La cifra de 0,8% en agosto constituye el tercer mes consecutivo en que el país registra inflación, algo que no sucedía desde principios del año pasado.
Japón registró en agosto su mejor dato inflacionario desde 2008, algo que refrenda en parte las medidas para terminar con la caída de precios del Gobierno que, sin embargo, pidió cautela ante el peso que han tenido factores como la subida del petróleo.
El Índice de Precios al Consumo (IPC) registró en el país nípón una subida del 0,8 por ciento interanual en el octavo mes de 2013.
Esto constituye, además del mayor margen de incremento desde noviembre de 2008, el tercer mes consecutivo en que el país registra inflación, algo que no sucedía desde principios del año pasado.
Fue también en el fatídico año 2008 -el que trajo el derrumbe de Lehmann Brothers y el inicio de la crisis financiera global- cuando Japón registró por última vez un avance de los precios en el cómputo de un año natural.
En cualquier caso, el país ha venido sufriendo una espiral deflacionaria desde hace más de una década, una tendencia que el primer ministro conservador Shinzo Abe ha querido romper desde que llegó al poder el pasado diciembre.
El pasado abril, el Banco de Japón (BOJ), alentado por Abe, activó un programa de compra masiva de activos de cara a duplicar la base monetaria en los próximos dos años y lograr alcanzar en ese plazo una inflación interanual de en torno al 2 por ciento.
La tarea está lejos de ser sencilla; en un computo anual, la inflación no ha vuelto a estar en Japón por encima del 2 por ciento desde 1992.
No obstante, el dato de agosto, que excluye los alimentos frescos por su excesiva volatilidad, responde en gran parte a la fuerte apreciación que han experimentado las importaciones japonesas, especialmente los combustibles fósiles, debido a la reciente subida del yen.
En ese sentido, la gasolina subió un 13,2 por ciento, y la luz, que ante el parón nuclear tras Fukushima procede ahora de plantas térmicas que emplean combustibles fósiles, subió un 8,9 por ciento.
El Ministro de Revitalización Económica, Akira Amari, reconoció hoy el peso que ha tenido el encarecimiento de los combustibles en el IPC y aseguró que es aún muy pronto para decir que el ciclo deflacionario ha terminado.
Aunque tampoco se dejó llevar por la euforia, el Ministerio del Interior y Comunicaciones destacó al presentar los datos que el margen de caída en los precios de determinados productos fue menos agudo en agosto.
También subrayó que los importes de productos de tipo audiovisual como televisores u ordenadores subieron (un 0,1 por ciento), algo que no sucedía desde enero de 1992 en este sector, afectado por una caída de precios generalizada.
Los analistas apuntan a la necesidad de que estos datos vengan acompañados de una subida salarial, que hasta ahora ha sido prácticamente imperceptible en Japón pese a las repetidos guiños del Gobierno al sector privado.
La mayoría de expertos cree que si la inflación no viene acompañada de mejores sueldos, el crecimiento económico que ha cosechado hasta ahora el Gabinete Abe será temporal e insostenible debido a la pérdida de poder adquisitivo a la que se enfrentaría la inmensa mayoría de familias japoneses.
Esta falta de incrementos salariales no supone además la única amenaza que encara en Japón el consumo -un pilar sobre el que se asienta casi el 60 por ciento de su PIB nacional- ya que se prevé que Abe apruebe finalmente la subida del IVA (del 5 por ciento actual al 8 por ciento) acordada por el parlamento para abril.
El incremento del impuesto sobre el consumo se contempla como una medida fundamental para que Japón pueda cubrir los costes cada vez más elevados de la seguridad social y mejorar su disciplina fiscal -su deuda pública es la mayor del mundo desarrollado- evitando que se dispare el rendimiento de sus bonos.
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