2005/10/23

La seducción china


Se radicaron en la "fábrica del mundo", enviados por sus empresas. Son los nuevos colonos, que desde 2000 han comenzado a poblar el país de más rápido crecimiento.

José Luis Chanes guarda cinco monedas chinas debajo de su asiento. "Atraen la riqueza", explica desde su escritorio de gerente de la región de Asia de la CCNI (Compañía Chilena de Navegación Interoceánica) en Hong Kong. En la oficina tiene una pecera y ha ubicado al personal de ventas "en el mejor lugar" desde el punto de vista energético, respondiendo a los postulados del Feng Shui. Son costumbres que ha adoptado durante el año y medio que lleva viviendo en China.

Él es uno de los nuevos colonos. Chilenos que, con las maletas cargadas de ansias por nuevas experiencias, partieron a la conquista de China. Ya son cerca de 25 empresas las que han instalado oficinas en el suelo del país asiático, donde mañana comenzará la V Ronda de Negociaciones, que busca que Santiago y Beijing estampen su firma en un tratado de libre comercio.

Desde, literalmente, el otro lado del mundo, suenan felices de tener la experiencia de vivir en un lugar tan distinto. Contagiados por una "fiebre" por China que se está expandiendo desde hace algunos años y que está sustentada por los más de US$ 3.600 millones que Chile exportó a ese país el año pasado, mostrando un aumento de 64% respecto de 2003, según ProChile.

Y aunque suene difícil tomar una decisión tan extrema, pocos dudaron cuando se les presentó esta oportunidad. "Tuvimos la opción de seguir dando una vuelta por el mundo", cuenta Paula Peters, cuando a su marido, Cristián Ulloa, le ofrecieron el cargo de vicegerente de finanzas de Norasia, empresa del grupo de Sudamericana de Vapores, encargada de manejar el tráfico desde el Asia al norte de Europa y el Mediterráneo.

Luego de 3 años y medio de vivir en Estados Unidos, Cristián fue contactado por un head hunter desde Chile para ofrecerle el cargo. "Y a Hong Kong los boletos", narra Paula.

A cargo de un equipo de 55 personas de distintas nacionalidades, Cristián destaca su desafío profesional. "Hay gente de Brasil, Pakistán, India, China, Suiza y Chile. Es súper entretenido hacer que mi equipo produzca con estos jugadores que tienen diferentes culturas y diversas formas de ver la vida".

José Luis Chanes partió a Hong Kong porque, según él, "es el lugar más interesante para trabajar. Combina un sistema de libre mercado muy abierto, de muy fácil acceso y baja burocracia". La oficina regional que tiene a cargo controla la red de agencias en ventas, marketing, operaciones y logística.

Con un nuevo negocio entre las manos, a sus 27 años, Christian Bar aterrizó en Shangai 10 meses atrás. Hoy cuenta feliz lo exitosa que ha sido su empresa, Mercator Group, donde ocupa el cargo de gerente en China. Este éxito ha borrado de su pasaje la fecha de regreso.

Decidió ser él, entre los cuatro socios, el que partiría, pues es soltero y llevaba 3 años trabajando en la empresa, que tiene dos áreas de acción: las ventas y la representación. Por un lado, exportan artículos para la confección y, por otro, son la cara de otras empresas chilenas que quieren importar productos chinos y no tienen presencia en ese país.

En la cabeza del dragón

Estos ejecutivos buscan desarrollo profesional en el país que "está creciendo más rápidamente en el mundo", según el gerente del Departamento de Asia Pacífico de ProChile, Alberto Cañas. Es el lugar donde se están generando las mayores oportunidades de negocios del planeta "y es posible manufacturar desde productos de consumo hasta bienes de altísima tecnología a precios muy competitivos", agrega.

Eso explica la locura de miles de empresas de distintos países que quieren exportar hacia el mercado que -con más de 1.300 millones de habitantes- es el más grande del mundo.

"Les resulta más fácil vender el producto si es que tienen una persona de su confianza acá buscando los contactos y haciendo la estrategia de ventas", explica Ernesto Lagos, director de ProChile Shangai.

En esa ciudad se concentra el "boom" y es el paso obligado de más de 170 países y regiones que hacen negocios a través del puerto. Ahí se han instalado más de 6.000 firmas extranjeras, de las que sólo 18 son chilenas. La mayoría de ellas, entre las que se cuentan Falabella, Codelco, Sudamericana de Vapores y otras más pequeñas, ha llegado en los últimos tres años, aunque el ingreso comenzó de manera más fuerte en 2000.

En la "cabeza del dragón", como se llama a esta ciudad, es donde se encuentra la mayor parte de la colonia chilena. Según datos de ProChile, son 78 ejecutivos chilenos los que se funden entre los 16 millones de habitantes de Shangai.

