2015/08/21

“Vamos a estar en el Gobierno hasta el último día”

El senador Ignacio Walker (DC) no escabulle su chance en las presidenciales de 2017. Cree que el péndulo va hacia el centro y que su partido, en ese escenario, tiene una legítima aspiración de encabezar un próximo mandato.
Por: Marcelo Soto
Fotos: Verónica Ortíz
Walker
"Chile no se está cayendo a pedazos”. “Lo central es el crecimiento económico y la delincuencia”. “La gente debe volver a sentir que el Gobierno le toca la puerta”. Son las ideas que repite Ignacio Walker, senador, ex canciller de Lagos y presidente de la DC desde septiembre de 2010 hasta abril de este año. Como timonel del partido el 2014 tuvo desencuentros con el reformismo de Bachelet, aleonado por el impulso de la retroexcavadora que plantearon algunos de sus partidarios.
Hoy, mientras conversamos en su departamento de Vitacura (el mismo lugar donde el año pasado le dijo NO a Alberto Arenas, entonces ministro de Hacienda, cuando éste buscaba apoyo para el proyecto original de reforma tributaria, que luego debió ir a “la cocina”), mantiene su postura crítica, pero parece más contenido, como advirtiendo que ya no hay espacio para nada más que apoyar al Gobierno e influir desde adentro para que retome el rumbo, en un escenario demasiado complejo.
No hay otra opción que el realismo, afirma este abogado que asoma como candidato presidencial de la DC. Si bien asegura que su partido será leal a Bachelet hasta el último día, no esconde su decepción por el peso del falangismo en La Moneda: “A veces, siento que en el Gobierno no sevalora suficientemente el rol y el aporte de la DC”, reclama.
-Michelle Bachelet en El Salvador alabó el sistema de seguridad social de la RDA y dijo que se había traído ese modelo en la cabeza... ¿Qué le parece?
-La RDA no es una buena escuela en ningún sentido. Michelle Bachelet es una mujer de izquierda, pero dudo que sus afectos y simpatía estén con la RDA. Así que yo prefiero aterrizar en la realidad de Chile y reconocer que ella es parte de una izquierda que tiene una trayectoria muy respetable.
-Aparte de esas declaraciones, usted mismo dijo que el PC se había salido con la suya en el cónclave. ¿Se siente a gusto la DC en el gobierno?
-El problema de Chile no es el Partido Comunista. El problema es la desigualdad, y el desafío es el desarrollo. Aquí no sobra nadie…Tengo mis diferencias con el Partido Comunista, pero reconozco que fue responsable en el primer año.
-¿Y ahora no es tan responsable?
-Yo creo que históricamente ha sido una fuerza política seria. Lo que pasa es que siente una presión desde lo social, y ronda eso de estar con un pie en La Moneda y con un pie en la Alameda. Y cuando uno gobierna, tiene que estar con los dos pies en el gobierno. O se es gobierno, o se es oposición. El PC tiene que resolver esta tensión.
-¿Cree que la alianza entre democristianos y comunistas puede mantenerse con el tiempo?
-Eso dependerá del PC, de nosotros, y de la capacidad que tengamos para aunar nuestros criterios en torno a un objetivo común. Pero le aclaro: yo nunca he sido anticomunista. Trabajé durante tres años en la Vicaría de la Solidaridad con José Manuel Parada. Y he conocido mucha gente que aprecio del PC. Guillermo Teillier, Bárbara Figueroa, Claudia Pascual, que es una gran ministra del Sernam. El PC tiene en Chile una historia muy respetable.
-¿Y qué le pasa cuando manda condolencias por la muerte del dictador norcoreano?
-Bueno, yo quiero pensar que los afectos del PC no están con Corea del Norte, ni menos con Kim Jong Un, que encabeza mi lista de personas más detestables en el mundo.

