En la última década, el crecimiento de los centros urbanos aumentó a su ritmo más acelerado de la historia.
Por Renato García Jiménez
En medio de una continua lluvia de noticias negativas sobre la economía mundial y advertencias sobre recesión, silenciosamente y lejos de la atención general se está produciendo una verdadera revolución que transformará radicalmente el paisaje del mundo como lo conocemos: la masiva urbanización de enormes regiones del planeta.
La urbanización ha sido históricamente el mayor motor del crecimiento global. Durante la primera mitad del último milenio, el eje del poder global estuvo concentrado en Asia, que representaba dos tercios del PIB mundial. Recién en el siglo XVIII, cuando comenzó la masiva urbanización en Europa y más tarde en Estados Unidos, el peso de la balanza se inclinó a favor de Occidente. El explosivo desarrollo de las ciudades durante la revolución industrial permitió gigantescas mejoras de eficiencia en el uso de los recursos y economías de escala, difundiendo el conocimiento técnico y el desarrollo de los servicios.
Sin embargo, la tendencia otra vez está volviendo a cambiar. El ritmo de la urbanización no sólo se está acelerando a una velocidad y escala nunca antes vista en la historia, sino que además está cambiando desde las sociedades desarrolladas de Occidente hacia las gigantescas poblaciones de las regiones emergentes.
Un nuevo mundo de consumo
Según un estudio de la consultora McKinsey, para 2025 el crecimiento de las poblaciones urbanas agregará 1.000 millones de personas a la clase de consumidores mundiales, un incremento de 70% respecto de 2010. Por consumidores la firma entiende individuos con ingresos por más de US$ 3.600 al año o US$ 10 diarios, disponibles para gastos suntuarios.
En su reporte “Urban world, cities and the rise of the consuming class”, McKinsey proyecta que los consumidores urbanos inyectarán más de US$ 20 billones (millones de millones) adicionales al año a la economía mundial.
De esta nueva clase de consumidores, cerca de 600 millones estarán concentrados en las 440 mayores ciudades del mundo emergente, denominadas las Emerging 440, que van a generar casi la mitad del crecimiento del PIB global, con US$ 10 billones.
Pero la demanda por bienes de consumo va a crecer aún más rápido que la clase de los consumidores por dos razones. Primero, los ingresos de los hogares están aumentando más rápido que el número de hogares y consumidores, y segundo, porque grandes cantidades de las poblaciones en las economías emergentes ingresarán a niveles de ingreso donde el consumo de algunos bienes se acelera drásticamente. En China, por ejemplo, el gasto en salidas a cenar comienza a aumentar a partir de ingresos superiores a US$ 3 mil anuales, pero es a partir de los US$ 9 mil que se dispara.
Construir sin parar
El explosivo crecimiento de las ciudades inyectará también dinamismo a través de las enormes inversiones en equipamiento e infraestructura necesarias para acomodar a esas nuevas masas de consumidores. La inversión de capital físico anual en las ciudades tendrá que duplicarse desde US$ 10 billones a US$ 20 billones para 2025, y la mayor parte de ella se concentrará también en el mundo emergente.
Las ciudades tendrán que construir inmuebles comerciales y residenciales equivalentes a 85% de todo lo que existe actualmente, inyectando US$ 80 billones a la actividad económica. Tan sólo las Emerging 440 necesitarán 44 mil kilómetros cuadrados de nuevas construcciones.
Pero el crecimiento del consumo también requerirá otro tipo de infraestructura. En materia de puertos, la capacidad para manejar contenedores deberá crecer en más de 150%, con inversiones por US$ 200 mil millones. Y los mercados emergentes representarán 85% de ese incremento.
Las enormes concentraciones de población también presionarán las necesidades de servicios básicos. La demanda de redes de agua potable crecerá en 80 mil millones de metros cúbicos, equivalente a 20 veces el consumo de una ciudad como Nueva York y un 40% del suministro mundial actual. Eso exigirá invertir US$ 480 mil millones, de los cuales US$ 200 mil millones corresponden a las Emerging 440.
Esto abrirá grandes oportunidades de negocios, pero también podría poner una enorme presión sobre las autoridades. Los incrementos en el precio de la energía, la tierra, los alimentos y el agua durante la última década ya anularon toda la baja de costos lograda durante el siglo XX gracias a los avances técnicos.
El crecimiento de las ciudades que no inviertan en infraestructura y queden rezagadas frente al aumento de sus poblaciones se estrellará contra un muro, y quedarán atrapadas en una creciente congestión, contaminación, y descontento social.
Cambia el balance de poder
La urbanización no sólo se está acelerando dramáticamente, sino que además está dando un giro desde las economías desarrolladas a las emergentes.
