Las empresas chinas toman en cuenta más seriamente al mercado brasileño y latinoamericano como destino de sus inversiones. Las contratistas chinas generarán negocios en el exterior por u$s 150.000 millones este año.

Después de décadas de fuerte crecimiento de las operaciones en Asia y África, empresas de construcción de China están ahora mirando al mercado brasileño, y al resto de América latina, para expandir sus negocios.
Chunche Diao, presidente de China International Contractors Association (Cica), que reúne a empresas del sector que tuvieron contratos por u$s 134.000 millones en el exterior en 2010, dijo que varias empresas chinas examinan operaciones de fusión o adquisición en Brasil, con el foco principalmente en proyectos de infraestructura.
Brasil es uno de los mercados que vamos a explorar para crecer, y tenemos interés también en la construcción de centrales eléctricas, rutas y el sector de petróleo, afirmó el ejecutivo en Ginebra, donde participó el martes de un seminario sobre la estrategia internacional china, en el que señaló que las inversiones del país asiático en el exterior están apenas comenzando.
Unas 800 empresas socias de Cica participan de proyectos internacionales, apoyadas por el crédito barato que Pekín provee para que ganen licitaciones. Los contratos externos de las contratistas chinas pasaron de u$s 2.500 millones en 1990 a u$s 134.400 millones el año pasado y probablemente lleguen a u$s 150.000 millones este año. El plan chino busca combinar comercio e inversiones. Diao afirmó que China tiene exceso de producción de acero, cemento y otros productos, sugiriendo indirectamente que tener más compañías operando en el exterior puede ayudar a vender ese exceso.
En Brasil, uno de los proyectos que interesa a los chinos es el del tren bala, estimado en R$ 33.000 millones, y Pekín está dispuesto a entrar con financiamiento.
Qitao Liu, presidente de China Communications Construction Company, confirmó que la empresa continúa interesada en participar de la subasta del tren de alta velocidad. En relación a la financiación de la obra, dijo que estaba tratándose "en el más alto nivel", indicando que la participación podría partir de una decisión política.
El China Exim Bank financia, por ejemplo, 85% de la construcción del puente sobre el rio Danubio, en Serbia. Dos tercios de la construcción de un casino en las Bahamas, en manos de constructoras chinas, también es financiado por Pekín.
Para Changgi Wu, profesor de la Universidad de Pekín, el interés del país por Brasil "es enorme". Contó que, el año pasado, acompañó a algunos empresarios a Rio, todos interesados en el país. Según Wu, un empresario, que fue su alumno, se está enriqueciendo con la producción de pisos de madera en Brasil. "Ahora compró un terreno en el bosque", dijo.
Las inversiones directas extranjeras (IDE) de China saltaron de u$s 1.000 millones en 2000 a más de u$s 60.000 millones el año pasado. Cerca de 70% fueron a Asia y otra franja importante a África. El plan estratégico de Pekín prevé adquisiciones y fusiones en el exterior de por lo menos u$s 100.000 millones por año, en los próximos cinco años. Es una manera de utilizar las reservas internacionales, que totalizan u$s 3,2 billones, y pueden duplicarse hasta 2013.
Empresas como China National Machinery y China Railway Construction también participaron del seminario en Ginebra, todas interesadas en la expansión en los mercados emergentes. El viceministro de Comercio, Jian Chen, trajo un mensaje a los gobiernos, a los que pidió que dejen a Pekín invertir y no alcen barreras con la excusa de la seguridad nacional.
Con una Europa en crisis, el primer contrato de una gigante china de la construcción en ese continente terminó en un fiasco. La contratista Covec está bien implantada en Asia, tiene operaciones en África, pero le faltaba poner pie en Europa. Ganó una licitación para la construcción de una ruta desde la frontera alemana a Varsovia, para la Eurocopa de 2012.
La propuesta china era imbatible, mucho más barata que lo previsto por el gobierno polaco. Pero empresarios de ese país denunciaron dumping y, en la práctica, un precio político, para que Covec entrase en el mercado europeo. El grupo chino dijo que el precio era bajo por los métodos de trabajo. Pero después de iniciar la obra, se dio cuenta que no conseguiría llevarla adelante. Quiso negociar el contrato, lo que fue rechazado por el gobierno polaco, y tuvo que volver a China".
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