En 1995 la deuda privada de empresas y familias en España suponía el 75% del PIB. En 2008 era casi del 200% del PIB. Las familias y sobre todo las empresas se embarcaron en un proceso de endeudamiento frenético sin precedentes en la historia de nuestra querida España. En 2008 la quiebra de Lehman cerró el acceso de la banca española a los mercados de capitales y el endeudamiento privado se hizo insostenible.
Merkel, de visita en España, no fue la responsable de este desastre. Fueron las propias empresas y familias las que decidieron endeudarse sin presiones externas. Fueron bancos españoles los que les prestaron el dinero. Y fueron bancos y fondos de pensiones extranjeros, sobre todo alemanes y franceses, los que prestaron a los bancos españoles para formar la burbuja inmobiliaria.
Pero cuando pinchan las burbujas y las economías se incendian, los ciudadanos exigen a sus gobiernos que intervengan y les resuelvan sus problemas. Por lo tanto, las críticas a Merkel son como jefa de los bomberos ya que ella no provocó el incendio. Pero su gestión desde 2009 ha sido nefasta y es la principal responsable de la segunda recesión que ha sufrido España y Europa en 2012 y que ha complicado significativamente la solución de la crisis de deuda.
Alemania es una economía enferma que ha registrado uno de los menores crecimientos del mundo en los últimos quince años y que necesita que el BCE haya bajado los tipos al 0% para no entrar en depresión. Paradójicamente este débil crecimiento les permitió llegar a 2008 sin deuda externa y sin burbuja. Merkel ha actuado en Europa como defensora del ahorrador alemán, sobre todo los pensionistas que la votan mayoritariamente. Y forzó que todo el ajuste se hiciera en los países con cargo a la deuda pública.
El resultado ha sido desastroso ya que España tiene ahora más deuda pública y privada sobre PIB que en 2007. La causa es que el débil crecimiento y la deflación hacen que los intereses aumenten más que los ingresos y la deuda crece de manera explosiva. Obama, con un problema de deuda mayor que la Eurozona, reestructuró parte de la deuda privada, recapitalizó el sistema bancario, aprobó un ambicioso plan de inversiones pública y la Reserva Federal monetizó la deuda, evitó la deflación y depreció el dólar para reactivar el crecimiento.
Un plan similar es lo que necesita Europa y España. La política monetaria y cambiaria es europea y la política fiscal está condicionada por el pacto de estabilidad. Rajoy debería ser realista y decirle a Merkel que nuestras exportaciones caen y que nuestra producción industrial y ventas minoristas están estancadas. Que nuestros ingresos fiscales crecen un raquítico 1% y los ingresos exteriores un 2%, mientras los intereses de la deuda pública y externa crecen a tasas de dos dígitos.
España necesita el plan de inversiones que han propuesto los socialistas europeos y que Merkel veta. Necesita cambiar los estatutos del BCE para introducir el objetivo del pleno empleo y una política monetaria más agresiva para depreciar el euro que Merkel veta. Necesita avanzar en la unión fiscal y bancaria y mejorar la gobernanza europea que Merkel veta. Y necesita que Alemania sea la locomotora que saque a Europa de la depresión, como el resto sacamos a Alemania de su depresión en 2001.
Pero Rajoy, como Alicia, seguirá en el País de las Maravillas. Le dirá que España va bien, que las reformas y el austericidio han funcionado y que le de a Arias Cañete una comisaria potente o que diga que es probable que España presida el Eurogrupo en 2016. El conflicto entre deudores y acreedores existe y decirle a Merkel lo que quiere oír nos sitúa en el peor de los mundos.
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