El desarrollo de China se está produciendo diez veces más rápido que la del Reino Unido durante la revolución industrial, y a cien veces su magnitud. Tan sólo en la última década, el porcentaje de población urbana pasó de 36% a 50%. Si la tendencia actual se mantiene, la población urbana pasará de 570 millones de habitantes en 2005 a 925 millones para 2025, un incremento mayor que toda la población de EEUU.
El PIB de las grandes ciudades chinas pasó de apenas 20% de lo que producían los centros urbanos de EEUU en 2007, a 37% en 2010. En ese breve lapso, tres ciudades chinas alcanzaron el estatus de megaciudades, es decir, aquellas con más de 10 millones de habitantes. En el mundo desarrollado, en cambio, se espera que sólo Chicago, en EEUU, alcance este nivel para 2025.
En Latinoamérica, el PIB de las grandes ciudades alcanzaba en 2007 26% del de sus contrapartes europeas, pero para 2010 esa proporción había aumentado a 37%.
La ciudad como motor económico
El desarrollo de las ciudades ha sido uno de los grandes motores del crecimiento económico global. Actualmente, las 600 mayores ciudades del planeta, un grupo denominado City 600, albergan a 20% de la población mundial, pero aportan US$ 34 billones al PIB del planeta, un poco más del 50%.
Entre 2010 y 2025 su Producto se habrá casi duplicado a US$ 65 billones y este crecimiento será responsable de casi 65% de la expansión económica mundial en ese período.
El impacto de la urbanización en el crecimiento se debe a la capacidad de las ciudades para atraer trabajadores capacitados y empresas productivas. Los historiadores económicos calculan que el ingreso promedio en las ciudades es entre 1,5 y 3 veces el de las áreas rurales.
Las ciudades, además, generan economías de escala que aumentan la productividad y reducen los costos. En India, por ejemplo, proveer de servicios básicos en las ciudades es entre 30% y 50% más barato que en los sectores rurales. Y asegurar la calidad de los servicios también es más fácil. La tasa de ausentismo entre los profesores en las escuelas rurales es 25% mayor que en los colegios de las ciudades.
Las grandes ciudades albergan actualmente a 38% de la población mundial, pero aportan 72% del PIB global. En EEUU, que se urbanizó aceleradamente en el siglo XIX, 80% de la población vive actualmente en centros urbanos, que aportaron 85% del PIB nacional en 2010.
En Latinoamérica, las 289 mayores ciudades de la región alojan a 55% de su población, pero aportan más de 75% del PIB.
Y en China, las áreas metropolitanas generaron 78% del PIB en 2010.
La urbanización ha sido históricamente el mayor motor del crecimiento global. Durante la primera mitad del último milenio, el eje del poder global estuvo concentrado en Asia, que representaba dos tercios del PIB mundial. Recién en el siglo XVIII, cuando comenzó la masiva urbanización en Europa y más tarde en Estados Unidos, el peso de la balanza se inclinó a favor de Occidente. El explosivo desarrollo de las ciudades durante la revolución industrial permitió gigantescas mejoras de eficiencia en el uso de los recursos y economías de escala, difundiendo el conocimiento técnico y el desarrollo de los servicios.
Sin embargo, la tendencia otra vez está volviendo a cambiar. El ritmo de la urbanización no sólo se está acelerando a una velocidad y escala nunca antes vista en la historia, sino que además está cambiando desde las sociedades desarrolladas de Occidente hacia las gigantescas poblaciones de las regiones emergentes.
Un nuevo mundo de consumo
Según un estudio de la consultora McKinsey, para 2025 el crecimiento de las poblaciones urbanas agregará 1.000 millones de personas a la clase de consumidores mundiales, un incremento de 70% respecto de 2010. Por consumidores la firma entiende individuos con ingresos por más de US$ 3.600 al año o US$ 10 diarios, disponibles para gastos suntuarios.
En su reporte “Urban world, cities and the rise of the consuming class”, McKinsey proyecta que los consumidores urbanos inyectarán más de US$ 20 billones (millones de millones) adicionales al año a la economía mundial.
De esta nueva clase de consumidores, cerca de 600 millones estarán concentrados en las 440 mayores ciudades del mundo emergente, denominadas las Emerging 440, que van a generar casi la mitad del crecimiento del PIB global, con US$ 10 billones.
Pero la demanda por bienes de consumo va a crecer aún más rápido que la clase de los consumidores por dos razones. Primero, los ingresos de los hogares están aumentando más rápido que el número de hogares y consumidores, y segundo, porque grandes cantidades de las poblaciones en las economías emergentes ingresarán a niveles de ingreso donde el consumo de algunos bienes se acelera drásticamente. En China, por ejemplo, el gasto en salidas a cenar comienza a aumentar a partir de ingresos superiores a US$ 3 mil anuales, pero es a partir de los US$ 9 mil que se dispara.
