2015/07/27

El “Efecto Matanzas”

La generación Y de abogados hoy presenta un nuevo desafío para los estudios. Los socios de los bufetes ven con asombro cómo los nuevos profesionales enfrentan su futuro laboral. Privilegian su desarrollo personal antes que hacer carrera y, por lo mismo, no están dispuestos a trabajar de sol a sol como las generaciones anteriores. ¿Cómo retener y hacer crecer estos talentos?
Por: Lourdes Gómez B.
Ilustración: Ignacio Schiefelbein
Generación-Y
-¿Cuánto te gusta el derecho?
-No tanto como a ti.
Esa fue la respuesta que recibió el constitucionalista Arturo Fermandois al entrevistar a un joven postulante a un cupo en su estudio de abogados. Este escueto diálogo refleja las prioridades que tiene la nueva generación de abogados que hoy sale de las universidades hacia los estudios. Alejados de la visión clásica del aspirante dispuesto a consagrar su vida para llegar, en algunos años más y con grandes sacrificios, a ser socio de una exitosa firma, hoy los representantes de la generación Y en el mundo del derecho –nacidos entre 1984 y cerca del 2000– no ven a la abogacía como una carrera para toda la vida. Pero, si deciden mantenerse en esta profesión, exigen tener una mejor conciliación de la vida personal y profesional. “Nosotros en el estudio lo llamamos internamente “El efecto Matanzas”, son profesionales jóvenes con harto potencial pero que trabajan dos años y que después renuncian, para irse a surfear en Matanzas o a viajar durante seis meses por el sudeste asiático”, comenta con algo de desconcierto, Manuel Blanco, socio de Aninat Schwencke & Cía.
Y es que la particular visión de esta generación se contrapone con la de sus predecesores, donde el trabajo es el pilar más importante de sus vidas. Esta nueva oleada de abogados está menos dispuesta a trabajar las 13 ó 14 horas diarias que, según la consultora Idealis, un jurista de un estudio destina al trabajo. Una realidad que hoy es un desafío para los grandes bufetes.

¿Horas extras?

Trabajar los fines de semana, posponer una función de ópera a las 7 de la tarde o una reunión con amigos, debido a una tarea de último momento, es impensable para esta generación, situación que despierta asombro en sus pares de generaciones anteriores.
Roberto Guerrero, socio de Guerrero Olivos, recuerda que en una ocasión un abogado joven, con gran potencial y muy responsable, argumentó que no podría quedarse a finiquitar el cierre del contrato de un cliente debido a que tenía una reunión con sus amigos previamente pactada. “Esto fue un botón de alerta de que era algo ya más general y no un caso puntual”, recuerda.
Lo que antes era una rareza, como que un abogado destine tiempo a la literatura, al teatro o los deportes, hoy es algo cada vez más común. Entre risas, Fermandois recuerda a más de un postulante de abogado –con las habilidades, aptitudes y competencias curriculares de un profesional deseable–, que lo primero que advierte antes de ingresar al estudio, es que tiene planeado viajar al extranjero por seis meses y, por lo tanto, deberán esperarlo a su regreso. Y otros que, de entrada, quieren negociar limitaciones en su horario para practicar algún hobby.
“Esto no estaba en la mentalidad de un abogado de los 80. El joven actual coloca este tipo de cosas en una jerarquía superior a la de nosotros. Yo toqué cinco años violín en el conservatorio, y era una rareza entre los abogados, pero para mí siempre lo más importante fue el trabajo. El joven actual se toma las actividades extracurriculares más en serio. He conocido abogados vinculados a la literatura y tienen sesiones de lectura que forman parte de su agenda sagrada. Nada de esto era muy común en nuestros tiempos, porque para nosotros lo primero era salir a flote trabajando”, dice Fermandois.
Según explica la sicóloga especialista en temas laborales y profesora de la Escuela de Administración de la Universidad Católica, Nuria Pedrals, esta generación se diferencia de sus antecesores en el valor que le dan al desarrollo de su vida privada. “Estos jóvenes son diferentes a lo que nosotros fuimos, pero eso no significa que se deban enjuiciar de forma negativa. Son distintos, exigen una integración de vida y trabajo que nosotros no exigíamos cuando trabajábamos porque considerábamos que era lo que había que hacer. Ellos tienen una conciencia mayor de la vida, quieren calidad de vida y esto incluye viajes, intereses personales, hobbies, en vez de perpetuarnos con largas horas de trabajo”, asegura la especialista.
$1 millón gana en promedio un abogado recién egresado. $ 1,6 millón en caso que trabaje en uno de los grandes estudios. (Idealis)
Un reciente estudio de la firma internacional de abogados Eversheds, reveló que los más de 1.800 abogados encuestados de 73 países, entre 25 y 35 años, consideraban que el tiempo destinado para el trabajo era mayor al que esperaban y el 96% de las mujeres y el 81% de los hombres preferían trabajar menos horas y tener mayor control y previsibilidad.
El estudio “21st Century Law Firm: Inheriting a New World” también reveló que los encuestados criticaron el sistema de facturación por horas propio de los grandes estudios, ya que esto redundaba en una mayor presión para destinar más horas al trabajo.
Para Pedrals esto no es simple desinterés laboral, sino que para los profesionales de esta edad, es clave su realización personal. Por ello, comentan los estudios, muchos abogados con gran futuro se han ido a trabajar en el sistema público o a empresas, atraídos por la menor carga laboral, los mayores beneficios de tiempo libre que ofrecen estos cargos y una mayor satisfacción en lo que hacen.
Pascale Dufeu (32 años), abogada de la Universidad de Chile, trabajó en FerradaNehme y luego en Entel. Pero finalmente optó por mudarse de Santiago a Puerto Varas para ejercer su profesión desde la Fundación Pumalín. “Si bien extraño un poco estar arriba de la bola y muy al día de la discusión jurídica, parte de ser abogado es también saber resolver los otros problemas de Chile, y en eso estoy ahora. Me siento súper buena abogada, quizás no con la exigencia intelectual que te provocaba FerradaNehme, lo que te alimenta mucho el ego, pero me siento súper resolutiva, que es una herramienta de trabajo tan exitosa como la que tenía antes”, confiesa.
Recientemente, The New York Times reveló un estudio del George Washington Law Review, que tras encuestar a 6.200 abogados, establece que los abogados que trabajan en el sistema público son más felices y logran mayor grado de satisfacción que otros abogados, incluyendo aquellos de gran prestigio y altos niveles de remuneración.

