2013/12/03

Inicia la recuperación económica

Por  GUSTAVO LOMELÍN

El repunte en el crecimiento de la economía mexicana en el tercer trimestre de este año es la señal de que el país deja atrás su mal momento y sugiere que una de las economías emergentes más importantes del mundo será cada vez más atractiva para los inversionistas nacionales y extranjeros. Los signos de recuperación acelerarán el círculo virtuoso de inversión-crecimiento-empleo-consumo-desarrollo.
Adicionalmente, el proceso de reformas estructurales que está en marcha para mover y transformar a México cada vez es más una realidad y no un solo buen deseo o un evidente discurso político. De hecho, hay acuerdos sólidos ya entre el gobierno federal y el PAN para aprobar las reformas política-electoral y la energética antes de concluir el actual período ordinario de sesiones del Congreso de la Unión.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó que en el tercer trimestre del año (julio-septiembre) el producto interno bruto creció 0.84 por ciento respecto al trimestre anterior y 1.3 por ciento a tasa anual. Sin embargo, su expectativa de crecimiento anualizado es de 3.4 por ciento. “Los vientos en contra que contuvieron la economía mexicana en el primer semestre están amainando”, según Bill Adams, economista de PNC Financial Services Group.
La recuperación del consumo se anticipa sostenible para mantener la expansión de la economía mexicana. Varios factores contribuirán a ese desempeño: el Buen Fin generó ventas por 170 mil millones de pesos, 16 por ciento más que el año pasado; la cifra record histórica de 24 mil millones de dólares de inversión extranjera directa en el primer semestre del 2013; empresas mexicanas levantaron 11 mil 600 millones de dólares en lo que va del año en colocaciones de acciones, cifra que ya superó el récord de 9 mil 140 millones registrado en todo el 2012; el ejercicio pleno del gasto público en la última parte de este año; la eventual aprobación de la reforma energética en diciembre próximo y la consolidación del liderazgo del presidente Enrique Peña Nieto a un año de gobierno.
El “momento mexicano” se retrasó unos meses por el enfriamiento económico derivado del cambio de gobierno y de régimen político; el impacto negativo de los fenómenos climatológicos; de la debilidad de la demanda externa que frenó las exportaciones manufactureras y del rezago en el ejercicio del gasto público que deprimió el sector de la construcción. No obstante, el punto de inflexión ya pasó y se inició una lenta pero firme recuperación económica que se traducirá en mayores efectos positivos en términos sociales y políticos.
Si bien es cierto que no hay una varita mágica de las reformas para cambiar al país de un día para otro, los astros se alinean para favorecernos como nación gracias a la intensa negociación del Pacto por México (con acuerdos básicos entre PRD, PAN y PRI). De esta manera, México está inmerso hoy en un proyecto de visión de largo plazo para mejorar la competitividad global del país. Evidentemente la aprobación de la reforma energética es crucial para implementar la agenda de cambios estructurales y será determinante para la competitividad. Incluso el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), organismo dependiente del Consejo Coordinador Empresarial, estima que la reforma energética generará inversiones al país cercanas a los 70 mil millones de dólares anuales.
No es casual que legisladores de Estados Unidos y México acordaran el viernes pasado promover que América del Norte se convierta en la principal región productora de hidrocarburos del mundo y para concretar el compromiso, los participantes de la Reunión Interparlamentaria México-Estados Unidos refrendaron su apoyo a la propuesta mexicana de convocar a un primer encuentro trilateral con sus homólogos de Canadá.
La recuperación de la economía mexicana y el proceso de reformas estructurales son los principales estímulos para fortalecer la llegada de inversión extranjera directa al país e incentivar una mayor inversión nacional. Esta situación detonará tasas de crecimiento anual superiores al 5 por ciento para el 2015, que empezarán a cambiar la realidad social y política de México.

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