El futuro de la mayoría

-¿La Nueva Mayoría es una apuesta instrumental, meramente pragmática?
-Es más que instrumental desde el momento que es un acuerdo de gobierno. Pero se hace camino al andar… yo creo que no hay que precipitarse.
-¿Ha evaluado internamente la permanencia de la DC en la NM?
-Eso está fuera de discusión. Nosotros somos un partido leal, de principio a fin. Y vamos a estar en el Gobierno hasta el último día. La pelea la damos por dentro.
-Pero salirse de la coalición es una posibilidad que no puede descartarse...
-No hay nada peor que las profecías autocumplidas, y yo no tengo ninguna visión catastrofista ni del país, ni del Gobierno, ni de la Nueva Mayoría. Lo que a mí me preocupa es cómo la DC hace su contribución en un gobierno y conglomerado de centroizquierda. El programa es una carta de navegación que tiene que experimentar todos los ajustes y adecuaciones que sean necesarios.
“No ignoro que existe una posibilidad de que yo pueda asumir una candidatura presidencial (…) Ya sea en primaria o primera vuelta electoral”.
-¿No teme que el Gobierno siga cayendo en las encuestas y que termine como la presidenta de Brasil?
-Nada es comparable con lo que está ocurriendo en Brasil. Brasil está bajando el crecimiento 2 puntos, nosotros estamos creciendo 2,5. Brasil tiene una realidad extendida de corrupción, nosotros tenemos algunos casos reñidos con la transparencia. Estamos en un momento difícil. Hay un 70% de desaprobación al Gobierno y a las reformas, y eso debe ser leído como una clave de rectificación, más que de reafirmación. ¿Qué significa eso? Que el concepto de realismo sin renuncia tiene que traducirse en un cambio con gradualidad y un ajuste con equidad… ése es el aterrizaje que hay que hacer.
-Más que la gradualidad, lo que está en cuestión es el rumbo de las reformas.
-Efectivamente, hoy hay una sensación de que no hay rumbo, de que no hay norte, y nosotros tenemos que hacernos cargo de esa realidad. Hay que definir el rumbo. Cuando uno no tiene claro el norte, es muy difícil que una carta de navegación pueda llegar a puerto. El norte de nuestro país es el desarrollo. Por lo tanto, tenemos que retomar una agenda procrecimiento que nos permita avanzar.
-Bachelet culpó a los sectores fácticos de bloquear las reformas, ¿comparte esa idea?
-Nosotros tenemos la más alta mayoría en 25 años en el Senado y en la Cámara de Diputados. En estricto rigor, depende de nosotros mismos. Más que de bloqueo hablaría de legítimos intereses particulares. No veo ningún obstáculo insalvable para seguir avanzando. Las dos prioridades absolutas en el Chile de hoy, tienen que ser la delincuencia, porque la gente vive el temor en su casa y en su barrio, y el crecimiento económico, porque la gente siente temor a perder su trabajo.
-¿El programa ya no es la Biblia?
-El programa no es ni la Biblia, ni el Corán. Es una carta de navegación. Y un buen timonel tiene que saber sortear sus obstáculos. Y cuando hay tormenta, hay que hacer los ajustes y adecuaciones que esa situación requiera. Y hay que hacerlo con realismo. Fuimos elegidos por un 62% de la población y hoy tenemos un 70% de desaprobación. ¿Qué es lo que hay que hacer? Cualquier cosa menos más de lo mismo.
-¿No es antidemocrático insistir en reformas que tienen el rechazo de la población?
-Yo no creo que ésa sea la lectura correcta, si me permite. La gente cuando votó por la presidenta Bachelet, y eso fue el 62% de la ciudadanía, sabía que íbamos a hacer una reforma tributaria y la hicimos con el acuerdo del Gobierno y la oposición. Sabía que íbamos a hacer una reforma educacional y la estamos haciendo, mas allá de los ruidos que hemos tenido. Sabía y sabemos que nos hemos comprometido con una nueva Constitución y no hemos perdido de vista ese objetivo. En el primer tiempo hay muchas cosas que se hicieron mal y la presidenta tomó nota de ello. Hizo un cambio de gabinete, que no es nada de cosmético, que es muy de fondo.
-Óscar Guillermo Garretón planteaba que una de las lecciones de la UP es que no se pueden hacer cambios que la población no comparte...
-No hay nada comparable a la UP. Estamos viviendo en otro país. Hay que producir cambios y rectificaciones, pero no podemos caer en una visión catastrofista. Chile no se está cayendo a pedazos, los pilares de nuestra economía son sólidos, tenemos una estabilidad macroeconómica y una responsabilidad fiscal que son la envidia de otros países. Es muy importante hacer un diagnóstico certero para no caer en profecías autocumplidas que nos han llevado en el pasado a situaciones muy críticas.