Bonanza

La visión más “hedonista”, como la califica Blanco, de los millenials –otra manera de nombrar a los exponentes de la generación Y– proviene de la bonanza económica en que crecieron estas nuevas generaciones. “Lo veo muy patente, es una generación producto de la riqueza del país que vivió entre la década de los 80 y 90 y esto ha permeado a los hijos de los que se han forjado en la generación anterior. Se han acercado mucho al lujo y tienen muchas opciones de actividades recreativas”, comenta el socio de Aninat Schwencke & Cía. Fermandois coincide con este punto, ya que la certidumbre del crecimiento económico ha dotado a los nuevos profesionales con una base de mayor confianza. “El joven de hoy parte de la base que el buque flota y navega bien, que la línea de flotación está superada hace tiempo y la situación económica del país permite este enriquecimiento personal”, advierte.
Si bien existen algunas diferencias entre la nueva ola de abogados jóvenes y los profesionales más consagrados, hay aspectos que los grandes estudios destacan de estos nuevos talentos, razón por la cual, aseguran, se están adaptando a estas nuevas demandas.
Para Alberto González, socio de Prieto y Cía, el ambiente laboral y las instancias de camaradería, como almuerzos o actividades que involucren a todos los abogados de la oficina, son muy valorados por los abogados más jóvenes. Según agrega, también deberían aprender de ellos la importancia que le dan a su vida personal. “Privilegiar su vida privada, el tiempo que destinan a sus matrimonios, a sus hijos, a sus hobbies, es algo que debiera ser para todos. La vida no es sólo el trabajo y en ese sentido sí podríamos aprender de ellos”, precisa.
Luis Cordero, socio de FerradaNehme, comenta que estas nuevas camadas de abogados suelen ser muy comprometidos con el trabajo, siempre y cuando les presente un desafío intelectual o un compromiso con una causa valórica o de convicción espiritual. Según Nuria Pedrals, la generación Y necesita de una causa y una motivación que trascienda al trabajo en sí mismo y prueba de ello, es la alta presencia de voluntariado que existe en esta prole. “Tienen una responsabilidad social como nunca la había visto antes, es la generación que mayor cantidad de voluntarios tiene, tienen una conciencia del mundo mucho mejor de la que tenemos nosotros. Aquí surge la conciencia ecológica y la responsabilidad por los demás”, agrega.
Fermandois rescata también que los abogados jóvenes se caracterizan por tener mucho talento ya que han accedido a una mayor formación jurídica. Hoy en las escuelas de leyes de las principales universidades, la mayor parte de los académicos cuenta con magíster y doctorados en el extranjero y ellos mismos acceden a becas en las más prestigiosas universidades. “Lo que para nosotros, hacer una beca en el extranjero, era un viaje intergaláctico, para ellos es un viaje en bus con un camino todo pavimentado”, comenta.
Otras ventajas son su gran apego a lo digital, ya que son nativos de la era puntocom; que destacan por hablar distintos idiomas y también que suelen tener un pensamiento más libre de las concepciones políticas o religiosas, habilidades clave para el ejercicio del derecho, comenta Fermandois.

