Expertos coinciden en que el ex parlamentario marcó un punto de inflexión en el organismo creado para pensar en el futuro de la innovación en Chile, que dejó de lado el pragmatismo y que se enfocó en un largo plazo siempre cambiante. Pero también hay críticas: el ex ministro Eduardo Bitran sostiene que se produjo un retroceso en la estrategia y el director de innovación de la Universidad de Chile, Javier Ramírez, dijo que la gestión de Flores causó "desconcierto y desorientación".
A siete meses de que expire el mandato del Presidente Piñera, su equipo especializado en perfeccionar la estrategia de innovación dio a luz una propuesta de mediano y largo plazo, que tituló "Surfeando hacia el futuro, Chile en el horizonte 2025". Al mismo tiempo, dio pie para evaluar la gestión que, desde marzo de 2010 y hasta el presente mes, desempeñó el ex ministro de Hacienda durante el gobierno de la Unidad Popular y ex senador del PPD, Fernando Flores, como presidente del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC).
Desde distintos puntos de vista, existe coincidencia en que su sello -para bien o para mal- quedó marcado en el Consejo y plasmado en el documento de 130 páginas que fue entregado al Primer Mandatario el 6 de agosto pasado, en una sobria ceremonia realizada en el Palacio de la Moneda.
El ex ministro de Obras Públicas y ex presidente del CNIC (2008-2010), Eduardo Bitran, estima que la gestión de Flores implicó un punto de inflexión, incluso de retroceso, de la propuesta estratégica hecha en gobiernos anteriores, desde 2006 en adelante, cuando el ex Presidente Ricardo Lagos creó esta institución.
Bitran dijo que "el actual gobierno tomó la decisión de bajarle el poder y el perfil al CNIC, lo cual se tradujo en una distorsión del proyecto de largo plazo que se fijó en 2008, derivando hacia una política de pequeños proyectos pilotos que se siguió durante la gestión de Fernando Flores".
El director de Innovación de la Universidad de Chile, Javier Ramírez, es más lapidario en su evaluación:
"El CNIC sufrió un redireccionamiento estratégico gigantesco, mucho antes del lanzamiento del actual libro; fue casi un borrón y cuenta nueva respecto de las políticas del gobierno anterior, partiendo por la eliminación de la política de clusters, lo que naturalmente causó desconcierto y desorientación".
Ramírez añade que "el libro actual propone una no-estrategia, indicando la imposibilidad de tal cosa, en algo tan móvil como la innovación; prefiriendo las orientaciones en lugar de la planificación estratégica". Sostiene que tales orientaciones "resultan ser muy ambiguas y genéricas como para servir de guía de acción para quienes están dirigidas". Y concluye que "falta aterrizar las orientaciones en acciones concretas".
Lejos habrían quedado, por lo tanto, las propuestas contenidas en el primer libro del CNIC, "Hacia una estrategia nacional de innovación para la competitividad", lanzado en 2008, cuando el presidente de la entidad era el ex ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, y también el volumen que le sucedió: "Agenda de innovación y competitividad 2010-2020", publicado en 2009, cuando Bitran presidía el Consejo.
Un nuevo estilo para innovar
Sin embargo, el doctor Pablo Valenzuela, uno de los 17 miembros titulares del CNIC, destacó como principal logro del Consejo encabezado por Flores su capacidad para "alejarse de la discusión de los aspectos pragmáticos que han dominado los consejos de años anteriores". En tal sentido, Valenzuela dijo que en los últimos años el CNIC se abocó a "un nuevo estilo de comprensión del fenómeno innovador con orientaciones estratégicas; con una mirada a largo plazo y en sintonía con un futuro impredecible en un mundo cambiante". Puntualizó que el nuevo documento "llena un vacío importante en el tema de la innovación".
En cambio, Javier Ramírez dijo que, aparte de la reciente publicación, no observa grandes logros. "Quizás se deba a un tema netamente comunicacional, pero en la actual administración, el CNIC prácticamente desapareció como actor relevante en esta área", indicó. Además señaló que en estas condiciones "es difícil evaluar los logros o separarlos de las políticas de continuidad derivadas de la administración anterior".
Modalidad semipresencial, con sueldo de $6 millones
Fernando Flores encabezó el organismo desde marzo de 2010 hasta el presente mes, en la modalidad semipresencial. Se reunía con sus pares del Consejo cada dos meses y la mayor parte del tiempo ejerció este mando a distancia, desde el extranjero. El mismo día en que le entregó al Presidente Piñera la propuesta "Surfeando hacia el futuro", Flores le presentó la renuncia, a partir de septiembre.
Por estos días se aprestaba a concentrarse en sus actividades privadas, viajando por el mundo para ofrecer charlas y coaching a ejecutivos y hombres de empresas. En los tres años como cabeza del CNIC, Flores se tuvo que desdoblar en su rol de empleado público y de empresario privado. Al momento de aceptar el cargo había dejado en claro que sólo podía asistir cada dos meses a las reuniones del Consejo. De este modo, la mayor parte de su trabajo, por el cual recibía $6,2 millones al mes, lo realizó a distancia, apoyado en las modernas tecnologías de redes de información que él mismo alguna vez se preocupó de desarrollar y con las cuales obtuvo un no despreciable capital.
Pero cumplió con su principal objetivo: reformular la estrategia de innovación que habían establecido los dos gobiernos anteriores. Se dio por satisfecho porque sabía que el rol del CNIC consiste en reflexionar y discutir, con miras a dar orientaciones de largo plazo a los gobernantes. Por lo tanto, "no se pueden esperar resultados visibles inmediatos", explicó la secretaria ejecutiva del organismo, Katherine Villarroel.
