Por Lorena Medel.
Hacía años que no había en Chile una liquidez como la actual. Basta que una empresa se abra a la bolsa, una compañía con proyecciones emita bonos o un emprendedor ponga un buen proyecto sobre el escritorio, para que se produzca de inmediato una explosión de millones… Plata hay. Pero faltan proyectos en los cuales invertir.
Está naciendo lo que algunos han bautizado como la nueva era de la industria del capital de riesgo. Una era de inversionistas, mil veces más profesional y sofisticada que la de principios de los 90, cuando la inexperiencia y las restricciones llevaron a decenas de fondos al fracaso. Una era mejor fundamentada que el boom de las puntocom, cuando la falta de previsión y la euforia inflaron una burbuja que –ahora está claro– tenía poca consistencia.
Lo de hoy es diferente. Y, aunque nadie niega que detrás de esta suerte de explosión de fondos de capital de riesgo haya también un cierto afán de bajar la carga impositiva, hay que reconocer que la tendencia está logrando que un número importante de firmas sin historial o con dificultades financieras puedan acceder a recursos y a asesorías profesionales que de otra manera no hubieran conseguido. Ejemplos hay por montones. Calzados Gacel y Pan D’Or, adquiridas por el fondo de Capital Trust; Pet Packaging y PH Glass, por el Fondo Penta, Lácteos Frutillar y Cervecería Kross, por Transoceánica; Alimentos Puerto Varas y Metanoia, por parte de Precursor. Y así,
suma y sigue.
Pero antes de ponerles nombre y apellido a los nuevos “ángeles” del mercado local, es importante decir que en Chile –a diferencia de mercados más sofisticados como el americano y europeo– la cadena de financiamiento privado abarca toda la red del emprendimiento, desde venture capital, que es la inversión en las etapas iniciales de un negocio y en proyectos de expansión, hasta los private equity, que son aquellos fondos hechos y derechos que compran empresas ya formadas, las gestionan con agresividad y al cabo de unos años las venden, considerablemente más caras que lo que pagaron. A esta última modalidad –hay que decirlo– pertenece más del 70% de los nuevos fondos.
Lo que no significa, en todo caso, que no haya empresarios dispuestos de corazón a apostar por una buena idea o proyecto. -En Chile se abusa un poco del concepto de capital de riesgo, utilizándose para tipos de inversión muy diferentes entre sí –señala Gonzalo Miranda, gerente general de Aysén Capital, fondo relacionado, entre otros, a José Luis del Río–. No todos los empresarios y ejecutivos que han creado fondos en el último tiempo son ángeles. Algunos están en la etapa de capital semilla, que es la inicial, y otros, lisa y llanamente son private equity. Yo diría que la gran mayoría de los nuevos está en el llamado venture capital. Inversionistas con un approach estructurado, un equipo de profesionales dedicados a la búsqueda e inversión, que monitorea y ayuda a crecer a las empresas, que invierte para financiar el crecimiento y cuyo objetivo final es maximizar el retorno, vendiendo su participación en un período de 5 a 10 años.
Los casos más conocidos, hasta ahora, han sido los fondos de capital de riesgo que han nacido bajo el alero de Corfo, como Axa, Halcón I y II (Econsult), Mi- Factory II (Said), Expertus (Independencia), Precursor (Gerens) y Crecimiento Agrícola (Sembrador). También están los famosos Proa I y II, Chiletech y Antartic, que actualmente tienen más de 150 millones de dólares en administración, con posiciones de preferencia pasivas, pero muy estratégicas.
-Hasta ahora no hemos tenido casos exitosos en capital de riesgo desde el punto de vista financiero –asegura Miranda–. Y eso es un problema, pues la industria no ha logrado mostrar a la fecha que es rentable.
Quizás el más aplaudido de todos, pero que definitivamente está en la categoría de private equity, es Southern Cross. Ese el modelo que todos estos nuevos fondos quieren imitar, pues con su billetera y fuerte énfasis en la gestión, ha contribuido al desarrollo y crecimiento de empresas tan emblemáticas como La Polar y Essbío.
-Si uno mira la historia del capitalismo en el mundo se da cuenta que siempre han existido empresarios dispuestos a invertir en nuevas ideas, a aportar capital a empresas con proyección o a comprar compañías ya formadas y hacerlas crecer –sostiene Bernardo Fontaine, presidente del fondo de capital de riesgo Hércules–. La diferencia ahora es que la gestión ha pasado a ser tan importante como el capital. Ya no basta con pasar lucas, también hay que administrar.
