2006/08/30

El Tratado de Libre Comercio Chile - China

El 21 de agosto, la presidenta de la República, Michelle Bachelet, suscribió el tratado de libre comercio con China. Por la importancia creciente del país asiático en la economía mundial se trata de un acuerdo trascendente. Lamentablemente, al darse a conocer las repercusiones en Chile del convenio se insistió, al igual que cuando se pusieron en marcha tratados anteriores, en entregar una versión de su impacto unilateral. Con este acuerdo, enfatizó la presidenta, “vamos a fortalecer la posición internacional de nuestro país. Vamos a crear nuevos empleos, buenos empleos; a incrementar nuestras exportaciones y así contribuir al crecimiento de la economía” (22/0/06).

Los tratados tienen impactos en ambas direcciones. Un análisis equilibrado requiere de ver ambas caras de la medalla no sólo las exportaciones chilenas, aunque en el corto plazo, según el texto suscrito, se abre más plenamente la economía china que la chilena. El convenio bilateral establece la desgravación arancelaria inmediata para el 92% de las exportaciones chilenas, mientras que el arancel cero de las importaciones desde China regirá desde comienzos de octubre para el 50% de sus envíos. Esta diferencia desaparece en un lapso de 10 años, manteniéndose exceptuado en ese momento, o sea sin ventajas arancelarias, productos que representan el 3% de las ventas mutuas.

Es necesario considerar, al mismo tiempo, que sin tratado ya se produjo un aumento espectacular de las importaciones desde China, que en julio llegaran a representar el 10,2% de las internaciones totales efectuadas por el país. En el primer semestre de 2006, las importaciones chilenas aumentaron en un 42,9%, con relación a los mismos meses de 2005, llegando a U$S 1.634,6 millones, mientras que las ventas efectuadas a China experimentaron una baja de 7,5% como consecuencia de que Beijing en ese lapso reemplazó adquisiciones de cobre en los mercados internacionales por utilización de sus reservas (que, obviamente, no son ilimitadas) y la intensificación de la transformación de chatarra de metal rojo en cobre refinado. A pesar de la reducción en las ventas de cobre, en enero-junio pasado el metal rojo constituyó un 77,2% y las mineras un 81,8% de las colocaciones totales a China. Incrementándose la cotización del cobre en los mercados internacionales en el primer semestre de 2006 se exportaron por este concepto U$S 1.623,7 millones, en circunstancias que en los mismos meses de 2005 se llegó, con un precio más bajo por libra, a U$S 1.698,5 millones. Ello demuestra que el intercambio comercial no depende sólo de las reducciones arancelarias sino también de otros factores.

Las exportaciones chilenas al país asiático experimentaron un gran incremento sin tratados de libre comercio, aumentando mucho más que a Estados con los cuales se habían suscrito. En 2005, China fue el segundo socio de Chile por la magnitud de sus exportaciones, superado únicamente por EEUU En cambio, en enero-julio de 2006, por la disminución en los envíos de cobre, retrocedió al tercer lugar, detrás también de Japón. Con ninguno de los dos países asiáticos en ese momento se tenía tratados de libre comercio. La negociación entre Chile y Japón se encuentra suspendida. En el mismo período, China ocupó el cuarto lugar por el monto de importaciones efectuadas desde Chile, luego de EEUU, Argentina y Brasil.

El discurso oficial destacó que China constituye un “socio trascendente”, pero eso no significa que deban únicamente considerarse los “pro” del tratado, sino también sus impactos negativos, efectuando un análisis global. Michelle Bachelet en su discurso, en una formulación similar a la efectuada en la firma de otros convenios, destacó que en definitiva el comercio se traducirá en cerca de 34.000 nuevos puestos de trabajos para las Pymes (23/08/06). Pero, ¿no será necesario al mismo tiempo consignar la magnitud en que se perderán puestos de trabajo al producirse el reemplazo de producción nacional por importaciones?. Si se hubiesen cumplido los anuncios de creación de ocupaciones después de la firma de cada convenio el total de los desocupados ya se habría reducido drásticamente y bien se sabe que las tasas de desempleo siguen siendo muy elevadas. De igual manera, la realidad de las pymes se habría modificado positivamente y se sabe que es crítica.

“¿Qué pasó -se pregunta “Estrategia”, activa defensora de los tratados- con las promesas de mayor empleo, crecimiento, inversión extranjera y bienestar que traerían los acuerdos comerciales, que prácticamente cubren el planeta y que por años monopolizaron el tiempo y la energía de las autoridades económicas?” (28/08/06). Se trató, al igual que ahora de visiones unilaterales, cuando los fenómenos económicos producen generalmente múltiples impactos que no se quisieron ver.

