. Así, caminando, llegaron al norte de Italia. Exhaustos. Pero sanos y salvos.

Desde esa historia dura han pasado casi seis décadas y las cosas para la familia han cambiado bastante. Si hasta el escenario es distinto. Ya no se trata de supervivencia en una arrasada ciudad alemana, sino más bien de prosperidad a varios miles de kilómetros de allí. En Chile, el apellido Paulmann es sinónimo de éxito. Horst Paulmann, el quinto hermano de este clan que hace ya tanto tiempo cruzó a pie los Alpes, sólo ha hecho crecer su negocio. En el 2004 abrió el 20% de Cencosud a la Bolsa, donde recaudó más de US$ 300 millones. Compró los supermercados Las Brisas y Montecarlo, además de Disco en Argentina. Un año después, entró a la multitienda Paris, exportó su modelo de negocios a Colombia, Perú y, el 2007, como remate, anunció su triunfal ingreso a Brasil con la compra de GBarbosa. Y no para: pronto podría desembarcar en México y quizás Estados Unidos. Así las cosas, y en sólo tres años, se convirtió en uno de los empresarios chilenos más importantes del retail latinoamericano, con una compañía que ya está valorizada en US$ 7.440 millones.

Su hermano Jürgen Paulmann tampoco se ha quedado atrás. Con sus inversiones en los rubros agroindustrial y aéreo factura unos US$ 300 millones. "Horst y Jürgen son muy trabajadores, siempre tienen ganas de hacer algo nuevo y la manera como lo hacen es fantástica. Y con todos sus éxitos aún siguen siendo personas sencillas, con los pies bien puestos sobre la tierra. No han perdido el sentido de familia y si pueden ayudar a cualquiera de la familia en cualquier cosa, siempre lo hacen", afirma convencido su hermano Rüdiger, quien en Alemania se animó a contar a Qué Pasa episodios desconocidos de la historia familiar. Pero antes de ahondar en los recuerdos, quiere dejar bien en claro la generosidad de sus hermanos avecindados en Chile. Y pone su mejor ejemplo: en los años 80, cuando por complicaciones financieras estuvo a punto de cerrar su fábrica de luminarias que hoy maneja en Hannover, Horst le tendió una mano. "Pensé en cerrar la firma, pero vino mi hermano Horst y me dijo: 'No seas idiota, sigue adelante'", cuenta. "Fue un comentario duro, pero a veces alguien tiene que decir las cosas firme y claramente como siempre lo hace Horst".

De Kassel a Buenos Aires

Los lazos familiares son un tema relevante para Rüdiger Paulmann, empresario que también vivió en Chile, pero lo abandonó hace casi 30 años para establecerse nuevamente en el país del cual, a fines de la década del 40, emigraron su padre, Karl Paulmann, su madre Hilde Kemna y siete de sus ocho hijos, ya que uno falleció al poco tiempo de finalizar la guerra.
Antes de su migración, la familia vivía sin mayores sobresaltos en Kassel, a 400 kilómetros de Berlín y cercana a Frankfurt. Era una ciudad no demasiado grande, pero cargaba el honor de haber sido también la cuna de los hermanos Grimm, famosos escritores de cuentos infantiles. La Segunda Guerra Mundial cambió las cosas. La ciudad fue destruida. Tanto, que muchos comentaban que lo único que había quedado en pie era la estatua de Hércules, símbolo de la ciudad situado en una colina cercana. La gente también resintió la violencia: Kassel pasó de tener 200.000 habitantes a apenas 30.000 -sólo producto de las bombas murieron cerca de 10.000 personas-, y la asustada población sobreviviente debió acostumbrarse a la ocupación militar. Varios, además, tuvieron que desalojar las pocas casas que quedaban en pie. "De lo que fue nuestra casa, no queda nada. Todo fue destruido en la guerra", dice Rüdiger Paulmann.

El padre, Karl, viajó en 1947 a Argentina a buscar mejores horizontes. La madre y los hijos decidieron esperar, instalados en dos habitaciones de una vivienda ubicada en las afueras de la ciudad. Era una modesta casa de campo, pero al menos allí no tenían a los militares encima. Fue una época terriblemente difícil. "Teníamos que vivir de la caridad de otros, no teníamos nada", recuerda Rüdiger. Por eso, no mucho tiempo después tomarían la decisión de esa larga caminata por las montañas.