Y el cambio está a la vista. La mayoría de los nuevos fondos, entre los que se cuenta a Penta (grupo Penta), Aysén Capital (Grupo Del Río), Key Capital (Grupo Gálmez), Hércules (Bernardo Fontaine) y Transoceánica (Grupo Schiess), entre otros, tienen gerentes que se encargan de administrar el patrimonio, buscar negocios, evaluarlos, negociar la compra, comprar y luego administrar en forma eficiente y profesional.
En la siguiente galería hay empresarios individuales de perfil operacional muy similar al de un inversionista ángel y fondos de capital de riesgo más institucionalizados. Lo que tienen en común es un profundo compromiso con el emprendimiento, una clara vocación por la innovación y metas obvias de rentabilidad.
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LA TAREA PENDIENTE
Cuando se habla de capital de riesgo es inevitable no pensar en los conceptos de innovación y emprendimiento. Después de todo, de eso se trata. De crear empresas innovadoras con alto valor agregado. Dentro de la región, se podría decir que Chile es el país más avanzado en la comprensión e implementación de un sistema de emprendimiento. Sin embargo, organismos involucrados en la materia, como Endeavor, Octantis, la Universidad Católica, País Digital e Idea Incuba, aseguran que las claves son todavía poco conocidas.
-Si miramos el proceso de creación de este tipo de empresas como una cadena, podemos distinguir entre sus principales eslabones a las universidades, los concursos de planes de negocio, las incubadoras, los instrumentos de capital semilla, los inversionistas ángeles, los fondos de capital de riesgo privados y los fondos de inversión –señala Fernando Prieto, presidente de la Red de Inversionistas Angeles–. Cada eslabón tiene su desafío.
Según señala, existen experiencias interesantes en Europa y Estados Unidos, donde se reconoce el valor de la existencia del inversionista ángel como clave en el sistema de emprendimiento. En el caso inglés, el mismo año que el inversionista ángel invierte, recibe un 20% de crédito de impuesto y, si tiene pérdidas en el nuevo negocio, recibe un 40% de crédito de impuesto adicional sobre el monto de la pérdida. En Escocia se instituyó un fondo de dineros fiscales por el equivalente a 100 millones de dólares para co-invertir en una relación 1 a 1 con las inversiones ángeles. En Bélgica no se consideran impuestos a la ganancia de capital para inversiones ángeles calificadas. Por su parte, en Estados Unidos, más de 20 estados ya tienen una legislación que otorga crédito de impuestos a inversionistas ángeles que apoyan nuevos emprendimientos y se ha presentado recientemente un proyecto de ley federal con este mismo objetivo.
Al respecto, existe un grupo de privados interesado en incluir en el proyecto MK3 mecanismos de estímulo en esta dirección.
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GRUPO DEL RIO Y AYSEN CAPITAL
Por los emprendedores
No es el típico fondo de liquidez de una familia. Aquí no participa Dersa ni ninguna de las sociedades de inversión de la familia Del Río. No. Para ser exactos, Aysén Capital surgió de la experiencia y filosofía de personas relacionadas a Endeavor –en el más amplio sentido de la palabra–, y con fines de lucro. Lo capitanea Gonzalo Miranda, el hombre que dio forma a Endeavor cuando en Chile nadie hablaba de emprendimiento ni de venture capital. Y está financiado por tres de los ocho hermanos Del Río Goudie, incluido José Luis, más otros tres empresarios relacionados con las industrias alimenticia y de medio ambiente, que son algunos de los sectores que interesan a este fondo.
Su foco son los emprendedores, los negocios en formación, las ideas de alto impacto. Lo que ellos quieren es sumar una red de conocimiento empresarial que detecte negocios de innovación, los evalúe, apoye financieramente, los potencie y los vincule entre sí. No pretenden controlar, ni tampoco gestionar. Por lo mismo, sus inversiones, una vez que comiencen, serán esencialmente minoritarias en torno al 35% de la propiedad. Es un fondo de venture capital, en su más perfecta definición.
Aunque se lanza oficialmente a mediados de junio, el equipo ya lleva varios meses mirando proyectos. Todos, ligados a sectores donde Chile tiene ventajas comparativas, como la agroindustria, la agricultura, pesca y acuicultura, en el sector alimenticio, y los relacionados con el medio ambiente, como son las energías alternativas, el agua, los ecosistemas marinos y la polución. Y la idea es hacerlo en serio, por lo que están trabajando con la Universidad Davis, de California, una de las instituciones que más sabe de biotecnología aplicada a la industria alimenticia.