Estar en la "fábrica del mundo" no fue lo único que los convenció a partir. Tampoco fueron los mayores sueldos, que pueden llegar 50% más de lo que obtenían en Chile. Ni los beneficios, entre los que se cuentan -aunque en cada empresa es distinto- un bono de recolocación que llega al 20 o 30% del sueldo anual, un auto de la empresa, seguros médicos, casa, colegio para los hijos y hasta un pasaje a Chile al año.

Cristián Ulloa y Paula Peters lo hicieron por sus hijos, de 10, 8 y 5 años. "Una de nuestras principales motivaciones es que nuestros niños entiendan la gran oportunidad que están viviendo, que vean que el mundo es grande y diverso. Nos hemos dado cuenta de que cuando hablan de un nuevo amiguito en el colegio, no es importante si es chino, indio u occidental. Se enfocan en si es amoroso o sabe compartir", dice Paula.

Cuenta orgullosa que sus hijos ya dominan algunas palabras en mandarín, a pesar de que en su escuela y en Hong Kong (aunque la lengua oficial es el cantonés) se habla inglés. "Para mí esto es vivir un reportaje día a día, porque es estar siempre preguntando, conociendo, relacionando", dice.

Cuando José Luis Chanes partió a Hong Kong, comenzó de plano con una nueva vida. Se casó con María Victoria Oyarzún y afirma que "comenzar un matrimonio en el extranjero es una muy buena experiencia que fortalece mucho a la pareja, debido a que los buenos y malos momentos hay que enfrentarlos juntos, porque la familia y los amigos no están cerca".

Aparte de lidiar con la ausencia de la familia, a algunos se les ha hecho difícil trabajar con los chinos.

"Ellos necesitan confianza; cuando yo llegué, no querían hacer negocios conmigo. Yo les pedía muestras y ellos me decían: 'Hazme un pedido y después te traigo las muestras'. Ahora por suerte me he ido ganando su confianza", afirma Christian.

Ximena Pontillo rescata un detalle: "El lenguaje chino no tiene una palabra exacta para decir sí o no. Esto se transfiere culturalmente a que no son directos, no les gusta amarrarse a una respuesta. Por eso, concretar negocios se hace un proceso lento".

Otro Nueva York

Por muy exótico que parezca, estos chilenos aseguran que vivir en lugares como Shangai o Hong Kong no es tan distinto a lo que estamos acostumbrados, pues la cultura asiática se mezcla con la occidental. "En Hong Kong todo es muy fácil. El transporte público es el mejor que he visto en el mundo, es una ciudad muy segura, llegan los mejores espectáculos internacionales, hay de todo tipo de comidas, está la última tecnología", cuenta José Luis. Y remata: "Es como Nueva York, pero la diferencia es que hay más asiáticos".

La seguridad también es un tema que destaca Ximena Pontillo, quien partió a Shangai hace un año para asumir como gerenta general de Red Point, una empresa que exporta distintos productos a Sudamérica. "Acá se me olvidaron las típicas preocupaciones de estar en la calle, cuidar la cartera, el reloj; que te pueden asaltar en cualquier parte", señala.

A pesar de lo cosmopolita que son esas ciudades -Paula menciona que el inglés se habla con tantos acentos distintos, que nadie pregunta cuál es su origen-, también son retratadas como zonas de contrastes. Entre los miles de edificios que se levantan en Hong Kong "hay unos gigantescos, muy modernos y al lado otro todo roto, con la ropita colgada", cuenta. Agrega que casi toda la gente vive en departamentos, "porque los que tienen casa son multimillonarios".

Es que le impresiona la cantidad de dinero que se mueve en Hong Kong. "Vivir acá es horriblemente caro", afirma. "Un pepino puede costar 2.500 pesos", relata sorprendida. "Hay muchos autos lujosos, está lleno de Ferraris, Mercedes. Las tiendas como Louis Vuitton están en cada cuadra".

Para Ximena Pontillo la experiencia tampoco ha sido difícil, a pesar de ser la única chilena de su oficina y de haber llegado a Shangai totalmente sola. "Es estar en otro mundo, hay que ser súper tolerante con muchas costumbres", explica. "Si te preocupas por cómo comen o las cosas que comen, te aseguro que lo pasarás mal", agrega.

Y en ese punto concuerdan varios compatriotas. Algunos se quejan de molestas costumbres de los asiáticos, como comer de manera ruidosa, escupir, dar empujones o eructar. Paula ejemplifica: "Te están atendiendo en una tienda y de repente pum, eructan. Tengo que explicarles a los niños que no lo hacen de mal educados, sino que es su costumbre", narra con humor.

Carla Selman Calavaro © El Mercurio S.A.P

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