Elecciones y escenarios

-¿Es probable que en las próximas elecciones haya un escenario a tres bandas?
-Es muy temprano para vislumbrar el escenario político electoral que vamos a tener en las elecciones del 2017. Nuestro empeño como DC siempre va a ser tratar de construir una mayoría social y política que le permita dar gobernabilidad a Chile.
-¿Se abre a un posible escenario en que la DC vaya fuera de la NM?
-Nosotros estamos haciendo la pelea por dentro. La DC tiene vocación de mayoría, no de minoría. Tenemos vocación de gobierno no de oposición. Esto es parte de un proceso y aquí hay muchas conversaciones para que no se desestabilice la nave. Yo quiero apelar a la cordura, no podemos sacar conclusiones anticipadas ni vislumbrar escenarios hipotéticos.
-Algunos analistas ven con preocupación que el centro esté desdibujado.
-Yo veo exactamente lo contrario. Nunca he visto tanto interés en la gente en lo que es el rol de la DC como partido que interpreta a la clase media y a los sectores independientes. A mí la gente me para en la calle para decirme: “Senador, ustedes pueden hacer la diferencia… estamos mirando lo que hace la DC”. Nosotros tenemos la responsabilidad, pero no solos. El sentido de la responsabilidad no es monopolio de la DC. Tenemos aliados y amigos en el PC, PPD, PR en la oposición, que es gente muy seria y responsable.
-¿Está dispuesto a participar en primarias?
-Éste no es el momento de candidaturas presidenciales. La DC tiene que ser capaz de construir una opción presidencial por una razón muy sencilla, que es la teoría del péndulo. Chile fue a la derecha, y eso a pesar de logros parciales que podemos reconocer a Piñera en materia de crecimiento, generación de empleo, aumento de los salarios reales, culminó en un fracaso político electoral. La candidata del sector sacó un 32% de los votos. Después, nos fuimos en el péndulo demasiado hacia la izquierda, en el primer año de gobierno, simbolizado en una retroexcavadora. Una mala idea definitivamente. ¿Hacia dónde va el péndulo ahora? Más hacia el centro y, por lo tanto, el rol de la DC es indiscutible en ese escenario.
-¿A usted le gustaría ser candidato?
-Éste no es un tema de que a uno le guste o no le guste. Yo creo que la DC tiene que construir una opción presidencial porque existe una posibilidad real en ausencia de un liderazgo indiscutido. Y es algo que uno percibe en la calle, y no sólo en las encuestas: la necesidad de moverse más hacia el centro. Yo estoy disponible para esa opción presidencial.
-¿Ha pensado o soñado en ser presidente de Chile?
-Cualquier político que está en la primera línea que no se plantea la posibilidad de una candidatura presidencial es mejor que renuncie a la política. Me doy cuenta de que existe una posibilidad, pero soy realista y soy un hombre de partido y para mí ésta es una decisión colectiva, y éste no es el momento de candidaturas porque tenemos una agenda demandante y exigente. Ahora, ya vendrá el momento. A fines de este año –o a lo más tardará a principios del próximo– la DC tendrá que definir una opción presidencial y eso será una conversación hacia dentro y hacia afuera. Porque tenemos que construir alianzas sociales y políticas si verdaderamente tenemos esa vocación de mayoría. No ignoro que existe una posibilidad de que yo pueda asumir una candidatura presidencial, pero estoy tranquilo porque eso es una decisión colectiva que tomará mi partido.
“Hoy hay una sensación de que no hay rumbo, de que no hay norte, y nosotros tenemos que hacernos cargo de esa realidad. Hay que definir el rumbo”.
-¿En primarias o en primera vuelta?
-Ya sea en primaria o primera vuelta electoral. Soy un hombre de partido, creo en una democracia de partido. No de caudillos. Porque en momentos de crisis aparece el liderazgo caudillista que no tiene ni apoyo político, ni partidario ni parlamentario.
-¿Marco Enríquez es caudillista?
-Por cierto que en relación a la legítima aspiración de Marco Enríquez-Ominami uno se pregunta, ¿con quién va a gobernar? ¿Con qué partidos políticos? ¿Cuántos alcaldes y concejales tiene? El gobierno de una nación es una tarea de tanta envergadura y responsabilidad que es incompatible con un liderazgo caudillista que carezca de una base de apoyo político.
-¿La DC podría apoyar en algún momento a ME-O?
-Eso es impensable. Eso no está en el radar, ni siquiera como hipótesis de trabajo. Con todo el respeto y simpatía hacia la persona.
-Pero ¿si la opción fuera Piñera versus ME-O?
-Dudo que ése sea un escenario. Porque ése es un escenario de polarización y lo que la gente está pidiendo es un gobierno más hacia el centro. Creo que es muy importante el liderazgo de la DC para construir ese escenario, con otros, de forma colaborativa.
-¿Estaría dispuesto a competir en una primaria contra Andrés Velasco?
-Tengo mucho respeto por Andrés Velasco, pero me hago la misma pregunta que con ME-O. ¿Con quién gobernaría? Quiero recordar que él participó en la primaria abierta y “vinculante”... y después tuvo una actitud de oposición al Gobierno. Ése es un escenario que no podemos repetir. Creo que hay un espacio en el centro que tenemos que construir en común con muchos, pero no sé cuál será la predisposición de Andrés.
-¿Tiene la DC la primera opción?
-Le voy a decir lo siguiente: yo he estado recorriendo el país y lo que veo es que la gente quiere transitar hacia una alternativa más al centro. Un gobierno que se comprometa con ciertos cambios y reformas pero con estabilidad, sin aventuras, sin causar trastornos en la población. La DC tiene la legítima aspiración de encabezar ese gobierno y tenemos que construir de manera inteligente una opción presidencial, es decir, en diálogo con otros.
-¿Descarta, como dijo Genaro Arriagada, que Andrés Velasco pueda participar?
-Yo no descarto nada. Creo en la inclusión más que en la exclusión.