En su etapa inicial, el fondo contará con un capital de 25 millones de dólares, para realizar inversiones del orden de uno a dos millones en cada una de las empresas.
INVERSIONISTA ANGEL
• Inversionista informal privado con “capital inteligente”.
• Monto promedio por inversión US$ 25.000 – US$ 250.000.
• Disposición a compartir habilidades en gestión de empresas, negociación, manejo financiero, dirección estratégica y redes de contacto.
• No tienen una preferencia por sector específico.
• A menudo prefieren invertir cerca del lugar de residencia.
• Buscan ganancia, pero también disfrutan de la actividad.
• Son menos estructurados en sus decisiones de inversión.
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CHRISTOPH SCHIESS Y FONDO TRANSOCEANICA
Con estructura de holding
Dar a sus empresas una estructura de holding, crecer y diversificarse… Eso fue lo que motivó al empresario Christoph Schiess a crear un fondo de capital de riesgo hace ya tres años. El es el único aportante, por lo que el fondo no tiene un monto predefinido ni un período de tiempo determinado para invertir. Tampoco tiene restricciones al tipo de emprendimiento que se financia. Puede ser una idea, un proyecto, una pyme en mal estado o bien una firma mediana en crecimiento. Lo importante es que tenga potencial y que esté relacionada a algunas de sus áreas de interés: turismo, sector inmobiliario, transporte, y alimentos y bebidas.
En general, toman participaciones minoritarias con miras a tomar el control. Tienen cuatro inversiones directas y otras tres en co-inversión con otros fondos. De la mano de Transoceánica, Schiess tiene, por ejemplo, un 20% de Antartic Shipping, un ex barco de la Armada que fue refaccionado para hacer viajes turísticos a la Antártica.
También posee el 40% de una micro cervercería llamada Kross, empresa creada por un grupo de ingenieros de la Universidad Católica, orientada a la elaboración de cerveza premium. La tercera es Lácteos Frutillar. Ahí tienen un 22% y están asociados con Feria de Osorno. La última es Mafrisur, un matadero frigorífico del que poseen un 13%.
La inversión total en estas cuatro empresas ha sido superior a los 5 millones de dólares. Y a todas ellas apoyan con conocimientos financieros, estructuras administrativas, contabilidad, control de gestión, mejores prácticas, contactos y estrategia. Otra parte del fondo está invertida en distintos fondos de inversión. Son aportantes del fondo Magallanes, cuyo principal accionista es el empresario alemán Peter Dölhe, que hasta ahora ha tomado posiciones de control en Telemercados Europa y la Viña El Principal. También están en Genera, un emprendimiento educacional relacionado con la Universidad Católica. Ahí, a través del fondo Expertus, invierten en colegios que luego administran en forma profesional. Finalmente, y en co-inversión con la Fundación Chile, tienen una operación financiera orientada a la compra de derechos de contratos de explotación y mantención de áreas forestales.
Schiess está en la presidencia del fondo Transoceánica y Alejandro Molnar en la gerencia general. Este último es el encargado de evaluar, administrar y representar las inversiones. Adicionalmente, hay un comité en que participa gente de mucho prestigio.
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PENTA CAPITAL DE RIESGO
Pura eficiencia
Cuando Carlos Eugenio Lavín, Carlos Alberto Délano y Horacio Peña –director ejecutivo– crearon el fondo Penta Capital de riesgo la idea fue abrir oportunidades en sectores que no eran los tradicionales del grupo, básicamente industrial y comercial, en empresas de corte familiar y con problemas de gestión o financiamiento. Y lo han hecho estupendo. En cinco años han logrado desarrollar un exitoso modelo de negocios que aplican en forma casi idéntica en cada empresa en la que invierten. Un grupo de ejecutivos busca y evalúa la oportunidad, negocia la compra, habla con los bancos y solo después de detectado el potencial de crecimiento, ofrecen el tema a los inversionistas.
De 30 oportunidades evaluadas, 28 se quedan en la etapa de estudio, lo que explica que una vez que toman el control de la empresa –el fondo Penta siempre entra como accionista mayoritario– tienen bastante claros los riesgos y oportunidades. Aquí no se trata de invertir en ideas hiper vanguardistas o productos experimentales, sino en empresas que tienen una historia y donde puedan hacer una real diferencia en términos de administración, para crecer muy fuerte en el corto plazo, aplicando un plan para un máximo de siete años y con retornos mínimos del 15%. El diseño es agresivo y contempla empresas con volúmenes de venta de al menos 6 millones de dólares al año.
