2014/12/26

Piñera: “Yo pensé que el Transantiago les había dejado una enseñanza”

Después de mantenerse al margen durante varios meses, Sebastián Piñera decidió salir con fuerza a cuestionar las reformas que impulsa el Gobierno. Aunque dice que todavía no es tiempo de definiciones presidenciales, confiesa que echa de menos La Moneda, critica la poca unidad de la centroderecha y arremete contra los empresarios: “No han actuado con la suficiente fuerza y eficacia en difundir las ventajas de la economía social de mercado”. 
Por María José López y Roberto Sapag
Fotos: Verónica Ortíz
Sebastian_Piñera
Sebastián Piñera es honesto cuando se le pregunta cómo ha cambiado su vida tras dejar La Moneda: “Las personas no cambiamos”, admite.
Quizás por eso hoy, como entonces y también antes de La Moneda, su día parte a las 6 AM y termina a la 1 AM del día siguiente, siempre desbordado de actividades, dentro de las cuales habría que añadir, la de echar de menos la presidencia.
“Uno siempre echa de menos lo que no tiene… En La Moneda echaba de menos lo que había fuera de La Moneda y hoy echo de menos lo que hay dentro de La Moneda”.
Piñera no ha cambiado. Él mismo lo admite cuando describe al ser humano y a sí mismo como una obra genética y cultural de sus padres, de su medioambiente vital y de su singular forma de enfrentar la vida. Es así como si hace un año despertaba y llamaba de madrugada a un ministro, hoy es posible imaginarlo telefoneando muy temprano a un ex ministro, aunque “sólo para comentar, no para decidir”, confiesa.
Y como las personas no cambian, era imposible preguntarle por una de sus condiciones personales intrínsecas, la de empresario. “No, no he retomado mi vida empresarial. Estoy muy dedicado a muchas cosas que me motivan y entusiasman”.
¿Cuáles son? Aparte de leer mucho (Thomas Piketty, Leonardo Padura y una biografía de Stalin, a la que de seguro derivó tras leer el libro de Padura que da cuenta del odio del jerarca soviético hacia Trotsky), hoy copan su agenda los viajes, las conferencias y las cinco fundaciones que están a su alero y el de su familia, donde la que captura las miradas es Avanza Chile, por su potencial de plataforma política para un Piñera 2.0.
“Ya vendrá el momento de elegir al que esté mejor preparado, pero lo importante es que tengamos la capacidad de convencer a una Nueva-Nueva Mayoría (ríe) de las bondades de un proyecto basado en la libertad, la justicia y el progreso”.
-Usted tiene claro que muchos interpretan su distanciamiento de los negocios como el reconocimiento de la intención de volver a La Moneda…
-Este Gobierno aún no completa su primer año y me parece inoportuno y una falta de respeto a la presidenta que estemos pensando en candidaturas. Ya vendrá el tiempo y en nuestro sector espero que cuando llegue ese momento, tengamos la capacidad de ofrecerle al país un gran proyecto. Ya vendrá el momento de elegir al que esté mejor preparado, pero lo importante es que tengamos la capacidad de convencer a una Nueva-Nueva Mayoría (ríe) de las bondades de un proyecto basado en la libertad, la justicia y el progreso.
-¿Cómo evalúa este primer año de gobierno de Bachelet?
-Chile no va por buen camino y 2014 ha sido un mal año para el país. Vemos un frenazo brutal de la economía, el crecimiento en torno al 1,7%. En lugar de generar empleos vamos a perderlos, los salarios estancados, los emprendedores desconcertados y en compás de espera, la inversión cayendo como piedra, la inflación al alza, las exportaciones estancadas. En fin.
-¿Hay señales de que las cosas puedan cambiar?
-Para enmendar se necesita un buen diagnóstico. Pero este gobierno no asume su responsabilidad, sino que culpa a la economía internacional. Eso es intentar tapar el sol con un dedo. No es correcto. Es cosa de ver el crecimiento promedio del mundo y de nuestros socios comerciales, las tasas de interés del mundo, el precio del petróleo, para ver cuáles son las condiciones. No está ahí la culpa.
