El valor de la democracia, o Adolfo Suárez
(Infolatam).- “Con la muerte de Adolfo Suarez se cierra un capítulo de la historia de España. Esta afirmación no es un juego retórico, sino la constatación de que el término del ciclo vital de la persona coincide con el final del aliento colectivo. Se muere Adolfo Suárez cuando en España comienzan a emerger dudas sobre el valor de nuestra democracia”.
Adolfo Suárez (Cebreros- Ávila-, 1932/Madrid, 2014) ha fallecido en Madrid este domingo 23 de marzo a los 81 años de edad.
El expresidente del Gobierno español entre 1976 y 1981, aquejado desde hace diez años por una grave enfermedad neuronal degenerativa, fue internado en la madrileña Clínica Cemtro a comienzos de esta semana a causa de una infección respiratoria “considerada habitual en el proceso de enfermedad que padece”.
Su estado de salud sufrió un empeoramiento el jueves pasado y su hijo, Adolfo Suárez Illana comunicaba oficialmente que era inminente el fallecimiento de su padre: “Todo nos hace indicar que el desenlace es inminente. El horizonte temporal que nos planteamosno supera las 48 horas, aunque está en manos de Dios”.
Está previsto que el Congreso de los Diputados acoja la capilla ardiente de Suárez si, tal y como se prevé, así lo solicita su familia, según han dicho a Efe fuentes del Gobierno y el Parlamento.
Adolfo Suárez fue junto con el Rey Juan Carlos el protagonista de la Transición a la democracia. Nombrado Presidente de Gobierno en 1976 logró ese mismo año la aprobación de la ley de Reforma Política que posibilitaba el desmontaje del régimen franquista.
Cumplía así su objetivo de “elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal” así como de cambiar el marco de convivencia nacional: “Pertenezco por convicción y talante a una mayoría de ciudadanos que desea hablar un lenguaje moderado, de concordia y conciliación”.
En 1977, no solo legalizaba al Partido Comunista, sino que se convocaban las primeras elecciones democráticas, ganadas por la UCD, liderada por Suárez.
Entre 1977 y 1978 se elaboró la actual Constitución a la vez que Suárez lograba que los partidos de la oposición y los sindicatos firmaran los Pactos de la Moncloa para afrontar la crisis económica que aquejaba al país: “El periodo de transición política ha terminado. En apenas dos años, los españoles hemos transformado, desde la legalidad, un sistema autoritario de gobierno en una democracia pluralista”.
Volvió a ganar las elecciones de 1979, una vez ratificado en referendum el texto constitucional, y a partir de ese momento su gestión entró en declive hasta que presentó su dimisión en enero de 1981 al no contar con respaldo suficiente (sobre todo de su partido, la UCD) para continuar su gestión.
Se marchó entonando unas palabras que aún resuenan en la que transmitía su capacidad de poner los intereses generales por sobre los personales: “Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España… He sufrido un importante desgaste durante mis casi cinco años de presidente (…) Creo que tengo fuerza moral para pedir que en el futuro no se recurra a la inútil descalificación global, a la visceralidad o el ataque personal, porque creo que se perjudica el funcionamiento de las instituciones democráticas”.
Durante las sesiones parlamentarias para elegir a su sucesor ocurrieron los hechos del 23-F en los que su actitud valiente y gallarda le valieron quedar para siempre como un referente de la democracia española.
Tras encabezar en los 80 otro partido, el CDS, a comienzos de la siguiente década se retiró de la política.
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