En este momento el fondo maneja cinco empresas con activos que superan los 50 millones de dólares y ventas proyectadas para este año del orden de 40 mil millones de pesos. Penta tiene el 100% de Agrícola Gildemeister, Soltec (Soldaduras Industriales) y Pet Pack, además del 70% de PH Glass –empresa que fabrica vidrio templado– y el 56% de Plásticos Burgos. Todas ellas, salvo Soltec, estaban con pérdidas cuando las tomaron y luego de un par de años –con cambio completo de la plana ejecutiva, inversión en infraestructura y el estricto seguimiento del plan de negocios– ya generaban importantes utilidades.
La idea es seguir ampliando el número de empresas y abrirse a nuevos inversionistas, porque hasta ahora –debido a la especial situación de liquidez del grupo– son los propios Penta los que han ido tomando posición en las empresas del fondo. A la luz de los resultados, en todo caso, es difícil que dejen de apostar por este lado.
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GRUPO GALMEZ Y KEY CAPITAL
Por la silvoagricultura
Es, probablemente, el fondo de capital de riesgo más grande que hay en Chile. Superior a los 300 millones de dólares. Para algunos, se trata de todo el patrimonio con que quedó la familia Gálmez tras la venta de Almacenes Paris. Su foco es la industria silvoagropecuaria, que abarca empresas del sector lácteo, carnes, agroquímicos, aceite de oliva, forraje y fruta de exportación. También invierten en empresas relacionadas con la pesca y los cultivos marinos. De hecho, es en este último sector donde han apostado una cantidad importante de fichas.
Para optimizar el proceso de selección de negocios, han conformado un equipo de profesionales multidisciplinarios expertos en las diferentes áreas que conforman la industria. Está comandado por José Antonio Lorriaga, quien tiene la responsabilidad de maximizar la rentabilidad de los recursos aportados al fondo.
Actualmente, Key Capital se encuentra invertido en un 80% del total disponible.
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GRUPO SAID Y MIFACTORY
Tecnología de vanguardia
Son ángeles en el más amplio sentido de la palabra, pues invierten de preferencia en el período inicial de desarrollo de una empresa. Además de capital, que por lo general va entre 100 mil y 500 mil dólares, ofrecen conocimientos técnicos y soporte, acceso a redes de contactos y orientación estratégica.
Su área de interés son las tecnologías y aplicaciones de servicios de información, Internet móvil y las comunicaciones. Claro que el fondo considera solo empresas con un fuerte potencial de crecimiento y el foco está siempre puesto en el retorno financiero.
La primera inversión fue Spring Wireless, compañía que provee servicios corporativos inalámbricos para apoyar a todo el personal en terreno de cualquier empresa. Le siguió Sysgold, que básicamente ofrece el mismo tipo de servicio que Spring Wireless, pero que es complementaria en cuanto a que su cobertura geográfica es México, Colombia y el norte de América latina. También están en Mapas Digitales, empresa chilena que posee la mejor cartografía digital a nivel urbano en Chile y que ofrece servicios de geomarketing o geobusiness a sus clientes corporativos. Su más reciente inversión es Telecomnet en Brasil, que ofrece servicios de prepagos electrónicos.
Sus principales aportantes son el Grupo Said, Ericsson y SAAB, quienes además aportan sus conocimientos específicos de TIC, sus redes de contacto a nivel internacional, y su know how empresarial a las empresas portafolio del fondo. Lo administra la firma ITManagement AFi. Su presidente es Jaime Said y su managing director es Belén Calvo.
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BERNARDO FONTAINE Y EL FONDO HERCULES
Modelo flexible
Es, quizás, de los fondos de capital de riesgo más flexibles que existen. No tiene un sector específico en qué invertir y tampoco un monto determinado. Lo único claro es que no son técnicamente ángeles, pues invierten en empresas ya formadas, con alto potencial de crecimiento. Está compuesto por un número limitado de aportantes y su filosofía es tomar el control o tener un peso decisivo en la administración de empresas que valgan entre 5 y 30 millones de dólares. Además de capital, por cierto, las empresas reciben un completo apoyo en la gestión.