Exactamente un año después de la partida del padre, Hilde y sus siete hijos decidieron reunirse con él en Argentina. Y entonces su pusieron a caminar, sin detenerse hasta llegar al puerto de Génova, en el norte italiano. Sin perder tiempo, tomaron el barco que los llevó a Buenos Aires. "Esa travesía fue muy dura, pero prácticamente el tesón de mi madre permitió que llegáramos todos sanos y salvos a Sudamérica", señala Rüdiger, sin poder ocultar la nostalgia de hablar de su progenitora.
El viaje en barco duró varias semanas. Por pimera vez después de las carencias de la guerra, los hermanos Paulmann podían comer todo lo que se les antojara. A mucha gente que iba en el barco le sobraba la comida por el mareo y estos siete chicos la aprovechaban. "La gozamos", dice Rüdiger entre risas, pronunciando un perfecto castellano.

Este buen presagio de cómo podía ser la vida en Sudamérica no duró demasiado, ya que -después de llegar- en Argentina las cosas también estaban difíciles. Cuando Juan Domingo Perón asumió el poder ordenó el cierre de las exportaciones, que era justo el negocio al cual se dedicaba Karl Paulmann. Aunque por entonces él ya tenía una pequeña vivienda donde acogió a su numerosa familia, el trabajo escaseaba y el nulo conocimiento del idioma de todo el clan entorpecía aún más las cosas. Pero nadie se desanimó. De hecho, a sus 13 años, Horst comenzó a trabajar como mensajero, telefonista y lavando frascos de anilina. En español sólo sabía decir "buenos días" y "buenas tardes". Lo cual al final terminó jugándole en contra. Lo despidieron a los cinco meses.

Defenderse a golpes

Rüdiger Paulmann recuerda que, todas las noches, su madre los instaba a estudiar. "Nos sentábamos con ella a aprender vocabulario en castellano, palabra tras palabra", señala. Además, cada uno de los hijos tenía sus labores asignadas y cooperaba en lo que podía. Como los dos menores eran muy pequeños para hacer un trabajo remunerado, podían ir a la escuela y, en casa, se encargaban de zurcir las calcetas. Una labor en la que Rüdiger se califica hasta hoy como un gran experto.

Como en la escuela nadie hablaba alemán, la integración de los Paulmann Kemna fue ial comienzo muy difícil. "Los hermanos pasábamos bastante tiempo espalda contra espalda, defendiéndonos a golpes de los demás niños. Todos estaban contra nosotros, pero aprendimos harto de la vida", reflexiona Rüdiger. Y recuerda que sus hermanos mayores se las ingeniaban para ganar dinero tejiendo mantas, fabricando hamacas o cualquier otro artículo que pudieran vender. Sin embargo, agrega, al poco tiempo el clima de negocios en Argentina se hizo absolutamente insostenible. Y la familia decidió moverse otra vez.
En 1950 aterrizaron en Chile, pues se rumoreaba que en este pequeño país las posibilidades eran mejores. "Surgió la posibilidad de administrar el Club Alemán de La Unión", dice Rüdiger. Y enseguida reflexiona: "Cuando los niños no tienen dinero y no los molestan, pueden usar cada piedra o palo para jugar. Visto desde fuera, cuando yo era niño, a los demás les iba en general mejor que a nuestra familia, pero nosotros no lo percibíamos así. Nuestros padres, especialmente mi madre, nos dio una sensación de familia, tengo buenos recuerdos de mi niñez. Incluso mis hermanos mayores, que eran más conscientes de los problemas, tienen recuerdos positivos de esa época".

Ninguno de sus cuatro hermanos mayores estudió más allá de cuarto de humanidades, pues comenzaron a trabajar desde los 13 a los 16 años. De los tres menores, ninguno llegó a la universidad. Horst, según quienes lo conocieron en esa época, era muy intranquilo en el colegio; no se podía quedar sentado. Casi todos los días, la profesora de su curso en el Colegio Alemán de Osorno le decía: "Horst al rincón". El asunto es que debido a la guerra, la emigración a Argentina y después a Chile, Horst Paulmann estuvo en ocho colegios de ocho ciudades distintas. Todo ello en apenas diez años.

Juntos otra vez

En La Unión, Rüdiger fue alumno del Instituto Alemán de esa ciudad y luego del Colegio Alemán de Temuco, cuando la familia se mudó allí en 1952, tras adquirir la quinta de recreo Las Brisas, que fue administrada por sus padres y sus hermanos mayores, Horst y Jürgen. Cuando el padre murió, cinco años más tarde, sus hermanos siguieron desarrollándose en el área comercial. Y aunque entonces no podían saberlo, ambos empezaban así a dar forma a una de las historias empresariales más importantes de Chile.