Y, en segundo lugar, intenta culpar de todo al gobierno anterior. Nosotros recibimos una economía en recesión y graves desequilibrios fiscales, debimos enfrentar un terremoto, la economía internacional estaba en crisis y tuvimos una sequía pocas veces vista. Pese a ello Chile recuperó su capacidad de crecimiento, lo hicimos más que América Latina, más que el mundo, logramos alcanzar el Nº1 de crecimiento de la OCDE, crear más de un millón de nuevos empleos, bajar la tasa de desempleo de 9% a 6%, crear 260 mil nuevos emprendedores, la inversión creció más de 10% al año, con lo cual logramos que se recuperara luego de haber caído como piedra durante el primer gobierno de Bachelet. En fin, cifras hay muchas.
Este gobierno recién lleva 9 meses, todavía está a tiempo para corregir errores. Y sí, tenemos que hacer reformas, la disyuntiva es cómo las hacemos, buenas reformas versus malas, y para eso tenemos que hacerlas entre todos, no unos contra otros, reformas mejor pensadas. Yo pensé que el Transantiago les había dejado una enseñanza, pero veo que los seres humanos son capaces de tropezar dos veces con la misma piedra.
-Si este hubiera sido un quinto año de gobierno de Piñera, ¿estaríamos creciendo más?
-Yo creo que sí.
-¿A qué porcentaje?
-Este Gobierno no se ha puesto metas. ¿Cuál es la meta de crecimiento? Lo único que escuchamos es que algún día vamos a crecer a algo más. Y ese día se viene postergando permanentemente. El ministro Arenas ha anticipado 6 fechas en que se produce el punto de inflexión.
Nosotros sí teníamos metas: reconstruir el país en cuatro años, crecer a tasas conocidas y crear empleos. Chile debe aspirar a volver a crecer entre 5 y 6%, que es lo que podemos hacer.
-¿Estaría su gobierno creciendo a esa cifra?
-Es lo que habríamos intentado crecer. Además de otro millón de empleos de aquí a 2020. La gente a veces no aprecia el valor del crecimiento. Éste no es una cifra fría, detrás de ese número hay mayores empleos, mayores salarios, más oportunidades, mayores recursos para que el fisco pueda cumplir su rol social. Y por eso las metas de este Gobierno debieran ser crecer al 5% o 6%, crear un millón de empleos, seguir reduciendo la pobreza y las desigualdades, mejorar la calidad de la salud y educación, la seguridad ciudadana.
-Pero en todo esto hay algo raro. Internamente hay una crisis de expectativas, pero los inversionistas extranjeros no han dejado apostar a Chile, con grandes operaciones de compra de empresas. ¿No habrá algo de mito y afán de dañar al Gobierno?
-Tanto la inversión nacional como la externa están cayendo. Por supuesto que sigue habiendo inversión, pero mucho menos de la que podríamos tener. Es cierto que hay empresarios chilenos y extranjeros que están invirtiendo, pero lo están haciendo en menor medida porque se produjo un cambio en los niveles de confianza y de expectativas. Ha caído la confianza de los inversionistas, consumidores, ciudadanos y la única forma de lograr una recuperación sólida, sana, sustentable, es recuperando la confianza de todos esos sectores y los trabajadores.
-Es decir, ¿no ve una actitud negociadora ni una forma de hacer presión con la pausa de las inversiones?
-No. El Gobierno cree que solamente aumentando el gasto público va a lograr la recuperación de la economía. Eso no ha sido así en ninguna parte del mundo. La única forma de recuperar el liderazgo y el dinamismo es reparando la confianza. Y la confianza se ha deteriorado. Lo muestran todos los indicadores. No estamos en una crisis y esto no es Venezuela ni Argentina, pero ésos son, por lejos, los dos países más ricos en América Latina y son los que tienen los peores resultados, porque han implementado políticas inadecuadas.
Hasta el tercer trimestre del año pasado, la inversión en Chile crecía hasta 10% al año y la economía al 5%, fue a partir del tercer trimestre, cuando ya el programa de la Nueva Mayoría era conocido, y ya todos sabían que la próxima presidenta iba a ser Bachelet, que se empieza a producir el frenazo. Primero cae la inversión en el tercer trimestre, y luego el consumo, se desacelera el crecimiento y se frena la creación de empleos.