La estrategia es buscar los negocios y luego conseguir los aportantes. Bernardo Fontaine ya desarrolló este negocio en Citicorp, fue responsable de todos los negocios financieros de Falabella y ha sido miembro de diversos directorios de empresas. Con él trabajan Cristóbal Hurtado, un ex hombre de Falabella, quien viene llegando de China donde lideró la oficina de compras de la retailer, y Patricio Cruz, ex gerente general de distintas empresas, especialmente acuícolas y pesqueras.
A un año de su creación han invertido en dos compañías. Aquamont, una empresa de abalones con sede en el sur y norte de Chile, de la que tienen un 50%. El otro 50% lo tiene Gustavo Montero, Carlos Bretón y Andrés Navarro. La otra es una empresa que procesa fruta para exportar, se llama SouthAm. Hércules tiene el 80% y el resto lo tienen Rodrigo San Martín y Juan Francisco Astaburuaga. En estos días están cerrando una tercera inversión.
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GERENS Y EL FONDO PRECURSOR
Al pie de la letra
Con la máxima de que el desarrollo económico sustentable de los países pasa por el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas, y por la creación de otras nuevas, Patricio Arrau creó hace dos años Gerens Capital, una administradora de fondos privados de inversión que apoya justamente a ese sector de la economía, mediante aportes de capital y respaldo en la gestión y la administración financiera.
Actualmente, Gerens Capital administra el Fondo Precursor, que dispone de 560.000 unidades de fomento de aportantes privados y CORFO. Entre los aportantes privados se encuentran –tome nota– Andrés Baboun, Andrés Navarro, Pablo Navarro, Blas Tomic, Consorcio Financiero, Juan Claro, Ramón Eblen, Eduardo Massú, Ricardo Massú y Sigdo Koppers.
Su foco es invertir en empresas que presenten proyectos con alto potencial de crecimiento y rentabilidad, como han sido hasta ahora los casos de Alimentos Puerto Varas, Wisetrack, Metanoia, Medcom y Tubopack, que en conjunto suman más de 10 millones de dólares en inversión. Por lo general, el fondo toma una participación minoritaria de la sociedad, que va desde un 20%, dependiendo del monto a invertir.
Y a través de Gerens Capital se hace cargo de la gerencia de finanzas, de manera de apoyar estratégicamente en la gestión y administración financiera de la empresa. Y lo han hecho tan bien que muchas han mejorado su valor en forma impresionante. Quizás el más notable es el caso de Lácteos Puerto Varas, activos que fueron adquiridos al Banco Santander hace menos de seis años y que hoy valen el doble.
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ECONSULT
Fondo Halcón I y Halcón II
Nació hace cinco años con la idea de apoyar a emprendedores que necesitaran potenciar su negocio a través de la capitalización de su empresa. Es el fondo de capital de riesgo más profesional y sofisticado que existe en el país, administra activos por más de 40 millones de dólares, los que provienen de aportantes privados –entre los que se cuenta a Eduardo Fernández León (accionista de Consorcio Financiero y del grupo inmobiliario FFV), José Antonio Garcés (Consorcio Financiero y Embotelladora Andina), José Yuraszeck (ex Sal Lobos, Viña Undurraga), Marcelo Brito (ex ejecutivo de Enersis), Alvaro Saieh (Corp Banca y Copesa) y sociedades de inversiones de la Cámara Chilena de la Construcción y la Compañía de Seguros de BiceVida y CORFO.
Su estrategia, además de dar apoyo financiero, es involucrarse en apoyar directamente en los aspectos comerciales, financieros y de gestión. Invierte básicamente en empresas cerradas, de tamaño mediano, localizadas en Chile y que cuenten con atractivos proyectos de crecimiento o de reingeniería. En casos excepcionales también invierte en proyectos. El monto mínimo que le inyecta a las empresas es de 500 mil dólares y el máximo de 7 millones de dólares.
Actualmente, son dos los fondos administrados, Halcón I y Halcón II, los cuales tienen participación en firmas como PC Box (comercializadora de notebooks), Prospect; Corporación Santo Tomás (institución educacional presente en más de 18 ciudades de Chile, que imparte 70 carreras y tiene más de 45 mil alumnos); Sergo Chile (relacionada con la importación, distribución y venta directa de rodamientos, repuestos para camiones y maquinaria agrícola) e Yx Wireless (empresa líder en Sudamérica en diseñar, fabricar y comercializar equipos de telefonía fija inalámbrica de alta tecnología). Esta última cuenta en su carta de presentación el premio nacional de “Empresa Innovadora del Año” por parte de Corfo.
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