Mientras los estadounidenses Bill Gates y Warren Buffett han asegurado que sus hijos no recibirán sus riquezas, sus pares latinoamericanos los han incorporado a sus empresas.
Ignacio Tavra H.
Los herederos del mayor millonario del mundo según el último ranking de la revista Forbes, tendrán que conformarse sólo con “una pequeña fracción” del patrimonio de sus padres. Pero cuando uno es hijo de Bill Gates, una pequeña fracción significan unos US$ 10 millones. El fundador del gigante computacional Microsoft está casado desde hace trece años con Melinda French, con quien tiene tres hijos pequeños: Jennifer Katharine (11 años), Rory John (8 años) y Phoebe Adele (5 años).
En 2002, Gates adelantó que dejará la mayor parte de su fortuna, valorada en
US$ 56.000 millones, a obras de beneficencia. “No creo que sea constructivo crecer teniendo miles de millones de dólares”, dijo esta vez.
Su filosofía fue seguida el año pasado por el millonario estadounidense Warren Buffett, quien anunció que legará la mayor parte de su fortuna para ayudar a los pobres del mundo.
Para sus herederos –sus hijos Susie, Howard y Peter– quedará una porción marginal. “Nuestros hijos son estupendos. Pero creo que cuando han tenido todas las ventajas, en educación y de lo que han aprendido en casa, no es correcto ni racional dejarles nadando en dinero”, confesó el “Oráculo de Omaha” en una entrevista.
Más que legarles el dinero, para muchos millonarios lo más importantes es traspasar a sus descendientes el conocimiento y las habilidades de negocios que los llevaron a volverse ricos en primer lugar.
El magnate mexicano Carlos Slim es dueño por lejos de la mayor fortuna de Latinoamérica, según Forbes, pero algunos medios locales aseguran que con un patrimonio de
US$ 67.000 millones es el mayor millonario a nivel mundial. Aunque su testamento permanece en secreto, Slim ya ha involucrado en sus negocios a la mayoría de sus hijos.
Slim abandonó hace tres años la presidencia de América Telecom y su filial América Móvil, donde nombró a su hijo menor Patrick como sucesor. En 2004, el millonario de origen libanés hizo lo mismo en Teléfonos de México (Telmex), la principal empresa de telefonía de ese país, dejándole el cargo a su hijo mayor, Carlos. Además, tres de sus otros cuatro hijos, y dos yernos, forman parte del Grupo Carso – conglomerado que controla variadas empresas en los sectores comercial, industrial y de consumo, como Condumex, Nacobre y Frisco– y su filial financiera, Grupo Inbursa, desde que el padre dio un paso al costado en 1998. Hasta hoy la distribución parece haber dado resultado, porque no se conocen disputas entre los hermanos Slim por el predominio en los negocios familiares.
Millones sudamericanos
El empresario venezolano Gustavo Cisneros tiene una fortuna estimada de US$ 6.000 millones, lo que lo ubica en el segundo lugar dentro de las mayores riquezas latinoamericanas. El grupo que lleva su apellido es un verdadero imperio: tiene participación en las propiedades del canal de televisión estadounidense Univision, DirectTV Latin America, el venezolano Venevisión y Chilevisión en Chile. En total, Cisneros es dueño de 72 empresas, las que operan en cerca de 80 países.
Casado con Patricia Phelps, tienen tres hijos: Guillermo, Carolina y Adriana, todos los cuales viven en Nueva York aunque tienen trabajos ligados a los negocios de Cisneros. El patriarca del grupo todavía no ha hecho públicos sus planes para traspasar la administración de sus empresas.
En Colombia, el hombre más rico del país, ya superó las ocho décadas. Con una fortuna valorada en US$ 5.700 millones, Julio Santo Domingo es dueño del Grupo Empresarial Bavaria y de Valorem, a través del cual controla más de 100 empresas en todo el mundo, entre ellas Caracol Televisión.
Los tres hijos del empresario, Julio Mario, Alejandro y Andrés, ya se han planteado el tema de la sucesión. Sin embargo, de los tres, sólo el del medio, Alejandro (de 30 años), se ha integrado al control de las compañías familiares, dentro de las que también destacan el diario El Espectador. Y, pese a su corta edad, no ha tenido problemas para imponer su estilo, aún cuando se tratara de la familia: “En un principio, los números no me cuadraban, fui a hablar con mi papá y me tocó despedir a mi primo hermano, fue duro”, ha confidenciado.
Imperios cariocas
En Brasil, una de las mayores dinastías económicas familiares corresponde a los Safra, donde los hermanos Moise y Joseph controlan el banco que lleva su apellido y que es una de las diez entidades financieras más grandes de ese país. Además, son dueños de bancos en Israel, Estados Unidos y Luxemburgo. El predominio dentro del grupo está en manos de Joseph, cuya fortuna asciende a US$ 6.000, más del doble que los US$ 2.900 millones de su hermano Moise.
Jacob Safra, hijo de Joseph, es considerado el próximo líder del grupo familiar. Un administrador de empresas de la escuela de negocios Wharton, hoy está a cargo de Safra National Bank, en Nueva York, mientras que su hermano Alberto Joseph tomó las riendas, a comienzos de 2004, del Banco J. Safra, fundado en 1998 inicialmente para administrar la fortuna personal de su padre.
Los otros dos hijos de
Joseph Safra, David y Esther, no forman parte de los negocios del clan.
La segunda mayor fortuna brasileña, en tanto, está en manos de Jorge Paulo Lemann, descendiente de suizos de 67 años que cuenta con más de US$ 4.900 millones. El empresario, que tiene seis hijos, controla junto a sus antiguos socios Marcel Telles y Carlos Alberto Sicupira, parte del fabricante cervecero InBev y el gigante de tiendas detallistas Lojas Americanas.
La riqueza de Lemann –un ex tenista profesional – tuvo su primer despegue en 1998, cuando vendió su banco de inversiones Garantia a Credit Suisse en US$ 675 millones. Garantia, fundado en 1971, ha sido descrito por Forbes como “la versión brasileña de Goldman Sachs”.
Su hijo mayor Paulo y su segunda esposa Susanna –una suiza nacionalizada brasileña 22 años menor que el magnate, con la que tiene tres hijos adolescentes– forman parte de la Fundación Lemann, y también están participando en la administración de las empresas familiares. El primero es economista y ha sido analista financiero, mientras la joven esposa se ha enfocado en actividades sociales para rescatar a adolescentes y niños brasileños en situaciones de riesgo.
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