El factor Piñera

-Usted decía que un fracaso político es tener un 32%. Pero en las primarias la DC obtuvo mucho menos.
-Es que nos fue mal. Teníamos un buen candidato, pero llegamos muy a destiempo. Todos los expertos y los estudios indican que si un partido tiene reales opciones presidenciales, tiene que colocar ese nombre por lo menos dos años antes de la elección. Eso es diciembre próximo. Estoy seguro de que la DC no va a llegar tarde a las elecciones del 2017. Nosotros tenemos que actuar ya. Y veo al interior del partido un muy buen ambiente en el sentido de construir esa opción presidencial.
-Hoy, no aparece nadie de la DC en las encuestas. ¿Cómo revertir eso?
-No hay ningún liderazgo indiscutido, ni en el país ni en la DC. No hay nada parecido a lo que fue el fenómeno electoral de la presidenta Bachelet, por lo tanto, esto es una hoja en blanco que debemos escribir. Y tenemos tiempo para posicionar no sólo una candidatura individual sino que la opción presidencial de, ojalá, más de un partido.
-¿Sería imaginable que la DC apoyara a Piñera?
-Eso es impensable. Fue impensable cuando ganó legítimamente el año 2009. La DC nunca va a construir una opción presidencial de centroderecha porque sería negar toda nuestra historia. Nosotros siempre hemos tenido nuestro espacio público en la centroizquierda. Olvídense de una opción presidencial de centroderecha con el apoyo de la DC.
“Fuimos elegidos por un 62% de la población y hoy tenemos un 70% de desaprobación. ¿Qué es lo que hay que hacer? Cualquier cosa menos más de lo mismo”.
-Pero algunos lo han planteado...
-Nunca jamás. La Nueva Mayoría es un acuerdo político y programático para apoyar al gobierno de Bachelet. Queremos que nos vaya bien y si nos va bien podremos pensar en otro tipo de proyecciones, pero por ahora hagamos la pega porque cuando estamos con un 70% de desaprobación, no estamos para ir viendo si se proyecta o no la Nueva Mayoría o quién va a ser nuestro candidato presidencial. Tenemos que trabajar ahora y arremangarnos y hacer la pega para que la gente sienta que estamos tocando su puerta.