Adaptación

Las oficinas legales entienden que deben atraer estos nuevos talentos y están cada vez más dispuestos a adaptarse. “Los estudios de abogados deben hacer equipos y tener gente que los ayude a incorporarse, a ellos les gusta aprender, tener la sensación de que se están desarrollando, de que van progresando, que su trabajo sea reconocido y que se sientan parte”, precisa Pedrals.
Hoy, los estudios reconocen que han hecho cambios al interior de sus estructuras con el fin de dar cabida a estas nuevas demandas y retener a las nuevas generaciones. Tema no menor, ya que les preocupa tener una alta rotación laboral. Así lo reveló un tercio de los abogados encuestados por la investigación de Eversheds, que aseguró estar pensando en cambiar de empleo en los próximos 12 meses.
Cordero considera clave que las distintas oficinas de abogados entreguen un espacio para las inquietudes y desafíos intelectuales de las nuevas generaciones. En el caso de FerradaNehme, asegura su socio, las actividades Pro Bono se han convertido en un gran atractivo para jóvenes que ven en esta área un aporte real a la sociedad, incluyendo temas de diversidad sexual o de relación con las comunidades.
Los grandes estudios de abogados prefieren: en un 33.4% a los titulados de la Universidad Católica, en un 27,6% de la Universidad de Chile y un 15% de la Universidad Adolfo Ibáñez (Big Law realizado por la Facultad de Derecho de la UDP para la Universidad de Stanford).
Juan Pablo Egaña, socio de Sargent & Krahn, cree que estas nuevas demandas son más que un problema, una realidad a la que los estudios deben adaptarse. Una alternativa es la flexibilidad de horario o el trabajo remoto, lo que les permite estar menos horas en la oficina. “La productividad de esta gente suele ser súper buena, a nosotros no nos representa un conflicto que estén menos horas si éstas son muy productivas. Todo el mundo trabaja mucho y la diferencia de lo que éramos nosotros en una oficina grande, es que estábamos dispuestos a quemar todas las naves para hacer carrera. Probablemente, ellos no tienen esa cosa de hacer carrera porque no existe ese temor, no tienen ningún miedo, saben que sus capacidades les permitirán encontrar un trabajo igual o mejor que el que tienen”, precisa.
Fermandois reconoce que los socios de los estudios hacen mayores esfuerzos para lograr el mismo compromiso que antes se obtenía con un simple escritorio y un buen cliente. “Nos ha puesto más desafíos”, confiesa. Reconoce que en Fermandois & Cía, ha sido clave el permitirles a ellos desarrollar los análisis jurídicos de los casos en los que participan, lo que los empodera de la solución del problema. “Hay otros temas también, como invitarlos a un viaje al extranjero, lo que te da una mística grande. Para uno, que viene de la escuela del rigor, esto, muchas veces no sale natural, pero te das cuenta que es vital y lo hemos hecho”, comenta.
Para Guerrero, la inserción de los abogados jóvenes es clave para su motivación y fundamental en esto es el rol de los profesionales con más experiencia que asumen los procesos formativos al interior de la oficina. “Ellos aprendieron en la era digital y recibieron mucha más información no procesada y se sienten más inseguros frente a la información, por lo que requieren más feedback, un mayor entrenamiento y una mayor guía en el trabajo y esa es una mayor demanda para sus mentores. Este es un desafío interno de cómo cumplir con esta expectativas”, reconoce Roberto Guerrero.•••

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