Pese al éxito actual de Horst y Jürgen, Rüdiger insiste en esta primera entrevista en que accede a hablar de sus hermanos, en que éstos jamás se han olvidado de su familia. De hecho, estuvieron juntos en julio pasado en su casa cerca de Hannover, donde él organizó el primer encuentro familiar ampliado de los Paulmann. Además de los 70 visitantes de Chile que acompañaron a Horst y Jürgen a esa celebración -además de sus hermanas mujeres que viven en Victoria y Temuco-, el anfitrión recibió a 90 descendientes Paulmann que llegaron desde Estados Unidos, Inglaterra, Bélgica, Holanda y Alemania. Muchos, incluso, se conocían por primera vez. La cita fue una experiencia tan grata para todos, que planean repetirla. "Mi hermano Horst dijo que para su cumpleaños 75 va a invitar a todos a Chile", adelanta Rüdiger, esperanzado en que su hermano cumpla su palabra en tres años más.

Mientras Rüdiger Paulmann termina esta entrevista cargada de recuerdos en Hannover, es imposible no pensar que a exactamente 164 kilómetros al sur de allí está Kassel, que -al igual que los Paulmann que alguna vez vivieron allí- también logró levantarse con el tiempo. Hoy su población bordea nuevamente las 200.000 personas -cifra similar a la que había antes de la guerra-, sus barrios exhiben un aire moderno y es la cuna de la famosa Documenta, una de las exposiciones de arte contemporáneo más importantes del mundo. Una ciudad del siglo XXI. Sin rastro alguno de esa familia que, esperanzada en un futuro mejor, se atrevió a cruzar los Alpes sólo con lo puesto.

¿Por qué son los mejores del 2007?

He aquí las opiniones de quienes participaron en esta encuesta (la votación fue anónima).

Álvaro Saieh*
Una audaz irrupción en el mercado del retail.

"Por su manera de enfrentar los negocios, su ingreso al retail es magistral".
"Ha demostrado decisión y visión: su incursión en el retail y el relanzamiento de Corpbanca son algunos de los hitos de 2007".
"Ha probado que tiene capacidad para arriesgar y mejorar empresas en un mercado tan competitivo como la banca".
"La compra de Unimarc, la asociación con Rendic y su entrada a Montserrat demuestra que quiere meterse a pelear con los grandes".
"Irrumpió en un mercado que parecía irremediablemente condenado a repartirse entre las dos grandes cadenas".
"Tiene audacia para incursionar en nuevos negocios y ha tenido éxito en la consolidación de Corpbanca. Se ha preocupado por las artes, aspecto tan descuidado por nuestro medio empresarial".

*Álvaro Saieh es accionista de Copesa, empresa que edita la revista Qué Pasa

Guillermo Luksic.
Negociando en las grandes ligas.
"Gracias a lo que logró con Madeco en las últimas semanas, ha demostrado que en cuanto a negociación, es un líder".
"La venta de la división de cables de Madeco y el ingreso como principal accionista individual del mayor productor mundial en el rubro, la francesa Nexans, prueban que es posible ser un jugador mundial".
"Con brillo sacó adelante Madeco y la globalizó. Ha tenido un gran resultado en CCU y en la recuperación de Viña San Pedro".
"Lo de Nexans es un ejemplo de acuerdos empresariales que incorporan a nuestras compañías a la primera liga mundial".
"Su fusión con los franceses les permite internacionalizarse de manera importante".

Juan Cúneo
Una apuesta por ser un gran actor en la región.
"Logró una fusión de compañías que pasó a la historia y ha tenido un gran impacto en la internacionalización de las empresas chilenas".
"Ha sido capaz de liderar orgánicamente el crecimiento de una gran empresa de retail que, luego de fusionarse con D&S, enfrentará el desafío de pasar a ser un importante actor a nivel latinoamericano".
"Tiene una permanente capacidad de agregar valor".
"Ha tenido gran visión y habilidad para transformar a Falabella en un retailer de calibre internacional, más profesional y con la propiedad compartida con nuevas familias".
"Ha logrado juntar una gran empresa como Falabella con Sodimac, y ahora con D&S, y exportarla con excelentes resultados y un gran equipo de trabajo".

Andrónico Luksic.
La internacionalización del Banco de Chile.
"Andrónico se ha destacado por la conducción del Banco de Chile y su entrada a las grandes ligas a través de la fusión con el Citi".
"Como empresarios, como grupo y como familia, los Luksic representan un equipo a destacar por sus negociaciones con Citigroup y Nexans".
"Ha sabido llevar al Banco de Chile más allá de nuestro país".
"La fusión con el Citibank le permite al grupo crecer e internacionalizarse de manera importante".
"Andrónico y Guillermo resaltan por los dos grandes negocios que ha realizado Quiñenco este año: la fusión del Banco de Chile con el Citi y la venta de la división de cables de Madeco a Nexans".

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