Cuando
se dan los primeros pasos en el manejo de las finanzas personales y los
ahorros, una de las principales ideas que transmito es que un inversor debe
dejar de lado las emociones al momento de ejecutar una estrategia de
inversión.
Es cierto que es una tarea muy compleja, pero aquellos que logran transitar
este proceso disfrutan de mejores resultados a lo largo del camino.
La clave está en lograr que la decisión de inversión esté guiada
exclusivamente por aspectos inherentes a los fundamentos del mercado
y evitar que las emociones contaminen este mecanismo natural.
Pero nuevamente, reitero, es difícil lograrlo.
Hasta los inversores que se presentan como más profesionales y que cuentan
con la mayor información disponible recaen en el error de interponer las
emociones al momento de decidir cómo asignar distintos recursos en una
cartera de inversiones.
Y esto lleva a que el comportamiento del inversor “promedio” sea pendular,
yendo de un extremo al otro con una facilidad difícil de entender. Lo que
ayer era el principal motivo de compra de un activo financiero determinado,
hoy puede ser la principal excusa para deshacerse del mismo.
Existen muchos ejemplos a lo largo de los últimos años. Pero uno de los que
me llama poderosamente la atención es el caso de China.
Como usted debe saber, China es en la actualidad la segunda economía por
tamaño más importante del planeta, detrás de Estados Unidos. En la última
década, esta economía asiática ha sido señalada por muchos como el “nuevo”
motor del crecimiento mundial, sustentado en su importancia relativa en la
demanda de commodities
alrededor del globo.
La dinámica en el crecimiento del PBI de este país ha generado ente los
inversores la adopción del concepto de crecer a “tasas chinas” para
referirse a un proceso de alta expansión de la actividad.
Paralelamente, a comienzos del siglo XXI, China fue incorporada a la
creación del acrónimo BRIC
que nucleaba a Brasil, Rusia e India (además del gigante
asiático) que destacaba el poder económico de este bloque hacia el futuro y
que lideraría el proceso de convergencia de los emergentes con las
economías desarrolladas.
Con el paso de los años, la llama sagrada de los BRIC se fue
apagando.
Brasil registró un raquítico crecimiento económico en los últimos tres
años, India estuvo envuelta en problemas de alta inflación y Rusia
profundizó su dependencia con el petróleo y los conflictos geopolíticos.
En cambio, China, en medio de distintos vaivenes, mantuvo su crecimiento
económico por encima del 7% anual y desarrolló fuertemente su mercado de
consumo doméstico.
¿Qué cambió en
la actualidad?
El comienzo de 2014 ha sido, hasta el momento, muy negativo para los
mercados emergentes. Y China no ha sido la excepción.
Mientras que el principal factor que aceleró la salida de fondos de los
emergentes ha sido el cambio de estrategia de la Reserva Federal y la
futura suba de tasas de interés, también ha ponderado negativamente la
desaceleración de la actividad en este tipo de economías.
A este panorama se le adiciona una variable no menor: posibles burbujas en
el mercado de real estate chino y una ola de default masivo de deuda corporativa de las
empresas involucradas.
Este último temor se aceleró luego de que dos compañías anunciaran que no
podrían hacer frente a sus obligaciones, mientras que el Gobierno Central
señaló que no iba a salir al rescate de ninguna empresa privada que
enfrente problemas financieros que deriven en una cesación de pagos.
Sin embargo, pese a que se trata de un tema importante, desde mi punto de
vista no justifica la salida masiva de fondos del mercado chino observada
en la última semana:
De
acuerdo a la consultora EPFR Global, sólo en la última semana han salido
más de US$ 1.500 millones de fondos chinos, una cifra sin precedentes desde
que comenzó el relevamiento. Como se desprende del gráfico anterior, la
masiva salida de capitales ya se venía dando desde mediados de 2013, aunque
había logrado ser revertida parcialmente a finales de ese año.
Ahora, volvió la sangría.
Y China se suma a otros países con fuerte presión de drenaje de inversiones
extranjeras de portafolio como son Rusia, India, Brasil e Indonesia.
Este comportamiento es claramente irracional y está sesgado por lo
emocional, dejando de lado el análisis fundamental de una economía como la
China. El sendero de crecimiento de este país podrá tener altibajos, pero
no puede estar en duda de la importancia relativa que tiene dicha economía
a nivel global.
Y lo mejor aún es que esta venta desenfrenada de activos chinos está dejando
a la bolsa de ese país en una valuación inexplicablemente barata. Para que
tenga una idea, mientras que el índice S&P 500 cotiza a una relación
Precio / Ganancia de 17 veces, la bolsa china presenta un ratio de 6 veces.
¡Un 65% de descuento!
Pero no se apresure. Existen muchos ETFs que replican las principales
acciones chinas y que están a su alcance en Wall Street para invertir
ahora. Pero tengo una alternativa mejor.
En noviembre último he presentado en la sección El ojo sobre el Mercado de nuestra revista mensual
una de las empresas chinas que mayor potencial tienen para los próximos
años.
Es cierto, hasta el momento, la acción ha venido bajando. Pero es una buena
noticia, ya que su precio está aún más atractivo ahora. Se trata de una
firma que ganó, ni más ni menos, que US$ 19.600 millones en 2013 y que
cotiza con una relación Precio/Ganancia de 8 veces.
Adicionalmente, el retorno de su dividendo es de 5%.
No te puedo dar más pistas. Si ya es parte de nuestra comunidad, quizás
sepas a qué activo me estoy refiriendo. En caso contrario, tienes más
información aquí.
Para aquellos que todavía no se unieron, los invito a hacerlo acá.
Les mando un saludo cordial.
Diego.
P.D: Si quiere continuar debatiendo este y otro temas, lo invito a seguirme
en Twitter: @diegomb80
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