En apenas una semana, hemos dicho adiós a Emilio Botín, Presidente del Banco Santander, y a Isidoro Álvarez, Presidente del grupo El Corte Inglés. Dos hombres que fueron capaces, no sólo de consolidar el modelo de negocio de las empresas que lideraban, sino de incrementar su expansión y desarrollo, hasta llegar a convertirlas en un caso de éxito. Dos grandes líderes que convirtieron a las firmas que presidían en grandes instituciones de referencia, no sólo para el mundo empresarial, sino para la sociedad española.
Botín y Álvarez han sido un gran ejemplo deexcelencia, de apuesta por la innovación, el conocimiento y el talento.
La trayectoria de Emilio Botín es la historia de un santanderino que continuó la labor de su padre y su abuelo y, durante su presidencia del banco, consiguió convertir la institución con el nombre de su ciudad natal en una de las marcas más valiosas del mundo. De hecho, Santander se encuentra en el Top 10 de las principales marcas del sector financiero, según el ranking de Brand Finance.
Botín tuvo clara la apuesta por la internacionalización y la diversificación geográfica, especialmente con foco en Iberoamérica. Y gracias a esta orientación al exterior, logró que la institución que presidía se convirtiese en un emblema universal para la banca.
Por su parte, el asturiano Isidoro Álvarez, asumió con 23 años un puesto directivo en el grupo El Corte Inglés, que había fundado su tío Ramón Areces y, a lo largo de toda una vida de progresión en la firma, modernizó el comercio español y consolidó la expansión de El Corte Inglés hasta convertirlo, gracias a su tenacidad, en una de las cadenas de grandes almacenes más prestigiosas de España.
Emilio Botín e Isidoro Álvarez han sido dos líderes que, durante la transición del siglo XX al siglo XXI, supierongestionar la relación con sus grupos de interés y generar sólidos lazos de lealtad y confianza, lo que permitió la diferenciación de sus firmas frente a los competidores. Ambos supieron, además, construir, generar, proteger y engrandecer la reputación de las organizaciones que lideraban.
En pocas palabras, ambos asumieron un papel activo y transformador del entorno en el que operaban.
Por otra parte, lograron crear una cultura y unos valores corporativos que hicieron de la innovación parte de su identidad.
Y a pesar de las dificultades que, de una forma o de otra, ambas firmas han enfrentado a lo largo de su historia, han superado uno de los retos más difíciles tras la Gran Recesión: capear la crisis de confianza de la ciudadanía.
Ahora, ambas firmas se enfrentan a un periodo de transición que escribirá un nuevo capítulo en su historia corporativa, en el que sus nuevos líderes deberán desarrollar estrategias innovadoras de comunicación para seguir siendo un referente en sus respectivos sectores.
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