Con la suscripción del tratado el grado de apertura de la economía chilena se expande. Si antes del acuerdo con China los productos chilenos tenían acceso preferente a países que representan casi un 70% del producto mundial, luego del tratado -como cifró el gobierno- “esa cifra sube a 75%, lo que nos convierte en el país comercialmente más integrado al mundo” (22/08/06). Desde el ángulo exportador, este alto grado de apertura representa ventajas, aunque hasta ahora no ha modificado la estructura de los productos que Chile coloca en el exterior, los cuales siguen siendo predominante bienes primarios o con bajo valor agregado, lo cual significa que la generación de nuevos puestos de trabajo fruto de este incremento es reducido. En cambio, se facilita el ingreso de productos importados, lo cual en la actual coyuntura -y ante la carencia de políticas cambiarias- conduce a la intensificación del ingreso de importaciones, lo cual reemplaza puestos de trabajo en empresas que producen para el mercado interno, algunas de las cuales incluso deben cesar su producción. No es inusual que empresas se transformen de productoras en importadoras.

El crecimiento de las importaciones desde China es sostenido. Desde 2001 aumentaron 3,1 veces si se analizan las adquisiciones efectuadas en el primer semestre, pasando de U$S 1.052 millones a U$S 3.269 millones. Esta tendencia deberá intensificarse al ponerse en marcha el tratado. Un ejemplo lo proporcionan las importaciones textiles. En el primer semestre crecieron en 21%, alcanzando a U$S 742 millones, de acuerdo a las cifras entregadas por el Instituto Textil. Del total adquirido en el exterior un 56% procedió desde China. “De continuar esta tendencia –comentó el presidente del organismo empresarial Mario García, al analizar las importaciones globales- llegaríamos a un récord histórico en internaciones textiles, que podría llegar a U$S 1.500 millones anuales” (24/08/06). Los mayores beneficiados con estas adquisiciones son las grandes cadenas comerciales. Los grupos Calderón, Solari y Paulmann -a través de Ripley y Johnson’s S.A., Falabella y Almacenes París Comercial, respectivamente- explican un 22,8% del total.

Hasta antes del tratado, como lo manifestó el ministro de Relaciones Exteriores Alejandro Foxley, “cerca del 95% de los bienes exportados a China son tres productos: celulosa, harina de pescado y cobre” (22/08/06) los cuales se seguirán colocando con o sin tratado de libre comercio. La gran interrogante es en qué proporción esta relación de la estructura exportadora se modificará dado que la competencia con mercancías procedentes de otros países en rubros de mayor valor agregado es muy elevada.

El ministro de Agricultura, Alvaro Rojas, destacó que el “sector agrícola es el gran favorecido con el acuerdo comercial” (22/08/06), dada la reducción arancelaria que les favorecerá. Sin embargo, el tema no es tan simple. “Fuentes… como Nueva Zelanda y Australia; otros emergentes como Perú; países del hemisferio norte como Estados Unidos, e incluso los productores locales -se constataba en un reportaje publicado en “El Mercurio” el día anterior a suscribirse el tratado-, ya han acomodado rápidamente parte de sus piezas en el tablero chino. Con 1.300 millones de habitantes resulta más que atractivo para cualquiera- continuaba la crónica-, por lo que las ventajas de un TLC parecen diluirse. Países como Singapur y Tailandia exportan su uva con cero porcentaje de arancel, mientras que Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar y Vietnam lo hacen sólo en 5%” (21/08/06). En otras palabras, el análisis no puede efectuarse considerando a Chile como el único actor interesado en penetrar al mercado chino.

Por otra parte, Beijing se encuentra empeñado en suscribir otros tratados de libre comercio. De manera que las ventajas obtenidas deben en muchos planos tratar de consolidarse en un plazo breve, lo cual tampoco es tan sencillo. Nueva Zelanda negocia un tratado similar, Australia tiene contactos con el mismo propósito y Perú se plantea el mismo objetivo.

La suscripción de un tratado de libre comercio tiene efectos fiscales. Disminuyen los ingresos. El ministro de Hacienda, Andrés Velasco, cifró en U$S 190 millones la reducción a producirse en el 2007 y en U$S 70 millones el menor ingreso a registrarse en el cuarto trimestre de 2006 cuando entre en vigencia el tratado. Serán menores desembolsos que en algunos casos tendrán los consumidores y en otros los importadores. Pero el financiamiento se produce, una vez más, con cargo a la mantención del IVA en 19%. O sea, sobre la base de un gravamen regresivo y que afecta al conjunto de la población.

El tratado con China debe efectuarse considerando todos sus efectos, sin hacerse una valoración en función exclusivamente de sus aspectos positivos, como debe efectuarse con el conjunto del proceso de apertura de la economía chilena.

http://www.argenpress.info/

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