Fondos del royalty
Así y todo, lo que diga este Consejo es relevante para las decisiones que año a año toma el Ejecutivo para distribuir las platas provenientes del impuesto especial a la minería, más conocido como royalty.
El economista José Miguel Benavente, miembro del CNIC, dijo a La Segunda que una de las misiones del Consejo "es hacer un seguimiento de los recursos públicos asignados para apoyar la innovación y sus actividades relacionadas". Con este objetivo cuenta con un protocolo que incluye la discusión con las autoridades de Gobierno sobre "las asignaciones que se piensan realizar en los diferentes programas y agencias que se ocupan de la innovación", lo cual incluye los recursos que se asignan al Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC).
Agrega que este fondo "se nutre con los recursos recolectados por el mal llamado royalty minero" y que dentro del protocolo, el Consejo emite una opinión fundada sobre las propuestas de asignación en forma anual, documento que está disponible en el sitio web del Consejo, mucho antes de que la propuesta presupuestaria vaya al Congreso".
Para este año los ingresos por este impuesto se estimaron -dentro del presupuesto fiscal- en US$ 977 millones, la mayor parte de los cuales se están destinando a programas de fomento de ciencia, tecnología e innovación, a través del FIC, tanto a nivel central como regional. De este fondo también salen recursos para apoyar los programas de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) y de Corfo.
En tanto, los recursos del FIC Regional (el 25% del total) se distribuyen a través del Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR), dependiente del Ministerio del Interior.
En la práctica, el FIC es una entelequia contable porque no ha sido creado por ley. Lo que han hecho los gobiernos hasta ahora es ordenar todas las platas que se destinan a innovación, en sus distintas partidas presupuestarias, para nominar la sumatoria como FIC. Esto debido a que cuando se creó el impuesto específico a la minería, en 2005, los legisladores se encontraron con el pie forzado de que ningún impuesto se puede destinar por ley a un gasto o fin específico. Todos los tributos deben ir a la caja fiscal general.
Visión cortoplacista
"Sin decir que hemos llegado a las cifras de la OCDE, la evolución del financiamiento destinado a innovación, ciencia y tecnología ha sido muy importante en los últimos años", destacó Katherine Villarroel. Se mostró confiada en que los recursos seguirán aumentando, en la medida en que el desafío de la innovación se instale como un tema prioritario. "Nadie sale a la calle a pelear por más innovación, pero sí lo hacen a menudo por la educación, la salud o la vivienda. Lamentablemente, la innovación no es un tema que esté entre las prioridades de los chilenos y, sin embargo, sabemos que es un factor decisivo para nuestro desarrollo". Admitió que como consecuencia de una visión cortoplacista, "en la agenda de las políticas públicas, la innovación tampoco es prioritaria".
Villarroel advierte que mientras la economía chilena siga dependiendo de la explotación de los recursos naturales -los que por lo demás tienen fecha de muerte- en este país seguiremos atrapados en la inmediatez, en los problemas que nos impone el día a día, y no miraremos el futuro". Luego puntualizó que "el rol de esta Comisión es precisamente superar la visión cortoplacista para anticiparnos a lo que puede y debe hacer Chile para ser competitivo, y si no lo hacemos seguiremos marcando el paso y no tendremos ninguna posibilidad de alcanzar el desarrollo".
Flores invita a construir una "nueva economía"
Tal como el mismo Flores lo explica en su introducción, la nueva propuesta del CNIC invita a construir "una nueva economía", basada en el cambio cultural, que permita a su vez una nueva predisposición de sus protagonistas para dialogar entre sí, con una visión compartida del futuro.
"Si queremos tener una mejor calidad de vida y un crecimiento basado en la creación de nuevas riquezas; si queremos ir más allá de la explotación de los recursos naturales, conjugando el trabajo intelectual con el trabajo científico y tecnológico, es necesario -no suficiente, pero sí fundamental- construir una nueva economía y para ello requerimos no sólo una mirada distinta, sino también la capacidad y el compromiso para mejorar nuestras conversaciones", sentenció Flores.
Sin embargo, Eduardo Bitran, dijo a La Segunda que en los últimos años "el país ha continuado marcando el paso en el desarrollo de políticas de innovación y competitividad, desaprovechando el ciclo de abundancia de recursos que provienen del alto precio del cobre".
Bitran es de la idea de que junto con asesorar a los gobiernos para definir cómo se deben gastar las platas para innovación, "el rol fundamental del CNIC es entregar orientaciones para políticas públicas que converjan en un solo punto: el desarrollo productivo de largo plazo, basado en nuevos focos de actividad que reemplacen en el futuro a las industrias basadas en la explotación de de recursos naturales no renovables".
Bitran: Es necesaria una institucionalidad
Bitran dijo que los grandes ejes que se establecieron en el primer documento que redactó el CNIC, en 2008, fueron dejados de lado por el Consejo que lideró Fernando Flores. Esto es, "avanzar hacia una institucionalidad creada por ley para levantar un sistema nacional de innovación que integre los esfuerzos para el desarrollo del capital humano, de la ciencia y tecnología, de las empresas y de los fondos y agencias especializadas en este ámbito".
Sin una institucionalidad clara, definida por ley, la discusión sobre qué hacer con el CNIC seguirá los vaivenes que provienen de los ciclos políticos que surgen con los cambios de gobierno.
por: Hugo Traslaviña.
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