2010/10/01

El tipo de cambio en la historia y sus lecciones para el Chile de hoy

Con el precio del dólar cayendo a $485, representantes de importantes sectores productivos sostienen que están perdiendo toda posibilidad de competir internacionalmente. Esto es avalado por IM Trust que estimó que para los sectores agrícola e industrial se requieren tipos de cambio competitivos de $ 655 y $ 554, respectivamente. La historia confirma que el problema cambiario puede llegar a ser crucial para el desarrollo, como también para la suerte de empresarios y trabajadores.

El tipo de cambio nominal, aquél que observamos día a día, fluctúa como resultado del proceso de intercambio. Aunque estas fluctuaciones pueden llegar a ser muy importantes, su efecto sobre la actividad productiva se puede mitigar en forma relativamente sencilla y efectiva mediante seguros de cambio o mercados a futuro. El gobierno hace bien impulsando el desarrollo de tales instrumentos y facilitando su acceso a pequeños y medianos productores.

Por otro lado, el tipo de cambio real afecta crucialmente la asignación de recursos. Una aproximación operacional a su trayectoria se obtiene corrigiendo los valores del tipo de cambio nominal por la evolución de la inflación nacional y deflactando el resultado por la inflación internacional. Entre los factores que determinan las variaciones de este tipo de cambio se encuentran la evolución de los términos de intercambio, muy influenciados en el caso chileno por la evolución actual y esperada del precio del cobre, y la trayectoria del gasto de gobierno.

El tipo de cambio real determina el carácter de la economía. Mientras un tipo de cambio real alto favorece las exportaciones y el desarrollo relativo de las actividades agrícolas, industriales y mineras, uno bajo tenderá a inhibir las exportaciones y favorecer, relativamente, los servicios, entre ellos la construcción. Es por ello que un cambio significativo en el nivel del tipo de cambio real que perdure en el tiempo implica una reestructuración profunda del aparato productivo. Por ejemplo, en las últimas décadas del siglo XIX -en gran parte por el salitre- el peso se apreció y junto con ello se produjo un profundo cambio estructural. La agricultura y la industria cayeron del 11% y 15% del PIB en 1880, a 6% y 11% en 1910, respectivamente.

El gráfico adjunto muestra la evolución de la tendencia del tipo de cambio real en Chile. Este promedió entre 1833 y 2009 $460, pero entre 1880 y 1910, época del salitre, fue de $306; entre 1940 y 1970, en plena era proteccionista, fue de $441; y entre 1985 y 1997, la era de oro de nuestro actual modelo exportador diversificado, fue de $569, todos expresados en pesos de 2009. En el primer caso, sufrimos de enfermedad holandesa al anexar al territorio un sector relativamente muy productivo. En el segundo, las políticas proteccionistas y el alto precio del cobre explican el bajo tipo de cambio. En el último, el nivel del cambio permitió la rápida expansión de las exportaciones. En general, a lo largo de toda nuestra historia encontramos una significativa y robusta relación inversa entre los términos de intercambio, desde comienzos del siglo XX muy influenciados por el precio del cobre, y el tipo de cambio real.

La actual apreciación real del peso se explica en gran parte por el elevado nivel del gasto público -que aumentó del 20% al 26% del PIB entre 2007 y 2009-, y por el alto nivel de precio del cobre, que ha llevado nuestros términos de intercambio a valores récord históricos. El gobierno puede -y así lo ha anunciado- corregir en un plazo prudente la situación del gasto, pero no puede hacer lo mismo con el precio del cobre, que se determina en los mercados internacionales. Entre otras cosas, la alta tasa de crecimiento de China y su demanda por cobre, sugieren la posibilidad de que el país enfrente un nuevo episodio de enfermedad holandesa, con sus costos y beneficios. En el caso del salitre enfrentamos tardía y erradamente el fenómeno y es de esperar que esto no vuelva a producirse. Pero dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.





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