Las claves
- Vladimir Putin ha logrado el respaldo de Cuba y Argentina a su política exterior.
(Especial para Infolatam por Rogelio Núñez)-. La gira de Vladimir Putin por América Latina (visitas a Nicaragua, Cuba, Argentina y Brasil) buscaba dos objetivos prioritarios: en primer lugar, conseguir apoyo internacional para Rusia en un momento en el que su país se encuentra aislado debido al conflicto en Ucrania; y en segundo lugar, abrir nuevas vías de negocio e influencia para Rusia y las empresas vinculadas al gobierno de Moscú.
Rusia, como le ocurre a Irán, busca romper su aislamiento internacional y conseguir en América latina lo que no encuentra en Europa, respaldo a su política exterior la cual trata de reconstruir, por otros medios, la esfera de influencia de la que gozara el Kremlin hasta 1989.
Como aseguraba Paz Zarate en el diario El País el pasado mes de mayo, “Rusia intenta un acercamiento a América Latina en momentos en que sus tensiones con la comunidad internacional se acrecientan con mayores sanciones en el contexto de su actuar en la crisis que atraviesa Ucrania. En este contexto, no es una sorpresa que intente abrazar como viejos amigos a aquellos países con los cuales mantiene relaciones cercanas de larga data, como Cuba, Nicaragua y también Venezuela. Rusia además tiene contactos con algunas economías latinoamericanas en los foros multilaterales BRICS, G-20 y APEC”.
Nuevos, y no tan nuevos, aliados
Así pues, el primer objetivo ha sido conseguir aliados, tanto algunos antiguos con los que la relación se había enfriado (Cuba y Nicaragua) como con algunos nuevos (Argentina y Brasil).
La relación con la Cuba de Raúl Castro se ha retomado y ahora con renovada fuerza.
De hecho, tras la visita, el gobierno castrista parece haberse convertido en un firme partidario de la estrategia rusa en Ucrania.
Según Castro “en la arena internacional coincidimos con la actual política de firmeza y política inteligente que está llevando a cabo la Unión Soviética, digo Rusia”.
En ese giro cubano ha influido sobremanera que Rusia haya condonado la deuda a Cuba a cambio de ganar influencia en la isla y penetración económica y comercial.
Rusia ha perdonado el 90 % de esa deuda y que el 10 % restante, unos 3.500 millones de dólares, se invertirán en Cuba.
“Quiero destacar que estamos creando nuevas condiciones para el desarrollo de nuestra relaciones. Para esto se tomó la decisión de amortiguar las deudas ante la antigua Unión Soviética por el valor total de 35.000 millones de dólares”, indicó Putin, tras resaltar la “sincera amistad” y “simpatía” entre los dos países”, así anunció Putin el perdón de la deuda.
Además, el gobierno ruso se ha posicionado muy claramente y respalda al castrista en su enfrentamiento con EEUU. Putin se ha comprometido a ayudar a Cuba en su lucha contra el bloqueo “ilegal e ilegítimo” de Estados Unidos, manteniendo la asistencia y cooperación con el país caribeño.
Vladimir Putin: “Rusia sigue apoyando la necesidad de encontrar la solución a la disputa por las Islas Malvinas, sobre la mesa de negociaciones directas entre Gran Bretaña y Argentina”.
Además en la improvisada visita a Nicaragua, Putin aprovechó para ratificar una relación que es ya muy estrecha y que ha servido para que Daniel Ortega, que mantiene un conflicto de límites con Colombia, modernice su ejército con apoyo ruso.
La contrapartida es que Nicaragua respalda la política exterior de Putin: “Nosotros validamos, reconocemos y acompañamos las iniciativas que usted ha tomado a favor de la paz, ante conflictos mundiales y, en particular, frente a los conflictos que se han venido dando en su región”, expresó Ortega
Si con Cuba el objetivo era retomar una intensa relación que se acabara allá por finales de los 80, con Brasil y Argentina es construir un vínculo dentro de este nuevo mundo de países emergentes que desean tener voz y capacidad de decisión en el concierto internacional.
La visita a Argentina no ha hecho sino reforzar la alianza con Cristina Kirchner quien pensando en la recuperación de las Malvinas no dudó en apoyar a Rusia en la crisis ucraniana lo cual fue respondido con una llamada personal de agradecimiento de Putin a la presidenta argentina.
La contrapartida al respaldo argentino a Rusia en la crisis de Ucrania fueron estas palabras de Putin: “Rusia sigue apoyando la necesidad de encontrar la solución a la disputa por las Islas Malvinas, sobre la mesa de negociaciones directas entre Gran Bretaña y Argentina”.
Además, en su reunión, el dirigente ruso no dudó en agradecer a Cristina Fernández de Kirchner “la oportunidad de discutir la estrategia de interés mutuo” entre ambas naciones, calificó la relación de ambos países como “estratégica” y aseguró que “ambos países tienen una visión común de desarrollo mundial y de la vida internacional”.
En definitiva que “los Brics han demostrado que Occidente no puede marcar el paso a los emergentes, incluso en temas geopolíticos cruciales. Rechazaron participar en los esfuerzos para aislar a Rusia. Mostraron que no creen en las sanciones… los Brics han incluso logrado evitar la exclusión de Rusia del G20”, dijo Oliver Stuenkel, profesor en relaciones internacionales en la Fundación Getulio Vargas, de São Paulo.
