Brasil, la mayor economía de Sudamérica, sigue profundizando su desaceleración. El país crecería sólo 1,75% este año, en medio de una inflación disparada, mostró un sondeo del banco central brasileño, divulgado ayer.
Los economistas encuestados por la institución liderada por Alexandre Tombini recortaron su estimación de crecimiento desde 1,81% la semana anterior, sumando trece semanas consecutivas de revisiones a la baja.
Los expertos también elevaron su estimación para la inflación anual, la que llegaría a 5,15%, en lugar del 5,11% pronosticado la semana pasada. Esta fue la sexta semana consecutiva de alzas en la estimación.
Hasta ahora, la economía parece inmune a las medidas de estímulo monetario y fiscal. En agosto el banco central redujo su tasa de interés de referencia Selic a un mínimo histórico de 8%, mientras que el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff se ha embarcado en una serie de iniciativas, que incluyen la presión a los bancos para incrementar los préstamos, la reducción de los impuestos a los bienes de consumo y el anuncio de un millonario plan para mejorar la infraestructura por US$ 65 mil millones, la semana pasada.
Repunte de demanda
Según expertos, el estímulo ha estado mal enfocado porque el punto débil de la economía brasileña es la oferta, no la demanda. “El lado de la demanda ha estado fuerte, pero al parecer la oferta en la economía ha tenido problemas, afectada por la falta de competitividad y, en algunos casos, de capacidad”, dijo a Bloomberg el economista jefe de mercados emergentes de Capital Economics, Neil Shearing.
Las ventas minoristas subieron 1,5% en junio, el mayor nivel desde enero, tras mayores ventas de electrodomésticos y muebles. El índice de actividad ajustado por temporada, un indicador del Producto Interno Bruto, avanzó 0,75% en junio, la mejor cifra desde marzo de 2011. Sin embargo, algunos economistas estiman que el repunte del consumo fue temporal.
El aumento de las ventas minoristas de junio “se vio afectado por variables que no volveremos a ver necesariamente, como la reducción impositiva a vehículos”, afirmó a Bloomberg el economista jefe de Banco Fator, Jose Francisco De Lima Goncalves.
Falta de inversión
El modelo económico basado excesivamente en el consumo, más que en la inversión, como en Brasil, ha causado que los costos unitarios laborales hayan crecido demasiado rápido, duplicándose en los últimos diez años, lo que afectado su competitividad, advirtió la semana pasada el economista jefe de mercados emergentes de Deutsche Bank, Gustavo Cañonero, en Santiago. El experto señaló que “al no haber inversión, no hay crecimiento de la productividad”. Según Cañonero, el plan de Rousseff para mejorar las autopistas y vías férreas es “insuficiente”.
Algo similar apuntó el economista Renato Baumann, del think tank gubernamental brasileño IPEA. Baumann dijo a DF que sólo un 30% del programa de inversión público-privada de infraestructura PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento) se ha concretado por razones como normas ambientales, ineficiencia administrativa o una elaboración deficiente de proyectos.
“Los cuellos de botella en infraestructura están afectando la competitividad de Brasil, lo que explica en parte por qué el sector manufacturero se ha contraído por más de un año”, comentó la Economist Intelligence Unit (EIU).
En un análisis reciente, la EIU puso en duda que el último plan de inversiones aumente la tasa general de inversión hasta el 23%-25% del PIB necesario para mantener un crecimiento de 5%. “Para eso la tasa de inversión tendría que crecer cerca de 9% anual en 2013-2016, algo improbable sin otras reformas (laborales, tributarias y administrativas”, señaló, recordando que incluso en los años de auge (2004-2010) la inversión creció menos de 8% anual.
Los economistas encuestados por la institución liderada por Alexandre Tombini recortaron su estimación de crecimiento desde 1,81% la semana anterior, sumando trece semanas consecutivas de revisiones a la baja.
Los expertos también elevaron su estimación para la inflación anual, la que llegaría a 5,15%, en lugar del 5,11% pronosticado la semana pasada. Esta fue la sexta semana consecutiva de alzas en la estimación.
Hasta ahora, la economía parece inmune a las medidas de estímulo monetario y fiscal. En agosto el banco central redujo su tasa de interés de referencia Selic a un mínimo histórico de 8%, mientras que el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff se ha embarcado en una serie de iniciativas, que incluyen la presión a los bancos para incrementar los préstamos, la reducción de los impuestos a los bienes de consumo y el anuncio de un millonario plan para mejorar la infraestructura por US$ 65 mil millones, la semana pasada.
Repunte de demanda
Según expertos, el estímulo ha estado mal enfocado porque el punto débil de la economía brasileña es la oferta, no la demanda. “El lado de la demanda ha estado fuerte, pero al parecer la oferta en la economía ha tenido problemas, afectada por la falta de competitividad y, en algunos casos, de capacidad”, dijo a Bloomberg el economista jefe de mercados emergentes de Capital Economics, Neil Shearing.
Las ventas minoristas subieron 1,5% en junio, el mayor nivel desde enero, tras mayores ventas de electrodomésticos y muebles. El índice de actividad ajustado por temporada, un indicador del Producto Interno Bruto, avanzó 0,75% en junio, la mejor cifra desde marzo de 2011. Sin embargo, algunos economistas estiman que el repunte del consumo fue temporal.
El aumento de las ventas minoristas de junio “se vio afectado por variables que no volveremos a ver necesariamente, como la reducción impositiva a vehículos”, afirmó a Bloomberg el economista jefe de Banco Fator, Jose Francisco De Lima Goncalves.
Falta de inversión
El modelo económico basado excesivamente en el consumo, más que en la inversión, como en Brasil, ha causado que los costos unitarios laborales hayan crecido demasiado rápido, duplicándose en los últimos diez años, lo que afectado su competitividad, advirtió la semana pasada el economista jefe de mercados emergentes de Deutsche Bank, Gustavo Cañonero, en Santiago. El experto señaló que “al no haber inversión, no hay crecimiento de la productividad”. Según Cañonero, el plan de Rousseff para mejorar las autopistas y vías férreas es “insuficiente”.
Algo similar apuntó el economista Renato Baumann, del think tank gubernamental brasileño IPEA. Baumann dijo a DF que sólo un 30% del programa de inversión público-privada de infraestructura PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento) se ha concretado por razones como normas ambientales, ineficiencia administrativa o una elaboración deficiente de proyectos.
“Los cuellos de botella en infraestructura están afectando la competitividad de Brasil, lo que explica en parte por qué el sector manufacturero se ha contraído por más de un año”, comentó la Economist Intelligence Unit (EIU).
En un análisis reciente, la EIU puso en duda que el último plan de inversiones aumente la tasa general de inversión hasta el 23%-25% del PIB necesario para mantener un crecimiento de 5%. “Para eso la tasa de inversión tendría que crecer cerca de 9% anual en 2013-2016, algo improbable sin otras reformas (laborales, tributarias y administrativas”, señaló, recordando que incluso en los años de auge (2004-2010) la inversión creció menos de 8% anual.
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