-No le dieron ni el beneficio de la duda a la presidenta Bachelet si antes de que asumiera y diera a conocer el detalle de sus reformas se frenó todo…
-La gente se anticipa. Vio en el programa de la Nueva Mayoría, cómo el eje del poder se estaba desplazando hacia la izquierda, y que era muy distinto el rostro de esta NM que el rostro de la Concertación que habíamos conocido y tomó sus decisiones. El primer gobierno de Michelle Bachelet es muy diferente al segundo, tiene otra orientación, otra misión. La Concertación es distinta a la NM, pero hay algo en común: en el primer gobierno de Bachelet también se frenó la economía, logramos crecer al 3%, muy por debajo de lo que es nuestro potencial.
-¿Cuán a la izquierda se desplazó el eje? ¿Hacia un socialismo duro o sólo a uno socialdemócrata, como el que existe en otras partes del mundo?
-Yo no juzgo las intenciones, pero sí tengo derecho a juzgar resultados. Este mismo tipo de políticas se ha aplicado en otras partes del mundo y en todas ellas han producido los mismos resultados: estancamiento, frustración. En cambio, el otro tipo de políticas que se aplicó durante los primeros gobiernos de la Concertación, generó resultados más positivos. Por supuesto que creo que se requieren más recursos para financiar en forma seria una reforma educacional, la salud, una mayor capacidad para luchar contra la delincuencia. Pero la forma como se hizo la reforma tributaria, la improvisación… Una reforma tributaria tiene que ser procrecimiento, proinversión, proempleo, pero ésta no lo es. Y, curiosamente, este gobierno no escuchó ni a sus propios ex ministros de Hacienda. Lo mismo pasa con la reforma educacional: en lugar de acoger, incluso a gente de su sector, simplemente arremetió con su reforma original.
-¿Qué cree que le pasó a la Nueva Mayoría donde varios de sus integrantes, después de 20 años de gobernar de una manera, ahora, como diría Eduardo Aninat, parece que se fumaron algo?
-Acá hubo una lectura equivocada de lo que quieren los chilenos (la mejor prueba de ello es que las dos principales reformas –tributaria y educacional– tienen un rechazo mayoritario de la ciudadanía). Del programa de gobierno sólo conocimos los titulares. Y es cierto: la gente votó por la presidenta Bachelet, pero creo que votó más por ella que por su programa. Nunca se les dijo a los chilenos que los padres iban a perder su derecho a elegir la educación de sus hijos; que no iban a poder aportar, o que se iba a poner en riesgo la libertad de enseñanza y no se iba a poder emprender nuevos proyectos educativos. Nunca se les dijo que esta reforma no iba a hacer nada por mejorar la educación municipal y que iba a hacer mucho por deteriorar la educación subvencionada; nunca se les dijo que no iba a tocar los temas centrales de calidad: la dignidad y remuneraciones de los profesores, mejorar lo que ocurre dentro de la sala, los contenidos, los procedimientos. Esta reforma no toca eso, se queda en consignas: no al lucro, no a la selección, no al copago.
“Lo único que escuchamos es que algún día vamos a crecer a algo más. Y ese día se viene postergando permanentemente. El ministro Arenas ha anticipado 6 fechas en que se produce el punto de inflexión”.
-¿Cree que si eso se hubiera sabido, Bachelet no habría sido elegida?
-No lo sé, pero la gente habría entendido que esas reformas iban en contra de su sentido común, sus valores y aspiraciones.
-Ahí está lo que dijo Bachelet en Capital, de que su primer sentido fue partir por educación pública.
-Mire, el cerebro tiene dos hemisferios; el izquierdo es el hemisferio frío, la razón, los argumentos, las cifras, la lógica. El derecho es el hemisferio caliente; las intuiciones, las emociones, los sentimientos. Obviamente que no somos hemipléjicos, tenemos los dos. En políticas públicas, uno no solamente debe tener intuiciones, debe evaluar, tener las cifras. En el gobierno uno debe ocupar los dos hemisferios del cerebro.