Bachelet y Burgos

-¿Usted cree que la DC ha tenido un papel secundario?
-Yo el año pasado hablaba de introducir matices; porque estábamos iniciando un camino legislativo, donde teníamos serias discrepancias de su contenido. Hoy es distinto. Cuando uno tiene un 70% de desaprobación, no basta con introducir matices. Por eso yo celebro el cambio de gabinete, eso no es un matiz, es un tremendo cambio. Y parece que tan equivocado no estaba con mis críticas el 2014. Hoy estamos sincerando una realidad: hay que priorizar el crecimiento económico, porque esto no tiene piloto automático.
-¿Usted habla con la presidenta?
-Cuando era presidente de partido, teníamos línea directa y conversamos varias veces, en la campaña y en el Gobierno. Pero ahora soy parte de una bancada de senadores, no corresponde que cada uno de nosotros esté hablándole a la presidenta de sus visiones personales. Esto es un trabajo colectivo: Gobierno, Parlamento y partidos políticos. Una mesa de tres patas y eso tiene una cierta orgánica y una forma de vincularse.
-¿Es difícil comunicarse con ella?
-Cada presidenta o presidente tiene su estilo. No le pidamos todo a ella, ella no es super woman.
-Carlos Ominami decía que lo más grave que le puede pasar a un gobierno es no tener una ruta clara.
-Hemos llegado a un punto en que los liderazgos dependen de las definiciones. Y eso pasa por la presidenta, por el Gobierno y por la DC. Va llegando la hora de convocar a una junta nacional de la DC para tomar las definiciones. Porque somos parte de este gobierno y de la Nueva Mayoría. Pero somos la DC y tenemos que ser capaces de imprimirle nuestra propia impronta al proceso que estamos viviendo. Lo peor es continuar en compás de espera, donde hay ciertas indefiniciones que mantienen un clima de incertidumbre.
-¿Cómo calificaría el desempeño técnico del Gobierno?
-(Pausa) Una de las cosas que me han dicho los empresarios y que me preocupa es que “en los 20 años de la Concertación, siempre tuvimos buenos interlocutores técnicos. En este Gobierno no encontramos la misma realidad”. A mí me gusta esta relación virtuosa entre Burgos y Valdés. No me quiero meter en que si esto es un cuarteto, un trío o un dúo, porque son puras tonteras. Aquí tenemos un comité político que son 4 personas. En ellos están cifradas muchas de nuestras esperanzas.
-Algunos piensan que el verdadero poder es el de Eyzaguirre...
-Sin duda que el ministro de la Presidencia ejerce un rol muy importante. Y tengo plena confianza en que no se pierde en materia económica. Cuando fue ministro de Hacienda, hizo un gran trabajo en torno a una agenda procrecimiento. Celebro que sea parte del equipo político.
-¿Ve cómodo a Burgos? Pareciera que no lo está pasando bien...
-Es que no se trata de pasarlo bien o mal. La política son muchas conversaciones y es una tarea colectiva que tenemos que construir en conjunto.
-¿Teme que no vaya a terminar el período, tal como Belisario Velasco y Andrés Zaldívar en el primer gobierno de Bachelet?
-Jorge Burgos está jugando un rol político fundamental en la conducción política, no presidencial. Es el jefe político del gabinete. Yo lo siento perfectamente empoderado, muy consciente de su responsabilidad. Hablo a diario con él, tiene las ideas muy claras y un apoyo transversal. Me resulta difícil de imaginar que a tres meses del cambio de gabinete, volvamos a repetir la historia de 2006. •••
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El diagnóstico y la receta
-¿Hubo un problema de diagnóstico? Tal vez la gente no quería cambiar el modelo, sino mejorarlo.
-Hubo sectores de la Nueva Mayoría que equivocaron el diagnóstico. Y que identificaron el malestar social, que es real, por una radicalidad equivocada. La gente no quería refundar Chile. La gente quería avanzar en ciertos cambios y reformas con inteligencia, con gradualidad, con estabilidad. Y hubo un excesivo voluntarismo de un sector de la NM, que renegó de los 20 años de la Concertación. Que pensó que gobernar era tocar las banderas de la calle. Y en eso no consiste el gobierno.
-¿El Gobierno escuchó más a estos sectores radicales que a la DC?
-Evidentemente que en el primer año se nos desactivó la nave en una división muy inclinada a la izquierda. Y eso fue un error. Quiero pensar que venimos de vuelta. Quiero pensar que éste es un gobierno de centroizquierda, que hemos escuchado a la gente, ahí está la clase media huérfana de representación política, ahí están los sectores independientes desencantados. Y quiero pensar que el giro con el cambio de gabinete es el comienzo de un segundo tiempo muy virtuoso en el sentido de rectificar en lo que haya que rectificar, producir las adecuaciones y ajustes que impone la realidad, porque así es la vida y así es la política, porque no hay peor persona que la que no quiere escuchar ni peor ciego que el que no quiere ver.
-Pero no se ve el giro hasta ahora...
-Es cierto que en el cónclave nos fuimos con tarea para la casa. Que es darle contenido a este segundo tiempo. Es definir un libreto y relato para él. Ver cómo vamos a producir los ajustes y rectificaciones que permitan que la gente sienta que estamos golpeando su puerta, en su casa, en su barrio. En eso estamos.
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