Punta de lanza de los intereses rusos
La visita de Putin a los países latinoamericanos ha servido también para abir nuevas puertas a las empresas rusas en Latinoamérica.
En el caso de Cuba, el líder ruso mencionó algunos de los proyectos en que trabajan ambos Gobiernos: recordó que desde 2013 la compañía rusaZarubezhneft actúa “de manera muy activa” en la perforación petrolera en la isla, y dijo que “en un futuro próximo, señaló el interés de la empresa rusaInter Rao S.A. de construir bloques energéticos para centrales termoeléctricas de la isla, una obra cuyo valor total superaría los 1.200 millones de euros.
Putin manifestó interés por instalar en Cuba la infraestructura terrestre del sistema de navegación ruso GLONASS, que suministraría a la isla productos, servicios y tecnologías en el campo de la teledetección del planeta y las telecomunicaciones por satélite.
Con Argentina la empresa rusa que parece posicionarse con fuerza es Rosatom. Y eso porque ambos países ha firmado un acuerdo sobre energía nuclear basado en que este gigante estatal ruso desarrolla la planta de Atucha III, una industria termonuclear en Mar del Plata y otros proyectos en la Patagonia. De todos estos detalles hablaron el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el presidente de la empresa rusa Rosatom, Sergei Kirienko.
Además, el grupo ruso Power Machines, según Putin, está dispuesto a participar en la modernización de la central hidroeléctrica argentino-uruguaya de Salto Grande.
Brasil también ha abierto sus puertas a las empresas rusas, sobre todo en materia de defensa. Rusia, que ya es un importante suministrador de material para la modernización de las Fuerzas Armadas nicaragüenses, ahora los es para Brasil.
Se ha acordado negociar la adquisición, por parte de Brasil, de sistemas de defensa antiaérea rusos.
La operación, calculada en unos 1.000 millones de dólares, se refiere a la posible adquisición por parte de Brasil de cinco baterías de misiles antiaéreos rusos, tres del tipo Pantsir-S1 y dos del tipo Igla. Además, se incluirían los correspondientes vehículos auxiliares y armamento completo, que supone una dotación de misiles tierra-aire y cañones de 30 milímetros.
La operación, calculada en unos 1.000 millones de dólares, se refiere a la posible adquisición por parte de Brasil de cinco baterías de misiles antiaéreos rusos, tres del tipo Pantsir-S1 y dos del tipo Igla. Además, se incluirían los correspondientes vehículos auxiliares y armamento completo, que supone una dotación de misiles tierra-aire y cañones de 30 milímetros.
“Servirá para desarrollar iniciativas que posibiliten el aumento recíproco de inversión directa. Transmití al presidente Putin las múltiples oportunidades que se abren en energía e infraestructura, áreas en las cuales las empresas rusas pueden aumentar su presencia en Brasil, especialmente en concesiones petroleras, de puertos y ferroviarias”, dijo Rousseff en una declaración al final de la reunión en el Palacio de Planalto, Brasilia.
La gira de Putin ha sido un éxito geopolítico y ha puesto las bases para reimpulsar el crecimiento de la presencia rusa en Latinoamérica.
El presidente ruso ha enarbolado una bandera que gusta mucho en la región, el antiimperialismo, para atraer al régimen cubano y a países como Argentina, a los que ha mostrado su respaldo en puntos medulares de su política exterior (el bloqueo en el caso cubano y las malvinas en el de Argentina).
Eso dos vectores han sido claramente expresados por Putin: “Ahora Rusia está bajo un ‘ataque’ de sanciones por parte de EE.UU. y sus socios. Les estamos muy agradecidos a nuestros socios del BRICS que han condenado esas prácticas. Al mismo tiempo, hay que sacar conclusiones concretas de lo que está pasando. Hay que establecer juntos un sistema de medidas que permita evitar una cacería de países que no están de acuerdo con algunas decisiones de política exterior tomadas por EE.UU. y sus socios y mantener un diálogo civilizado y respetuoso sobre todas cuestiones discutibles”.
Con Rusia, algunos países de América latina encuentran un aliado nuevo y alternativo a EEUU pero a la vez se trata de un aliado que presenta aristas problemáticas: Putin encabeza un régimen autoritario, algunas de sus políticas (con respecto a la libertad de expresión y los derechos de los homosexuales) van en contra de la defensa de los Derechos Humanos que llevan a gala Argentina y Brasil y se trata de un régimen agresivo en política exterior.
Estas características del gobierno de Putin no son pasajeras e irán in crescendo con el tiempo ya que como señala Félix Arteaga, del Real Instituto Elcano “la Federación Rusa cree que tiene derecho a preservar una zona de influencia libre de injerencias occidentales, incluso por la fuerza. No es una idea del presidente Vladimir Putin como simplifican las crónicas al uso, es un patrón de comportamiento arraigado en la política exterior y en la seguridad nacional de todos los gobiernos rusos. El presidente Putin puede ser más arrogante que otros y tratar de rentabilizar su agresividad, pero ningún presidente que le suceda se atrevería a contemporizar en la periferia rusa sabiendo que cualquier señal de debilidad en ella se contagiaría al interior”.
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