-Algunos dicen que la ola de reformas actuales tiene que ver con que no pasó nada en materia de reformas estructurales en sus cuatro años…
-La gente dice cualquier cosa. En materia tributaria hicimos dos reformas, que fueron resistidas, con un objetivo muy claro: financiar la reconstrucción y el enorme esfuerzo que teníamos que hacer en materia de salud y educación. No hay mejor reforma tributaria que un buen y sano crecimiento. Hicimos una reforma tributaria, pero la hicimos no a costa de frenar el crecimiento, la inversión y el empleo. Y la mejor prueba es que tuvimos más recursos… Veamos las cifras: entre 2009 y 2013, los ingresos tributarios de nuestro país pasaron de 23 mil, a 46 mil millones de dólares, es decir, casi se duplicaron y el gasto público pasó de 40 mil a 60 mil millones, un incremento de 50%. Y ¿por qué? Gran parte de estos mayores ingresos tributarios fueron producto del crecimiento.
No hay mejor política laboral que la del pleno empleo. Cuando existe crecen los salarios, la gente se siente segura. La gente sabe que puede buscar nuevas oportunidades, porque están. Y también cambia la actitud de los empleadores.
-Pero muchos dicen que sí hacían falta reformas en el país. Usted incluido.
-Mire, estas dos reformas no las habríamos hecho jamás, porque las dos están mal enfocadas, mal implementadas y van a producir efectos dañinos. En materia tributaria, yo también creo que se requiere más recaudación, pero la reforma no sólo tiene que apuntar a recaudar más recursos, menos si lo que que se lograría por aumentar impuestos se pierde por menor crecimiento… Si el sistema que se aprobó en el Congreso no lo entienden ni siquiera los expertos, ni las empresas de auditoría. Todavía están discutiendo qué significa y cómo se va a implementar. Imagínese qué va a pasar con las pymes.
-Ahí hay una responsabilidad de la oposición, que le dio el voto…
-Creo que la reforma tributaria original era muy mala y la que salió del Congreso sigue siendo muy mala. A mí me gusta mucho más la actitud que ha tenido la Alianza en materia educacional, con claridad de los principios, unidad.

UN ASUNTO DE PRINCIPIOS

-¿Ve una tensión ideológica en estas reformas?
-Sin duda, por eso decía que uno de los errores –además del mal diagnóstico– es una ideología equivocada. Cuando el Estado siente que debe ser él el protagonista, el que tiene que tomar todas las decisiones, que puede invadir los ámbitos de libertad de las personas, se equivoca.
-¿Por qué se instaló este código en la política chilena?
-Yo creo que aquí se recogieron las consignas de la calle, como si fueran las de la ciudadanía completa…
-¿Quién lo hizo? ¿Lo hizo la presidenta por una táctica política o está en su ADN? Evelyn Matthei dijo que esto ocurre porque es ella quien gobierna, mientras que en su primer mandato fue Velasco…
-Acá hay una lectura equivocada de lo que quiere la ciudadanía y hay una ideología. Una ideología estatista, que está en el ADN de parte importante de la NM y por supuesto que la presidenta es quien tomó la opción, escogió el camino, y ella, la presidenta, la máxima autoridad, tiene responsabilidad... La persona que fue electa es ella y tiene que hacerse responsable por las decisiones que toma y por los resultados que sus decisiones producen.
-¿Ve espacios para corregir?
-Yo veía con esperanza que, dado lo que los chilenos estamos viendo de frenazo y pérdida de confianza, se iba a producir una rectificación. Pero lo que ha dicho la presidenta es que van a seguir adelante igual, como diciendo que todo esto son daños colaterales y creo que eso es un tremendo error. Y ahí a la DC le corresponde un rol muy importante, porque es un partido relevante de la coalición de gobierno. La DC va a tener que optar más temprano que tarde si va a ser fiel a sus principios, a sus valores, a su historia, o a un programa que muchos han querido transformar en una especie de ídolo al cual hay que adorar o una camisa de fuerza de la cual nadie se puede desviar un milímetro. Espero que en esa opción, la DC no se equivoque.
-¿Ve como inminente un cambio de gabinete?
-Sí.
-¿Será una movida táctica para calmar ánimos o va a haber algo de fondo?
-Cuando yo era presidente y empezaban las especulaciones, me molestaba. Además, pasa que mientras más lo piden, más se afirma a ese ministro. Pero sí, yo espero que no sólo haya un cambio de nombres, sino de orientación, de políticas. Al final, no sacamos nada con cambiar violinistas si van a seguir con la misma melodía.
-¿A quiénes cambiaría? ¿Pasa por Interior, Educación y Hacienda?