Construir sin parar
El explosivo crecimiento de las ciudades inyectará también dinamismo a través de las enormes inversiones en equipamiento e infraestructura necesarias para acomodar a esas nuevas masas de consumidores. La inversión de capital físico anual en las ciudades tendrá que duplicarse desde US$ 10 billones a US$ 20 billones para 2025, y la mayor parte de ella se concentrará también en el mundo emergente.
Las ciudades tendrán que construir inmuebles comerciales y residenciales equivalentes a 85% de todo lo que existe actualmente, inyectando US$ 80 billones a la actividad económica. Tan sólo las Emerging 440 necesitarán 44 mil kilómetros cuadrados de nuevas construcciones.
Pero el crecimiento del consumo también requerirá otro tipo de infraestructura. En materia de puertos, la capacidad para manejar contenedores deberá crecer en más de 150%, con inversiones por US$ 200 mil millones. Y los mercados emergentes representarán 85% de ese incremento.
Las enormes concentraciones de población también presionarán las necesidades de servicios básicos. La demanda de redes de agua potable crecerá en 80 mil millones de metros cúbicos, equivalente a 20 veces el consumo de una ciudad como Nueva York y un 40% del suministro mundial actual. Eso exigirá invertir US$ 480 mil millones, de los cuales US$ 200 mil millones corresponden a las Emerging 440.
Esto abrirá grandes oportunidades de negocios, pero también podría poner una enorme presión sobre las autoridades. Los incrementos en el precio de la energía, la tierra, los alimentos y el agua durante la última década ya anularon toda la baja de costos lograda durante el siglo XX gracias a los avances técnicos.
El crecimiento de las ciudades que no inviertan en infraestructura y queden rezagadas frente al aumento de sus poblaciones se estrellará contra un muro, y quedarán atrapadas en una creciente congestión, contaminación, y descontento social.
Cambia el balance de poder
La urbanización no sólo se está acelerando dramáticamente, sino que además está dando un giro desde las economías desarrolladas a las emergentes.
El desarrollo de China se está produciendo diez veces más rápido que la del Reino Unido durante la revolución industrial, y a cien veces su magnitud. Tan sólo en la última década, el porcentaje de población urbana pasó de 36% a 50%. Si la tendencia actual se mantiene, la población urbana pasará de 570 millones de habitantes en 2005 a 925 millones para 2025, un incremento mayor que toda la población de EEUU.
El PIB de las grandes ciudades chinas pasó de apenas 20% de lo que producían los centros urbanos de EEUU en 2007, a 37% en 2010. En ese breve lapso, tres ciudades chinas alcanzaron el estatus de megaciudades, es decir, aquellas con más de 10 millones de habitantes. En el mundo desarrollado, en cambio, se espera que sólo Chicago, en EEUU, alcance este nivel para 2025.
En Latinoamérica, el PIB de las grandes ciudades alcanzaba en 2007 26% del de sus contrapartes europeas, pero para 2010 esa proporción había aumentado a 37%.
La ciudad como motor económico
El desarrollo de las ciudades ha sido uno de los grandes motores del crecimiento económico global. Actualmente, las 600 mayores ciudades del planeta, un grupo denominado City 600, albergan a 20% de la población mundial, pero aportan US$ 34 billones al PIB del planeta, un poco más del 50%.
Entre 2010 y 2025 su Producto se habrá casi duplicado a US$ 65 billones y este crecimiento será responsable de casi 65% de la expansión económica mundial en ese período.
El impacto de la urbanización en el crecimiento se debe a la capacidad de las ciudades para atraer trabajadores capacitados y empresas productivas. Los historiadores económicos calculan que el ingreso promedio en las ciudades es entre 1,5 y 3 veces el de las áreas rurales.
Las ciudades, además, generan economías de escala que aumentan la productividad y reducen los costos. En India, por ejemplo, proveer de servicios básicos en las ciudades es entre 30% y 50% más barato que en los sectores rurales. Y asegurar la calidad de los servicios también es más fácil. La tasa de ausentismo entre los profesores en las escuelas rurales es 25% mayor que en los colegios de las ciudades.
Las grandes ciudades albergan actualmente a 38% de la población mundial, pero aportan 72% del PIB global. En EEUU, que se urbanizó aceleradamente en el siglo XIX, 80% de la población vive actualmente en centros urbanos, que aportaron 85% del PIB nacional en 2010.
En Latinoamérica, las 289 mayores ciudades de la región alojan a 55% de su población, pero aportan más de 75% del PIB.
Y en China, las áreas metropolitanas generaron 78% del PIB en 2010.
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