-No voy a opinar en esa materia. Ésa es una facultad de la presidenta y espero que ella tome las decisiones correctas para corregir errores, rectificar rumbo, aún estamos a tiempo… No tenemos por qué transformar un mal año 2014 en un mal gobierno de Michelle Bachelet.
-¿Qué errores ve usted en la oposición?
-Por supuesto que hemos cometido errores. Pero uno tiene que ser capaz de ser autocrítico. Hoy qué requiere la oposición: proponerles a los chilenos una gran misión, un gran proyecto de futuro, porque una oposición no se puede acotar solamente a ser reactiva. Ése fue uno de los temas a los que dedicamos nuestro encuentro en Ranco. Segundo, tiene que ser una oposición firme en denunciar, pero constructiva, estar dispuesta al diálogo y los acuerdos. Y en tercer lugar, requiere mayor unidad. Hasta ahora, la centroderecha no ha logrado reencontrarse con su unidad.
-¿Es crítico con el rol de la oposición?
-Soy autocrítico.Si queremos ser una buena oposición y volver a ganar una Nueva-Nueva Mayoría, debemos tener un proyecto país, una visión ambiciosa y factible.
-¿La centroderecha está fragmentada?
-Muy fragmentada. Vea usted cómo se ha comportado frente a tres proyectos: reforma electoral (con muchas visiones que la hacen intrascendente); reforma tributaria (donde no bastó transformar algo muy malo en algo malo) y educacional, donde hasta ahora ha ido bien, con una visión clara y unidad.
-¿Hay riesgo de que la centroderecha no tenga personas que encanten al país? Las encuestas no dan para celebrar…
-Es verdad que si bien las encuestas muestran una fuerte caída de apoyo al Gobierno, aún no muestran un incremento al respaldo de la oposición, pero eso es un proceso. Primero la gente se desencanta y resta apoyo. Y después empieza a mirar otras opciones. Ese tiempo ya vendrá. La centroderecha tiene una muy buena oportunidad, si hacemos las cosas bien. Si nos unimos detrás de una misión, de un proyecto, con lealtad…
-Muchos analistas ven en el momento actual un riesgo de caudillismos y populismo.
-El populismo y caudillismo nunca hay que subestimarlos. Siempre son una amenaza, y por tanto, mientras más se deterioran las instituciones y la política, mayor riesgo de caer en populismo y caudillismo.
-¿Y ese riesgo está tanto en la derecha como en la izquierda?
-Está en todas partes. Hay caudillismo de izquierda y de derecha.
-¿Quiénes lo encarnan? Hay quienes apuntan a Ossandón y ME-O…
-Yo acabo de decir que en nuestro sector se requiere lealtad… y voy a ser consecuente con eso.
-¿Existe el piñerismo?
-(Ríe) Siempre que hay liderazgos y si usted le agrega el “ismo” tiene un movimiento.
-¿Qué es el piñerismo?
-Mi mujer siempre me dice que no es bueno hablar de uno mismo más de la cuenta…
-¿Qué le parece el estilo de hacer críticas duras de Evelyn Matthei?
-Mire, cada uno tiene su carácter, su ADN, su forma de decir las cosas… Y hay una gran discusión sobre cuál es el rol de un ex presidente. Yo creo que los ex presidentes no sólo tienen el derecho, sino que también la obligación de levantar su voz cuando lo estimen necesario. Yo hoy estoy muy preocupado y ocupado por lo que está pasando en el país. Yo no estoy jubilado y, por lo tanto, no puedo permanecer indiferente. A eso le dedico prácticamente todo mi esfuerzo y tiempo. Y también trato de actuar siempre con respeto a todas las personas.
“En políticas públicas, uno no solamente debe tener intuiciones, debe evaluar, tener las cifras. En el gobierno uno debe ocupar los dos hemisferios del cerebro”.
-¿Por qué decide hablar ahora? ¿Y en tantos medios?
-Decidí levantar mi voz porque estoy muy preocupado con lo que está pasando en Chile y muy comprometido por contribuir a corregir los errores. Creo que la inmensa mayoría de los chilenos sabe que en marzo de 2014 estábamos mucho mejor que en marzo de 2010, y que en diciembre de 2014 estamos mucho peor que en marzo del 2014, y eso no es un designio de Dios…

PENTA, CASCADAS y LOS EMPRESARIOS

-Hay un acontecimiento que ha remecido la política chilena, el llamado caso Penta. ¿Qué lecciones cree que va a dejar este caso?
-Sin duda que ha producido un impacto muy grande y ha dañado la credibilidad de la política, de la democracia y, por tanto, hay que aprender de este caso. Hay algunos que creen que la política y la democracia corren por caminos separados, y no es así, no hay democracia sana con política enferma. Y hoy siento que la política está pasando por graves problemas: un divorcio entre ciudadanos y políticos, una gran parte de los ciudadanos tiene mala opinión de los políticos, y falta credibilidad hacia los mismos. En el caso Penta, donde hay una querella del SII y una fiscalía que está investigando, será responsabilidad de los tribunales evaluar y juzgar. Si se cometieron ilícitos, hay que rechazarlos y corregirlos. Por eso creo que hay que revisar, después de 11 años de aplicación, la ley de financiamiento de la política.
-Hay que rechazarlos, corregirlos, pero también sancionarlos… Eso, ¿aunque sean personas queridas por uno las que están involucradas?
-Carlos Alberto Délano es amigo mío desde hace más de 40 años. Nos conocimos en la universidad. Hemos compartido muchas cosas, le tengo aprecio y cariño. Eso no significa que si ha cometido un ilícito, una irregularidad, no tenga que someterse al rigor de la ley como cualquier otro ciudadano, por lo tanto, si los tribunales determinan eso, hay que sancionarlo, condenarlo, no hay que aceptarlo.
Pero también quiero decir que el problema no es solamente de un partido, de un sector como pretende hacer creer la NM. Éste es un problema mucho más generalizado y todos sabemos que así es. Por lo tanto, además del caso Penta en particular, es un momento para lograr una reforma al financiamiento de la política.
-¿Cómo evalúa al empresariado? ¿Cómo es hoy su relación con el sector? Se lo pregunto porque varios criticaron que su gobierno fue duro con ellos.
-Parto por lo segundo. El hecho de ser pro economía social de mercado no significa confundirla con los empresarios. En la economía social de mercado están los empresarios, los trabajadores, la sociedad civil. Ahora, respecto a los empresarios, creo que los primeros y los emprendedores son fundamentales para el desarrollo del país. Pero entiendo que, como presidente, uno tiene que velar por el bien común y por un justo equilibrio. ¿Qué espera uno de los empresarios? Que cumplan su rol, que estén creando, invirtiendo, buscando nuevas oportunidades, que cumplan de buena fe con la ley, que paguen sus impuestos, y naturalmente que eso le da un contexto ético y moral al emprendimiento y a los empresarios.
Cuando a un empresario le va bien, es porque está creando riquezas, contribuyendo al bienestar de todos. Yo creo que en cierta medida los empresarios no han actuado con la suficiente fuerza y eficacia en difundir las ventajas de la economía social de mercado y por eso la ciudadanía tiene una visión muchas veces negativa. Eso hay que cambiarlo.
-Del otro lado están la colusión, el uso de transacciones contra accionistas minoritarios. ¿Ahí también hay una falla de los empresarios?
-No, ésa es una falla de algunos empresarios. Hay de todo en la viña del Señor. La inmensa mayoría de los empresarios chilenos son personas bien intencionadas que cumplen con su misión, que cumplen con la ley, y que aportan al desarrollo del país.
-Pero hay casos puntuales…
-Hay casos puntuales y ahí no se debe tener ninguna ambigüedad ni duda. Hay que condenarlo en forma clara y categórica, porque esos casos puntuales le causan un grave daño no solamente a la comunidad empresarial, sino que al país y ahí tiene que ser muy clara la voz de los dirigentes empresariales en condenarlos para no meterlos a todos en el mismo saco. Igual como también hay dirigentes sindicales que abusan de sus atribuciones y de sus poderes y también hay ONG, y funcionarios públicos… o sea, no hay que generalizar.
-En en el caso Cascadas, hubo un empresario que trató de involucrarlo a usted como presidente. ¿Qué le parece que haya ocurrido eso?
-Mire (pausa)… no hay ningún fundamento ni argumento como para intentar esa ligazón. Como lo dijeron en la comisión investigadora los dos superintendentes, el del gobierno anterior y el de este gobierno, el fiscal, etc.
-¿Es una artimaña?
-Es un intento de confundir que no ha dado buen resultado… •••
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